El desastre de Normandía: Capítulo 6, el día de la liberación de Lisieux.

El ambiente aún estaba tenso, Vincent sabía que debía tomar una decisión rápido, pero aún pensaba en qué era lo mejor aunque, en realidad, ya lo sabía.

—(Katrina confío en mi... pero tener a este perro aquí es una oportunidad de oro. Debe haber otra forma...) ¡quítenle las manos de encima primero!

Aquel soldado que la retenía la soltó e hizo que se arrodillara, descolgó el arma que tenía en su hombro y le apuntó con ella.

—Hoy te salvas, pero te buscaré y créeme, te voy a encontrar —Vincent se apartó del general, este último se levantó y corrió hacia los suyos, luego se volteó hacia Vincent con una inusual sonrisa.

—¡Suéltenla ahora, es parte del trato!

—Lo cierto es... —el general agarró del cabello a la joven y de su bota sacó un cuchillo, levantó la cabeza de la chica y le rajó el cuello sin

remordimiento alguno— yo no trato con escoria Francesa, ¡Disparen!

El punto de mira de los soldados cambió, todos le apuntaban a Vincent y sin previo aviso...

¡Bang, Bang, Bang, Bang!

El sonido de los disparos se vieron opacados por la lluvia, pero aún así se lograron oír. Las balas se alojaron sin más en el cuerpo de Vincent, todo lo que pudo sentir fueron unas dolorosas punzadas y luego... nada. Su cuerpo se desplomó sobre el barro, su sangre formó rápidamente un charco alrededor de su cuerpo, la sangre de Katrina en un punto llegó a mezclarse con la de él, pero ya no era en vida. Después todo fue negro, un inmenso vacío repleto de la gran nada.

Fue como un parpadeo, pero Vincent estaba despierto denuevo, en su cama, la luz del sol atravesaba por la ventana y el calor del mismo hacia imposible seguir en la cama. Se levantó, la madera del suelo rechino apenas la tocó. Caminó a través de su habitación hasta llegar a la puerta, quería abrirla y salir, pero era difícil, estaba increíblemente pesado.

—¿De verdad quiero abrir esta puerta...? podría quedarme, tapar la ventana y seguir durmiendo... je, mi cuerpo lo pide... —apesar de que todo su ser quiso quedarse en cama, la puerta se abrió, conducía directamente a las escaleras, bajó por ellas lentamente. A medida que bajaba, los escalones que ya había pasado desaparecían, fue un camino largo, pero esas escaleras lo condujeron a un sitio en blanco, el suelo era suave pero no pudo determinar qué era, todo estaba ciertamente vacío.

—Llegaste un poco temprano, ¿no...?

—Esa voz... tú... —Vincent se volteó rápidamente y con sorpresa observó a un hombre alto parado detrás de él, se parecía bastante a él salvo que sus ojos eran de un color distinto— ¡Pa-papá! —corrió a abrazarlo y su padre le correspondió.

Apenas llegó con él estalló en lágrimas, le abrazó fuertemente, como nunca lo había hecho.

—Lo hiciste bien, Vincent... muy bien.

—Q-quise jugar a ser un caballero~ ser como tú... ¿salvar Francia...?

El hombre le acaricia la cabeza a su pequeño hijo—¿Qué quieres ser, Vincent?

—Un caballero...

—Entonces vamos, acá hay muchos caballeros para aprender, puedes convertirte en el mejor —el hombre comienza a caminar mientras lleva a Vincent de la mano.

—Pero... ¿qué pasa con él... con Demetrio?

—¿Quién es Demetrio?

El niño se quedó pensando por un momento, la imagen de Demetrio estaba difusa, solo había algo que podía recordar, una promesa «Prometo que estaré contigo... siempre».

—Yo... yo le prometí que estaría con él —Vincent miró hacia atrás, había una imagen de un hombre bastante borrosa pero a medida que sus recuerdos salían la imagen poco a poco se iba tornando nítida hasta convertirse en una figura— Demetrio... Francia... El rey... —la figura de Demetrio le extendía la mano. Una vez más, tenía una gran decisión por delante.

El hombre detuvo su andada, miró por sobre su hombro al pequeño y con un tono más serio preguntó— ¿Por qué peleas? —

—Por Francia... por la gloria de Francia... tengo... ¡Tengo un reino por el que pelear! —el niño se soltó de la mano de su padre y corrió hacia la otra figura que extendía su mano, poco a poco fue recobrando altura y edad.

—Tengo que seguir peleando... sin rendirme...

—¡Pelea entonces!

Vincent le echó un último vistazo a su padre, le sonrió casi sabiendo que era la última vez que lo vería otra vez.

—Voy a pelear... —finalmente, tomó la mano de Demetrio y como un destello, ya estaba despierto otra vez, aún seguía escuchando a su padre diciéndole «pelea».

Súbitamente abrió sus ojos, el cuerpo dolía, pero estaba vivo denuevo. Lentamente se fue levantando ante la mirada incrédula y atónita de los ingleses, que parecían estar viendo una ilusión.

Ante lo que veían comenzaron a limpiar rápida y nerviosamente los mosquetes para recargarlos y disparar otra vez. A uno incluso se le cayó la varilla del nerviosismo.

—¡Dejen los mosquetes estúpidos, ataquenlo con la espada!

Los soldados hicieron caso y soltaron los mosquetes, desenvainaron las espadas y cargaron hacia Vincent.

La movilidad la tenía algo reducida, pero aún así era capaz de esquivar todas las estocadas que los ingleses intentaban, el general aprovechando que ellos estaban enfrascados en la lucha aprovechó de escapar. En un momento Vincent le quitó las espadas a dos de los ingleses, fue capaz de usar ambas con bastante agilidad a pesar de estar en un espacio tan reducido. Empaló a uno de los desarmados con la espada y lo clavó al suelo, luego con un corte en horizontal le provocó un profundo corte en el abdomen a otro, finalmente los dos restantes se dieron a la fuga.

—Agh... correr por el barro... ¡it's a shit! —el general se veía bastante cansado, pero estaba cerca de llegar a la playa y con ello, a su base. Miró hacia atrás para verificar que no lo seguía nadie y al no ver a nadie, se sintió aliviado— ¡Ja, ja! Esa escoria era peligrosa —su andada se vió detenida repentinamente puesto que como estaba mirando hacia atrás no vió qué había delante él, chocando como un una muralla, sacudió su cabeza y al mirar con qué había chocado, el miedo llenó su cuerpo. Era una figura humana, lo único que destacaba entre la oscuridad que proporcionaban la noche eran esos ojos verdes. Un relámpago le permitió ver el rostro, otra vez, de Vincent. La expresión con la que contaba de era de pura ira, le agarró de la chaqueta y le golpeó en la nariz con tal fuerza que lo dejó inconsciente al instante.

—Tú y yo tenemos cosas de qué hablar...

Agarró al general del cuello de su chaqueta y lo arrastró al paso que pudiese, mantenía su mano en un punto cercano a la costilla y cojeaba, al parecer había recibido daño de las espadas y no se había percatado del todo.

—Donde.... ¿dónde estoy?... —la cabeza del general daba vueltas, estaba sentado y atado a una silla, miró a su alrededor y se dió cuenta de que estaba en una casa y frente a él estaba Vincent a torso descubierto llenándose de vendajes improvisados el cuerpo. Procedió a taparse con una camisa y luego miró hacia el general.

—Despierto ya... muy bien —Vincent agarró una silla y se sentó frente a él— me vas a decir TODO acerca de lo que buscan aquí, te guste... o no.

—Si crees que te voy a decir algo...

Vincent agarró un cuchillo que tenía encima de la mesa a su lado y sin pensarlo se lo clavó en el muslo, fuerte y certero.

—¡¡AHHHHH!! —el grito fue más como el chirrido de una bestia del bosque, pero evidenciaba el profundo dolor que sintió.

—Va a venir más como eso si no comienzas a hablar rojito —sacó el cuchillo de donde estaba encajado y se quedó con el encima del otro muslo, apunto de enterrarlo ahí también.

—¡No! no puedo~... no puedo decir nada —el hombre entre lágrimas formulaba esas palabras que tan difíciles eran para salir— s-si se entera de que lo traicioné... me va a matar~

—Te mataré yo si no hablas. Y créeme, tu muerte será muy, muy lenta. Dime... ¿qué rango tienes y porqué dominabas en ese lugar donde había que luchar?

—S-soy general... el sitio ese era una mina de dinero, esos franceses eran unos pobres de mierda, querían dinero fácil y yo les ofrecí una vía —Vincent le enterró el cuchillo en el muslo otra vez, y el hombre una vez más gritó con el profundo dolor de su alma.

—Escoge bien tus palabras la próxima vez —sacó el cuchillo y arrancó un pedazo de ropa en donde estaban ambas heridas, se levantó y agarró un fierro que tenía calentando en la chimenea. Lo agarró desde el extremo que estaba frío mientras que el caliente lo pasó por las heridas del general inglés, cuando ya acabó con ello lo puso en el fuego nuevamente.

La sangre que estaba saliendo de la herida hacia burbujas de tan caliente que estaba, el dolor era intenso, pero eventualmente la sangre se coagulo y detuvo el sangrado— última oportunidad, si no hablas ahora te mataré.

—¡No, no! tengo mi familia... mi esposa me espera~ le prometí a mi hija que estaría con ella y que la ayudaría con...

—Entonces si quieres verlas denuevo, habla.

—Kgh... ¡está bien! está bien... vinimos buscando un informante, un traidor... invadimos toda Normandía por él. Sí... a este punto, toda Normandía ya es inglesa, je.

—¿Qué hacen en la cueva que hay en la playa, es el lugar donde mantienen a las tropas?

—No, no... la pista decía que el tipo se escondía ahí... La primera vez que llegamos a ahí en una de las exploraciones una parte de la cueva se derrumbó y tapó dicho acceso, creemos que sigue ahí así que hemos estado "contratando" gente para que remuevan esas piedras.

—¿Ves, no era tan difícil?

—Sí, sí, ahora déjame salir.

—¿Eh? ¡Ja, ja, ja! ¿No creerás que en verdad te dejaría ir? No puedo creer que alguien como tú sea un general... ¿no recuerdas lo que dijiste hace unos días? Eso de "no trato con franceses"

—¿Ha-hace unos días...?

—Sí, ya han pasado bastantes días de que estuvieses dormido... y mis heridas aún no sanan del todo. Como sea, tú privaste de vivir a Katrina... esa mujer que mataste porque sí, ella solamente... quiso ayudar ¿La recuerdas, no? —Vincent hizo un gesto pasando su pulgar por su cuello, similar a lo que el general le hizo a Katrina.

El general comenzó a forcejear para escaparse, pero era inútil, estaba sin fuerzas.

—No, no intentes nada, es inútil. Ya no me seguiré manchando las manos contigo —abrió una trampilla que había en el suelo, está conducía a un espacio vacío bajo la casa, tiró a allí al general y luego la cerró. Salió de la casa mientras que el general le insultaba de todas formas posibles, ya ahora tenía un objetivo más claro, la cueva de la playa.

—No puedo atacar el sitio yo solo... tengo que buscar aliados... huh, ¿Qué mejor que la gente?

Comenzó por un sitio bastante familiar, la taberna. Procuró taparse lo suficientemente bien para no ser reconocido, pues los ingleses en las calles se habían doblegados y en las calles habían carteles con retratos de su rostro que en realidad no hacían justicia del todo.

Cuando entró estaba el ambiente de siempre, bastante feliz a pesar de lo que afuera sucedía. Se acercó a la barra para hablar con el hombre que ahora estaba a cargo.

—No me sirvas nada. Hablemos de algo importante —procuró hablar con un tono de voz bastante bajo pero no demasiado, fue suficiente para que le pudiera escuchar, así como mantenía su rostro bajo cosa de que la capucha hiciese el resto— voy a liberar Lisieux, solo necesito reunir a la gente, dime, ¿cuánto dinero para que cumplas esa tarea y guardar silencio?

El hombre dejó lo que estaba limpiando en la barra y se acercó un poco más a Vincent— ¿Acaso eres tú ese que Katrina me mencionó? me dijo que te llevaría a la arena bajo la iglesia y que te ayudaría a sacar a los ingleses de Lisieux. Por un momento creí que era una mentira...

Vincent apretó su puño y sus dientes, era una herida reciente que no tenía pinta de cerrar pronto— sufrió las consecuencias de la bondad...

—Cuando encontramos su cuerpo fue... devastador. ¿Sabes...? por alguna razón, ella creyó en ti a pesar de ser un desconocido, me lo comentó el primer día que viniste pidiendo información. Eso es algo que nadie había pedido, de verdad. Algo en ella le llenó de... esperanza ver que alguien haya tenido tal atrevimiento. Guardó un odio bastante alto a los ingleses, ellos le arrebataron a su padre después de todo.

Vincent solo pudo sentir una mochila más pesada en su espalda, la verdad es que no tenía forma de reaccionar ante lo que el tipo decía.

—Katrina sabía mover los hilos muy bien, dejó hecho todo antes de morir, tenía mucha fe en ti. De verdad no lo entiendo.

—Basta... ¿a qué te refieres con todo hecho?

—La gente ya está reunida, todo el pueblo básicamente, todos están descontentos y es cuestión de tiempo para que cualquier cosa pase. Ya estamos cansados de desgracias... priemro la peste y ahora esto

—Mañana, apenas asome la luz del sol todos en la plaza.

—Hecho. Llámame Willian

Vincent ya no tenía nada más que hacer, se retiró de la taberna y se dirigió a su casa. Se mantuvo afuera, pensando en el qué se haría mañana.

—A lo largo de los días he visto que patrullan desde temprano, nadie se queda en la noche... habrá que atacarlos apenas pisen la boca de la playa. Será arriesgado, demasiado... pero tiene que ser así. Me negaba a aceptar que ella hubiese sido capturada pero... parece que fue así, espero que esté en la cueva, bien...

Se quedó fuera, mirando hacia el cielo sin pensar nada en particular. Su mente estaba en blanco, el tiempo pasó realmente rápido y en un abrir y cerrar de ojos ya era de noche. A lo largo del día pudo escuchar ligeramente al general seguir gritando pero era fácil ignorarle. Durmió fuera para no ser molestado por el inglés bajo su casa.

El día de la batalla.

Su reloj biológico estaba bastante entrenado, despertó incluso antes de que el sol hiciese acto de presencia. Se encaminó hacia la plaza, había bastante gente reunida pero dudó de que fuese todo el pueblo.

Se metió entre la multitud buscando a Willian, encontrandole en el centro del todo.

—¡Ah, aquí nuestro guía!

Vincent se sintió algo avergonzado, pero sacó el valor desde el fondo de su ser— hoy haremos algo completamente arriesgado. Pero somos Franceses, no nos rendimos ni nos dejamos ser pasados a llevar, hoy lucharemos por la libertad, por la suya y por la de Francia.

Su pequeño discurso generó nulas reacciones, pero era suficiente, la gente ya estaba de por sí envalentonada. Vincent estaba preocupado por el volumen de personas, que seguía creyendo era bajo. Desde el este un anciano y muchas personas se acercaron cargando algo cubierto en sus brazos.

Cuando llegaron se presentó como el herrero de la ciudad y consigo traía armas, espadas y algunos escudos hechos para la ocasión. Cada ciudadano presente se armó con ellos salvo él que ya estaba viejo para peleas. Vincent se pidió dos espadas.

—Tu servicio será recompensando, anciano. Gracias...

El anciano asintió y se retiró con calma y confianza. Vincent se puso al frente de todos esta vez, los ordenó en fila y se cercioró de que todos estuviesen armados.

—Sé que están nerviosos, pero hoy peleamos por algo más grande que nosotros. Iré al frente, si hay alguien que tenga que recibir la primera carga de cosas, debo ser yo.

Se iba a dar el último grito de aliento, pero desde la playa se empezaba a escuchar movimiento, las tropas inglesas ya se habían movilizado y los franceses los esperaban a la salida de la playa. Apenas asomaron los franceses comenzaron la carga, el tiempo de reacción de los ingleses fue nulo, el factor sorpresa les hizo caer presa fácil de sus atacantes y por mucho que tuviesen la ventaja en un principio, los ingleses sabían luchar, cosa que los franceses poca idea tenían más que lo básico dado por el instinto. Estaba parejo, pero los franceses contaban con el factor desencadenante que era Vincent, quien ya no se contenía de ninguna forma posible ante aquellos que maltrataron y mataron a los suyos, su razonamiento era poco, solo pensaba en acabar con la vida de esos deshonrosos hombres. Lentamente, las tropas inglesas fueron retrocediendo hasta caer en el pie de la cueva, donde el último inglés vió la luz del día por última vez.

Los gritos de victoria no se hicieron esperar, los pueblerinos se abrazaron entre ellos para gozar de la hazaña que habían logrado sin preocuparse aún de las pérdidas. Vincent evitó todo eso y entró en la cueva, estaba un poco oscuro al principio pero seguía un único camino que al final tenía una leve luz. Cuando llegó se encontró con la celda abierta y otro camino más, habían algunas personas sentadas en el suelo o bien, tiradas en el piso. Todas desnutridas y... muertas, se temió lo peor, así que apresuró el paso, pudo distinguir a una persona en particular que era la única medianamente bien vestida, estaba boca abajo en el suelo de la cueva, se acercó a ella y la dió vuelta. A duras penas pudo reconocer quién era— Nicolette... —al no tener respuesta su mayor temor no hacía más que confirmarse, puso su oído en su pecho y pudo oír su corazón latir otra vez, la chica tenía los labios secos dada la sed y desnutrición evidente que tenía. La cargó y corrió fuera de la cueva.

—¡Oigan, basta de celebraciones, hay gente dentro de esa cueva, corran a ver! —luego abandonó corriendo y fue a su casa una vez más, recostó con cuidado a la chica en la cama y fue en busca de lo primero, un cuenco con agua.

Lentamente fue dándole agua para que se hidratara, fue algo que le tomó algo de tiempo, pero lachica pudo volver en si finalmente.

Sus ojos se abrieron lentamente, esa sensación seca en la boca ya no estaba más, sintió algo de terror al ver que ya no estaba en la cueva, pero a la vez sintió alivio de reconocer dónde estaba, estaba tibio, por fin después de días ya no sentía el frío abrazo de la cueva. Miró lentamente a su alrededor, confirmando que estaba en la casa de la granja. A su lado estaba Vincent, durmiendo en la silla. Tenía ojeras bajo sus ojos, Nicolette extendió su mano para moverlo y despertarlo, sus fuerzas aún no estaban del todo, pero bastó para que Vincent despertara de golpe sintiendo la escuálida mano de su compañera.

—¡Ah! —sacudió su cabeza y miró a Nicolette, despierta envolvió la mano de ella con las dos suyas suavemente y la puso en su frente mientras agachaba su cabeza— l-lo siento tanto... perdóname, no llegué antes... yo... —decía entre sollozos con una tristeza bastante legítima—, pero... liberamos Lisieux... toda la gente ahora es... libre aquí

Cuando levantó la mirada de nuevo se encontró con que Nicolette estaba dormida denuevo. Sonrió porque ahora sabía que estaría bien, así que se levantó y salió de la casa, se sentó en una de las escaleras de la entrada y observó el mar, feliz, sabiendo que había hecho algo.

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