El sonido de los pasos resonó en el pasillo antes de que Azazel y Kael entraran al conjunto donde esperaban los demás miembros de su equipo. La tenue luz apenas alcanzaba a iluminar las paredes deslucidas y los rostros tensos que les guardaban. Azazel miró alrededor con aire despreocupado y comentó:
—Espero que sean buenos rivales.
Kael lo miró de reojo, con una expresión llena de desdén.
—Son nuestro equipo, no rivales. Y, por lo que veo, son patéticos.
Ambos cruzaron la habitación. El primero en reaccionar fue un joven flacucho, algo bajo, que llevaba una bufanda mal ajustada sobre los hombros. Dio un paso hacia Kael y lo saludó con una sonrisa nerviosa.
—Oh, Kael… qué bueno que estás aquí.
Kael pasó de largo sin siquiera dirigirle la mirada. Azazel, en cambio, se detuvo frente al joven, inclinándose ligeramente hacia él, inspeccionándolo con detenimiento, como si fuera un espécimen extraño. El flacucho, visiblemente incómodo, retrocedió un paso mientras Azazel también lo ignoraba y seguía su camino.
El segundo en actuar fue un joven rubio de mirada desafiante que se interpuso en el camino de Kael. Sus ojos estaban llenos de rabia contenida.
— ¿Dónde estaban los demonios? ¿Por qué no viniste a los entrenamientos?
Kael lo apartó con un gesto brusco.
—No te cruces en mi camino o te pisaré como a una cucaracha.
-¡Sea! —exclamó el rubio volviéndose hacia el flacucho, quien parecía encogerse aún más al escuchar su nombre.
Antes de que Cristhian pudiera terminar su frase, Azazel se volvió a acercar, esta vez observándolo con más detenimiento. Por un momento, su expresión cambió de la indiferencia al aburrimiento.
—Tampoco vale la pena —murmuró, alejándose de Cristhian sin más.
Cristhian, claramente irritado, señaló a Azazel con el dedo.
—Y tú ¿quién demonios eres? ¿Sabes siquiera que estás aquí?
Sea le puso una mano en el hombro, intentando calmarlo.
—Déjalo, Cristhian. No vale la pena.
—¡No, quiero saber quién demonios es este tipo! —insistió Cristhian, pero Azazel ya no le prestaba atención.
Al fondo de la habitación, una joven permanecía sentada, concentrada en una esfera de madera que giraba entre sus manos. Tenía una expresión calmada, casi distante. Azazel se detuvo frente a ella, inclinándose ligeramente.
—Tú sí que eres interesante.
La chica levantó la vista, sus ojos brillaron un instante, pero no dijo nada. En cambio, le desarrolló una leve sonrisa.
—No pierdas el tiempo con ellos —gruñó Kael desde la distancia— Apresúrate.
Azazel se encogió de hombros y miró nuevamente a la joven.
— ¿Cómo te llamas? —preguntó con un tono inusualmente cordial.
—Vira —respondió ella con tranquilidad.
Azazel sonrió complacido.
—Encantado, Vira.
Kael lo llamó con impaciencia desde el otro lado de la sala. Azazel le lanzó una última mirada a Vira antes de seguirlo.
Un estruendo sacudió el ambiente cuando la puerta principal del complejo se abrió de golpe, revelando a Ion, quien entró con pasos firmes y el rostro marcado por una furia contenida. Cristhian aprovechó el momento para acercarse rápidamente.
—¡Ion, tienes que saber algo sobre Kael! —empezó a decir, levantando la mano para señalarlo, pero Ion lo ignoró por completo, como si no estuviera ahí.
En un instante, Ion avanzó hacia Kael con tal rapidez que el aire pareció electrificarse a su paso, y antes de que nadie pudiera reaccionar, ya estaba frente a él. Kael apenas se giró a verlo, manteniendo su típica expresión de indiferencia.
— ¿Qué crees que estás haciendo? —espetó Ion con tono amenazante, mientras el ambiente parecía cargarse de tensión—. ¿Por qué sacaste a Azazel de su celda?
Kael alzó una ceja, como si la situación no fuera más que una molestia pasajera.
—Es útil para esto. —Se encogió de hombros y agregó con frialdad—: Además, cualquiera de ustedes cuatro puede ser fácilmente reemplazado.
Ion presionó los puños, pero antes de responder, Azazel se acercó lentamente a él, observándolo de cerca como si lo estuviera analizando.
—Quizá sí tengas algo interesante después de todo —comentó Azazel con una sonrisa intrigante.
Ion lo miró de reojo, pero decidió no darle importancia, volviendo su atención a Kael.
—Azazel no va a participar en la ceremonia —declaró con firmeza.
Kael soltó una risa breve y sin humor.
—Es ridículo dejarlo fuera. ¿Qué sentido tiene si es uno de los mejores?
Azazel también intervino con entusiasmo.
—Estoy de acuerdo. No tendría gracia sin mí.
Ion mantuvo su postura inquebrantable.
—Azazel no se ganó su lugar. No será parte del equipo.
El rostro de Azazel se ilumina con una mezcla de emoción y malicia.
— ¿Eso es todo? Si lo único que necesito es ganarme un lugar, puedo matar a alguno de ellos ahora mismo.
La tensión en el cuarto se disparó, y todos quedaron inmóviles. Ion lo miró directamente, y su voz se volvió más gélida.
—Si haces algo así, no solo quedarás fuera de la ceremonia, sino que también morirás.
La amenaza no parecía intimidar a Azazel, quien parecía aún más ampliamente.
—Eso suena aún más interesante.
Antes de que la situación pudiera empeorar, Kael intervino, colocando una mano en el hombro de Azazel y empujándolo ligeramente hacia atrás.
—Cálmate, Azazel.
Ion retomó su discurso, dirigiendo su atención nuevamente a Kael.
—Si vas a participar, será bajo las reglas. ¿O prefieres no competir y perder contra tu hermano?
Kael lo miró fijamente, su desdén reemplazado por una chispa de ira.
—Ganaré con o sin Azazel.
Azazel inclinó la cabeza, algo confundido.
—Entonces, ¿qué? ¿No voy a participar?
—Estarás en las reservas —respondió Kael con tono definitivo—. Entrarás solo si algo les pasa a los demás.
Azazel lanzó una carcajada mientras miraba a los otros presentes, sus ojos brillando con una mezcla de diversión y amenaza.
—Qué lástima sería si algo les ocurriera, ¿no?
Ion dio un paso hacia adelante, dispuesto a intervenir, pero Azazel se le plantó frente a él con una sonrisa tranquila.
—Relájate, solo esperaré… y tendré algo de suerte.
Ion lo observar con desconfianza antes de apartar la mirada hacia Kael, quien simplemente lo ignoró y se dirigió a sentarse. La habitación quedó sumida en un incómodo silencio, rota únicamente por la risa baja y contenida de Azazel, que resonaba como un eco perturbador.
Al día siguiente, un Sol entusiasta y lleno de energía recorrió el complejo, yendo habitación por habitación para despertar a todos. Su voz alegre resonaba por los pasillos, acompañada de suaves golpes en las puertas.
—¡Arriba, todos! ¡Hoy es el gran día! —gritaba mientras movía las puertas con una mezcla de humor y urgencia.
Somi se levantó con esfuerzo, parpadeando ante la luz que se filtraba por las grietas de la ventana. Al mirar hacia el lado, notó que Nezu seguía profundamente dormido, como si las emociones del día anterior no hubieran dejado rastro en él.
—Nezu, despierta, ya es hora —susurró mientras le daba un pequeño empujón. Sin embargo, el joven apenas reaccionó.
Somi frunció el ceño y lo movió con más insistencia.
—¡Vamos! Sol nos va a gritar si llegamos tarde.
Tras varios intentos, Nezu finalmente abrió los ojos, un gesto perezoso en su rostro. Con un gruñido, se sentó en el borde de la cama, frotándose la nuca antes de levantarse.
El grupo comenzó a prepararse para el evento. Nox estaba ensimismado, revisando su arma con movimientos firmes mientras su mirada fija delataba una mezcla de rabia y determinación. Zen, en cambio, parecía desinteresado mientras se colocaba sus ropas de combate, moviéndose con una lentitud exasperante. Somi, aunque nerviosa, se esforzaba por mantener la calma ajustándose el cinturón y asegurándose de que su espada estuviera en su lugar.
Sol iba de un lado a otro, revisando que todo estuviera en orden, su actitud animada contrastando con el nerviosismo palpable del resto.
—Relájense, chicos. Esto va a ser divertido… o al menos, interesante —dijo con una sonrisa mientras ayudaba a Somi a ajustar su equipo.
Cuando todo estuvo listo, el grupo salió del complejo y se dirigió al campo de Abyss Run.
El escenario era impresionante. Dos zonas delimitadas por estructuras de madera y piedra marcaban los extremos donde cada equipo debía situarse. Entre estas zonas se extendía un vacío profundo y oscuro que parecía no tener fin, salvo por una delgada franja de bambú que atravesaba el centro, actuando como único paso hacia el lado contrario. Los bambúes estaban alineados de forma irregular, sus raíces hundiéndose en el vacío, desafiando cualquier intento de cruzar sin equilibrio ni precisión.
Las gradadas alrededor del campo estaban repletas. Gritos, cánticos y vítores llenaban el aire mientras la multitud celebraba la inminente competencia.
Al llegar, el equipo de Nezu fue recibido por el estruendo de la audiencia. Sol, siempre positivo, se acercó a Somi.
—Respira profundo. Todo estará bien. Solo concéntrate en el momento — le dijo mientras le daba una palmada en el hombro.
Somi asintió, aunque sus manos temblaban ligeramente. Su mirada se dirigió al otro lado del campo, donde el equipo rival se preparaba. Nox también los observaba, pero su atención estaba fija en una figura en particular: su hermano. Su mandíbula se tensó mientras lo veía.
—¿Listo para enfrentarlo? —preguntó Nezu con un tono neutro.
Nox giró la cabeza hacia él con rabia contenida.
—Cállate. No solo lo venceré. Lo mataré.
Nezu arqueó una ceja.
—Eso suena algo drástico.
Zen, a unos pasos, bostezó y dijo con su habitual tono aburrido:
—Solo espero que sea divertido.
Un hombre vestido con atuendos regios, el Shokan, apareció en el palco principal, levantando las manos para llamar la atención. Su voz resonó por todo el campo con autoridad.
—¡Bienvenidos a la ceremonia de Abyss Run! Hoy, seremos testigos de una competencia entre estos diez guerreros que lucharán por alcanzar la ascensión.
El público estalló en aplausos y vítores, una oleada de entusiasmo que parecía vibrar en el aire.
—Esta edición es especial —continuó el Shokan—. Hoy, contamos con la presencia de invitados destacados.
Hizo un gesto hacia un lado, donde una mujer alta y llamativa se levantó con elegancia. Su porte era impecable, y su cabello brillaba como si estuviera bañado en luz.
—Rubi, integrante de la Gran Organización de la Iluminación, conocida como la Luz Rosa.
Somi, intrigada, susurró:
—¿Quién es ella?
—Una representante de una organización creada por la Asociación de los Reinos —respondió Nezu en voz baja, manteniendo la vista fija en la mujer.
El Shokan señaló hacia otra figura, un hombre cubierto con una capa que apenas dejaba ver su rostro.
—También nos honra la presencia de Rowan, representante de la Casa del Culto de Clover.
Somi, intrigada de nuevo, susurró:
—¿Y el?
—No tengo idea— Respondio Nezu
El público respondió con un murmullo de respeto mezclado con curiosidad.
El Shokan prosiguió con entusiasmo.
—Gracias a Rubi, hoy evitaremos el uso de banderas o vainas para ganar puntos.
Con un gesto fluido, Rubi levantó las manos, y dos portales aparecieron, uno en cada zona del equipo. Sus bordes brillaban con una luz rosada intensa.
—Por esta ocasión especial, serán los mismos guerreros quienes deberán entrar en el agujero para ganar puntos.
El público explotó en gritos de emoción mientras el Shokan concluía:
—¡Sin más preámbulos, que gane el mejor!
(Me acabe de dar cuenta que aveces el texto se me cambia solo cuando se traduce automaticamente)
(No encontre una mejor palabra que hueco, perdon)
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