El Príncipe. (11)

En un lugar lejano, hundido entre nubes oscuras y una melancólica lluvia eterna, lo poco que quedaba de la Ciudad de los Cielos era víctima de la furia que sentía su gobernante cruel.

En el salón principal de aquella ruina, en la que millones de robots inactivos y demás piezas electrónicas decoraban la habitación, la dueña de la oscuridad recriminaba a cinco figuras metálicas que estaban siendo arreglados por su secuaz: Callisto, un demonio inteligente con un coeficiente intelectual mayor a 160 y que le encanta la tecnología, a veces demasiado, su entusiasmo podía llegar a ser molesto en ocasiones.

—Con... ¿Agua? ¿¡Los vencieron con agua?! —Mistral repetía las palabras dichas por sus creaciones. —¿¡Su inteligencia no pudo planear una técnica para evitar mojarse!?

—En nuestra defensa, la estupidez humana no tiene límites. —Dijo uno de los némesis, mientras era recargado de batería.

—Además, dicen que solo encontraron cinco de ellos...

—No todas son malas noticias, uno de ellos fue afectado por una granada de Infravaloración. —Comentó Callisto la información que le había dado uno de ellos. —Significa que no tiene poderes.

—¡Resulta que su problema no es la inteligencia, sino la fuerza! —A la gobernante no le importó.

La de cabello rojo no prestaba atención a las excusas, no cuando al final simplemente habían fracasado. A pesar de que solía tener un humor fatídico, desde que descubrió el renacer de los Ángeles Guerreros de la Paz no le quedó más que planear una manera de destruirlos.

Mistral subestimó la leyenda, tantos años gobernando y destruyendo la Megapolis le dieron el alivio de que los Ángeles jamás aparecerían para derrotarla. No obstante, cuando llegó la noticia de que habían renacido en jóvenes terrestres no pudo dejarlo pasar por alto.

—Espero que los arregles rápido. —Le demandó Mistral a su secuaz. —Si esos mocosos llegan a pisar esta tierra será tú culpa.

—Me temo que la única que puede resolver su problema acuático es Felia. —Contestó con serenidad el inventor.

—¡¿Y dónde está esa imbécil?! —Callisto se alzó de hombros, lo que despertó aún más la furia de la pelirroja. —¡Lárguense! ¡¡Váyanse de aquí y busquen a esa idiota!!

Los gritos de Mistral fueron tan fuertes que los robots despertaron de su estado de reposo. De inmediato se retiraron de la sala con la intención de acatar las órdenes de la tirana.

Mientras Mistral seguía echando humo por los oídos, un ligero alarido de dolor se escuchó venir de los robots inactivos.

La pelirroja se calmó, para luego reír de forma maligna y caminar hacia las piezas de un robot que escondía en su interior algo siniestro.

—No te ilusiones, bastardo. —Murmuró ella en tono malicioso. —Tú y todas las deidades de está estúpida tierra seguirán encerrados por muuucho tiempo... Yo me encargaré de eso.

...🌟...

...El ángel del hielo es un elemento conocido por ser uno de los poderes más ágiles y prudentes del grupo. Además de las creaciones de hielo, que iban desde formar armas y estructuras sólidas, lo que llamaba la atención eran dos habilidades adicionales: volverse invisible, y la más compleja; manipulación....

...Ningún enemigo podía confiar en Hilaria, la antigua guerrera con su astucia y habilidad para encausar hacia imposible saber si lo que decía era mentira o verdad. Por fortuna, no usaba este poder con sus compañeros....

...A pesar de su frialdad, siempre fue una compañera leal....

—Increíble... —En su forma de gato gris, Haiden reaccionaba fascinado a los relatos de la bruja azul. —Que mal no poder usarlos... ¡Uff! Espero que los chicos encuentren la llave pronto.

El joven se había quedado en la guarida de la elfa, y a pesar de que no se sentía seguro al cien por ciento en ese lugar, le aliviaba que Fanya estuviera acompañándolos.

No obstante, la joven estaba en lo suyo, tenía su total concentración en conseguir alguna visión con ayuda de su violín. Haiden sentía que debido a su situación, Fanya tenía la presión de buscar una pista rápidamente.

¿Pero qué podía hacer? Aunque era genial dormir en cualquier lado gracias a su pelaje, ansiaba volver a su forma humana pronto.

—Yo también espero que logren conseguirla, y también espero que ninguno vuelva a recibir sus poderes de esta forma. —Dijo Zafiro mientras ordenaba unos frascos de pociones.

—Zafiro... ¿Para qué son esas pociones? —Preguntó Haiden, curioso.

—Para lo que sea necesario. —Contestó la bruja azul. —La mayoría son para sanar heridas.

—Hay una cosa que no entiendo, ¿A qué te dedicas exactamente? Es decir, ¿Qué clase de "magia" haces?

—Mmm... ¿Has oído de una bruja roja?

—Emm... las que manipulan la sangre, ¿No? —Cuestionó el gatuno. —Creo que si, he visto muchas en los videojuegos.

—Bueno, para hacértelo más simple: soy el opuesto de una bruja roja. Digamos que ellas trabajan con el dolor físico, y yo lo hago con el dolor sentimental. —Explicaba Zafiro. —En pocas palabras, manipulo lágrimas. Por eso no tengo mucha fama.

—¿Lágrimas? ¿Dices que esas pociones están hechas de lágrimas? —La elfa asintió. —¿Y de dónde las sacas?

—Lloran mucho en los baños.

A Zafiro nunca le gustó la idea de estar escondida en una escuela, pero se dio cuenta de la enorme cantidad de material que tenía para trabajar. La mayoría de las lágrimas que obtenía era de algún estudiante deprimido por los exámenes, hasta lágrimas de alegría porque un famoso le dio like al comentario de una estudiante fanática.

A veces la vida humana no se desenvolvía con una lógica estable, pero mejor centrémonos en Fanya. La joven notó que sus poderes mejoraron al caer la noche, y mientras pasaban las horas finalmente pudo entrar en un trance.

Era un sueño inducido en el que estaba sumergida en su mente. Había vuelto al gran lugar oscuro donde presenció los recuerdos de su antepasado. Esta vez no escuchaba nada, lo único que sentía era la humedad del agua en sus pies.

—Sigue el sonido, Fanya. —Se animó a sí misma.

Empezó a caminar sin destino por la oscuridad, tratando de escuchar algún sonido. No fue hasta que a sus oídos llegó lo que parecía ser un aleteo; el vuelo de un ave. Fanja pensó que podía tratarse de la lechuza blanca que había presenciado antes.

Siguió el aleteo con algo de prisa, continúo trotando en la oscuridad cuando de repente puso atención al sonido, y notó que no era el aleteo de un ave, sino un instrumento.

—Un... ¿Arpa?

Fanya miró a su alrededor, y a una corta distancia encontró la figura de una persona a mitad de la oscuridad y sentada en el agua tocando el instrumento de cuerdas. Lentamente, se acercó sin querer asustar al músico en su mente.

—¿Te gusta? —Pronunció una voz masculina. Se notaba que era un joven.

—¿Quién eres?

El chico de cabello como el atardecer volteó a mirarla, ocasionando que Fanya se deleitara con los ojos plateados de aquel chico tan apuesto, pero que extrañamente transmitía un aura de tristeza.

—A mi padre tampoco le gustaba que tocara... —Asumió él, al observar la expresión perpleja de Fanya.

—N-No, quise decir... Tocas bien. —Corrigió, sin intención de ofenderlo.

—¿Tú tocas algún instrumento?

—T-Toco el violín. —Contestó con timidez.

—¿El violín? Se escucha interesante. —Dijo el joven mostrando una sonrisa ladina. —Nunca escuché uno, pero se escucha interesante.

—¿Cómo que nunca has escuchado uno? —Expresó Fanya incrédula.

Él chico se alzó de hombros.

—Tal vez en algún lugar de la Megapolis se encuentre alguno. —Comentó.

Fanya se asombró con aquella frase. Ese chico era nativo de la Megapolis, lo que significaba que si era un lugar real. Ella lo detalló con atención, sus prendas tenían bordados delicados de soles y animales silvestres, aunque el que más le llamó la atención fue un dragón dorado en el costado.

—¿Tú eres de la Megapolis? —Preguntó Fanya insistente. —¿Lograste escapar de ahí?

—No tuve tanta suerte. —Confesó el músico.

—¿Tú eres el dragón que debo salvar?

Tal vez su visión anterior tenía que ver con él, su tristeza demostraba el encierro del que era esclavo en la ciudad de los cielos. El joven se rió en respuesta.

—¿Cómo te llamas? —Preguntó él.

—Fa-Fanya.

—¿Fanya? Qué lindo, suena como sinfonía. —Añadió de manera simpática. —Pero dime, ¿Puedo confiar en ti, Fanya?

—Por supuesto... —Aseguró, no muy segura de si eso implicaba un riesgo. —Trataré de ayudarte.

El joven se levantó dejando su arpa a un lado, Fanya se estremeció nerviosa con verlo acercarse. Él era más alto por media cabeza, sin lucir intimidante la chica sintió el tacto del joven en su rostro.

Luego de esto, Zafiro y Haiden presenciaron como los ojos de Fanya se transformaron nuevamente, con sus iris doradas y esclerótica negra empezó a decir los pensamientos transmitidos por el chico.

—Un ser de la Megapolis es similar a un animalito asustado, sobretodo cuando está perdido. —Atentos, la bruja y el gatuno escuchaban la profecia. —Tú y tus amigos tienen que acercarse con cuidado. De esta forma, se acercará y verán que...

...🌟...

—"Verán que siempre estuvo cerca." —Finalizó Fanya.

La chica repitió lo visto en su visión esa mañana de clases, su novio y sus amigos Kit, Damaris y Bea eran los oyentes al haber llegado temprano al instituto.

—¿Es broma? Podría ser cualquier persona de nuestro entorno. —Comentó Denis, decepcionado.

—Deberíamos tener un sospechoso. —Añadió Fanya.

—Alec cree que es Norkys. —Habló el moreno.

—¿La prima de Damaris? —Dudó Bea, confundida.

—Al parecer. —Pronunció Damaris, disgustada.

—Yo no estoy muy convencido, esa chica no me cae del todo bien... Sin ofender Damaris. —Opinó Denis.

Aunque Damaris ni le prestó atención.

—Pero es la única persona fuera del grupo que ha mencionado la Megapolis. —Dijo Kit.

—Tal vez lo sea, es la única sospechosa que tenemos y el tiempo es poco. —Insistió Fanya. —No pierden nada con intentarlo.

—¿Cómo le sacaremos la información? —Preguntó Bea.

—Alec saldrá con ella en la tarde. —Informó el rubio.

—¿Salir, en plan cita? —Cuestionó Fanya, impresionada.

—No en plan cita "amorosa", solo como amigos. —Agregó Kit, repitiendo lo que había dicho su amigo. —Es la condición que puso.

—Pero, ¿Por qué Alec? Si se supone que es tu prima, Damaris. —Preguntó la morena.

—Yo también me hice la misma pregunta. —Bufó la pelirroja, de mal humor.

—Quizás es como dijo el chico en la visión de Fanya: "Un ser de la Megapolis es como un animalito asustado, hay que acercarse cuidadosamente". —Analizó el moreno. —Puede que Norkys no tenga confianza en Damaris.

—Mmm... Puede que tengas razón, no solemos hablar de cosas profundas entre nosotras. —Se convenció Damaris, debido a que ella tampoco solía confiar en su prima.

—¿Y Lena sabe que Alec saldrá con ella? —Preguntó Bea, cruzándose de brazos.

—Haiden nos dijo que no lo hiciéramos, para que no malpensara o algo así. —Explicó la pelirroja.

—¿Y si ella los encuentra juntos en la calle? ¿Qué crees que hará? ¿Qué los saludará como si nada? —Protestó Bea, sarcástica.

—Es de Lena quien hablamos, es muy probable. —Añadió Denis, soltando una carcajada.

—Escucha Bea, solo es una salida. —Aclaró Damaris mientras miraba seriamente a la morena. —Mi prima no haría nada indebido. Si, a veces es un poco pesada, pero jamás iría tan lejos.

—Bien, como digan. —Evadió Bea, dando por finalizado el tema.

Luego de eso, cada quien se fue por su lado. Kit fue llamado por algunos amigos de su salón, Fanya y Denis quisieron hablar en privado, y Damaris junto a Bea se adentraron en el instituto a esperar el inicio de clases.

Ambas caminaban por el pasillo del instituto cuando de repente empezaron a escuchar murmuros y risas de un grupo de chicas del salón B que miraban a otra chica con desdén.

—Miren, ahí va la delincuente que se volvió "cerebrito". —Dijo una de ellas en tono burlón.

Las otras se rieron, mientras que Star apretó sus libros contra su pecho intentando ignorarlas y seguir su camino. Sin embargo, descaradamente una de las chicas la hizo tropezar con su pie y la rubia cayó al suelo con sus libros.

—¡Ups! ¡Pero qué torpe! —Rió una chica.

—Seguro que estudia con el profesor toda la noche para sacar esas notas. —Comentó otra que la rodeaba de forma amenazante, mientras Star recogía sus libros de prisa. —Pero no precisamente con los libros.

La frase despertó las burlas de los espectadores y dio inicio a varios rumores. Star sintió que el nudo en su corazón crecía, y a pesar de que tenía miles de cosas que decirle a esa creída estudiante que buscaba humillarla, no lo haría.

Bea sintió la injusticia de aquella situación, sobretodo cuando intercambió una mirada triste con Star.

Con eso, la morena podía estar segura de que la chica de pelo teñido no hacía nada más que esforzarse para conseguir sus excelentes calificaciones.

—¿Desde cuándo tener buenas notas es motivo de burla? —Reclamó Bea, arrugando el ceño.

Damaris le dio un codazo con tal de no llamar la atención de una situación que no las involucraba. No obstante, ya era tarde, la bully volteó en su dirección y no dudó en responder.

—Desde que las tienes mágicamente de un día a otro. —Dijo ella con una mueca desagradada. —No como nosotras, que nos esforzamos por tener buenas notas desde que entramos al instituto...

—Oigan, ¿Qué se hizo la cerebrito?

Un tenso silencio se plantó en el lugar, las bullies quedaron sorprendidas de que en un momento de descuido, Star pudo escapar de ellas. La vieron subir las escaleras rápidamente.

—¡No huyas! ¡Ven y dinos la verdad, estúpida!

Las chicas iban a perseguirla, pero tuvieron la suerte de que una profesora apareció para llamarles la atención, después de que un alumno las acusó de estar molestando a la nueva.

Bea no sabía quien fue ese alumno, pero sin duda le agradecía por haberles dado su merecido a unas chicas que actuaban en base a su inseguridad.

Y todavía faltaba media hora para que sonara la campana.

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Comments

Julia Monta88lvan

Julia Monta88lvan

oye,..😐.
jajaj😂

2024-08-16

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