Águila de Tierra. (5)

Los chicos observaban intrigados al abuelo de Kit mientras descubría el regalo de su nieto.

—¿Una... flauta? —Expresó Alec con algo de decepción.

A diferencia de sus amigos que vieron el regalo desilusionados, a Kit se le iluminaron los ojos al presenciar tan majestuoso instrumento de cuerpo blanco adornado con bandas doradas. Unida a un extremo de la flauta se desplegaba una pluma verde y algunas flores que parecían brotar de la misma.

Sus manos la acariciaron y la admiró con detalle, divisando que había una letra "K" tallada en el extremo. Era una flauta hecha a mano, lo que la hacía aún más única y especial.

—¡Está muy hermosa, gracias abuelo. —El moreno abrazó a su abuelo. —Muero por tocarla.

—Sé que le darás un buen uso muchacho. —Su abuelo le guiñó un ojo.

Los chicos se despidieron del abuelo de Kit y marcharon hacía la roca con Zafiro y las muchachas. En el proceso Denis le arrebató sin permiso la flauta al moreno para empezar a detallarla pero con la intención de bromear.

—Hey muchachos, ¿No les recuerda a las flautas del kínder? Esas con las que las maestras te enseñan a tocar "estrellita dónde estás." —Dijo el rubio en tono burlón. —Aww... que lindo el niño Kit.

A pesar de las risas de sus compañeros, al moreno le molestó el comentario. Para ellos podía ser un simple instrumento de madera, pero para él era una reliquia emocional que lo unía a su abuelo.

Kit salió de quicio cuando el rubio empezó a jugar de manera riesgosa con la flauta, por lo que de inmediato se la arrebató y lo enfrentó.

—No te burles, ignorante. —Expresó Kit, serio. —Si algo aprendí de Mercedes fue a no meterme en los gustos ajenos, sean considerados infantiles o maduros. Así que no te metas con lo mío y yo no me meteré en lo tuyo, que muy poco me afecta.

—Uuuuhh... —Haiden hizo el sonido exagerado del golpe psicológico que dejó petrificado a Denis. —¡En tu cara Denis! ¡Jaja!

El rubio rodó los ojos y queriendo esquivar el tema miró hacia otra dirección, la vergüenza era tan grande que no se atrevía a pedir una disculpa. En eso, distinguió a la prima de Damaris jugando con los cerdos dentro de su chiquero. Ver a Norkys en esa acción se le hizo gracioso.

—Oigan... ¿No creen que la prima de Damaris es linda? —Comentó Denis al azar.

—¡Hey, hey! ¡Que se lo digo a Fanya y no la cuentas!—Se alarmó Haiden.

—¡Oye! ¡Dije que es linda, no que me gusta! —Exclamó el rubio ofendido. —Son dos cosas distintas.

—De todos modos no creo que se fije en ti Denis, aún no entiendo como fue que lo tuyo con Fanya se dió. Jeje... —Agregó Alec entre carcajadas.

Pero nadie lo acompañó en esa risa.

—Como se nota lo ciego que eres Alec... —Habló Kit, liberando un rostro de picardía. —Claro que no se fijará en Denis, porque se nota a leguas que a Norkys que le gustas tú.

—¿Qué? ¿Ha-hablas en serio? —Alec se sonrojó nervioso.

—Cuidado Cambria, engañas a mi prima y te ganarás un enemigo para toda la vida. —Amenazó Haiden con ojos intimidantes.

—Tra-Tranquilo, tranquilo... Nunca pasará.

Sin darse cuenta debido a la charla, los chicos llegaron al lado de las chicas. Bea, Damaris y Lena estaban sentadas en el pasto mirando la gran roca sobre la que se encontraba meditando cómodamente la bruja azul. Fanya miraba las nubes y Miriam tenía su típica pelea con los mosquitos.

—¡Llegamos! —Exclamó Haiden de improvisto. —¿Nos extrañaron?

—A ti no. —Murmuró Damaris, ocasionado la risa entre las muchachas.

—¿Zafiro ha dicho algo? —Cuestionó Kit.

—Nada, solo medita tranquilamente como un monje. —Respondió Lena.

—Vamos, alcancemos a pitufina. —Convidó Denis.

Los chicos hallaron la manera de atar la cuerda a un extremo del pico de una forma sólida que les permitiera escalar la roca. El valiente que quiso intentarlo fue Denis, con ayuda de Haiden y Alec que lo sostendrían debajo.

A un lado Fanya se comía las uñas preocupada de que a su pareja le cayera el pico en la cabeza, Lena trataba de tranquilizarla y ayudar en lo que pudiese, mientras que Miriam solamente los regañaba.

—¡Te vas a romper una pierna! —Replicó Miriam. —¡Y estamos a kilómetros del hospital!

—¡Al menos yo estoy intentando algo! —Gritó Denis, ejerciendo fuerza para subir.

A una corta distancia, los demás miraban como sucedía todo.

—¿Qué es eso? —Preguntó Bea refiriéndose a la vara de madera que cargaba Kit.

—Es una flauta, mi abuelo me la regaló.

—¡Wow! ¿Tocas la flauta? Eso es asombroso. —Expresó Damaris sonriente.

—¿En serio lo crees? Gra-Gracias... —Kit se enterneció por el cumplido.

Fue tan distinta la reacción de sus amigas comparada a la de sus amigos.

—¿Y si nos muestras tus habilidades? —Sugirió la morena.

—No creo que sea el momento...

—¡Quita tu pie de mi cara! —Escucharon la queja de Alec, quien sostenía a Denis para que pudiera subir mejor.

—Quién quita y la arregle. —Soltó el rubio, divertido.

Pero el chiste le duraría poco ya que Alec lo dejó caer contra el suelo a propósito. Ahora tenían que iniciar desde cero, lo que desató una pequeña discusión entre los dos. Esto iba a durar un largo rato...

—Un poco no estaría mal. —Se convenció Kit.

Quizás tocar la flauta tranquilizaría el ambiente. La extendió a un costado y empezó a tocarla dejando salir una melodía agradable de dulces y suaves tonos, capaces de transmitir paz y serenidad.

—Que bonito... —Comentó Lena mientras admiraba desde lejos. —No esperaba que Kit tuviera ese don.

Fanya y Lena dejaron a los escaladores para escuchar mejor a Kit.

—¿Quién te enseñó a tocar? —Preguntó Fanya con interés.

—Mi abuelo. —Contestó orgulloso. —El siempre dice que la mejor magia es hacer música con tu propias manos.

—Estoy de acuerdo. —Correspondió Fanya con una pequeña sonrisa. Lo reconocía por su experiencia como violinista.

La tarde avanzaba, apoyada en los intentos fallidos de escalar la ropa y las melodías de Kit en la flauta. Los chicos se rindieron con el pico y se les ocurrió utilizar la cuerda para armar una escalera.

En eso estaban cuando Fanya, que se encontraba tejiendo pero entretenida a la vez por la música, divisó una sombra predominante que venía de los cielos. Al principio lo ignoró, más al verla pasar otra vez fue que miró hacia el cielo.

—Emm... chicos. —Habló una Fanya perpleja. — ¿Eso no es un águila?

—¿Un águila? ¿Por esta zona? No lo creo... —Dijo Haiden.

—Chicos les juro ue vi un águila. —Insistió Fanya.

—Tuviste que ver otro pajaro, las águilas solo aparecen en terrenos montañosos. —Comentó Miriam sin apartar su vista de la cuerda.

—¡Ahí está!

Con el sol oculto por las nubes fue fácil mirar al cielo, y en la distancia, la figura de un águila real que surcaba los cielos se iba haciendo más grande.

Todos dejaron de hacer su oficio, incluyendo Kit, para admirar a la extraña y majestuosa ave.

—¿So-Soy yo o... se está acercando? —Preguntó Alec preocupado.

—No, no eres tu...—Dijo Lena en un hilo de voz. —Se acerca.

—Ehh... ¡Yo me voy, adiós! —Miriam trató de huir.

—¿Por qué te vas? —Le cuestionó Haiden.

—¿Hola? Las águilas son depredadoras mortales ¿Y si me ataca? —Argumentó la castaña.

—Solo atacan a las serpientes, ¿Tú eres una? —Expresó Denis con cinismo.

—¡Chicos, la velocidad con la que se acerca me está aterrando! —Exclamó Bea.

—¡Es enorme! —Gritó Damaris.

Si daba miedo el hecho de que esa ave no debía estar ahí debido a que no era su hábitat, su presencia amenazante los aterraba. El águila real se acercó a los jóvenes y estos empezaron a correr, voló encima de ellos, incluso algunos se tumbaron al suelo al sentir su aleteo o el roce de sus garras.

Hasta que finalmente el ave se posó.

Kit se quedó estático en su sitio, con los ojos apretados fuertemente se aferró a su flauta como la única salvación.

—Hermano... —Pronunció Denis angustiado. — Tienes un águila salvaje en el hombro...

—Lo sé. —Tembló el moreno. —Fue un placer muchachos, me hicieron buena compañía...

De repente la risa de una persona fuera del grupo los exaltó. Los chicos se sorprendieron al ver que Zafiro se había bajado de la roca y que ahora se reía a carcajadas de todos ellos.

—Al parecer has hecho un nuevo amigo. —Habló la elfa sonriente. —Le da la bienvenida al ángel de la tierra.

—¡¿Qué me está diciendo?! —Preguntó Kit, todavía tieso al tener al águila en su hombro. —¿Usted hizo esto, verdad?

—Yo no hice nada, fuiste tu.

—¿Yo? ¿Cómo? ¿De qué manera?

—Kristian, la noche que nos conocimos dije que los Ángeles Guerreros tienen habilidades pertenecientes a un elemento. —La bruja extendió su brazo y en un acto de delicadeza el águila se posó sobre ella. —El tuyo, mi querido Kristian, es la tierra.

...El ángel de la tierra tiene el poder de desempeñarse, cuando alcanza su máximo poder, en el cielo y en la tierra. Eres la reencarnación de Karan, el ángel que puede entablar una conexión con la naturaleza....

...Al igual que él, utilizaban una flauta mágica para controlar el crecimiento de las plantas a placer, junto a la erosión de la tierra y las rocas. Uno de los poderes más versátiles pero peligrosos si su portador no tiene control con sus emociones....

—En este caso, a través de la flauta has podido llamar a un animal de compañía. —Culminó la elfa.

—Wow... Dice que cada vez que toque mi flauta, ¿El águila aparecerá? —Dudó el moreno.

—Y te ayudará. Anda, dile que haga algo. —Lo animó Zafiro.

—Ok... A-Al suelo.

El águila lo divisó intrigado por un rato, para después obedecer y bajarse a sus pies. Era oficial, pues aceptaba las órdenes de su nuevo amo.

—¡Locooo! —Susurró Haiden emocionado. —¡Tienes un nuevo pokemón!

—¡Yo quiero, yo quierooo! —Exclamó Miriam fascinada.

—¿Alguna vez has dado indicios que demuestren tu control sobre la tierra, Kristian? —Interrogó la elfa.

—Pues... mi abuelo siempre ha dicho que todo lo que siembro retoña en menos tiempo. —Comentó Kit vagamente. —¿Eso es algo?

—Es mucho. —Asintió Zafiro. —La naturaleza es muy subestimada. Verás como desarrollarte en este entorno natural hará que manifiestes mejor tus poderes, aunque el paso más importante ya lo diste.

—Espera, ¿Si nos quedamos aquí podremos controlar águilas también? —Inquirió Denis.

—Jajaja... no, no. —Negó la bruja azul. —Esa es la manera de Kit porque su elemento es la tierra, ustedes deberán descubrir sus propia esencia. Y no todos serán aguilas, si mal no recuerdo algunos serán una tortuga, un caballo, un tigre...

—¡Está noche duermo con los caballos de ser necesario! —Decretó Haiden.

Los muchachos se rieron de él chico con lentes. La experiencia los dejó tan encantados que empezaron a creer en lo que decía la elfa.

—Y tú que decías que el negro siempre moría primero en la película. —Bromeó Denis felicitando a su compañero.

—Y tu burlándote de mi flauta. —Agregó el moreno sonriente.

—No sé ustedes, pero la pitufina ya me convenció. —Opinó Damaris entre ellos mismos. —Tal vez algo de su locura tenga algo de razón.

—Oye, solo yo le puedo decir pitufina. —Recriminó Denis mirando con desdén a su amiga pelirroja.

Damaris le sacó la lengua y volvieron a reír. En sus adentros, ninguno de ellos esperaba divertirse en un ambiente totalmente diferente al que estaban acostumbrados en la ciudad urbana de Saublette.

La tierra, al igual que pacífica, era soberbia.

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Comments

Julia Monta88lvan

Julia Monta88lvan

como q a mi tambien me esta encantando cada vez mas esto.no solo los protagonistas viven y sienten momentos a traves de letras, sino tambien el q lee.
me dejo intriga y a la vez satisfacción

2024-07-07

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