Ecos De Acero

Ecos De Acero

Pequeños Susurros 1

Somi había estado vagando por el bosque durante horas. El sol apenas se filtraba a través de la densa capa de nubes y la niebla que cubría el lugar, dándole un aire fantasmal. Sus pasos eran ligeros pero constantes, su respiración calmada a pesar de la creciente desesperación. A cada árbol y a cada piedra le resultaban iguales, y la sensación de estar dando vueltas en círculos comenzaba a apoderarse de ella.

El bosque, normalmente un lugar de paz y reflexión para ella, se había convertido en un laberinto sin salida. Mientras avanzaba, un sonido sutil llamó su atención. Era un crujido, diferente al ruido habitual de la naturaleza. Giró la cabeza, alertada, y sus ojos se encontraron con una figura tambaleante emergiendo de entre la niebla.

Era un joven, claramente herido. Su ropa estaba rasgada y manchada de sangre, y una espada colgaba pesadamente de su mano. Somi sintió una punzada de temor y compasión al mismo tiempo. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia él.

—¡Oye! —llamó con la voz entrecortada por la preocupación—. ¿Estás bien?

El joven levantó la mirada, sorprendido por la aparición repentina de Somi. Sus ojos, llenos de dolor y confusión, se encontraron con los de ella. Intentó hablar, pero su voz se apagó en un murmullo incomprensible. Sus piernas finalmente cedieron y cayó de rodillas al suelo, soltando la espada que se hundió suavemente en la tierra blanda.

Somi se arrodilló a su lado, sin saber exactamente qué hacer. Buscó en su mochila algún tipo de venda improvisada, cualquier cosa que pudiera detener la sangre que fluía de la herida del joven.

Somi es una joven de cabello rosa que caía en suaves ondas hasta sus hombros. Sus ojos, de un rojo muy tenue, contrastaban con su piel pálida, dándole un aire etéreo y un tanto irreal. Vestía ropa sencilla, adecuada para caminar por el bosque, pero su postura y sus movimientos mostraban una determinación y fortaleza que desmentían su apariencia delicada.

Al examinar al joven, Somi notó más detalles. Era bastante pequeño y su cuerpo estaba casi completamente cubierto por harapos. A pesar de su estado maltrecho, había algo en él que despertaba una profunda compasión en ella. Al examinarlo más de cerca, sus manos temblorosas se detuvieron en su rostro.

Debajo de la suciedad y el cansancio, el joven tenía una cicatriz prominente que cruzaba su ojo izquierdo. Era una quemadura antigua, pero claramente visible, un recordatorio permanente de un pasado doloroso. La piel alrededor de la cicatriz estaba tensa y desfigurada, y el ojo debajo de ella parecía mirar al mundo con una mezcla de desconfianza y tristeza.

Somi se mordió el labio, intentando no dejar que su propia conmoción la distrajera de la tarea urgente. Arrancó un trozo de tela de su propia camisa para improvisar una venda y comenzó a limpiar la herida con cuidado.

—Esto puede doler un poco, pero necesito limpiar la herida —dijo con suavidad, esperando calmarlo.

El joven no se resistió. Su respiración se hizo más profunda y pausada, como si la presencia de Somi le diera una chispa de esperanza. Mientras ella trabajaba, notó que sus manos estaban sorprendentemente limpias y cuidadas, una extraña contradicción con el resto de su aspecto.

—¿Cómo te llamas? —preguntó Somi, intentando mantenerlo consciente.

El joven tardó en responder, su voz apenas un susurro.

—...Nezu.

—Nezu, me llamo Somi —dijo ella con una sonrisa tranquilizadora—. No te preocupes, encontraremos una salida de este bosque juntos.

Nezu asintió débilmente, sus ojos cerrándose poco a poco mientras la extenuación lo vencía. Somi continuó trabajando, su mente llena de preguntas. ¿Qué le había pasado a este joven? ¿Por qué estaba solo en el bosque y herido de esa manera?

— Puedes caminar?— pregunto somi levantando a Nezu de a poco.

Nezu intentaba responder pero si boca no lograba vocalizar, aun con sus heridas hace un gran esfuerzo para caminar apoyándose de Somi.

— Está bien... No todo está perdido— Dijo mientras comenzaba a caminar con Nezu apoyada en ella.

Somi sentía la tensión en el cuerpo de Nezu, pero también notaba una determinación en él que la conmovía. Había algo más que simple supervivencia en su lucha; un propósito que Somi no podía descifrar aún, pero que intuía al notar como Nezu no apartaba en ningún momento la mano derecha de la empuñadura de la espada.

Mientras avanzaban, Somi comenzó a hablar en un intento por distraerlo de su dolor, pero también para entender más sobre el misterioso joven. Le contó brevemente cómo había llegado al bosque esa mañana, Como estaba acompañando a un amigo en su trabajo de transportador de carga y cómo sin darse cuenta se separó de su amigo y había terminado perdida en el laberinto de árboles y niebla. Su voz era suave, casi un susurro, como si temiera romper el frágil equilibrio que los mantenía en movimiento.Nezu, aunque agotado, asintió de vez en cuando, demostrando que estaba escuchando. Pero cuando Somi mencionó la tranquilidad habitual del bosque, su semblante se oscureció. Intentó decir algo, pero el esfuerzo le costó, y solo un débil gemido salió de su garganta.Somi se detuvo, preocupada.

.—No fuerces—, dijo con suavidad, apoyando una mano en su hombro. —Guarda tus fuerzas.

Después de unos minutos caminando sin ningún rumbo en específico, Somi ve una sombra entre los árboles, creyendo que era su amigo grito para llamarlo pero al ver cómo la sombra se incorpora y logra ver realmente lo que es, se asusta al ver que era un oso, rápidamente sujeta con mas fuerza a Nezu.

—Esto es malo, esto es malo—Repite claramente nerviosa intentando caminar lo más rápido posible sosteniendo a Nezu— Vamos Nezu camina.

Al ver cómo Nezu le costaba cada vez caminar entra más en pánico ante la inminente llegada del oso.

—Tu puedes, Camina por favor— Suplicaba sin éxito.

—Ah?— Decía Nezu que apenas se mantenía consciente— Qué es esa luz?

—No hay tiempo para eso— Respondía Somi mientras arrastraba a Nezu, sin darle importancia a lo que dijo suponiendo que era una alucinacion o algo parecido.

—Esa luz, es tan molesta— Susurraba Nezu hablando para si mismo.

Somi trataba de acelerar el paso, pero el pánico la comenzaba a paralizar. El gruñido del oso resonaba en sus oídos, y la mano de Nezu estaba cada vez más fría.

—Esto no puede estar pasando— pensaba desesperadamente.

Nezu, en su estado de semiinconsciencia, parecía ajeno al peligro inminente. Seguía murmurando sobre la luz, una luz que para él era imposible ignorar. Sus ojos, pesados y agotados, apenas podían enfocarse, pero aquella luz brillaba en su mente como una estrella, arrastrándolo hacia un lugar más confortable.

...

Esas luces son tan hermosas, vuelan y terminan su corta vida con una explosión de colores a los ojos de miles de personas, no podía dejar de verlos y solo desvie la mirada ante el toque de esa mujer.

—Pequeño te estaba buscando por todos lados— Esa mujer hablaba de un modo tan preocupado y agotado—Por favor no vuelvas a hacer eso.

Lo único que hice para justificar mi desobediencia fue apuntar a esas extrañas luces esperando que esa mujer logrará entender lo hermosas que eran.

—Cariño, cuando terminemos podremos venir a verlos— Me dijo de un modo tan cariñoso mientras me tomaba de la mano y me hacía caminar— Vamos, tenemos que ir a la ceremonia.

La ceremonia me aterrada no creía ser lo suficientemente capaz para cumplir todas las esperanzas que esa mujer estaba poniendo en mi, tal vez fui muy evidente en mi expresión o ella sabía lo difícil que era para mí, se agachó a mi altura y me abrazó.

—Tranquilo pequeño, lo harás increíble solo recuerda todo lo que aprendiste— me decía mientras me seguía abrazando— y de todos modos si no lo logras seguirás a mi lado, al menos para mí es ganar y ganar.

¿Todo lo que aprendí?

...

Nezu, aún perdido entre el velo de su difusa mente, comenzó a levantarse con dificultad. Su cuerpo actuaba por instinto, movido por una fuerza que trascendió su consciencia. Con una mano temblorosa pero firme, alcanzó su espada y adoptó una postura defensiva. El brillo en sus ojos, ahora vacío, contrastaba con la determinación que emanaba de su figura.

Somi lo observaba con una mezcla de asombro y miedo. No podía creer lo que veía, pero sabía que no podía detenerlo. El oso, cada vez más cerca, rugía con una furia que hacía temblar el suelo. Nezu, sin pronunciar palabra, desenvainó su espada en un movimiento fluido, casi ritual. Y en el instante en que la bestia estuvo lo suficientemente cerca, lanzó un tajo certero.

El aire se llenó del sonido metálico del acero cortando la carne, y el rugido del oso se transformó en un alarido de dolor. Somi sintió que su corazón se detenía por un momento, el tiempo parecía realizarse. Nezu, todavía en su trance, permanecía inmóvil, observando al animal herido con una mirada ausente como si no estuviera realmente allí.

La gran herida que había abierto en el oso sangraba profusamente y la criatura retrocedió debilitada, mientras Somi se acercaba lentamente a Nezu, temerosa de lo que podía pasar a continuación.

—¿Nezu?— preguntó Somi, su voz temblando al ver al joven totalmente inmóvil. Durante un breve instante, el mundo pareció detenerse. Luego, como si toda la energía que lo sostenía hubiera sido drenada, Nezu finalmente sucumbió al agotamiento y se desplomó al suelo.

Somi corrió hacia él, arrodillándose a su lado con el corazón en un puño. Sus manos temblorosas se posaron sobre su hombro, verificando su estado con ansiedad. Aunque Nezu estaba inconsciente, su mano permanecía aferrada a la espada, como si incluso en ese estado no pudiera soltarla. La hoja, adornada con un intrincado patrón de olas de un verde marino profundo, parecía brillar tenuemente bajo la luz que apenas alcanzaba a filtrarse entre los árboles.

Somi observó aquella espada con una mezcla de asombro y preocupación. Había algo en ella, algo que no podía entender, pero que la inquietaba profundamente.

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Comments

Sharon Canchon

Sharon Canchon

Me encantó.

2025-01-05

0

𝕄𝕒𝕚 𝕄𝕒𝕚 .

𝕄𝕒𝕚 𝕄𝕒𝕚 .

.../Smile/

2024-12-30

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