XVIII. Subasta

Porque todo tiende a complicarse cuando mezclas los sentimientos con el sexo, debería ser distinto, tener una buena noche llena de placer y cada uno queda feliz, pero sin sentir absolutamente nada. Pero a mi no me paso eso, por el contrario, cada día pienso con quien seria mejor pasar mi vida, si con Alek, que aún con todos sus defectos me ama, sus ojos me tienen al borde de un colapso. Ó al otro lado del ring está Jeison, que me hace sentir que floto en las nubes con solo escuchar su voz.

— Hola nena, mucho trabajo — Lucas entró por la puerta, sonreí y asentí con la cabeza, hace dos semanas llegue a Inglaterra y estoy viviendo con los Moon.

— Algo así — Me encogí de hombros, y seguí con la hermética en la mano, mientras empacaba las pequeñas perlas, este no es mi trabajo, de hecho hay quien lo haga, solamente necesito despejar mi mente y estas dos últimas semanas lejos de ellos. No me ha servido para absolutamente nada, odio estar en una encrucijada.

— Quiero que te pongas más hermosa, de lo que eres, iremos a una subasta — Lo mire a los ojos, y sonrió ampliamente.

— Subasta, ¿De qué? — Inquirí dudosa, la verdad no tengo ganas de nada... pero no me vendría mal salir un rato, además con Lucas todo es más sencillo.

— De autos clásicos — Dijo muy emocionado, sonreí y acepte.

— Está bien, sólo déjame...

— Nada, ve y cambiate tenemos una hora para llegar.

Me arranco la bolsa de las manos y la tiró a un lado, me agarró del brazo haciendome levantar de la silla, donde llevaba horas ahí sentada.

Entre a la habitación, me duche y me puse un elegante vestido rojo largo, el cabello me lo dejé hacía el lado derecho cayendo por mis pechos en hondas y me aplique sólo un poco de labial nada extravagante.

Salí de la mansión, y Lucas estaba esperando en el auto, con un traje gris, que lo hacía ver maduro.Lucas es igual a Parker, rubio, ojos verdes, alto, acuerpado. Pareciera que en vez de comer pollo hormonado, se jactan de esteroides, no entiendo como hacen para ser tan jóvenes y tener musculatura, aparte de que pasan horas entrenando.

— Vamos, hermosa— dijo abriendo la puerta de atrás, me dio la mano y me ayudó a subir, está muy caballeroso.

— O quieres pedirme algo, o simplemente me tienes una sorpresa — inquiero, sólo se limitó a encogerse de hombros con una sonrisa en sus labios.

Al salir de la mansión rodeada por el mar la. ciudad de Brighton, siempre me ha encantado y fascinado, no sólo el clima si no también la playa, los pueblos que hay a su alrededor. Llegamos a una enorme mansión, el auto entró por el gran portón y me quedé muy sorprendida al ver todos aquellos autos, fantásticos. ¡Sin duda, gastare algo de dinero!.

—Sabes, si quieres puedes recorrer todo el lugar, debo verme con alguien.

— ¿Una chica?

—Sí, pero después te lo diré todo.

Asentí con la cabeza, deje un beso en su mejilla y camine pasando y detallando cada auto.

— Buenas noches, damas y caballeros, la subasta esta apunto de empezar por favor siganme, está noche tenemos clásicos de todas las épocas, de estilos variados, valores incalculables y con peso diverso en la historia del automóvil.

— Mercedes-Benz 300 SL Gullwing de 1955, valorado en más de un millón de dólares.

—Otra joya: Jaguar D Type de 1955. 

— De los años 50 se destaca un precioso Cooper-Jaguar T38 Mk II de 1955.

Me quedé embelesada contemplando un hermoso Lamborghini Miura de 1969; color rojo.

— Que empiece la subasta.

Los números aumentaban cada vez, y sinceramente moría por tener ese auto, que me encantó. me deje llevar por la alocada subasta y termine ganando y pagando más de 10 millones de dólares por el auto. Fue la apuesta más alta de la noche y eso que un desconocido me riño bastante, siempre obtengo lo que quiero.

Caminé con una sonrisa de labios cerrados, hacia mi nuevo bebé, descapotable rojo magnífico, además que es una joya única. Pase mis manos por encima hasta que una voz muy gruesa me hizo dar un vuelco.

— Así que aquí estas, ¿Eh? — Me quedé completamente quieta, mi corazón empezó a latir con fuerza, retumbando en mi pecho.

— Maldito Lucas de mierda — Murmure por lo bajo, y una gutural carcajada me hizo desvanecer.

— Pensabas huir de mí, pequeña Em— Susurró en mi oído, su aliento chocó en mi cuello desnudo podía sentir como repiraba pausado encima de mi hombro, trague grueso antes de hablar.

— Vine hacer unos cuantos negocios — Mentí, bueno pues no del todo, porque acabo adquirir un tremendo bebé.

— Si, eso lo puedo notar — Murmuró en mi piel, sus labios pegados en ella me hizo encender, de repente sentí demasiada calor, y eso que hace un clima muy fresco.

—Jeison, basta — No salió como una orden, más bien fue una súplica, una tortura, ¡maldito cabron, hazme tuya ahora!.

Me tomó de las caderas y me giró lentamente, estaba vestido con una camisa blanca por fuera de sus pantalones, la corbata desbaratada, el cabello revuelto como siempre desordenado y eso lo hace ver sumamente apetecible, ¡No, no no, me dije a mi misma no volver a caer ante ellos!

— Enserio, quieres que paré, digo, venir desde tan lejos sólo para verte, por lo menos merezco un beso — Dijo divertido, me apretó a su pecho, y su olor me contamino llevándome a otra galaxia.

Bajó su rostro al mío, y unió nuestros labios, un beso suave, lento, saboreando y disfrutando uno del otro, me apretó más a su cuerpo y rodeó mis brazos en su cuello, no puedo contenerme, estar entre sus brazos es mi mejor escapada y mi peor tortura.

Nos separamos lentamente aún jadeantes por el intenso beso que acabamos de darnos, sus chispeantes ojos están hay, tratando de descifrar lo que nos sucede.

—Vamos— Me tomó de la mano y me hizo caminar con él, salimos de la mansión, nos adentramos en la playa, nos sentamos en la arena debajo de un puente de madera, se acostó y yo me hice encima de su pecho.

— Ya tomaste...

Puse un dedo en su boca callandolo, acaricie con mis dedos sus labios, trazando una delgada línea bajando por su barbilla, cuello y llegando a su pecho por encima de la camisa.

— Emily... —Susurró con voz ronca, sé lo que estoy provocado pero también lo deseo, y muero porque me haga el amor, como solo él lo sabe hacer.

— Hazme el amor— Susurro y fue como si le dieran un dulce a un niño, me alzó sentándome encima de sus piernas y volvimos a unirnos en un apasionado beso.

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