Tuercas Oscuras (9)

—Guerreros, ríndanse ante Skotady Némesis.

Los chicos quedaron en shock, no entendían que clase de broma era esa. Aunque no parecía serlo, ya que los otros tres también sacaron distintas armas de fuego, despertando el pánico.

—¿Qué? —Denis fue el primero en hablar.

—E-Esto d-debe ser una co-confusión... —Alec comenzaba a palidecer.

—¿Qué quieren de nosotros? —Preguntó Kit.

—Sus vidas. —Respondió el atacante con voz robótica.

—Aaahh.... No piden nada. —Comentó Haiden sarcástico, pero eso no reducía el pánico en su interior.

—Venimos de la Megapolis. —Habló uno de los enmascarados. —Tenemos la orden de exterminarlos antes de que lleguen a ella.

—Que bien... —Murmuró el de lentes, inquieto.

—Damaris. —Kit la llamó en un susurro. —Los distraeremos, tú busca ayuda.

—¿Se-Seguro? —Dudó la pelirroja.

—Corre. —Insistió el moreno antes de pararse delante de ella y empezar a distraerlos. —A ver, ¿Se puede saber de qué mierda hablan? Nosotros no sabemos nada de lo que dicen.

—Dispararle a personas sin razón alguna es ilegal en este mundo, no sé en el tuyo. —Añadió Denis.

—No podrán manipularnos con sus palabras, poseemos un coeficiente intelectual más alto que el de un humano promedio. —Contestó el robot humanoide.

—Un momento, ¿Cómo dijeron que se llamaban? —Les preguntó Kit, recordando que los invasores se habían presentado con un nombre extraño.

—Somos Skotady Némesis; Mistral, la monarca de la Megapolis y princesa de los demonios nos creó con la misión de destruirlos...

Mientras los robots hablaban, Damaris aprovechó la oportunidad para escapar oculta y sigilosamente hacia el interior del restaurante.

—Qué triste tu vida hermano, se nota que no has tenido novia. —Bromeó Denis con tal de molestarlo.

—¿Por qué eso es triste? —Dudó el robot confundido.

—Usaron sarcasmo, compañero. —Informó uno de sus compañeros robots.

—Hablamos en serio. —Determinó el robot, enojado.

—Nosotros también. —Contestó Kit.

Al parecer, aquellos robots con máscaras góticas solo tenían tuercas y programaciones artificiales en su mente, mientras que los chicos dejaban salir su naturaleza humana juvenil.

Cuando esto ocurría, Damaris entró en el restaurante sin ser vista por los robots.

Sin embargo, para su sorpresa se consiguió a todas las personas sumergidas en un profundo sueño.

Pensó al instante que aquellos lunáticos los habían matado, pero apenas se acercó para comprobarlo notó que solo dormían.

—¿Buscas algo?

Una voz robótica apareció a sus espaldas, pero a diferencia de los robots de afuera esta voz era femenina. Damaris la miró asustada, encontrándose con una figura que vestía de negro también y cubría su rostro con un antifaz. La única diferencia es que era más delgada, como una mujer.

—Emm... Bu-Buscaba el baño. —Inventó Damaris, pero no fue suficiente para desviarla.

—¿Buscabas ayuda, cucaracha asquerosa? —La robot se le acercó amenazante. —Qué pena, tu siempre tan estúpida.

—¿¡Pero yo que te hice...!?

Damaris se petrificó al ver el rifle que empuñaba la robot femenina y que, sin pudor alguno, la apuntó con intenciones de matarla.

—Dime dónde están las demás. —Exigió saber la atacante. —¡Habla ya!

-E-Esto no es verdad... —Damaris entró en negación. —¿El arma es de juguete, verdad?

—Perra ignorante, yo te enseñare un verdadero juego.

Por instinto, la pelirroja se agachó antes de que la robot soltara los disparos. De inmediato, Damaris corrió a esconderse debajo de las mesas y las personas dormidas.

—¿Dónde te metiste, cucaracha? —La atacante comenzó a buscarla con su rifle listo para volver a disparar.

Desde afuera se escucharon los balazos. Los chicos se alarmaron al pensar que su amiga salió lastimada, por lo que Kit trató de ingresar al restaurante, pero uno de los Skotady lo detuvo al amenazarlo con una escopeta.

—Alto ahí.

—O-Oigan... ¿Conocen el dialogo? ¡Vamos a dialogar! Bajen las armas, por favor. —Haiden intentó amansarlos, aunque también recibió un gatillo en su frente al final.

—No hay nada que dialogar. —Determinó el robot. —Nuestra orden es acabar con ustedes, y es lo que haremos.

Sin piedad alguna los robots sacaron sus armas de fuego y comenzaron una balacera en contra de los chicos. Ellos buscaron refugiarse de las balas que atravesaban los vidrios y los muebles de la terraza.

Haiden se ocultó detrás de un muro, y de pura casualidad Denis estaba junto a él rezándole al de arriba.

—Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre...

—¿Tú no eras ateo? —Dudó el de lentes.

—¿Eso importa ahora? —Se quejó el rubio.

—¡Kit! —Lo llamó Haiden en voz baja al divisar el moreno escondido tras un mueble.

Apenas las balas cesaron en su dirección, Kit corrió al refugio de sus amigos.

—¿Dónde está Alec? —Preguntó el moreno.

—¡No sabemos! ¿Se puede saber que haremos para salvarnos? —Expresó Denis desesperado.

—Sus cabezas están llenas de tuercas y metal... —Pensó el moreno. —Podemos confundirlos como hace rato.

—¿Cómo lo haremos sin recibir una bala en la cabeza? —Inquirió Haiden con su corazón a mil.

—¡¡Salgan cobardes!! —Gritaron los robots apenas se les acabó la munición.

Por otro lado, el temor de Alec lo hizo correr al interior del restaurante. Se agachó detrás de una mesa y aspirar aire profundamente.

De repente la aguantó al ver a una persona armada con un rifle caminando por las mesas, similar a los tipos de allá afuera. El castaño se cubrió la boca con la mano con tal de que su respiración no se escuchara, aunque su corazón latía en sus oídos a una velocidad inhumana, incluso sudaba frío.

Si hacia un movimiento en falso hasta allí llegaría su vida. Dios mío, ¿Qué había hecho para merecer esto? Su vida ya era una basura como para que le pasaran cosas así.

—Puedes correr pero no esconderte, Damaris... —Canturreó la robot buscando debajo de las mesas a la vez que soltaba risas escalofriantes. —Sal de una vez sucia cucaracha... ¿Por qué te esfuerzas en vivir? Le harías un favor al mundo. Eres un estorbo, una tonta, una boca más que alimentar, ¿No te lo recuerda tu padrastro cada día? ¿Y tu madre que hace para defenderte? ¡Nada! ¿Y sabes por qué? Porque sabe que él tiene razón.

Alec quedó atónito con lo que escuchaba. Se sobresaltó un poco al escuchar un movimiento en la mesa delante de él. Afortunadamente vió que era Damaris escondida detrás de un cuerpo inconsciente.

La chica le pidió con un gesto el mayor silencio posible, Alec decidió arriesgarse y correr hacia ella sin ser visto.

—¿E-Estás bien? —Damaris asintió. —¿Q-Qué hacemos?

—¿Crees que se vayan?

—Lo du-dudo mucho... —Confesó atemorizado.

—¡Aquí estás!

Con ese grito no solo se sorprendieron los dos jóvenes, sino también la robot que no esperaba encontrar a la pelirroja acompañada. Por esta razón, antes de que la Némesis les disparara, Alec tomó rápidamente a Damaris del brazo y la jaló detrás del bar.

Las balas expulsadas por el rifle chocaron contra las botellas de vidrio en la estantería y los frigoríficos, las cuales empezaron a quebrarse y chispear su contenido. La némesis soltó algunos quejidos de dolor al sentir el líquido salpicar en su piel metalica.

A Damaris se le encendió el foco.

—Dam... —Alec le bajó bruscamente a su tono de voz. —¿Qué haces?

La pelirroja no le responde. Aprovechó que la robot le dio la espalda para tomar una de las botellas que cayó a sus pies, y con cuidado de no cortarse la lanzó cerca de los pies de la fémina robótica.

—¡Maldición! —Maldijo al sentir como se quemaban sus pies.

Alec quedó boquiabierto, Damaris volvió a ocultarse debido a que la Némesis comenzó a disparar como loca.

—El agua es su debilidad... —Murmuró Alec.

—Si son robots reales, tendría sentido. —Afirmó la pelirroja, mientras tomaba otra botella. —Vamos "valentín", acabemos con ella.

Alec frunció el ceño por el apodo burlón, aún así se le unió tomando una botella y preparándose para lanzársela a la robot.

Apenas los disparos se detuvieron, ambos salieron de su escondite con las botellas en alto. Pero grande fue su asombro al no ver a la fémina robótica en ningún lado.

Había desaparecido.

—¿A dónde fue? —Preguntó Alec, mirando a su alrededor desconfiado.

—Debe estar afuera, hay que ayudar a los chicos. —Damaris se dignó a tomar la mayor cantidad de botellas posibles. —Ayúdame Alec, carga las que puedas.

Con mucho pesar, el castaño no vió más opción que quitarse su amada chaqueta de cuero para cargar las botellas y luego dirigirse a la terraza.

Se encontraron con los cuatro robots del principio, buscando a sus amigos y disparándole a cada cosa que se movía. Incluso vieron como Haiden les tiró una silla y estos sin ningún problema la partieron a la mitad.

Damaris y Alec se escondieron detrás de una mesa, y al divisar a Kit junto a Denis detrás de un muro se acercaron rápidamente. Recibieron unos cuantos disparos que por fortuna amortiguó la mesa.

—¿Chicos, están bien? —Le preguntó Kit, feliz de verlos bien.

—¿Y esas botellas? —Dudó Denis.

—El agua los debilita. —Dijo Damaris extendiéndoles una botella a cada uno.

—¿Cómo lo sabes? —Cuestionó el rubio otra vez.

—¿Tienes un mejor plan, Denis? —Objetó la pelirroja, sin querer dar más explicaciones. —No preguntes y cree en mí.

Denis suspiró derrotada, y al igual que Kit tomó una botella de soda.

—¿Quién va primero? —Sonrió el moreno.

Los robots detuvieron la balacera para acercarse cautelosamente al muro donde se escondían los cuatro chicos, pues la mesa los había delatado. A mitad del camino, el líder le pidió a sus tres compañeros que se detuvieran.

—Yo me encargo. —Ordenó altanero. —Será rápido.

El robot andaba confiado. Cuando fue creado, le advitieron que los Ángeles Guerreros eran buenos luchadores y peligrosos en extremo, pero no había visto más que niños llorones que pedían piedad.

Y eso quería escuchar, sus gritos de piedad.

—¡Piensa rápido, cabeza de tuercas!

Delante del robot, Denis le lanzó una botella que reventó en toda su cara, ocasionándole un ardor infernal que no disminuía ni al cubrirse el rostro.

—¡Mi rostro! ¡Quema!

—Buena puntería. —Lo halagó Alec.

—Gracias. —Denis le guiñó un ojo en complicidad.—Distraigan a los demás, le llevaré unas botellas a Haiden.

—¡¡CARNAVAL!!

Ese fue el grito de guerra para que los chicos comenzaran a tirar las botellas. De inmediato los robots que estaban ilesos se protegieron, menos el que se retorcía con su rostro quemado en el suelo.

De un instante a otro los papeles cambiaron, los chicos salieron de su escondite y eran los que buscaban a los némesis, que ahora eran los escondidos.

Los chicos salieron de su escondite y empezaron a buscarlos. Kit los buscaba con la mirada con la botella en mano, uno de los robots vio su oportunidad de atacarlo.

—Esto no se queda aquí. —Uno de los robots sacó una especie de explosivo de su cuerpo. Luego, buscó con la mirada a su siguiente víctima, y el afortunado resultó ser Kit. —Ya verán como le quito esa sonrisa.

El robot activó el explosivo, similar a una granada y se la lanzó a los jóvenes, justo en los pies de Kit. Estos se quedaron viéndola confundidos, pero Haiden pudo identificarla de inmediato. Por lo tanto, al saber el peligro actuó sin pensar.

—¡Hoy no, perra! —Gritó Haiden abalanzándose sobre la granada.

—¡No! —Gritó el metálico. —¡Maldito entrometido!

El robot salió de su escondite apuntándole con la pistola, y Haiden tuvo una repentina duda existencial al no saber como defenderse.

No sabía si tirarle la granada, que seguramente no le haría nada al robot pero a él si, o la botella de soda que los acabaría.

—¡Haiden! ¡Escóndete! —Le gritó Denis.

El de lentes tragó saliva, y con su corazón latiendo a mil por hora tomó la decisión.

El robot le disparó al objeto que vió venir, aunque pensaba que era la granada, no esperó que fuese la botella la cual se rompería sobre su cabeza y lo hiciera recibir un baño de soda.

—¡Por los mil demonios! ¡Quema como el infierno!

—¡Haiden! ¡Suelta eso! —Exclamó Damaris.

Pero fue muy tarde, la granada explotó a los pies de Haiden. Y a pesar de que esperaba su final, el explosivo no hizo más que liberar un inofensivo humo negro.

—Oh... no me hizo nada. —Dijo Haiden, sorprendido. —No sé si aliviarme, o sentirme decepcionado.

Los dos robots que permanecían ilesos también lo vieron con decepción, se suponía que aquel explosivo debía destruirlos. Uno de ellos procesó la situación a su alrededor, los estaban amenazando con agua y lamentablemente no poseían la inmunidad a ella.

—¡La granada le hizo nada, y solo quedamos los dos! —Expresó su compañero desesperado. —¿Qué hacemos, compañero?

—¡Retirada! —Ni lo pensó, y su compañero no dudó en seguirle.

Un temblor en el suelo asustó a los chicos, no sabían que los némesis abrieron un portal en el suelo por el que pretendían escapar. No fue hasta que uno de ellos, antes de irse, les dijo:

—Nos volveremos a ver, Guerreros. —De un chasquido, los cuerpos de sus compañeros desaparecieron. —Y será la última vez.

Los chicos sintieron un alivio inmediato al ver como sus enemigos se fueron. Apenas el portal desapareció dejaron caer las botellas y respiraron aire como si hubieran aguantado la respiración por un largo tiempo.

—Di-Diablos, te-tengo el corazón en la boca. —Jadeó Alec, apoyando su mano en el pecho.

—Por dos. —Agregó agotada la pelirroja que se tumbó sobre un mueble balaceado.

—¿Qué pasó con la ayuda? —Preguntó Denis, destapando una botella para matar la sed.

—Todos en el local están dormidos, intenté despertarlos pero no pude. —Contestó Damaris.

—Esto hay que decírselo a las chicas y a Zafiro cuanto antes. —Aseguró Kit. —Ellos pueden volver...

—Tienes razón... ¡Estuvimos al borde de la muerte!

Cuando Haiden dijo eso todos giraron a verlo, normalmente. No obstante, los rostros agotados de Alec, Denis, Kit y Damaris se transformaron en unos sorprendidos y estupefactos.

—¿Qué pasa? ¿Por qué me ven así? —Cuestionó Haiden, preocupado por las caras de sus compañeros.

Damaris estuvo a punto de desmayarse, pero Denis fue quién la estabilizó.

—Eeeehhhh... —El rubio no encontraba las palabras para describir lo que veía.

—Chi-Chicos, so-soy yo o... Ha-Haiden ca-cambió. —Tartamudeó Alec, pálido.

—No... n-no eres tú. —Confirmó Kit, sin apartar la mirada de "Haiden".

—¡Chicos, no se hagan los misteriosos! ¡Dejen de mirarme así! —Exclamó el de lentes, desesperado. —¡¿Qué pasa?!

—¿Quién tiene un espejo? —Preguntó el moreno, con la intención de que lo supiera por si mismo.

—T-Tengo el ce-celular, que se ve-vea en la pa-pantalla...

Alec sacó su celular y lo puso frente a Haiden. El de lentes vió su reflejo en la pantalla, y lo que vió no le permitió terminar de hablar, su mente quedó en blanco. Podía decirse que ahora no tenía lentes.

—So-So... —No podía creer lo que veía. —¡¿SOY UN GATO?!

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Comments

Julia Monta88lvan

Julia Monta88lvan

KLRESPLANDOR, gracias, jajajaja, pero x lo menos es un gatito lindo.😅🤣🤣🤣.
Aca el punto esque no hay nada mejor que llegar del colegio y ver el capitulo que no se pudo leer ayer.
Me encanto demasiado, mucho... este capítulo, ya quisiera yo ser como ellos de "extremistas", de veras, necesito "tips" o concejos.

2024-08-06

2

Julia Monta88lvan

Julia Monta88lvan

jajajaja me hizo la tarde, gracias autora./Tongue/

2024-08-06

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