Encuéntrame. (6)

...Encuéntrame......

¿Ah?

¿Qué fue eso?

Encuéntrame...

¿Dónde estás?

Encuéntra...me...

¿A dónde vas?

¡No te vayas!

Me voy...

¡No, claro que no!

¡No me dejes, por favor!

...¡¡ENCUÉNTRAME FANYA!!...

La chica se sobresaltó con aquel espantoso grito que, a pesar de que sonó tan real, parecía ser simplemente un producto de su mente. Pues dentro de lo que cabe seguía en su habitación y revisó su celular que marcaba las 5 de la mañana.

Había sido fin de semana movido. Después de que los chicos fueron a la hacienda del abuelo de Kit donde presenciaron el evento inusual tuvieron que volver a sus hogares al anochecer. Excepto Kit, que se quedó para conocer a su nuevo "amigo" y familiarizarse con sus poderes recién descubiertos.

Ya era lunes, por lo que debían iniciar la rutina nuevamente yendo al instituto.

Fanya sentía su corazón inquieto, latía cual tambor esperando salir y ni siquiera sabía el porqué. Por su mente pasaba el sueño que la perturbaba, en la que la voz de una niña le rogaba.

De seguro eran locuras suyas, solamente trató de respirar con calma y distraerse mientras se arreglaba para ir al instituto.

Hubo un momento en que se miró al espejo, y curiosamente su atención se concentró en su violín al fondo de la habitación en lugar de su aspecto. Era raro en ella, que era pretenciosa con respecto a su imagen.

Pues ahora las ganas de tocar una melodía nacieron, pero se resistió porque era muy temprano y podía molestar a los vecinos, o peor, a sus padres.

—Cálmate Fanya. —Suspiró hablandole a su reflejo. —Solo despertaste un poco tensa.. no pasa nada.

Cuando se hizo la hora tomó sus cuadernos y se dispuso a salir. Trató de fingir que estaba bien para no preocupar a sus padres, quienes notaban cada imperfección en ella.

¿Acaso sus días estaban cerca? Lo dudaba, las fechas no cuadraban, pero al salir a la calle y chocar con los sonidos de la ciudad se dió cuenta de que se encontraba extremadamente sensible.

El movimiento de los autos y los camiones, los gritos de las personas vendiendo o algunas canciones que se escuchaban en la radio local de los edificios resonaban como un martillo en su cabeza.

—¡Cuidado!

Fanya escuchó justo en la punta de la oreja a un auto frenar y segundos después sentiría un fuerte empujón que la tumbaría al suelo.

Para su suerte, aquel impacto hizo que su sentido de la audición volviera a la normalidad. Fue ahí que entró en razón: casi la atropellan de no ser por la chica que la empujó.

—Gra-Gracias... —Apenas Fanya quiso hablar, la chica se levantó apresurada y huyó. —¡Espera! ¿Cómo te... llamas?

Eso fue extraño. Tal vez sus oídos estaban afectados, más su vista no, y podía jurar que esa chica de cabello rubio tenía el uniforme de su instituto.

Aunque a decir verdad nunca la había visto, y sería difícil no ver a una chica con los ojos amarillos y el cabello rubio teñido de rosa en las puntas. Lo último era algo que se prohibía por lo usual.

¿Y por qué huir después de salvarla?

Sea como sea, esperaba llegar viva al instituto.

Por el otro lado de la historia, Bea salió escapada de su casa ya que no quería lavar los platos. Le dejó esa tarea a sus hermanos, esos muchachos debían empezar a tomar responsabilidades.

Al llegar a la escuela fue recibida por Fanya y Lena, las dos hablaban a pocos metros de la entrada.

—¡Hola, Bea! ¿Qué tal el domingo? —Saludó Lena, feliz como una lombriz.

—Hola chicas, aburrido la verdad... ¿Y ustedes? —Preguntó la morena.

—Nada nuevo. —Contestó Lena indiferente.

—Si, yo... también. —Murmuró Fanya, insegura.

—Mmm... eso no suena muy convincente. —Comentó la rubia cruzándose de brazos.

—Fanya, ¿Estás bien? ¿Esos son raspones? —Preguntó Bea, preocupada por su amiga.

—¡Oh, no me había dado cuenta! —Fanya no se percató de los ligeros raspones que tenía del incidente. —Es que me caí mientras venía... no pude dormir bien anoche.

La violinista intentó buscar las palabras exactas para describir su situación. No obstante, no las encontró, menos con el timbre informándoles a los estudiantes que debían entrar las clases.

Las tres chicas dejaron de charlar y se dirigieron a su salón. En los pasillos se encontraron a los chicos reunidos, menos Miriam.

—¡Hola chicos! —Saludó Lena, sonriente.

—Hey Kit, ¿Qué tal te fue con tu nuevo amigo? —Preguntó Bea.

—De lo mejor. Lo bauticé como... "Zeus el Apestoso." —Kit lo describió como si fuera el nombre más épico del mundo. —Apestoso para los amigos.

—Ah. —Murmuró Lena, sin palabras. —Vaya, que... original.

—Tu siempre tan tu, Kit. —Negó Damaris con la cabeza.

—¡Wow! Increíble. —Exclamó Miriam apareciendo de forma repentina.

—¡Miri! ¿Cuánto llevas ahí? —Cuestionó Bea debido al susto.

—Aproximadamente 10 segundos. —Contestó alegre la castaña. —¿Cómo están? ¿Qué tal chico águila?

—Todo bien. —Respondió Kit.

—Conozco esa mirada... ¿Qué te dijeron, Miriam? —Preguntó Haiden, intrigado.

—¿A mi? Nada. —Todos cruzaron miradas, sin creer las palabras de Miriam. —Bien, bien... ¡Traigo chisme!

—Ya sabía yo que tu presencia tan temprano no era en vano. —Dijo Denis rodando los ojos.

—¡Cállate y escucha! Hoy se integra una nueva estudiante al Salón A. —Reveló la castaña.

Aquí haré una pequeña pausa para explicar: el tercer año de secundaria, es decir, el año que estudiaban actualmente nuestros protagonistas consta de 3 grupos en el Instituto de Saublette.

El Salón A, era en el que estaba la mayoría: Bea, Lena, Miriam, Denis, Fanya y Damaris. En este salón, usualmente, quedaban los de mejor promedio académico.

Atrás le seguía el Salón B, en el cual estudiaban Alec, Haiden y Kit. No es que fueran de bajo promedio académico, sino que los que quedaban en este grupo eran los rezagados del Salón A porque estaba lleno.

Y por último estaba el Salón C, y en este si se podía afirmar que estudiaban los "sin futuro".

—¿Una nueva estudiante? ¿A mitad de año? —Dudó Alec.

—¡No, no! Dicen que era del Salón C, pero la cambiaron al nuestro, quién sabe porqué. —Explicó la castaña.

—¡Ejem!

Un carraspeó grave interrumpió la conversación de los chicos.

—¡Ho-Hola profe! —Saludó Bea, nerviosa.

—Al salón los de la A, ahora. —Ordenó el profesor de historia, mirándolos con desaprobación.

Los chicos le obedecieron y entraron en menos de lo que canta un gallo, mientras que los tres pertenecientes al otro salón se fueron también.

El profesor de historia, un hombre con camisa de cuadros y más rencor encima que cabello cerró la puerta sin oportunidad de que nadie entrara.

—¡Buenos días, jóvenes! —Exclamó el profesor. Los alumnos correspondieron el saludo levantándose de sus asientos con postura recta. —Pasaré la lista, al que nombre se puede sentar.

El profesor sacó su carpeta y empezó a pronunciar cada nombre de forma descendente. Apenas los alumnos eran nombrados se iban sentando, y Miriam era una de las que colapsaba ya que era una de las últimas en la lista.

—Bien, si hubo alguien a quien no mencione que hable ahora o calle para siempre. —El profesor cerró la carpeta al culminar. Sin embargo, su mirada y la de todos recayó en una única chica de pie. —Un momento, tú eres de este salón jovencita.

—M-Me cambiaron hace poco... —Respondió la chica agachando la cabeza de la vergüenza.

En el salón comenzaron a murmurar; era una chica muy delgada, escuálida, ojos dorados, de cabello rubio natural pero con un tinte rosa en las puntas que se iba desgastando, corto arriba de los hombros y labios plenamente resecos.

Fanya la vió con atención, y al escucharla se dio cuenta de que era la misma chica que la salvó de ser atropellada.

—¡Ah, te recuerdo! Eres la del Salón C... ¿Cómo dices que te llamas? —Cuestionó el profesor abriendo la carpeta otra vez.

—Star... Star Castilla.

—Mmm... no te encuentro. —El profesor se perdía entre tantos nombres. —Ven y dime dónde estás.

Star asintió nerviosa, y con pasos lentos caminó entre los asientos de sus compañeros. Al llegar con el profesor le señaló la ubicación de su nombre en la lista.

—Bien, puedes sentarte. —Permitió el profesor de historia. —Y no sé si te lo han dicho, pero ese estilo de cabello es inapropiado para esta institución.

—Lo sé... —Murmuró desanimada.

—No quiero que imiten ese comportamiento. —El profesor iba a empezar con su repertorio. —Está prohibido teñirse el cabello, hacerse piercings...

Los alumnos dejaron de prestarle atención al profesor cuando empezó con el sermón que habían escuchado millones de veces. No obstante, mientras Star volvía a su asiento un pie se le atravesó en el camino lo que la hizo caer al suelo.

Por el salón se empezaron a escuchar risas.

—¡Auch! —Chilló Star adolorida. El salón comenzó a reirse de ella por su torpeza. —¡Oye, tu lo hiciste!

—¿Quién, yo? —La presunta "víctima" era Denis, quien si le había puesto el pie a la chica nueva para reirse un rato. Más no lo admitiría. —No me culpes de tu distracción.

Star bajó la mirada avergonzada debido a las risas burlonas de sus nuevos compañeros.

Que curiosa era la vida, Star salvaba a su novia, y él se lo pagaba con aquella broma de mal gusto.

La clase transcurrió como normalmente podía ser, en una oportunidad de la clase les tocó hacer grupos de dos. Era obvio que Miriam no dejaría ir a Bea, ¿Quién dejaría ir a una compañera que te hace todo y tú solo pones el nombre en el trabajo?

Aunque en esos momentos a la nueva no le importatía tener una compañera con esas cualidades con tal de no estar sola. Pero debido a su mala reputación por venir del Salón C y a su penosa bienvenida no lo vió...

—¡Hola! —Star se asustó cuando una chica interrumpió sus pensamientos negativos. —Tranquila, si quieres puedes ir conmigo.

—¿De verdad? —Expresó Star incrédula. —Gracias...

—No es nada; soy Elena, pero mejor dime Lena. —Se presentó la chica extendiéndole la mano.

Star sonrió tímidamente a la vez que estrechaba su mano. Como Bea y Miriam eran inseparables, Fanya se juntó con Damaris y ni loca se uniría a Denis para hacer un trabajo. Lena decidió darle una oportunidad a la nueva para ver que tal.

...🌟...

A la hora del descanso los chicos salieron al patio a despejar sus pensamientos de los estudios, y los que tenía hambre pues comían.

—Mmm... —Murmuraba Haiden pensativo.

—¿En qué piensas? —Le preguntó Alec, hoy luciendo su habitual chaqueta de cuero que encantaba a las chicas.

—Estoy prevenido, Zafiro puede aparecer cualquier momento. —Contestó el de lentes.

—Bueno, hasta ahora no ha ocurrido nada raro entre nosotros. —Comentó Alec alzándose de hombros.

—No que sepamos. —Añadió Haiden.

Al otro lado del instituto, Bea, Fanya y Damaris almorzaban sentadas las escaleras mientras conversaban de cosas triviales. Bueno, Bea y Damaris hablaban, Fanya solo escuchaba.

—¡Ahg! La siguiente clase es educación física, que flojeraaa...—Se quejó Damaris.

—Es verdad, ese profesor nunca está de buen humor. —Continuó Bea comiendo sus doritos. —Tengo mucho con caminar de mi casa a la escuela y de la escuela a mi casa.

—Pero si vives a dos cuadras... ¿Qué tanto caminas? —Reclamó la pelirroja.

—Hola chicas. —Entró Lena uniéndose al grupo.

—¡Miren quien llegó! Pensaba que estarías con tu nueva amiga del Salón C. —Dijo Damaris fingiendo celos.

—¿Parezco ser Miriam? —Soltó Lena sarcástica.

Con ese comentario Damaris e incluso Fanya rieron, menos Bea, que por claras razones odiaba que se metieran con su mejor amiga.

—No hablen así de ella a sus espaldas, a ustedes tampoco les gustaría. —Las regañó la morena molesta.

—Sorry. —Se lamentó Lena "arrepentida". —En fin, volviendo con Star... se verá mal, pero parece ser buena persona.

—No lo sé... Digo, es medio rara. —Damaris hizo una pausa. —Me explico: es muy, demasiado, bastante delgada, no tiene pechos ni trasero y sus labios son quebradizos... ¿No creen que sea anoréxica?

—Alguien de su familia se hubiese dado cuenta... creo. —Comentó Bea.

—O tal vez sea así por genética. —Supuso Lena indiferente. —No todo se basa en problemas, la respuesta más simple a veces es la correcta.

—¿Fanya? —Bea llamó a la susodicha. —Estás muy callada.

—¿Ah? Eh... sí. —Despertó Fanya de su trance, estaba tan sumergida que ni siquiera supo que hablaban de Star. —Estoy bien, solo un poco cansada...

—Chicas, ahora que lo pienso pongo, ¿Qué pasó con Zafiro? —Dudó Damaris.

—Ahora que lo dices tienes un buen punto. —Concordó la morena. —Ahora hay mucha gente en el instituto, dudo mucho que la veamos estos días.

—Pero aunque no la veamos, recuerden que aún necesitamos encontrar a la persona que nos llevará a la Megapolis. —Recordó Lena.

—Eh... no lo sé chicas, yo sigo sin creer mucho eso. —Opinó Fanya rascándose la nuca.

—Fanya; Kit es amigo de un águila llamada Zeus, y Zafiro es una bruja de orejas puntiagudas que puede teletransportarse... ¿Todavía no estás convencida? —Reprendió Damaris.

—De todos modos te entiendo Fanya, es decir, ¿Nosotros? ¿Ir a pelear con criaturas oscuras? Da para dudar, e incluso algo de miedo. —Agregó Bea.

—Chicas confíen, tenemos con que enfrentarlos. Es solo que nuestra magia todavía no ha sido descubierta. —Se animó Lena. Sus amigas estuvieron de acuerdo.

El timbre sonó notificando el final de la hora de descanso y el retorno a las clases.

—Bien, ya saben que cualquier información sobre alguien que pueda ser de la Megapolis háganselo saber a todo el grupo. Presten mucha atención. —Argumentó Lena.

—De acuerdo. —Asintió Damaris. —Vamos, hay que vestirnos para educación física.

Las chicas se levantaron de la escalera y juntas marcharon a los baños donde se cambiarían a su uniforme de educación física.

Lo que no contaron fue que Norkys, la prima de Damaris, escucharía la conversación.

La pelinegra vino a entregarle el almuerzo a su prima, pero la conversación que tenía con sus amigas se tornó tan interesante que no quiso intervenir para seguir escuchando.

Aunque Norkys estuvo más confundida que nunca, sentía que esa tal Megapolis le serviría para algo en el futuro.

...🌟...

—¡Estiren! —Exclamó el profesor de educación física, gordo como dona, al grupo de estudiantes.

—Ya casi... —Decía Bea quedándose sin aire mientras intentaba tocarse la punta de los pies. —Si puedo, si puedo...

—¡Vamos Bea, tu puedes! —La animó Lena, quien hacía el mismo ejercicio que ella.

—¡No puedo! —Se rindió la morena tirándose al suelo y aguantando las ganas de llorar.

—¡Miriam, no presumas! —Se molestó Denis viedo a la castaña.

Miriam era flexible, así que no tenía ningún problema con tocarse los pies, o en estirar las piernas, o en saltar, hacer volteretas y acrobacias... Si el Instituto de Saublette tuviese un equipo de porristas, Miriam sería la capitana sin duda.

—¡Deja la envidia Denis! —Contestó la de baja estatura burlándose del rubio.

—¡Hora de trotar! —El profesor sopló el silbato.

—Noo... —Lloriqueó Bea levantándose del suelo.

El grupo comenzó a trotar alrededor de la cancha, el profesor decretó que serían 15 minutos de trote y el que parara tendría que hacer 20 flexiones. Que divertido.

...Encuéntrame......

—¿Ah? —Fanya escuchó esa voz en su cabeza. Parecida a la de sus sueños.

Miró detrás de ella y a su alrededor, comprobando que esa voz no viniera de otro lado. Sin embargo, solo vió a los compañeros de su salón trotando al igual que ella.

...¡Encuéntrame!...

Aquel grito retumbó en su cabeza y la regresó al mismo estado de sensibilidad de la mañana.

—Oh, no otra vez...

Fue muchísimo peor. El golpeteo de las pisadas, una tras otra, de cada uno de sus compañeros.

Sus respiraciones, sus risas y sus suspiros...

Pam, pam, pam...

Las goteras cayendo del techo...

Tuki, tuki, tuki...

El viento golpeando su rostro, su cabello, su ropa...

...¡Quiero olvidarlo, quiero olvidarlo!...

Fanya se detuvo, desequilibrada y con sus sentidos cegados por un horrible dolor de cabeza. Respiraba entrecortadamente mientras se agarraba la cabeza, queriendo sacar lo que la tenía tan mal.

—¡¡García, muévase o será castigada!! —La regañó el profesor.

—Vamos Fanya, te pueden reprobar. —La animó Damaris cuando pasó cerca de ella.

Pero Fanya no lo escuchó, no podía procesar, razonar o siquiera pensar con claridad.

Todo se volvió borroso. Inexistente.

...Mi alma está......

...Sangrando....

—¡¡AAAAHH!!

El grito de una compañera alertó a todos los alumnos en el salón. Un escalofrió recorrió el cuerpo de Denis al ver a su novia tirada en el piso inconsciente.

—¡Fanya! —Denis corrió hasta la chica rompiendo la fila y se abalanzó sobre ella. —¡Fanya, despierta por favor!

—¡Llévenla a la enfermería! —Ordenó el profesor.

Denis la cargó entre sus brazos y se la llevó apresurado a la enfermería. Fanya podía estar inconsciente, pero aún esa voz se hacía presente en su cabeza.

...Encuéntrame......

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...Te encontré....

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Comments

Julia Monta88lvan

Julia Monta88lvan

aver esto se puso raro, digo. Segun yo ña unica que tenia una voz...o bueno personita, era Lena Y Raenix era esa "personita" sera que Fanya tiene tambien una o que le hizo la pitufina...
Psdt. Gracias a las historias de KLRspld he terminado la primera pila de deberes. Ayer me mataba la curiosidad de no poder leerla😅.

2024-07-11

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