II. Siempre estaré para ti

— Los quiero a todos listos, salimos en 20. Jeison asegúrate que la guardia costera no nos vaya a rastrear por los radares, no quiero la sorpresa de hace unos días.— Dije, este asintió y se dio media vuelta.

—Te ves estresada— susurró Alek al oído y volví en sí.

—Ya estoy harta de toda esta mierda, y Jared me está pisando los talones, no tarda en darme otra sorpresa.

—Bueno preciosa ya le llegará su hora.

—Eso espero y ese día yo misma se lo daré de comer a los bebés de mi madre— Curve un poco los labios hacia arriba y plantó un beso en mi cuello. Su aliento chocó en mi piel, enviando corrientes por todo mi cuerpo.

—Alek...— Se me escapó un gemido y sonrió encima de mi piel.

—Cuando vuelvas, ya sé — Dejo una suave mordida que me estremeció el alma.

Me giré en sus brazos y nos fundimos en un apasionado beso, sus grandes brazos me rodearon la cintura pegandome a su cuerpo. Jamás me cansaré de besarlo, moriría si es posible en su boca.

—Emily, ya está todo listo— La voz de Jeison me hizo dar un vuelco por dentro. Es como si me hubiera susurrado en el oído con esa gruesa y potente voz. Me solté de Alek y sonrió por última vez.

Di media vuelta y Jeison estaba parado a pocos metros de nosotros, su expresión agria se notaba; por su ceño fruncido y cara de pocos amigos.

—Deja esa cara de culo que nos vamos a divertír—Pase por su lado y soltó una risa seca.

—De eso no hay duda— Dijo a mi espalda y trague grueso. Sí, el diablo es malo y corrompe al que sea.

—Olvidalo Jei— Dije y me subí en el barco.

Le dimos las órdenes al capitán y este se puso en marcha de una vez, toda la mercancía ya estaba a bordo. Prácticamente el barco está lleno de droga, de todos los tipos conocidos y desconocidos.

El bajo mundo de la droga es un estigma para el que no conoce de ella, pero un infierno al dependiente de ella.

Entre a mi camarote y me quité toda la ropa, me di un largo baño. Cuando salí, Jeison estaba acostado en mi cama a medio vestir, luciendo su atractivo cuerpo ante mis ojos hambrientos.

Parezco una loba lista para atacar su presa.

—Entonces que tanto quieres al idiota de Alek.— Dijo y se apoyó en sus codos.

Me crucé de brazos y recorrí todo su cuerpo. Relamí mis labios sintiendo como se me secaron de tan solo verlo.

—Porque no te pones ropa idiota — Me acerqué a mi maleta y saque la ropa interior.

—¿Te molesta?.

—Como crees, ya te he visto muchas veces así.

—Tienes miedo que algo pase entre nosotros.

—Lo que pasó entre nosotros quedó en pasado, ya olvidalo— Me quite la bata ante su feroz mirada y la deje caer a mis pies.

Repasa con sus ojos hambrientos todo mi cuerpo y sentí como cada bello se me erizaba ante la mirada deseosa que me dio.

—¿Tu ya lo olvídaste?— Inquirió con voz ronca.

— Sí— Me limite a decir. No me salieron más palabras, sonrió de lado y se levantó de la cama parándose frente a mí.

Con sus dedos empezó a trazar cada pate de mi piel. Empezando desde el hueco de mi cuello y bajando lentamente por el medio de mi pecho. Su toque me está quemando la piel.

—Tu cuerpo me dice que jamás olvidará mis manos— Dijo y detuvo la mano en mi vientre. Dibujo círculos invisibles alrededor de mi ombligo y pase saliva—. ¿Ves como te pones con tan solo tocarte? Mira como se eriza tu piel. ¿Por qué niegas lo evidente, Emily?.

— Esto ya se acabó, Jesion — le recordé tratando de no soltar un gemido por el suave toque sobre mi piel.

— Eres imposible, Emily — Me soltó y me queje por dentro al no sentir más sus dedos sobre ni piel. Sonrió de lado y dio media vuelta marchándose de la habitación.

— Mierda — murmuro, tomando y soltando el aire lentamente. Me vestí rápidamente sacando esos pensamientos de mi cabeza.

Salí hasta la cabina donde me entretuve hablando un buen rato con el capitán.No tenía sueño. Quería estar en mis cinco sentidos por si algo llegaba a ocurrir. Siempre me mantengo en alerta.

Me alejo un poco y me siento afuera, la noche esta en todo su esplendor y la única luz es la de la luna.

—¿Qué haces aquí?— Jeison se sentó a mi lado y lo mire de reojo.

—No me gusta el silencio que hay en el mar, es muy calmado y no se sabe cuando se pueda desatar una tormenta.— Muy dentro mío tenía un mal presentimiento.

—Siempre estaré para ti, ante cualquier tempestad— Susurró, me gire para verlo a los ojos. Esos azabaches me miraron profundamente desgarrando mi alma.

—Lo sé, pero que pasara si.. — colocó un dedo sobre mi labios y se acercó demasiado.

—No digas nada nena, pase lo que pase no me iré de tu lado— Dijo tan cerca que nuestros alientos se mezclaron. No podía dejar de verle a los ojos. Esos que tienen un brillo y un frío único, que muestra lo cruel pero lo bueno que es al mismo tiempo.

Nos fuimos acercando poco a poco hasta que su frente chocó con la mía, su nariz rozó la mía y nuestros labios se unieron.

Un beso apasionado cargado de deseo. Esto está muy mal pero es algo que no puedo evitar. Me agarró de la cabeza y sus dedos jalaron mi cabello suavemente, mi interior se estaba encendiendo, y cómo si fuera una advertencia Alek apareció en mis pensamientos, no puedo hacerle esto. Me separo de golpe de sus labios y me voy de ahí antes que pase algo más.

—Emily te vas a quemar en el infierno— Murmuré y me acuesto en la cama.

Dos semanas donde evite a toda costa a Jeison; llegamos al puerto y Jared me recibió el cargamento. La tensión que se formó era palpable, el hijo de perra me atacó y me robó. Y, aquí esta como si nada hubiera pasado, con una sonrisa irónica en su rostro.

—La bella reina llegó al fin— Soltó con sarcasmo y me acerqué a él.

—Ahi esta todo tu cargamento, ¡Ah!, por cierto, ya encontré el piloto de la avioneta, así que pronto sabré quien fue el que lo atacó— Dije sin pizca de emoción, su mirada se tornó oscura y se puso de inmediato serio.

—Eso espero porque perdí mucho dinero— Curve los labios hacia arriba y le di una mirada fría.

—Perdimos, recuerda Jared, no eres el único— Estrechó los ojos.

—Ya sabes quién fue ¿No es así?.

—Soy muy eficaz, que más te puedo decir— Me giré y me detuvo del brazo.

—Ten un lindo día, reina — Me solté del agarré y le di un guiño.

—Tú igual, solo no vayas por las sombras— Camine hasta llegar con Jeison que tenía el ceño fruncido.

—Ese hijo de perra solo nos está causando problemas— Inquirió y asentí.

—No te preocupes, la jugada ya está hecha— Sonreí con malicía y me agarró por los hombros.

—Esa mi chica— Dijo, me gire para verlo y soltó una risa.

—Mejor que nadie te escuche, Jei— Asintió de mala gana.

—Siempre lo serás y tú lo sabes—Masculla y niego.

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