VIII. Emily

Siento ahogarne con mis propias palabras, pero lo que más me oprime el pecho es esa mirada llena de desilusión, me aferro a su cuerpo, no quiero soltarme nunca de él. Y lo único que espero es que nuestra amistad no se vaya quebrar.

Sentí muchos celos y rabia al verlo con esa. chica, pero no puedo ser tan egoísta sabiendo que yo tengo a mi pareja. Él también está en todo su derecho de conseguir alguien, que corresponda ese sentimiento que yo no puedo.

— Jei, promete que siempre estarás para mí, y que nunca te irás de mi lado...

—Emily ya te lo he dicho, jamás te dejaré — Susurró en mi cabello, su aliento caliente se tatuo en mi pensamiento y se me es imposible borrar sus labios recorriendo cada centímetro de mi cuerpo.

El resto del vuelo fue tranquilo, hablamos y reímos un poco dejando a un lado lo que había pasado hace unos momentos.

—¿ En la bodega ya está todo listo?, prepara un auto ya estamos por aterrizar, como sea, bien. — Termina de hablar por el radio y se lleva una mano por el cabello desordenandolo aún más.

— Ocurrió algo, ¿Cierto? — Afirmó y suspiró pesadamente con enojo.

— Se escapó, no sé como demonios pero logró evadir los anillos de seguridad — Se hastío y fruncí el ceño.

— Debe haber uno de los nuestros ayudándole a quien quiera que sea, que me la esta jugando, apenas toquemos tierra avísale a Maxi — Digo y asiente con la cabeza.

Al bajar de la avioneta nos subimos en el auto, llegamos hasta la.bodega y allí nos encargamos de ver cada una de las cámaras; para saber cómo fue que se escapó el suso dicho.

Después de ver horas de grabación encontramos que uno de los guardias lo ayudó a escabullir por el bosque, de inmediato lo mande a llamar, mientras Jeison seguía los pasos del chico que escapó.

—Me mando a llamar señorita — Dijo el hombre entrando por la puerta de la oficina, me gire en la silla y me crucé de piernas.

—Tomé asiento — Inquirí y así lo hizo, se sentó frente a mi con nerviosismo.

— Para que me necesita señorita Emily — Inquirió el hombre y sonreí de lado. Deje la colilla del cigarrillo en el cenicero y me crucé de brazos apoyándome en el escritorio.

— Quiero saber de su propia boca, ¿ Qué fue lo que pasó con el chico? ,¿Cómo es posible que haya escapado? — Utilicé mi tono tranquilo pero intimidante, el hombre titubeo un poco antes de hablar.

—Bueno, yo... quiero decir — No lograba articular palabra, levanté una mano y se calló de inmediato.

—Sabes lo que ocurre cuando me traicionan y tienen el descaro de no decírmelo en la cara —me levanté de la silla y camine hasta él—. Vera, a mi me gustan los hombres con los suficientes huevos para dar pelea... pero veo que este no es el caso... entonces creo que debo reconsiderar cambiar a todos mis hombres — Dije y me paré detrás de él, su cuerpo se tensó instintivamente.

—No entiendo a lo que se refiere señorita — Volvió decir y solté una risa macabra.

— Y aún sigues negando... mal muy mal querido amigo — apoyé una mano en su hombro y con la libre saque un cuchillo.

— Yo...

—Shhhh, seré rápida — susurro en su oído y clave la cuchilla en la yugular, la sangre salió por montones mientras su cuerpo quedó inmóvil recostado en la silla.

Saqué el cuchillo y lo limpie en su ropa, volví a dejarlo en su lugar. Salí de la oficina y baje las escaleras pasando por el salón donde mis hombres se pusieron de pié y en silencio me siguieron, me subí en el auto.

— A la mansión.

— Si señorita.

— Por cierto, quiero que desinfecten muy bien mi oficina, no quiero ni una sola mancha— Ordeno y el hombre asiente.

Al llegar a la mansión entró a la habitación. donde inmediatamente tomo una ducha, después salgo y me visto para ir a entrenar por un rato, mientras que tengo noticias de Jei.

Me puse los audífonos y le di play a la lista de canciones, primero hice un poco de calentamiento, después hice cardío en la cinta, por último decidí pelear con uno de mis hombres.

Un hombre grande, robusto y uno de los mejores mercenarios que tengo a mi servicio.

— Hoy no tendré compasión — Dijo y trono los dedos.

—Acaso te he dicho que la tengas— Me burló, la última vez me dejó ganar el condenado. En su cara se plasmó una sonrisa macabra.

—Condenada chiquilla— Sonreí y empezamos con los golpes, logré esquivar varios pero él es más rápido y me dio en el estómago haciendome caer. Me levanté y me sacudí, retome la posición y lance una patada a su pecho, lo moví un poco y aproveché para dar un gancho en su cara.

—Vamos hombre rudo — Bromeo y escupe la sangre que salió de su boca.

—Buen derechazo — Adula y lanza un puño a mis costillas, sentí un fuerte ardor y caí de rodillas al suelo dejándome sin aire—. Debes ser más rápida aún te falta pero vas bien.

Levanté la vista y me ayuda a parar, aparte de ser uno de mis hombres, también es quien me entrena desde los 10 años.

—Jamás te ganaría Hulk — ríe y nos sentamos a tomar una bebida energizante.

—Ya te lo he dicho Em, debes visualizar cada movimiento y dar en los puntos exactos para derribar tu oponente. Ya sabes, dejándolas sin aire o inconscientes— Asentí con la cabeza y nos quedamos hablando por un rato más.

Después de eso volví a entrar a la casa, cuando me disponía a comer algo Jeison llegó bañado en sangre, mi corazón se disparo y salí corriendo hacia él.

—¿Qué demonios te paso?— Exclamó y levanta una de sus manos.

—El maldito tenía un arma— Dijo con voz entrecortada y con una de sus manos se tocó justo en el abdomen donde una bala le había dado.

—Ven te la sacaré— Pasó su brazo por encima de mis hombros y lo lleve hasta el sofá, lo acosté, pedí todo lo necesario a una de las sirvientas.

Con mucho cuidado saque la bala de su cuerpo desinfecte bien la herida y por último hice la saturación. Mis padres nos enseñaron con animales desde muy pequeños. Por si alguna vez salíamos heridos y ellos no estaban. Nos enseñaron muchas técnicas de supervivencia, que es vital para estar en este mundo.

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