A un lado del riachuelo que pasaba por el pueblo, se alzaba un piso de madera similar a un ring de batalla. En ese mismo suelo, Miriam recibió un fuerte golpe al impactar contra el suelo y consecutivamente ser aplastada por Damaris.
—¡Ya, ya! ¡Me rindo, me rindo! —Exclamó Miriam. —¡Ya bájate de encima!
Con una sonrisa victoriosa Damaris la dejó en libertad. Su triunfo iba acorde con la melodía del violín que se escuchaba desde la atalaya y los aplausos de algunas personas del pueblo que veían el entrenamiento.
—Miriam, ¿Cuántas veces te lo he dicho? Eres demasiado predecible. —Jacinto la regañó una vez más. —Al ser pequeña puedes esquivar los golpes y contraatacar con más facilidad.
—Es que Damaris no es buena conmigo... —Se excusó la castaña mientras se levantaba del suelo. —Siento que tiene una rabia contenida hacia mi.
—¿Y crees que los enemigos allá afuera serán buenos contigo, Miri? —Le recalcó Damaris. —Cuando te enfrentes a los Némesis sabrás que te trato con cariño.
—Si claro, mucho que me quieres como para golpearme mientras sonríes. —Refunfuñó Miriam.
—Si el problema es tu compañera, entonces pelearas contra mí. —Dijo Jacinto.
—¿Contra usted? —Dudó la castaña sin creerlo al principio, pero al ver a Jacinto subir al ring listo para pelear, vio que hablaba en serio. —¿Okey...?
Damaris bajó del ring, emocionada de ver la pelea al igual que muchos. En ese momento, Azucena pasaba por ahí y decidió preguntarle sobre la ubicación de Star. Estaba preocupada, no la veía desde la mañana, temía que anduviese sola y expuesta a peligros.
—No la he visto, lo siento. —Respondió la pelirroja. —Seguramente aparecerá más tarde, sino le preguntaremos a Bea y Lena.
Azucena quiso hacerle caso, tal vez solo exageraba, por lo que decidió ver la pelea entre Jacinto y la chica. Le resultaba interesante ver al cazador pelear cuerpo a cuerpo otra vez, después de una lesión provocada por los robots de Mistral hace años, Jacinto se limitó a cazar animales y construir trampas.
No obstante, se notaba a simple vista como Miriam no era rival para el veterano. Ella actuaba con desconfianza, solamente esquivaba y bloqueaba los ataques del entrenador. Uno de esos golpes fue tan fuerte que casi Miriam se cae del ring.
—¡Predecible!
Miriam trató de golpearlo, más el la esquivo cual toro y en vez de atacarla, porque tuvo la oportunidad, le jaló el pelo. La chica chilló adolorida, y los espectadores no dudaron en reírse de ella.
—¡Predecible! —Dijo Jacinto con una sonrisa ladina.
Miriam se enojó, estaba siendo el objeto de burla de todos. Aquello despertó su motivación para atacar a Jacinto y borrarle esa sonrisa de rostro.
Decidida, se acercó y por los momentos esquivó los ataques del entrenador. De repente, antes de recibir otro golpe de Jacinto, Miriam se agachó velozmente y golpeó la parte baja y sensible que posee cualquier hombre.
Las personas exclamaron adoloridos, sobretodo los hombres, imaginando lo terrible que pudo sentirse ese golpe.
—¡¡AAH!! ¡Por Kramer! —Chilló el entrenador, cayendo al suelo mientras se cubría la entrepierna.
—Eso sí que no fue predecible. —Comentó Damaris.
—¡Miriam es la ganadora, damas y caballeros! —Exclamó la castaña, realizando reverencias hacia el público que dudó en aplaudirle. —¡Muchas gracias, público conmovedor!
Mientras tanto, cerca de ahí Bea y Lena practicaban su puntería con arcos y flechas en dirección a diversas dianas ubicadas en los árboles. Se notaba que la morena poseía más puntería que la rubia, aunque tampoco era tan mediocre.
Las dos hablaban como cuando se reunían a hacer tareas escolares, y en esl Bea recordó un tema que la había estado inquietando estos últimos días.
—Oye Lena, ¿Puedo saber que ocurrió entre Alec y tú? —Preguntó la morena, ocasionando que el ambiente agradable se esfumara.
Lena se puso seria y bajó la mirada, buscando otro karkaj de flechas para recargar el arco.
—Estamos algo mal. —Contestó Lena, mientras apuntaba al centro de la diana.
—Me di cuenta... ¿Puedo saber por qué? —Volvió a preguntar Bea, sin apartar la mirada de la rubia.
—Él... no era feliz con lo nuestro. —Murmuró la rubia, todavía sin disparar. —Me abrió los ojos Bea, no sirvo para una relación amorosa. Me dijo lo mismo que mis anteriores parejas: "soy muy distante".
—Quizás lo seas.
—No a propósito. —Lena decidió bajar el arco, no quería disparar si estaba desconcentrada. —Simplemente no puedo actuar de manera...
—¿Melosa? —Completó la morena.
—Eso creo, tal vez. —Dijo insegura.
—Seguro conocerás a alguien que te entienda en un futuro, Lena. Pero no podemos pelear entre nosotros ahora... ¿Lo entiendes, verdad? —Le dijo Bea, considerando que debían trabajar en equipo para liberar la Megapolis.
—Yo no inicié la pelea.
—¿Y no podrías hacer un esfuerzo por perdonarlo?
—Escucha, Bea, aun con todas las cosas hirientes que hizo y el hecho de que yo terminé la relación, lo amaba. —Lena sintió una puñalada en el corazón, más se hizo la fuerte. —Lo sigo queriendo, pero el daño que me causó no sanará con una simple disculpa.
—¿Cómo lo perdonarías entonces?
—No lo sé... quizás el día que le deba la vida. —Bromeó la rubia. —Lo cual dudo, por lo cobarde que es...
—¡¡CUIDADO!!
Aquel grito se escuchó venir de la granja sobre la colina, y junto a él un galope descontrolado de un enorme caballo negro sin riendas qué se llevaba todo a su paso.
Los pueblerinos que veían el entrenamiento y las chicas en el arco comenzaron a correr para no ser aplastados por el furioso animal. Sin embargo, a mitad de camino Damaris se percató de que Miriam no estaba con el grupo.
La castaña se había quedado congelada en el ring, viendo como el caballo se le acercaba más y más.
—¡Miriam, sal de ahí! —Gritó la pelirroja, asustada.
Ella oía los gritos de Damaris, pero sus instintos no le obedecían. Algo la amarraba a quedarse ahí parada, aunque curiosamente no sentía peligro a pesar de que estaba a punto de ser aplastada por un caballo.
Cuando el equino estuvo a pocos centímetros de Miriam, cerró los ojos con fuerza en espera del impacto. No obstante, no sintió nada, solo un inesperado lengüetazo en su cara que la exaltó debido al disgusto.
—¡Que asco! ¿Cuál era la necesidad? —Exclamó Miriam limpiándose la cara. El caballo relinchó mientras acercaba su hocico al pelo de la chica. —¡Oye, no te comas mi cabello!
—¡Gracias, gracias! —El dueño del caballo bajó corriendo de la colina. —Gracias por controlar a mi yegua.
—¿Yegua? —Miriam miró sorprendida al caballo.
No imaginaba qué un animal de la especie femenina fuese tan grande y fornido como ese semental. El granjero empezó a colocarle las riendas mientras el caballo estaba distraído jugando con Miriam.
—¿Cómo hiciste para que se calmara? —Le preguntó el granjero. —No suele ser agradable con desconocidos.
—Emm... —Miriam no supo qué responder. Pues, literalmente, no hizo mucho en realidad. —Yo... un mago no revela sus secretos. Jeje...
—Sea lo que sea, gracias. —El joven granjero terminó de ajustar las riendas, pero presentía que si él volvía a tomarlas se escaparía de nuevo. —¿Me ayudarías a llevarla a la granja?
—P-Por supuesto, jeje... —Accedió Miriam soltando risas nerviosas.
Tomó las riendas de la yegua y se fueron hacia la granja, los pueblerinos lo vieron todo, por lo que quedaron más tranquilos. Afortunadamente, el caballo no había hecho muchos estragos.
—No sabía que había caballos aquí. —Comentó Damaris.
—No quedan muchos, son los pocos que se conservaron desde la invasión. —Informó Jacinto. A lo lejos vió acercarse a Bea y Lena. —Chicas, me temo que dejaremos el entrenamiento hasta aquí, avísenle a los chicos por favor.
—Claro, señor. —La morena se percató de la dificultad que tenía Jacinto para caminar. — Eh... una pregunta, ¿Por qué camina así?
—¿Así como? Estoy caminando normal.
—Claro... olvídelo.
Apenas Jacinto se fue cojeando, Damaris aprovechó a contarles lo que pasó en el entrenamiento, y como era de esperarse Bea y Lena se pusieron a reír, lamentando no haber visto eso con sus ojos.
En ese instante, apareció Star en el pueblo con un elaborado ramo de flores coloridas. Parecía haber estado en la pradera, y Damaris al verla no dudó en hablarle.
—Buenos días, Star. —Saludó la pelirroja. —Azucena te andaba buscando.
—Buen día chicas. Solo estaba en la pradera recogiendo flores para Kramer. —Respondió la de pelo rosa. —Azucena suele preocuparse demasiado, no se preocupen...
—¿Podemos acompañarte? —Le preguntó Damaris. Star asintió.
—Vayan ustedes. —Les dijo Bea. —Debo... hablar con los chicos.
Realmente, luego de la charla que tuvo con Lena, nació su intención de hablar con Alec. Trataría de ver si era más sencillo arreglar su relación con él.
—Está bien, nos vemos al rato. —Lena se despidió de su amiga.
Bea se fue al templo, mientras las tres se fueron del pueblo rumbo a la Arboleda de Kramer. Allí se encontraban varios niños jugando cerca del altar ancestral, era el único lugar seguro donde sus madres los dejaban jugar.
En la base del gran árbol, había flores y diversas ofrendas qué los habitantes le hacían a la Deidad de la Tierra, y ahora las flores de Star se unirían al montón.
—Dicen que a Kramer le gusta el aroma de las flores y el incienso. —Comentó Star, arrodillándose ante el árbol. —Lo alegra, y al hacerlo cumple las peticiones de sus creyentes, entre ellas el amor y la riqueza.
—¿Qué vas a pedirle tú? —Le preguntó Lena.
—Fortuna. —Contestó la de ojos dorados. —No la de dinero, sino la de buena suerte. Quiero que Kramer los proteja para que puedan salvar este mundo y devolver la paz...
Lena y Damaris se vieron preocupadas entre ellas, no negaban que aún tenían inseguridades, más no eran capaces de acabar con la fe de Star.
El suave viento atravesando las hojas y la risa de los niños felices resonaba en la Arboleda, de seguro Kramer quería darles una probada de lo que era la paz a quienes no pudieran verlo. Si de esa manera se podía vivir una vida entera, tal vez valdría la pena luchar.
—Quizás no sea una vidente como Fanya. —Bromeó Star, mientras se levantaba y miraba a las chicas. —Pero presiento que su partida está cerca, ¿Saben cuando partirán?
—Esperamos estar listos al cien. —Dijo Damaris.
Al igual que ella, los chicos esperaban sentirse capacitados para avanzar hacia las Tierras de Fallon. Desafortunadamente, cada día que pasaba sentían más miedo, presión e inseguridades.
Ellos debían salvar una tierra, pero no había nadie que pudiese salvarlos a ellos.
—Prométanme que se cuidarán y se protegerán entre ustedes, por favor. —Les pidió Star, de buena fe. —Me dolería muchísimo saber que no pudieron superar la misión juntos...
—Puedes estar tranquila, Star. Haremos todo lo posible para que todo salga bien. —Prometió Lena, aferrándose a las manos de la pelirosa. —Y no te preocupes, no nos iremos sin despedirnos de ti.
Star le sonrió de vuelta. Las chicas estaban a punto de irse de la Arboleda, cuando de repente sintieron como el suelo comenzó a temblar bruscamente. Ellas al igual que los niños se asustaron al sentir que los árboles se caerían sobre ellos.
—¡¿Es un terremoto?! —Cuestionó Lena alterada.
—¡No lo sé! —Gritó Star.
—¡Monstruos! ¡Monstruos!
Un niño vino hacia ellas gritando y llorando aterrado, el buscaba protección de los numerosos robots sombríos que hicieron presencia en la Arboleda, montados en lo que parecía ser arañas mecánicas.
—Son ellos... —Murmuró Damaris, en shock. —¡Son los Némesis!
Los robots llegaron a destrozarlo todo, las arañas cortaban los árboles como si se tratara de mantequilla, las flores y las hojas se quemaban y el árbol de que contenía la semilla de Kramer se marchitó. Los robots agarraban a los niños, luego los dormían y se los llevaban.
—¡No! —Star se espantó al ver como se llevaban a los pequeños, por lo que trató de enfrentarse a los robots tomando un palo como arma. —¡No se los lleven!
—¡Star! ¡Cuidado! —Le gritó Lena.
Al ver a Star, uno de los robots no dudó en llevársela también. Apenas la chica lo atacó con el palo, este la sujetó de la muñeca y, sin necesidad de tanta fuerza, se la quebró.
Star soltó el palo y gritó adolorida por su hueso roto. Lena no pudo quedarse quieta, lastimosamente lo único que había para defenderse eran los palos que caían de los árboles. Tomó uno y se enfrentó al robot qué quería llevarse a Star.
—¡Suéltala, miserable! —Exclamó Lena.
Pero al darle el primer golpe el palo se rompió, y el robot noqueó en la cabeza a la rubia dejándola en el suelo inconsciente. Damaris no reaccionaba aterrorizada, intentó correr hacia Lena, pero un robot la sorprendió por la espalda y la golpeó en la cara.
Damaris cayó al suelo y lo único que veía era rojo. La sangre caía abundante de su rostro, y apenas el golpe se empezó a enfriarse sintió el potente dolor en su cabeza. A lo lejos, escuchaba la Arboleda ser destruida y los niños gritando por sus vidas.
Cuando ellos lo destruyeron todo, se fueron con los niños y Star, dejando a las dos muchachas heridas en el suelo con la Arboleda en llamas a punto de caerles encima...
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Updated 23 Episodes
Comments
Julia Monta88lvan
Hermaannaaa, he vuelto. La alegría de saber que todavía sigue aqui😥😭😭. Pero también , el saber que se ha quedado desde el capítulo que leí . Porqueee...
2024-12-29
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