PARTE 1. Debajo de la Escuela. (1)

El sonido del timbre avisó el final de las clases y todos los estudiantes del Instituto Educativo se Saublette salieron en estampida hacia sus casas, excepto un grupo de nueve estudiantes.

Ellos decidieron esconderse en un salón de clases ya que querían quedarse a hacer una pijamada hasta el día siguiente.

¿Pero de dónde se les ocurrió hacer tal locura? Pues ya se descubrirá, primero vamos a enfocarnos en los momentos de crisis que tuvo una chica rubia de familia estricta al esconderse de los conserjes y los profesores.

—¡Esto es una locura, podrían expulsarnos! —Exclamó atemorizada la chica de cabello claro y ojos azules llamada Fanya.

—Vamos Fanya, no tengas miedo. Los conserjes son tan flojos que cierran la escuela sin revisarla antes. —Le dijo un muchacho rubio, Denis, con la intención de calmar a su novia.

—¡¿Pe-Pero y si revisan la escuela en la mañana?! ¡Si nos quedamos dormidos no nos daremos cuenta! ¡Y nos atraparan! ¡Y nos expulsarn! ¡Y mis padres me mataran! —Fanya se alteró.

Detrás de ambos se escuchó un inesperado ruido que asustó aún más a Fanya, quien estuvo a punto de pegar el grito al cielo de no ser porque Denis le cubrió la boca.

Lo peor fue que el ruido era de bolsas de snacks que traía su amiga Bea. Al igual que ella, la morena estaba nerviosa, pero en lugar de hacer un escándalo se tranquilizaba comiendo.

—¿Qué? Tengo hambre. —Mencionó la morena, incómoda por las miradas despectivas de Denis y Fanya.

Los amigos se instalaron en un salón de clases aleatorio, donde colocaron sus cosas como bolsos, sacos de dormir, comida, ropa para cambiarse su uniforme escolar por uno más cómodo y equipo tecnológico para sobrevivir la noche dentro de la escuela.

—Fanya, si no querías estar aquí te hubieras ido cuando podías. —Comentó un poco irritada una chica rubia; Elena, a quien llamaban Lena. —Nadie te obligó.

—Calma Lenita, no te amargues que te arrugas. —Sugirió despreocupado un chico de chaqueta de cuero. Ese era Alejandro, al cual apodaban Alec.

—No es eso, es que si sigue con su crisis nos atraparan de verdad. —Objetó Lena mientras se cruzaba de brazos.

—¡Muy bien muchachos! ¿Estamos listos para grabar el vídeo? —Preguntó un muchacho de cabello negro y lentes: Haiden, cargando una cámara.

—Ya verán que tendrá un montón de vistas, valdrá la pena chicos. —Aseguró Alec emocionado de empezar a grabar.

—¡Bea, deja de comer! —Se quejó una muchacha de baja estatura y cabello castaño, su amiga Miriam.

—Déjame en paz. —Bea se encogió en su asiento mientras seguía comiendo como loca de su bolsita de doritos para calmar la ansiedad.

—Si sigues tragando quedarás igual de gorda que una vaca, Bea. —Se burló Alec entre risas.

—¡Cállate cara de mosca! —Le contestó la morena a la defensiva.

La puerta del salón se abrió, aunque no había nada de que preocuparse, pues entraron una pelirroja y un chico de piel morena. Ambos cargaban varios snacks y bebidas.

—Ya tenemos las cosas de la cafetería. —Informó la pelirroja que acababa de llegar: Damaris.

—Las pagaron... ¿Verdad? —Preguntó Fanya, mirando desconfiada a los recién llegados.

—¡Ay, por favor! Ni que llevaran la contabilidad de la mercancía, ni lo notaran... —Expresó sin importancia el chico: Kristian, al que apodaban Kit, antes de recibir un codazo de Damaris para que se callara.

—Si, las pagamos, tranquila. —Aclaró la pelirroja, consciente de los ataques de moral que le daban a Fanya. —Dejamos el dinero en la caja de zapatos donde lo guardan.

—Que bien que trajeron más... —Mencionó Denis para luego susurrar... —Porque de aquí a mañana capaz que Bea no deja nada.

A pesar de que fue un susurro todos en el salón lo escucharon y empezaron a reír, menos Bea por obvias razones. Harta de las burlas decidió tirar su bolsa de doritos a la mitad para demostrar que podía calmar sus ansías sin comer desenfrenadamente.

—¡Déjenme tranquila, por Dios! —Exclamó Bea.

—Ya bestie, solo decimos la verdad. —Agregó Miriam acariciando el cabello de su "mejor amiga".

—Bueno, ¿Van a grabar o no? —Interrumpió Lena llamando la atención de todos, cansada del bullying hacia la pobre Bea.

—Tienes razón, vamos a comenzar. —Convidó Alec.

—¿Cómo llamaremos el vídeo? —Preguntó Damaris curiosa.

—Se llamará "24 horas en la escuela con el Team Lasagna" —Respondió Haiden, inspirado.

—Sigo en contra del nombre del team... —Comentó neutral Denis.

—Yo creo que es fantástico. —Afirmó Alec.

La mayoría de los chicos eran influencers en redes sociales, no eran tan renombrados pero si tenían su comunidad que los apoyaba, y la intención de colaborar entre ellos era la de atraer más audiencia.

Los que tenían cuenta en redes eran Haiden con su canal de gaming "The Player Pro", Alec con su cuenta de vlogs, Damaris que tenía un canal de tutoriales escolares, Miriam con una cuenta de maquillaje y Denis con su canal de retos "DeniStar". Bea y Kit también tenían redes sociales, pero no eran tan seguidos como los anteriores, de igual manera aceptaron unirse al team con tal de que se animaran.

—Ven Fanya, quiero que aparezcas en el vídeo. —Invitó Denis a su novia.

—Mmm... —Dudó Fanya insegura. —E-Está bien. —Accedió posicionándose al lado de su novio.

—Lena, ¿No quieres aparecer también? —Alec invitó a su novia también.

—No gracias, estoy bien de camarógrafa. —Rechazó la rubia que se encargaría de grabar. —Okey, inicia la grabación en tres, dos, uno... ¡Acción!

—¡¡Hola chicos, estamos otra vez en un nuevo vídeo con el Team Lasagna!! —Exclamó Damaris con una emoción que le contagió a sus amigos.

—Como muchos sabrán, están muy de moda los vídeos de "24 horas", y nosotros no nos quedaremos atrás... —Continuó Haiden.

—Ahora mismo, como el título lo dice, pasaremos 24 horas en la escuela. —Añadió Alec en tono de suspenso. —Ahora la escuela acaba de cerrar y logramos escondernos de los conserjes y los profesores como super ninjas.

—Así que haremos lo posible... 

De repente un ruido escandaloso desde afuera interrumpiendo a Bea, fue como el sonido de varios vidrios romperse, por lo que los muchachos se alarmaron.

Aun así tratarían se mantenerse en calma... algunos.

—¡Lo sabía! ¡Nos atraparon! ¡Estamos perdidos! ¡Llamaran a la policía y nos llevaran a prisión! ¡Y mis padres me mataran! —Empezó Fanya a gritar desesperada.

—Hermano calma a tu chica por favor. —Pidió Kit con hartazgo.

Denis corrió a abrazar a Fanya para intentar tranquilizar su crisis.

—Tranquila, todo estará bien. No iremos a prisión y tus padres no te mataran, sobre mi cadáver dejaré que pase eso. Yo te protejo. —Murmuró Denis para luego otorgarle un pequeño beso en los labios.

—¿Qué rayos fue eso? —Preguntó Hayden, volviendo al tema principal.

—Pudo haber sido el viento. —Asumió Lena al buscar una solución lógica.

—Chicos... ¿Y si la escuela está embrujada? —Supusó Miriam con escalofríos.

—¿Embrujada? ¿En serio? —Expresó Kit incrédulo.

—¿Qué? Es una suposición. —Dijo Miriam mientras se cruzaba de brazos.

—A lo mejor Lena tenga razón, y solo fue el viento que tiró algo... —Comentó Bea con la cabeza gacha.

—¿Y si uno de nosotros va a revisar? —Propusó Miriam. —Levante la mano el que quiera ir a revisar.

Nadie levantó la mano, ni locos. Solo se miraron las caras en las que reflejaban su miedo de salir.

—Como Miriam fue la que propuso la idea que revise ella. —Aconsejó Kit al instante.

—¡¿Qué?! ¡No, no, no! ¿Por qué no vas tú? Es tu momento de demostrar que eres suuuper valiente y fuerte. —Contrarrestó Miriam a la defensiva.

—¡Yo no puedo salir! ¿¡Acaso no sabes que en las peliculas de terror siempre matan al negro primero!? —Exclamó Kit iniciando un enfrentamiento con la chaparrita.

—¡Dejen de pelear los dos! —Los regañó Damaris.

—¡Levante la mano el que se quiera quedar! —Impuso Haiden.

Y todos sin dudar levantaron la mano. O bueno, eso pensaron al notar a Lena, que era la única que tenía ambas manos abajo.

—Iré yo. —Determinó Lena caminando hacia la puerta con firmeza.

—¿E-Estás se-segura? —Tartamudeó Alec preocupado.

—Por supuesto... ¿Qué es lo peor que podría pasar? ¿Qué aparezca Pennywise a bailarme el himno nacional? —Bromeó la rubia riendo. —Ya vuelvo. —Finalizó saliendo del salón.

—Vaya, mi prima tiene más huevos que tú Alec. —Se burló Haiden.

—Cállate, que tú ni novia tienes. —Gruñó el de chaqueta de cuero.

—¿Eso que tiene que ver? —Contestó el de lentes.

—¿Quién es Pennywise? —Cuestionó Damaris, ocasionando que la pelea de Haiden y Alec quedará en segundo plano.

—¿Qué? ¿En serio no lo sabes? —Dudó Miriam esperando que no fuese verdad.

Al ver que si, la castaña iba a empezar a burlarse de Damaris, pero Bea la interrumpió.

—Es el payaso de IT. —Respondió la morena.

—Oh, entiendo... Es que no vi la película. —Comentó Damaris con una risilla.

...🌟...

Lena caminaba por los extensos pasillos de la escuela, alumbrando su alrededor con la linterna de su celular. Bajó las escaleras hacia el primer piso, ya que el salón en el que se ocultaban los chicos se ubicaba en el segundo. Podría decirse que hasta ahora todo estaba normal.

No había rastro de ninguna ventana rota o de alguna persona, solo sombras y oscuridad que rodeaban el instituto haciéndolo parecer de terror. Y eso era buen augurio para Lena.

Fue cuando pasó por el laboratorio de química que pudo ver trozos de vidrio rotos tirados en el suelo, cerca de la puerta.

—Mmm... esto causó el ruido. —Lena se agachó hacia a los trozos y los tocó con cuidado de no cortarse. —¿Pero cómo llegó hasta aquí si la vitrina de los frascos siempre está cerrado? —Dudó para si misma.

La chica entró al salón y observó la vitrina con los frascos de vidrio, tubos de ensayo y demás instrumentos para el manejo de elementos químicos.

Intentó abrir la puerta de la vitrina para comprobar si estaba abierta. Sin embargo, como era habitual, la puerta estaba cerrada con llave.

Lena pensó que alguien dejó el frasco de vidrio afuera por accidente y que el viento lo había tirado. No quiso agrandar más el misterio, a veces la respuesta más simple era la correcta.

Salió del laboratorio y caminó nuevamente hacía las escaleras en dirección al salón para reunirse con sus amigos. En ese momento, Lena se percató de que una pequeña puerta ubicada debajo de las escaleras estaba abierta.

Esto le extrañó a Lena, pues era la primera vez que veía esa puertecilla abierta con tanto tiempo estudiando ahí. Todo el tiempo se mantenía cerrada, y los profesores siempre se encargaban de que nadie entrara.

Como la curiosidad mató al gato, pero murió sabiendo, Lena se tuvo que agachar para entrar en el minúsculo cuarto y con luz de su celular solo veía productos de limpieza como detergentes, trapeadores, esponjas y demás...

Era un simple almacén, por lo que Lena frunció el ceño decepcionada, pensaba que los profesores escondían algo más interesante en aquel cuarto. Al parecer se equivocaba.

No obstante, sin esperarlo sintió como una mano fría la tomó del hombro.

Lena se sobresaltó del miedo y por impulso golpeó a la persona que la tocó.

—¡Auch! ¡Lena...! —Chilló una voz masculina.

Lena se reconfortó al ver que se trataba de Alec, quien ahora andaba quejándose del golpe que recibió en la nariz. Aunque Lena se disculpó, bien merecido se lo tenía por darle ese susto.

—¿Qué haces aquí, Lena? ¿Encontraste la causa del ruido? —Preguntó Alec mientras se sobaba su nariz.

—Si, en el laboratorio de química había un frasco roto... debió ser eso. —Informó Lena indiferente. —¿Y tú qué haces aquí? Ya iba a subir al salón.

—Emm... bu-bueno note q-que tardabas mucho, y decidí venir a ver que te había pasado. —Se explicó el de chaqueta de cuero con nerviosismo.

—¿Te obligaron a venir, no? —Lena alzó una ceja.

—¿Qué? Pfff... ¡Para nada! —Evadió Alec.

Lena rodó los ojos para después negar con la cabeza. De seguro los chicos le estaban haciendo bullying a Alec por dejarla revisar sola y él vino a demostrar que podía defenderla como el "hombre" que era.

—No hay nada de que preocuparse, Alec. —Suspiró Lena, aunque dijera lo que dijera no iba a convencer a su pareja. —Ven, vámonos.

Lena quiso empujar a Alec para salir del pequeño cuarto, de no ser porque el chico se quedó inmóvil en su lugar. Ella estuvo a punto de reclamarle hasta que notó como la cara de Alec se tornó pálida, comenzó a temblar y a sudar frío de una forma que la preocupó.

—¡Alec! ¡¿Qué tienes?! —Cuestionó Lena angustiada.

Alec se mantenía tieso del miedo, solo pudo señalar con su mano temblorosa lo que estaba viendo, y Lena al girar en esa dirección no pudo evitar abrir sus ojos de la impresión, de inmediato sus manos cubrieron su boca ahogando un grito.

...¿Qué diablos era lo que había debajo de la escuela? ...

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