Cuero y Rabia (16)

Mientras los chicos caminaban de regreso al pueblo, Miriam se acercó a Bea y la abrazó del brazo. A la morena se le hizo extraño ese repentino gesto de cariño, pero la castaña solamente quería sacarse una duda que tenía desde muy temprano.

—Oye, Bea... ¿No crees que Lena y Alec andan un poco raros?

—Pensaba que era la única que lo había notado. —Dijo la morena. —No han hablado en todo el viaje.

Denis y Fanya escucharon la conversación inconscientemente, y el rubio no dudó en unirse respondiendo de forma simple:

—¡Ah, si! Ellos terminaron.

Las tres chicas lo miraron sorprendidas, de inmediato detuvieron la caminata y rodearon al chico para bombardearlo de preguntas.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Cuándo? —Cuestionó Fanya sin entender.

—La salida con Norkys no salió tan bien. —Dijo Denis, rascándose la nuca incómodo.

Fanya y Miriam no supieron como reaccionar, la verdad se les había olvidado lo que pasó con esa chica. A diferencia de las dos chicas que se quedaron estupefactas, Bea reflejó lentamente una sonrisa de oreja a oreja. Denis la miró fulminante.

—Ni se te ocurra decirlo, Bea...

—¡Se los dije! —Interrumpió la morena, orgullosa de tener la razón. —¡Se los dije, pero nadie cree en Bea! ¡Bea siempre es la loca, pues tomen!

—¿Pero no se dirigen ni la palabra? —Dijo Miriam, incrédula.

—¿Qué parte de que terminó mal no entiendes? —Añadió el rubio.

Los adolescentes fueron interrumpidos cuando de repente la figura de un ave oscureció la tierra. El grupo se detuvo para divisar al ave cantando mientras surcaba los cielos, y que tenía intenciones de aterrizar.

El ave no era nada mas ni nada menos que un águila, y a diferencia de la última vez, Kit no se asustó. En cambio extendió su brazo, dándole confianza al ave de posarse en el moreno.

—¿Zeus Apestoso? ¿Cómo llegaste aquí, amigo? —Kit saludó a su amigo emplumado.

—Supongo que usted es el guerrero águila. —Comentó Jacinto, seriamente. —A donde usted vaya, el águila también lo hará. Los libros y las leyendas decían que Karan tenía una conexión fuerte con sus familiares.

—Disculpa, ¿No tendrán algún libro de nosotros que puedan prestarnos? —Pidió Damaris apretando los dedos.

—No, lo siento. Durante el asedio de los bichos metálicos la biblioteca se quemó, lamentablemente lo perdimos todo. —Explicó Jacinto.

—Oh... gracias de todos modos. —Agradeció Damaris, desanimada.

—Bueno Apestoso, que comience la aventura. —Kit alzó el brazo con tal de que el águila emprendiera vuelo hacia la aldea.

Al llegar, Azucena se llevó a Star con la excusa de buscar ropa para los chicos, más resistente y que los ayudara a combatir el frío. Jacinto pasó a ser el guía de los muchachos, y este decidió llevarlos a uno de los lugares más importantes del pueblo.

Era una estructura de piedra espaciosa, más alta que el resto de casas, con grabados y dibujos místicos pintados en las paredes. Ese sitio era el sagrado Templo de Kramer.

—Este templo es el lugar más seguro del pueblo, fue bendecido por Kramer, y ningún ser de la oscuridad puede atravesarlo. —Jacinto abrió las puertas, dejando ver el interior.

En aquella estancia prevalecía el aroma a madera y tinta, junto a la luz tenue que se filtraba a través de los vitrales o la que desprendía la cálida chimenea, posándose sobre los libros incompletos ubicados en estantes, la relevante escultura de un zorro con varias colas esponjosas y los cojines que invitaban al espectador a descansar en ese refugio silencioso.

—La mayoría de nosotros nos refugiamos en este lugar durante la invasión de esos bichos metálicos. Pueden quedarse aquí hasta que decidan irse. —Jacinto les dió un recorrido por el lugar, mientras los chicos admiraban el templo. —Escuchen, aunque sean ángeles reencarnados, siguen siendo simples... mortales, y asumo que no saben pelear.

—Asume bien. —Afirmó Bea, un tanto apenada.

—Vienen del mundo real, es muy raro que los de ahí sepan pelear. La ventaja es que aprenden rápido, deberían pasar por un entrenamiento previo. Yo puedo encargarme de eso, piénsenlo y avísenme. —Ofreció el cazador, finalizando el recorrido. —En un momento vendrá Azucena con ropa y comida.

—Gracias, no sabemos como agradecerles. —Dijo la pelirroja del grupo.

—No se preocupen. Lo que hacemos ahora es poco a lo que ustedes harán por nosotros. —Pronunció Jacinto, mirando detalladamente a cada joven.

En eso, el cazador centró su vista en Lena, quien veía su piel palidecer y el como iba perdiendo el equilibrio de cuando en vez.

—¿Señorita, se encuentra bien? —Preguntó.

Bea dirigió su atención a la rubia, asustándose al verla en tan mal estado. Rápidamente se acercó, ofreciéndole su hombro como apoyo.

—Lena, ¿Estás bien? —Preguntó la morena preocupada.

—S-Si, solo tengo algo de migraña... —Adolorida, Lena se agarró la cabeza e hizo una mueca. —Necesito aire, ayúdame a ir afuera.

Bajo las miradas de todos, Lena salió del templo con ayuda de Bea. Los demás empezaron a dudar, hace unos minutos la rubia estaba en perfecto estado y de repente comenzó a sentirse mal.

"Justo cuando entró al templo." Pensó Jacinto.

Después de dar unas últimas indicaciones, Jacinto se fue del templo dejando a los chicos un momento a solas. Estos se instalaron cómodamente, sin abusar demasiado, pues sentían todo de manera frágil e irreal.

Luego de una hora la comida estaba lista, los chicos montaron una mesa en el exterior del templo. Pan con frutos secos, carne de cordero, huevos estrellados, ensaladas y nabos en mantequilla eran parte de la comida que se rendía delante ellos.

—Chicos, me siento extraña. Todavía no asimilo todo esto. —Se sinceró Damaris, mientras jugaba con una especie tenedor parecido a un tridente.

—Admito que podría vivir aquí. —Comentó Miriam, devorando los huevos estrellados.

—¿Miriam feliz sin su teléfono? —Dudó Denis, divertido. —¿Es un milagro?

—No podemos acomodarnos, debemos idear un plan para salvar a esta pobre gente. —Impuso Kit.

—¿Q-Qué se supone que ha-haremos? —Preguntó Alec. De todos, era el que menos apetito tenía. —Nu-Nunca he tomado un arma en mi vida...

—Siempre hay una primera vez. Y es eso, o morir... —Añadió Kit.

—¿Cómo habían dicho que eran los Némesis? —Cuestionó Bea.

—Parecían robots, por como se movían y hablaban. —Explicó la pelirroja. —La última vez los vencimos con agua, podríamos decir que fue fácil.

—Mm... Si fuera ellos habría corregido ese defecto. —Añadió Lena, comiendo lentamente la ensalada. Seguía con algo de migraña, aunque no era intensa.

—Yo digo que, los que tengan poderes los aprovechen. —Sugirió la morena aquella idea. —Y quienes no, deberían entrenar con las armas.

—Es buena idea, yo debería practicar lo que me enseñó Zafiro en mi etapa de gato. —Accedió Haiden.

No obstante, la mayoría, precisamente los que no tenían poderes, dudaron de esa decisión. Sin embargo, recapacitaron y se dieron cuenta de que no había otra manera de defenderse.

—Fanya, ¿crees poder ver a los enemigos a través de tus visiones? —Le preguntó Kit. —Incluso nos sirve averiguar como llegar a Fallon y entregarle las lágrimas.

—Lo intentaré. —Asintió Fanya, mirando por el rabillo del ojo su violín. —No me disculpo si mi violín no los deja dormir.

—Tú música es todo menos molesta, cariño. —Murmuró Denis sin pensar.

Los chicos se burlaron de la melosidad de su amigo, imitando su frase junto a muecas graciosas. Denis chasqueó la lengua molesto, prefirió ignorarlos y seguir comiendo.

—No te preocupes Fanya, igual pienso hacer vigilancia con Apestoso por si ocurre algún inconveniente. —Agregó Kit. —Y bueno... Saben qué hacer, díganle a Jacinto que van a entrenar y aprendan todo lo posible.

Todos estuvieron de acuerdo con esta sentencia. De otra no quedaba, aunque internamente, no negaban sus ganas de querer huir. Bea era una de ellas, no dejaba de pensar en su padre, en lo preocupado y, sobretodo, molesto que debía estar.

Pero no era su culpa, ¿Verdad? Esta era una responsabilidad, una deuda que había heredado y debía enmendarla si quería seguir con su vida.

—¡Hola chicos! —Star apareció en la mesa. —Buen provecho.

Los chicos le agradecieron, y a la vez se fijaron en la nueva vestimenta de Star. Parecía una pueblerina de Kramer, con un vestido medieval verde de mangas largas y un corpiño de cuero qué ajustaba su cintura; el color del vestido iba a juego con su cabello y ojos dorados. Suponían que más prendas de ese mismo estilo traía ella en una canasta.

—Vaya Star, te ves muy...

—Nativa. —Intervino Damaris, antes de que Denis dijera algo ofensivo.

—Jeje... no me envidien muchachos, aquí está su ropa. —En efecto, Star dejó la canasta llena de ropa sobre la mesa.

Los chicos quedaron sorprendidos con las prendas hechas de cuero, lana o de una tela suave. Cada cúmulo de ropa tenía el respectivo nombre de ellos, y por fortuna todos llevarían pantalones, también había capas y mantos para cubrirse del frío.

—¿Podré quedarme con mis calzones, cierto? —Preguntó Denis, preocupado.

Kit le dio un leve golpe en la sien, causando que todos rieran. Luego de comer, se cambiarían para dejar de ser jóvenes estudiantes modernos y entrar en personaje.

...🌟...

La tarde había caído, siendo anunciada por un hermoso atardecer que le daba la bienvenida al frío manto nocturno de la montaña. Después del almuerzo, los chicos fueron con Jacinto y este quiso entrenarlos de una vez.

Según Jacinto, el entrenamiento había sido leve al hacerlos trotar por varios minutos alrededor del pueblo y cargar cosas pesadas, pero todos terminaron cansados, sin querer saber lo que era un entrenamiento "de verdad".

Fanya no entrenó con ellos, se quedó sola en el templo trabajando en sus visiones, Haiden había desaparecido a practicar sus poderes, y Kit decidió entrenar con los demás. A pesar de ser el más alto y fornido del grupo, no lo salvó de cansarse.

Al caer la noche llegó la hora de cenar; sopa de zanahorias y pan para remojar. Al tomar su cuenco de comida, cada quien se fue por su lado. Querían darle a Fanya unos minutos más a solas antes de entrar al templo a dormir.

Kit tomó su plato y se fue a la atalaya del pueblo, a vigilar la zona con su águila como había dicho. Miriam y Damaris ayudaron a las cocineras del pueblo a limpiar los restos de la cena, otros simplemente se fueron a descansar en la pradera a ver las estrellas.

Bea se separó del grupo porque quería verlas en soledad, ya que era un cielo que solo había visto en sus sueños. Si mirabas atentamente, podías distinguir la figura de algunos planetas y los colores vivos de la galaxia.

Cuanto más cayó la noche y el pueblo empezaba a quedarse en silencio, Alec por fin logró terminarse su plato de sopa. No tenía apetito, pero admitía que el agotado entrenamiento le despertó el hambre.

Justo en ese momento que iba a dejar su plato en la cabaña de los trastes, antes de poner su mano en la perilla, la puerta se abrió sola. Y para su mala suerte se encontró cara a cara con Lena.

El cuenco casi se le cae del susto, pero el castaño pensó, o más bien esperaba que la rubia lo evitará como lo había estado haciendo. Sin embargo, Lena se le quedó mirando en silencio. hasta que de forma inesperada comenzó a soltar pequeñas risas.

Esto le incomodó a Alec, ambos estaban solos y en silencio, no entendía qué era tan gracioso.

—¿Q-Qué te da gracia? —Enfrentó el joven.

—Tú. —Contestó Lena con una sonrisa traviesa. —Tú me das gracia, lo inútil que eres me da gracia.

—Mmm...Últimamente tienes el hábito de insultarme. —Dijo Alec en voz baja.

No obstante, Lena lo escuchó con claridad. El castaño quiso entrar a la cabaña, pero la rubia se recostó en el marco de la puerta, impidiéndolo.

—¿Insultarte? Claro que no, solo digo la verdad. —Respondió retadora.

Alec no quería seguir escuchando esos reproches, no estaba de ánimos para eso. Ya tenía suficiente con los reproches que se daba a sí mismo.

—Intenté ayudarte Alec, te di mi confianza, ¡Y me pagas engañandome! —Expresó la rubia.

—No entiendo po-por qué ahora te afecta... —Alec apretó los ojos para no verla, tratando de no trabarse al hablar. —Ni siquiera me dejaste hablar a-aquella vez....

—Me afecta que no confiaras en mi. —Confesó Lena, mirándolo con tristeza.

—Tal vez nunca confiamos el uno al otro... —Susurró sin pensar.

Al instate recapacitó. ¿Por qué dijo eso? ¿Lo volvió a arruinar? ¡Ahg! ¿Para qué lo preguntaba? Claro que lo arruinó, siempre tenía que arruinarlo todo. A Lena le afectó lo que dijo, y ella solo suspiró decepcionada.

—Tienes razón, tal vez nunca lo hicimos. Aun así... nunca pensé que llegarías tan lejos. —Lena no quería mostrarse lastimada, por lo que forzadamente se puso agresiva. —Siempre fuiste un chico débil, no creas que por dejarme estarás más tranquilo. A este paso saldrás con chicas peores...

—¡Lo sé! —Explotó. —¡Pero si no hubiera salido contigo, seguiría ciego en mi burbuja de relaciones tóxicas! ¡Y sería más feliz! ¡Ojalá no te hubiera conocido, maldito sea el día que fuiste adoptada!

—¿Deseas que desaparezca? —Lena alzó una ceja. —¿Así como deseas que tus "papis" vuelvan?

—A-A ellos no los metas...

—¿Por qué? ¿Porque no te quieren? —Dijo la rubia, burlándose de él.

—¡Mi-Mientes! —Intentó negarlo, en vano. Lo malo de hacerse enemigo de un amigo, es que conocían tus puntos débiles. —¡Que sabes tu de padres, adoptada de mierda...!

—Si tanto te quieren, ¿Por qué no han venido a buscarte después de tantos años? —Interrogó la rubia, dominada por la ira y el despecho. —Ellos te abandonaron, y yo sé el porqué: les estorbas.

—¿Cre-Crees que no sé qué a tus pa-padres tampoco les interesas? —Contraatacó el chico.

—Yo no lo niego, ni lo oculto con estúpidas fantasías. —Dijo Lena con desdén. —Sólo acepta que nadie te quiere. Ni tus padres, ni tu abuela o tu hermano... y una chica cualquiera tampoco lo hará, porque todas se dan cuenta de lo cobarde que eres Alejandro Cambria.

Cada palabra que salía de su boca era como una daga en el corazón para el chico, sobretodo cuando no podía controlar su propia lengua para defenderse. No obstante, su subconsciente le daba la razón a la chica.

—Cá-Cállate...

—Anda, puedes desear que desaparezca, que tus padres vuelvan o que alguien te ame, desea todo lo que quieras... —Agregó Lena por última vez, retirándose de la cabaña y del lado de Alec. —Pero los deseos nunca se hacen realidad, mucho menos los tuyos.

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Comments

Julia Monta88lvan

Julia Monta88lvan

Ay ya ni se cual de los dos es un "villano". Por su parte Alec solo queria ser util, pero hizo mal en ocultarle su plan inicial ya q grqcias a ello sucedio un mal entendido. Elena ni siquiera pidio explicacion ( Las cosas parecen ser una y a veces terminan siendo total diferente) pero esta en todo su derecho de sentirse asi. Pero no te pases. Que ganas con lo q dijistes. Una pelea mas, corazon roto y ....Ayyy soy malisima para reflexionar. me encanto

2024-09-26

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