La coronación.

Y un inesperado día llegó, la noticia se esparció por toda Francia tal como una gota de agua que cae por una ventana a toda velocidad. La muerte del rey Carlos VI fue algo repentino y que golpeó con fuerza tanto al país como a su rival: Inglaterra. De cierta forma era un alivio para algunos, no se sabía con certeza pero después del asesinato de su esposa y la traición de un amigo muy cercano se comenzó a comportar de manera extraña y cometía todo tipo de actos sin sentido, comenzaba campañas de guerra que conducían a una derrota o bien, en él atacando a los suyos creyendo que le traicionaban. El nivel de abandono en el país era evidente y toda la culpa residía en Carlos pero, ¿se puede culpar a un enfermo? Sin familiares cercanos vivos que tomaran el trono por él ni con consejeros leales, el reinado de Carlos fue un fracaso con letras mayúsculas.

La "estabilidad" en la guerra para Francia llegó de la mano de alguien que se dió a conocer como Patrick, este hombre que estaba cercano a los cuarenta años llevaba mérito tras mérito con tal de obtener el cargo de general hasta que finalmente, después de una avanzada fallida de Carlos en la que su general falleció, Patrick pudo asumir realizando las reformas necesarias y siendo ocasionalmente la voz de la razón para Carlos quien hacía caso cuando estaba en sus cabales.

Dado que la única descendencia de Carlos era una joven de 15 años llamada Elodie, tuvo la obligación de asumir el trono con todo lo que conllevaba y la leve, casi inexistente preparación que tuvo no ayudó para nada. Tras la muerte de Carlos se declaró un duelo nacional de una semana en la que todos los días fueron nublados y con lluvias que duraban todo el día y toda la noche.

—¿Qué haré ahora, Antoine? —la joven se escondía su rostro con lágrimas en el pecho de su amado, este último le acarició el cabello mientras miraba la tumba de Carlos.

—He estado pensando en algo.

Ella levantó su rostro levemente hasta encontrarse con la mirada de Antoine— ¿E-en qué...?

—Cédeme el trono.

—¿Qu-qué?

—Es simple, Elodie. Tú no estás en condiciones yo en cambio he estudiado cada rincón de París, conozco qué pasa con la gente y sus inquietudes. Si lo haces te prometo lo siguiente: acabaré con cada conflicto que exista, haré de Francia un lugar próspero y hermoso para los que vendrán. Pero eso solo será posible... por ti —dijo mientras pegaba su frente a la de ella y ponía sus manos en su rostro.

Elodie no tuvo forma de responder, era la pura verdad, ella no era apta para el cargo y vagamente confiaba en los demás. Ella asintió sin pensarlo demasiado— mañana...

—¿Mañana...?

—Mañana serás, ante todos, el rey de Francia.

Aquella respuesta dejó a Antoine sin palabras pero a la vez le entregó un alivio importante, le quitó un peso enorme de encima. Su plan ya se había concretado, pero, ¿qué quedaba por hacer ahora? El resto del día se sintió una eternidad, Antoine repasaba en su mente con inquietud cada cosa que hablaría con tal de ganarse la confianza rápidamente de las personas y de todo cercano al trono.

Finalmente, el ansiado día llegó, él estaba junto a Elodie en el salón del trono, uno a uno fueron llegando distintas influencias: consejeros, el general, comandantes y diferentes duques y barones. De manera inesperada los líderes de la casa York y Lancaster acordaron un momento de tregua para asistir a la importantísima reunión.

Elodie se encontraba sentada en el trono de la reina y Antoine en el del rey, aquello llamó la atención de todos casi instantáneamente.

El general miraba a Antoine con un rostro de muerte, le parecía tremenda insolencia verlo sentado en el trono.

—Saludos a todos, les agradezco que hayan venido pues tengo un anuncio muy importante —dijo Elodie mientras se levantaba y Antoine le seguía.

—Muy buenos días su majestad —exclamó rápidamente uno de los entrenadores arrodillándose.

—Es bueno ver que está bien, reina —contestó el general arrodillándose también.

Los demás copiaron el gesto saludando muy respetuosamente.

—Espero no sonar insolente, pero, ¿por qué nos ha convocado aquí hoy?

—Esa es una buena pregunta general, verán —levantó su mano izquierda e hizo un gesto con el cual un sirviente apareció rápidamente trayendo un cojín de color morado con bordados dorados. En él estaba la corona perteneciente a Carlos, era una corona en forma de aro que tenía puntas altas en cada costado del círculo y unas puntas más pequeñas entre medio. Joyas de color verde y rojo adornaban cada punta y el metal relucía tal como la primera vez que se forjó hace ya cuarenta años— hoy delego mi puesto como máximo monarca de Francia, dicho puesto será tomado por mi prometido, Antoine —ella puso con cuidado la corona sobre la cabeza de Antoine ante la mirada atónita de los invitados que no comprendían las razones detrás de el sorpresivo nombramiento y si esque las habían.

—D-disculpe su majestad, ¿he escuchado bien, verdad? —el general se levantó lentamente mientras aclaraba su voz— usted... ¿le está cediendo el TRONO a ÉL? me perdonará pero no estoy de acuerdo, ¿qué experiencia tiene? quiero decir, ni siquiera pertenece a la familia real, es un aparecido. ¿Está segura de esto?

—Tenga respeto en mi presencia general. Y sí, estoy completamente segura de mi decisión. Yo no estoy completamente capacitada para estar a cargo de todo lo que conlleva ser la monarca de esta nación que está tan dolida por la guerra. ¿Preferiría a alguno de la casa York o Lancaster? No, ellos siguen en disputa poniendo en peligro a la nación internamente a pesar de los golpeados que ya estamos por las enfermedades y la guerra contra Inglaterra.

El general se quedó sin respuesta porque en el fondo sabía que ella tenía parte de razón por lo que guardó silencio. Antoine dió un paso al frente y se puso una mano en el corazón— sé lo que todos están pensando pero quiero me gustaría que sepan que daré todo de mí para mejor el reino y solucionar sus problemas.

Sus palabras resonaban en todos los invitados pero no de buena manera, cada letra caía tan pesado que generaba un disgusto inmediato, sin lugar a dudas, una manera de empezar las relaciones con el pie izquierdo.

Con todo ya hablado, los invitados procedieron a retirarse sin siquiera un "adiós". Ciertamente aquello no desconcertó ni a Antoine ni a Elodie pues era una reacción esperada.

—¿qué te parece mañana hacer una fiesta? invitaremos a las familias importantes y a quienes estuvieron aquí hoy —propuso la muchacha mientras arreglaba la camisa de Antoine.

—Suena bien pero tengo algo en mente. ¿No sería mejor hacer una ceremonia con el pueblo? después de todo, también me voy a dedicar a ellos, ¿qué piensas?

—Mmm... muy humilde de tu parte. Me agrada —ella besó su mejilla casi con emoción— ¡que así sea entonces! Su majestad —dijo mientras levantaba ligeramente su vestido y se inclinaba.

El día siguió con tranquilidad para Antoine quien se ausentó del palacio y del lado de Elodie durante la mayor parte del día, estaba junto al herrero real supervisando una nueva corona que había pedido para el día de mañana, fue un proceso de tan solo unas horas lo cual le dejó muy sorprendido y al ver el resultado final quedó con un buen sabor de boca. Al salir del establecimiento se encontró con el general Patrick ambos se miraron durante unos segundos sin decir palabra alguna hasta que las palabras del general salieron; con voz grave dijo sin rodeo alguno «¿qué pretendes?»

—No pretendo nada, general. Nada más que ayudar al país.

—Tch, ¿ayudar al país? todos queremos ayudar al país pero no todos ascendemos al trono. Sé más claro.

—Esa es la pura verdad, ¿qué espera que le diga? ¿que planeo robar, quedarme con todo y hacer que el agujero en el que estamos sea más grande? No, eso no va a pasar. Mire a nuestro al rededor, general, TODOS estamos mal, usted incluído. No le pido su apoyo, solo que sepa ver la realidad de las cosas —Antoine esquivó al hombre y siguió su camino dejando libre la tensión del momento. Patrick no se fiaba en lo absoluto de sus palabras pero al ser ya prácticamente oficial que él sería el nuevo rey no había una forma concreta en la que pudiera oponerse— ya verá, señor Patrick, no me ganaré su confianza con palabras, sino con acciones. Que tenga un buen día —Antoine siguió su camino dejando en Patrick un sabor amargo pero que él mismo intentaba apaciguar haciéndose creer que lo que decía Antoine sería cierto.

Un nuevo día llegó, Antoine se despertaba temprano por la mañana, la emoción del momento le carcomía a pasos agigantados. Se quedó observando el techo y pensando en cómo iría toda la ceremonia, las cosas que haría una vez sea oficialmente el rey de Francia. Pudo observar el cielo gracias a una ventana que estaba sobre él notando que estaba nublado pero ya no llovía lo cual lo alivió bastante. Después de un rato fantaseando se levantó, se cobijó con una túnica blanca y se lavó el rostro. Caminó por los relucientes pasillos del palacio inspeccionado diferentes habitaciones tales como la cocina, un auditorio, el baño, el comedor real y el de los sirvientes. Todos y cada uno de ellos le impresionó de sobremanera, aún habían otros que no se dedicó a explorar pero que lo haría en algún momento. Durante su paseo se encontró con muchos sirvientes a los cuales saludó cálidamente.

Elodie también se despertó pasado un tiempo, ella se fue directamente al comedor pues era casi la hora del desayuno, para su sorpresa, Antoine no estaba allí y cuando le preguntó a un mayordomo acerca de su paradero se sorprendió al oír la respuesta «está en el comedor de sirvientes, compartiendo con ellos». Fue probablemente la respuesta que menos esperaba por lo que se dirigió hacia allá antes de entrar escuchó bastante bullicio y al mirar por la puerta que estaba semi abierta notó como todos estaban riendo, se contaban chistes y anécdotas. Algo bastante inusual, no se solían escuchar risas en ese palacio. La chica se unió sin pensarlo, saludó con respeto y se sentó a un lado de Antoine y escuchó la conversación que trataba sobre "los borrachos que profesaban amor eterno a la botella". Cerca de dos horas duró aquello hasta que Elodie lo sacó a rastras puesto que la ceremonia estaba cerca de comenzar. La ciudadanía estaba expectante pues la última coronación de Carlos VI había sido en privado y el hecho de que este nuevo rey lo hiciese junto con ellos les daba cierta sensación de confianza.

Fuera del palacio había una plataforma decorada, habían muchos guardias rodeándola y gente que ya empezaba a amontonarse. Sobre la plataforma había un pequeño pilar que tenía sobre él un gran platillo de plata que contenía óleo sagrado y a su lado, un sacerdote listo para la ceremonia. Ya era cerca del mediodía por lo que dió comienzo; con unos tambores dieron la entrada a Antoine, el joven estaba completamente tapado por una capa enorme de seda, era de color blanco y dibujos dorados yacían en su espalda, sus largos y rubios cabellos estaban a merced del viento. Una sonrisa se dibujó en su rostro al ver tanta gente congregada, apoyó una de sus rodillas en el suelo, puso su mano derecha en el centro de su pecho y levantó la izquierda con la palma abierta y dedos juntos— Todo lo que diga de ahora en adelante es mi pura verdad. ¡Estoy muy agradecido de que estén hoy aquí, todos ustedes hoy aquí serán presentes de un antes y un después para Francia, para ustedes! —el cura se acercó con la fuente entre sus manos listo para verter su contenido sobre la cabeza de Antoine, este último cerró sus ojos y esperó por el hombre para que procediera la ceremonia.

—Por el poder que el todo poderoso, nuestro Dios, me confiere... —lentamente echó el óleo en el cabello del nuevo rey— ante los ojos de ustedes, nuestros y el del creador, proclamo con todo orgullo a Antoine Segundo, ¡el nuevo rey de Francia! —el óleo acabó y, a continuación, se le fue entregada la corona. Sorpresa causó en Elodie que vió una corona nueva, muy lejana a la de su padre Carlos. Ésta era una corona de espinas dorada, tenía pequeñas gemas no demasiado visibles en cada espina. Fue puesta con cuidado, procurando no dañar al hombre. Justo en aquel momento, como por gracia divina, el cielo se abrió para dejar que un rayo de luz impactara directamente en Antoine resaltando el rubio de su cabello gracias al Óleo y el brillar de la corona. Se le otorgó un anillo plano con una inscripción "II" denotando ser el segundo.

Antoine se levantó y se acercó a Elodie— tú más que yo eres digna de continuar con el legado de tu padre, mereces esto —otro sirviente se acercó por detrás con la corona de Carlos Sexto y la puso sobre la cabeza de Elodie— te ves preciosa, amada mía —besó su frente y frotó sus hombros con orgullo. Posteriormente se bajó de la plataforma y se acercó a la multitud. Apartó a los guardias que custodiaban y caminó entre ellos— ¡Francia será resplandeciente otra vez! —sus manos estaban ligeramente despegadas de su cuerpo y eran tocadas por la gente, pero evitaban robarle el anillo o la corona— ¡Escucharme por favor, les haré saber todo lo que quiero para ustedes! —caminó lentamente entre ellos con una ligera sonrisa— ¡Educación; la educación es importante y ayudará a forjar a las personas que el día de mañana harán de Francia un país glorioso, por lo que arreglaré y mejoraré el sistema educativo tanto para pobres, como para ricos por igual! —la gente realmente no comprendía la importancia de aquello, pero el saber que para los pobres sería igual, les encantaba— ¡Empleos; sabemos que todos tienen necesidades y por ello, crearemos trabajos; acomodaremos a cada quién con sus habilidades y con ello alimentaremos el progreso de nuestra querida París para en el futuro, extendernos a todo el país! —tener empleo significaba dinero por lo que la gente gritó de emoción por ello— ¡Un sistema político transparente; yo seré el rey pero no seré la máxima autoridad, crearé a un grupo destinado a diferentes áreas para su fiscalización tales como las anteriores nombradas y a su vez, también, corroborarán que mis acciones son correctas y de no ser así, dimitire de mi puesto! —Antoine detuvo su andada, y se dejó besar las manos, algo que era común en las coronaciones pero no por los plebeyos— ¡Y ustedes eligiran a dichas personas! —un grito conjunto de las personas sentenció la exitosa y arriesgada apuesta de Antoine de hablar directamente con ellos e incluso estar entre ellos corriendo diversos peligros. Retrocedió hacia el palacio en total calma y con una sonrisa en su rostro, las autoridades del ejército y los consejeros escuchaban con mucha atención y sorpresa viendo algo nunca antes visto. Patrick se mostró reacio, pero estaba muy impresionado por el acto, dándole cierta esperanza.

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Comments

Arys

Arys

wow es realmente buena ... voyha leerla 😉

2021-03-18

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