Rojo y Verde 1.7

Zen suspiró mientras observaba cómo Azazel regresaba triunfante al lado de su equipo. Sus ojos reflejaban resignación mientras cruzaba los brazos.

—De verdad es un monstruo —dijo, con su tono monótono característico.

Nox, al escuchar esto, apretó los puños con frustración y murmuró entre dientes, maldiciendo tanto a Azazel como a su propia incapacidad para detenerlo.

Nezu, por su parte, ignoró la tensión y se dirigió hacia Somi, quien aún permanecía en el suelo tras su agotador enfrentamiento con Kael. Se inclinó hacia ella y le extendió la mano.

—¿Puedes seguir?

Somi levantó la vista hacia él, con la respiración agitada, pero decidió tomar su mano con firmeza mientras asentía.

—Sí, puedo.

Mientras se levantaba, Nezu le preguntó con curiosidad:

—Sobre lo que hiciste antes, con el fuego... ¿Eso siempre estuvo ahí?

Somi se acercó al lugar donde había dejado su espada rota y tomó otra de madera, observándola como si evaluara su capacidad para repetir lo ocurrido.

—Olvidé mencionarlo... —dijo finalmente, sin más explicación, dejando a Nezu en un silencio reflexivo.

En ese momento, Zen interrumpió el momento, sacudiendo la cabeza.

—Esto fue divertido, pero no hay forma de ganar contra ellos.

Nox lo miró con furia y estaba a punto de responderle cuando un grito los interrumpió.

—¡Silencio! —vociferó Sol, con una intensidad que nunca antes habían escuchado.

Todos se giraron hacia él, sorprendidos. Sol se veía diferente, alterado. Se sujetaba la cabeza con ambas manos, como si estuviera intentando contener algo dentro de sí mismo.

—¿Qué te pasa? —preguntó Zen, arqueando una ceja.

Sol no respondió de inmediato. Parecía estar luchando contra una voz interna, sus palabras eran apenas audibles.

—...Cállate... no te necesito... aún puedo ganar sin ti...

Nezu dio un paso hacia él, alarmado.

—Sol, ¿con quién estás hablando?

Somi también se acercó, preocupada.

—¿Estás bien? ¿Qué te sucede?

Pero Sol no respondió. En cambio, dejó caer las manos y lentamente levantó la cabeza, su mirada fija en los del equipo rojo. Sus ojos estaban diferentes, brillaban con un tono rojo oscuro, y su expresión era de pura ira.

—Lo único que quiero... —dijo con una voz más profunda y gutural— es cazarlos. Cazarlos y volverlos a cazar.

Mientras hablaba, su cuerpo comenzó a cambiar. Sus músculos se hinchaban y su postura se volvía más imponente. La luz alrededor de él parecía desvanecerse, como si una sombra lo envolviera.

Somi retrocedió un paso, alarmada.

—¡Sol! ¿Qué estás haciendo?

Nezu intentó acercarse de nuevo, pero Sol lo ignoró, señalando al equipo rojo con un gesto desafiante.

—Son míos.

En la tarima, Rowan observaba atentamente el caos que comenzaba a formarse en el campo. Giró hacia el Shokan, quien permanecía calmado, pero con un brillo de interés en los ojos.

—¿Esto es parte del espectáculo, o deberíamos intervenir? —preguntó Rowan con un tono que denotaba cierta preocupación.

El Shokan, con una sonrisa que parecía esconder más de lo que revelaba, se levantó de su asiento y se acercó al borde de la tarima, contemplando la escena con fascinación.

—Esto solo lo pone más interesante —dijo finalmente, mientras entrelazaba sus manos a la espalda— Después de todo, nadie leería una historia sabiendo lo que pasa al final.

Rowan arqueó una ceja, intrigado por la respuesta.

—¿Entonces vas a dejar que gane cualquier equipo?

El Shokan soltó una carcajada ligera antes de girarse brevemente hacia Rowan.

—Siempre lo hice. Nunca vendería un espectáculo tan hermoso como este por unas monedas sin valor.

Con un gesto fluido, el Shokan levantó la mano y señaló al encargado del gran tambor.

—Que continúe la ceremonia.

El tambor resonó por todo el campo, marcando el reinicio del juego.

En la zona verde, Nezu observaba a Sol, ahora transformado, y una leve sonrisa se dibujó en su rostro.

—Muy bien, Cazador —dijo, refiriéndose a él con su nuevo nombre.

El gran tambor volvió a retumbar, llenando el aire con su vibrante eco. Apenas el sonido cesó, Cazador dejó escapar un grito gutural.

—¡Todos son mis presas!

Con un movimiento rápido, se lanzó al campo, desplazándose entre los bambúes con una agilidad y velocidad que parecían sobrehumanas. Sus movimientos eran un borrón para cualquiera que intentara seguirlo.

En el centro del campo, Cazador se encontró cara a cara con Kael. El ángel lo estudió brevemente, notando los cambios evidentes en él. Con tono irónico, comentó:

—Te ves diferente.

Azazel, aprovechando la distracción, pasó al lado de Cazador y lanzó un golpe directo a su costado. Pero este no mostró ninguna reacción, ni siquiera pareció sentir el impacto. En cambio, giró la cabeza hacia ellos, mostrando una sonrisa salvaje.

—Ahora verán lo que pasa cuando la bestia despierta —gruñó.

En un abrir y cerrar de ojos, Cazador atacó a Kael con una fuerza abrumadora. Kael, demostrando su excelencia en combate, logró cubrirse, pero la potencia del golpe lo envió varios pasos atrás.

Azazel, viendo esto, le gritó con burla:

—¡Solo eres un pequeño roedor!

Saltó hacia él, apuntando a su cabeza con precisión. Pero Cazador, moviéndose con reflejos instintivos, giró rápidamente y golpeó la mano de Azazel con su espada de madera. El impacto fue tan fuerte que se escuchó un crujido. Azazel retrocedió, llevándose la mano rota al pecho.

—¡Maldito! —exclamó Azazel, furioso, mientras, en un acto de desesperación, lanzaba una patada a la cara de Cazador.

El golpe conectó, pero en lugar de derribarlo, solo hizo que Cazador retrocediera un paso, como si no hubiera sentido dolor alguno. Azazel aprovechó el momento para impulsarse hacia atrás y tomar distancia, con una mezcla de frustración y sorpresa en su rostro.

Nox y Nezu avanzaron con rapidez para intentar apoyar el ataque de Cazador, pero apenas lograron acercarse, este los volteó a ver con una mirada que destilaba pura amenaza. Sin previo aviso, se lanzó contra ellos.

Nox y Nezu reaccionaron instintivamente, esquivando el primer golpe con dificultad. Nox, indignado, le gritó:

—¡¿Qué demonios te pasa, Sol?! ¡Somos un equipo!

Pero Cazador simplemente gruñó y, con una sonrisa salvaje, respondió:

—¡No soy equipo de nadie! Este campo ya no es un juego... es una selva.

Con un rugido, Cazador embistió nuevamente. Esta vez, Nezu reaccionó empujando a Nox fuera del camino para salvarlo del impacto, pero no pudo evitar el siguiente movimiento. Cazador se giró con rapidez y atrapó a Nezu por el rostro con una fuerza aplastante.

—En esta selva no queda sitio para la modestia —declaró Cazador con voz grave, mientras alzaba a Nezu como si no pesara nada. Con un gesto brutal, lo lanzó hacia el abismo.

Nezu apenas pudo gritar mientras rompía los bambúes al caer, desapareciendo de la vista. Nox retrocedió con horror, su mente tratando de procesar lo que acababa de ocurrir.

—Desgraciado—exclamó Nox, pero Cazador apenas lo miro.

—No te metas. Aquí mando yo, y aquí se cumple mi ley.

Sin esperar respuesta, Cazador se giró hacia el equipo rojo, que lo observaba con una mezcla de asombro y temor. Con cada paso que daba, los bambúes se rompían bajo su peso, haciendo resonar el eco de su avance en todo el campo.

—¡Todos ustedes no son más que cebras! —rugió, y en un instante, se lanzó al ataque.

Christian intentó interceptarlo, bajando su centro de gravedad y corriendo hacia él para taclearlo. Pero chocar contra Cazador fue como intentar detener un muro en movimiento. Con un solo brazo, Cazador tomó a Christian y, sin esfuerzo alguno, lo arrojó al abismo.

—¡Siguiente! —gritó mientras seguía avanzando.

Vira, con una expresión fría pero calculadora, reaccionó rápidamente. Sacó su disco de hilo y lo enrolló alrededor del cuello de Cazador, deteniéndolo en seco.

—No te muevas más, bestia —murmuró.

Sea aprovechó el momento para atacar con su estoque, desarmando a Cazador con precisión. La espada de madera cayó al vacío, pero eso no detuvo al salvaje.

Cazador, sintiendo el hilo tensarse en su cuello, sonrió con ferocidad.

—¿Creen que esto es suficiente? —gruñó. Con un movimiento rápido, jaló el hilo con tanta fuerza que desestabilizó a Vira, quien perdió el control y soltó su arma.

Kael y Azazel intervinieron al mismo tiempo, golpeando a Cazador por todos lados. Los ataques eran precisos y rápidos, buscando agotar la resistencia de la bestia. Cada impacto lo debilitaba, y poco a poco, una voz comenzó a resonar en su mente.

—Detente... No es tu batalla...*—la voz de Sol intentaba abrirse paso, pero Cazador la reprimió con un grito de pura rabia.

—¡No caeré! ¡Quiero sobrevivir!

Azazel, aún sonriente pese al caos, observó con admiración.

—Eres una bestia interesante, eso debo admitirlo.

Cazador, ignorando las palabras, tomó el hilo de Vira y lo jaló con tal fuerza que terminó rompiéndolo. Libre de la restricción, apartó a Kael y Azazel con un potente movimiento de su brazo. Su respiración era pesada, pero su mirada seguía llena de determinación.

—Si la luz no me acepta... —murmuró mientras se enderezaba, su voz transformándose en un grito lleno de furia—. ¡Entonces abrazaré la oscuridad!

El campo quedó en un silencio tenso, mientras todos observaban cómo Cazador parecía más peligroso que nunca, listo para desatar un nuevo ataque devastador.

Cazador, consumido por su propia furia y determinación, dejó de prestar atención a los golpes de Kael y Azazel. Sus pasos resonaron con fuerza mientras rompía bambú tras bambú, su única meta ahora clara: el agujero al centro del campo.

Kael intentó bloquear su avance, saltando frente a él para interponerse, pero Cazador lo apartó de un empujón brutal que lo mandó al suelo. Azazel, por su parte, trató de cortarle el paso con un salto ágil hacia su costado, pero Cazador lo tomó del brazo roto y lo lanzó lejos con una fuerza casi inhumana.

—¡Nada me detendrá! —gritó Cazador con una ferocidad que hizo eco en todo el campo.

Mientras todos intentaban procesar lo que sucedía, Cazador dio un último salto, rompiendo los últimos bambúes que quedaban a su paso, y cayó directamente en el agujero central.

El gran tambor resonó con fuerza, anunciando el punto para el equipo verde.

—¡El marcador está empatado! —se escuchó desde la tarima, la voz de Rowan casi ahogada por el estruendo de la multitud.

Cazador, dentro del agujero, alzó los brazos con una risa salvaje.

—¡Esto es lo que soy! ¡Un cazador, una bestia, un sobreviviente!

Marcador: 3 - 3

El sonido del gran tambor resonó por todo el campo, y de inmediato todos los participantes fueron teletransportados a sus zonas. En el equipo verde, la tensión era palpable. El cuerpo de Cazador, ahora vuelto a la forma de Sol, yacía en el suelo. Somi fue la primera en acercarse, agachándose para revisarlo.

—Está inconsciente, pero respira —dijo, mirando su rostro con preocupación.

—Empatamos, pero con uno menos no podremos ganar —murmuró mientras se ponía de pie.

Nezu, respirando profundamente, se acercó con una energía nueva en su mirada.

—No te preocupes. Ahora mismo siento que solo puedo seguir subiendo —dijo, y una pequeña sonrisa honesta se dibujó en su rostro.

Nox, con una determinación silenciosa, afirmó mientras observaba el campo.

—Voy a dejarlo todo en este combate.

Zen, con aire despreocupado, bostezó mientras estiraba los brazos.

—Les dejo el frente. Somi y yo nos encargaremos de defender.

Somi asintió, sus ojos brillando con decisión.

—Entendido.

En el lado rojo, Azazel se frotaba el hombro, su mano rota pendía inútil a un costado. Kael se acercó, frunciendo el ceño al verlo.

—¿Puedes continuar?

Azazel soltó una risa seca, aunque sus ojos reflejaban el dolor.

—Esa pregunta me ofende. Claro que puedo.

Kael asintió, pero una sombra de preocupación cruzó su rostro. Sea lo notó y le susurró:

—¿Qué estás pensando?

Kael observó a los del equipo verde y murmuró:

—Es impresionante hasta dónde puede llegar el humano cuando sigue sus emociones. Creo que ahora yo también voy a hacer caso a las mías.

Antes de que alguien pudiera responder, el sonido del gran tambor marcó el reinicio del juego.

Kael avanzó a toda velocidad, liderando al equipo rojo. Sin embargo, Christian lo adelantó, con los ojos fijos en el campo y una determinación feroz en su rostro.

—¡Ya estoy cansado de no hacer nada! ¡Voy a redimirme! —gritó mientras corría.

Antes de que pudiera llegar lejos, Nezu apareció frente a él, bloqueándole el paso. Sus movimientos habían cambiado, ahora eran fluidos, naturales, como si estuviera completamente sincronizado con el campo. Christian intentó seguir su ritmo, pero cada paso de Nezu parecía impredecible.

—¿Qué pasa? —preguntó Nezu con un tono sincero, emocionado por la claridad de sus movimientos. Christian, desorientado, tropezó hacia el abismo, pero Kael lo agarró a tiempo, lanzándolo hacia atrás y tomando su lugar.

Kael lo miró, preparándose para atacar. Nezu lo enfrentó con calma, su emoción interna brillando en sus ojos.

Kael lanzó un ataque rápido, pero Nezu bloqueó con agilidad, sus movimientos seguros y precisos.

—No eres mi objetivo —dijo con tranquilidad antes de deslizarse con un giro fluido, cediendo su posición a Nox.

Nezu continuó avanzando por el campo, esquivando a los demás con una gracia que no parecía humana. Christian intentó interceptarlo nuevamente, pero Nezu lo dejó atrás fácilmente con un ágil movimiento lateral.

Sea apareció frente a él con su estoque, su sonrisa maliciosa reflejando confianza. Atacó rápidamente, logrando desarmar a Nezu, pero él no se detuvo. Sin su espada, sus movimientos eran aún más ágiles, danzando entre los ataques de Sea.

—Eres bueno, pero no lo suficiente —murmuró Sea, frustrado.

Nezu, sin embargo, simplemente respiró profundamente, sus ojos brillando con una mezcla de concentración y gozo.

—Puedo escucharla... —murmuró, como si hablara con alguien invisible. Su voz era baja, pero llena de convicción.

Vira lo esperaba en la zona roja, con su disco girando entre los dedos. Cuando lo vio acercarse, sonrió.

—Te extrañaba, Niño.

Lanzó su disco directo hacia él, seguido por un rápido movimiento de su hilo intentando enredarlo. Sin embargo, Nezu salto con facilidad todo el rango del hilo.

—Puedo escucharla... y sé que puede guiarme —dijo en voz baja, su mirada fija en Vira.

Finalmente, Nezu se deslizó hábilmente junto a ella, sus movimientos tan fluidos que parecía anticiparse a todo. En un último salto, llegó al agujero, dejando atrás a Vira y entrando con decisión.

El gran tambor resonó nuevamente.

—Marcador: 4-3

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