Las horas se deslizaron lentamente, como una manta pesada que cubría el aire frío del amanecer.
Niki, quien seguía dormida, apoyada sobre el cuerpo de Nikolay, tenía respiración ligera y tranquila que parecía ser el único delator de su presencia. Se acurrucaba en la suavidad de su plumaje, buscando sin saberlo la protección que había perdido mucho tiempo atrás.
La sensación de estar en sus brazos, rodeada de la calidez de sus alas, le devolvía una paz que nunca pensó volver a sentir desde que el caos irrumpió en su vida, desde que Rick interrumpió su vida.
A través de sus sueños, tal vez regresaba a esos tiempos en los que era solo un polluelo ansioso por crecer y convertirse en un guerrero como su abuela, amada e inmersa en las caricias del viento entre las montañas, rodeada por su tribu, sin miedos ni amenazas, sin sombras que acecharan su existencia a cada paso.
A un lado, en la penumbra de la pequeña cueva, Killian permanecía inmóvil en la cama que le habían improvisado. Su cuerpo descansaba profundamente, el rostro relajado en la quietud de su sueño, las cadenas que lo habían retenido anteriormente ya no estaban, y sin embargo, no había ni el más mínimo indicio de intento de fuga. Si hubiera querido escapar, podría haberlo hecho sin dificultad alguna, pues tanto Nikolay como Niki y el propio Rick se hallaban en un estado vulnerable, inconscientes, casi completamente a merced de cualquiera que se atreviera a actuar. Y sin embargo, Killian permanecía allí, respirando profundamente, sin mostrar señales de inquietud.
—Zzz... Mhm...— Su respiración era profunda y tranquila, sin prisa, como si la calma de la noche le ofreciera un refugio que no encontraba en ningún otro lugar, o tal vez, en su calidad de vampiro, nada le afectaba.
Por otro lado, Nikolay, aunque inmóvil en la misma postura en la que se había quedado dormido, comenzaba a sentir una ligera incomodidad en su ala.
Había algo allí, una presión sutil que lo hacía entreabrir los ojos, aún adormilado. Con un leve esfuerzo, ajustó el ala, sintiendo cómo el peso de Niki, aunque delicado, se acomodaba sobre él, como si la joven cuervo hubiera elegido su pluma como un nido improvisado. La calidez de su cuerpo, la suavidad de su piel, lo hacían sentirse extraño, pero no era desagradable del todo.
Aquella era una sensación que no había experimentado en mucho tiempo, una que le recordaba la época en la que aún tenía una familia, cuando sus alas servían solo para el vuelo y no como una barrera entre él y el dolor de los demás.
Niki, sin embargo, no tardó en moverse mientras dormía, quizás buscando un lugar más cómodo.
Sin quererlo, rodó ligeramente y terminó cayendo de cara sobre las plumas de Nikolay. Su pequeño cuerpo, tan frágil y vulnerable, se hundió suavemente en su costado, y en un parpadeo, se convirtió en una mancha gris de plumas suaves y peludas sobre el gran ángel, como un pájaro joven buscando calor en el refugio de su madre.
Si alguien hubiera querido aprovechar la vulnerabilidad de ese momento, habría sido tan sencillo acabar con ella.
Dormía profundamente, completamente ajena al peligro que acechaba siempre en la oscuridad, porque esa era la primera noche en mucho tiempo que sentía paz, una paz que Rick había despojado de su vida con sus ataques imprevistos y brutales. Y sin embargo, ahora, en los brazos de Nikolay, Niki podía relajarse, no solo porque sentía la protección de sus alas, sino porque por fin su mente encontraba un respiro.
—Pfff...— Una risa ahogada escapó de los labios de Nikolay mientras un suave estremecimiento recorría sus plumas.
La proximidad de Niki, al moverse entre sus alas, le causaba una ligera sensación de cosquillas, que lo mantenía medio despierto, medio dormido, entre la conciencia y el sueño profundo. Las plumas de su ala se rozaban con la piel de la joven cuervo, creando una interacción leve, casi inocente, que no era lo suficientemente fuerte como para hacerle despertar completamente, pero lo mantenía suspendido en una placentera quietud.
A pesar de lo que pudiera parecer, Nikolay no estaba completamente tranquilo. Él también estaba vulnerable. El agotamiento lo invadía, su energía estaba casi agotada.
Para proteger a Niki, había hecho sacrificios, y sabía que necesitaría más fuerzas si se encontraban nuevamente con Rick. La última confrontación le había costado más de lo que había previsto, y si quería tener alguna esperanza de vencerlo, tendría que esperar a estar completamente recuperado.
El silencio que reinaba en la oscuridad de las montañas era casi absoluto, una calma profunda que se sentía tan ajena al caos que acechaba en el aire. Era un sueño falso, una quietud que pronto se vería rota, como todo en su vida. El peligro acechaba siempre, incluso cuando parecía que todo estaba en orden. Y ese peligro no tardaría en hacer su aparición.
Con el amanecer comenzando a asomar tímidamente en el horizonte, el viento helado de la madrugada se colaba entre los árboles.
Rick, cuya furia no había disminuido con el paso de las horas, había dedicado la noche a calmarse lo suficiente como para buscar venganza.
Con un baño largo y agresivo, intentó despojarse de la esencia de Niki que aún le impregnaba el cuerpo, pero su ira no se había disipado.
El deseo de venganza ardía más fuerte que nunca en sus venas. Se había llevado una humillación, y Rick no perdonaba las humillaciones. El rastro de sangre, el olor, la marca de Nikolay y Niki… todo eso lo había dejado inquieto, furioso.
—Ya vas a ver...— Murmuró entre dientes, su voz grave y venenosa, llena de un rencor insaciable.
Sus ojos brillaban con la promesa de sangre mientras sus pasos retumbaban en el suelo bajo la luz grisácea del amanecer. Con un gesto de la mano, desplegó al escuadrón que había reunido, listos para cazar.
La búsqueda se había iniciado, y nadie podría pararlos. Pero los que serían cazados no tenían idea de esto.
Las primeras luces del amanecer se filtraban tenuemente en la cueva, desdibujando las sombras en un gris pálido que suavizaba las formas adormiladas de sus ocupantes.
Lentamente, el sueño fue abandonando a Nikolay, quien entreabrió los ojos saliendo de su aislamiento hecho con sus alas, sus alas se deslizaron suavemente hasta dejar al descubierto su angelical rostro.
Killian, sorprendentemente, seguía en su improvisada cama, sin las cadenas, pero inmóvil y sin mostrar intención de escapar. Esa actitud desconcertaba al ángel; en sus pensamientos, los vampiros siempre serían criaturas astutas y calculadoras, siempre en busca de un momento de distracción para aprovechar cualquier ventaja.
Sin embargo, ahí estaba, sin más, aceptando la tregua implícita de la noche.
Nikolay se incorporó despacio, consciente del ligero peso en su ala. Sus plumas se movieron suavemente, y Niki, en su forma de cuervo, apenas hizo un sonido al acomodarse nuevamente. Parecía un pequeño pájaro, acurrucado como un polluelo en el nido, buscando instintivamente un refugio en su presencia. Su delicada silueta volando y aterrizando sobre la cabeza del ángel era tan inofensiva, tan frágil, que a Nikolay le costaba imaginar el dolor que ella misma había soportado.
Pero allí estaba, dormitando con una tranquilidad casi infantil, como si aquel lugar le devolviera un fragmento de la paz que tanto le habían arrebatado.
Cuando finalmente sintió la fuerza suficiente para moverse, Nikolay vio las frutas que había recogido la noche anterior, y con un gesto suave señaló el pequeño racimo que descansaba sobre el suelo húmedo de la cueva.
—¿Qué queréis de desayuno? Tenemos estas frutas —Anunció en voz baja, casi en un susurro, cuidando de no romper el ambiente de calma que se respiraba en la cueva.
Niki levantó la cabeza, aún en su forma de cuervo, y lo miró con ojos brillantes. Aquel aura angelical que envolvía a Nikolay la hacía sentir una seguridad que hacía tiempo creía perdida. Se acomodó, ronroneando con un suave piar que resonó dulce y jovial en el aire frío de la mañana.
—"Un durazno... suena al paraíso" —Respondió con un trino bajo, mientras se lamía el pico, entremezclando palabras con sonidos propios de un pájaro.
El ángel tomó la fruta y la acercó a Niki, quien la recibió con un entusiasmo discreto, como si el simple acto de alimentarse con algo tan sencillo fuera un lujo en sí mismo. Después, Nikolay extendió otra fruta hacia Killian, quien la aceptó sin un solo comentario, y por último se quedó con la que le correspondía a él. Aunque no era mucha comida, era suficiente para recuperar algo de fuerzas antes de retomar su marcha.
Mientras mordía su fruta, Nikolay miró de reojo a Killian. La curiosidad le picaba, pero la desconfianza era aún mayor. Finalmente, decidió preguntar, aunque sin esperar una respuesta sincera.
—Y tú, ¿cómo te has liberado de las cadenas? —Murmuró, buscando alguna pista en la expresión del vampiro.
Killian levantó la vista con un aire de aburrimiento, y le dedicó una media sonrisa cínica, apenas esforzándose en ocultar su sarcasmo y molestia al ver a su mascota en una forma tan tierna, acurrucada en el cabello de ese idiota que apareció de la nada.
—¿Cómo crees, idiota? Usé la cabeza, y me transformé en murciélago —Respondió con un tono desdeñoso, antes de volver a morder la manzana roja que tenía entre manos.
Nikolay soltó un suspiro, ya acostumbrado a las indirectas y la condescendencia que parecían parte inherente de la personalidad del vampiro. No tenía tiempo para cuestionar más, y optó por centrar sus pensamientos en lo que les aguardaba.
—Lo que sea. Hoy comed bien, porque nos espera un día duro, lleno de caminatas y vuelos —Anunció, intentando infundirles la mínima motivación para lo que venía.
Niki, con su durazno en las garras, lo devoraba en pequeños bocados, como una cría con su primera fruta, mientras sus ojos centelleaban de alegría. Se veía más tranquila, casi feliz, y Nikolay no pudo evitar una leve sonrisa al verla tan entregada a ese momento efímero de paz, sin saber que, en el bosque circundante, un escuadrón de Rangers se desplegaba con sigilo, siguiendo cualquier pista que pudiera llevarlos hasta ellos.
—¿Dónde ir, cuervo milagroso? —Preguntó Niki, levantando la vista con una inocencia que hacía eco a su naturaleza juvenil y curiosa.
Nikolay se quedó en silencio un instante, pensando en el siguiente paso, en el destino incierto que los alejase de la amenaza que pendía sobre ellos. La respuesta le llegó en forma de una promesa silenciosa de protección.
—No sé aún —Dijo finalmente—, pero eso sí, nos alejaremos lo más que podamos de aquí. No querrás que te vuelvan a encerrar en esa prisión, ¿verdad?
La reacción de Niki fue inmediata; Un temblor recorrió su pequeño cuerpo mientras sus ojos se oscurecían con un destello de odio y miedo.
—Vampiros malos… —Murmuró, tragándose hasta el cuesco de su fruta, como si ese acto simbólico pudiera deshacerse de todo el sufrimiento que esos monstruos le habían causado.
La mención de la prisión era suficiente para recordar a ambos lo que significaba ese lugar para Niki, el sitio en el que Rick la había doblegado, el lugar donde todos habían disfrutado de su sufrimiento. Su espíritu, sin embargo, aún conservaba fuerzas para resistir, y Nikolay sabía que, mientras estuviera con ella, haría todo lo posible para que no tuviera que regresar a ese infierno.
—¿No puedes estar hablando en serio? ¿Me secuestraste y no tienes ni idea de lo que vas a hacer después? —replicó Killian en un tono cargado de ofensa y desdén—. No eres más que un novato.
Sus palabras, impregnadas de humillación, parecían un último intento de hacer mella en Nikolay, de provocar alguna reacción que le diera cierta satisfacción. Pero el ángel, impasible, solo le dedicó Una fugaz mirada antes de seguir concentrado en Niki, ignorándole deliberadamente. Parecía evidente que Killian no era más que una distracción en ese momento; su actitud altanera no hacía sino resaltar su frustración por la captura, y cada palabra sonaba más a berrinche que a amenaza.
Nikolay, con la misma calma, continuó hablando con Niki, quien permanecía sobre su cabeza, ajena a la tensión por estar aún aletargada después de una noche de sueño reparadora.
—Lo bueno es que esta cueva tiene una salida hacia el lado del río —Agregó el ángel—. Seguiremos el curso del agua y nos alejaremos de ellos. Es mejor que no estemos en su terreno cuando llegue la hora de luchar. Basta de charla, ¿estáis listos?
—Hey, no me ignoren—Reclamó Killian con molestia.
La calma aún presente no los podía preparar para lo que venía, no sabían qué peligros los esperaban.
Mientras tanto, bajo la luz incierta del amanecer, el vampiro avanzaba con un paso firme y calculado, su figura recortada contra los primeros rayos de sol fiiltrados por las nubes, era un aviso del terror que se avecinaba. La furia le ardía en el pecho, una promesa de venganza se había fortalecido durante la noche y ansiaba concretarse a toda costa.
—Ya vas a ver… —Murmuró nuevamente con un tono oscuro y lleno de veneno, mientras sus ojos relucían con la promesa de sangre.
Mientras los tres avanzaban por la salida de la cueva, Niki se acomodaba mejor en la cabeza de Nikolay, ignorando por completo las burlas de Killian y centrada en la calidez que sentía en su improvisado refugio. A pesar de la cercanía del peligro, el único pensamiento que cruzaba su mente era lo reconfortante que era el cabello de Nikolay, casi como una manta que la protegía del mundo exterior.
—Yo seguirte hasta la muerte —dijo en su peculiar tono, su voz tan suave como un susurro, tan sincera que hizo a Nikolay sonreír fugazmente, mientras caminaban por la penumbra.
Killian, como si aquello hubiera sido una chispa en su paciencia, no perdió la oportunidad de replicar, rodando los ojos y lanzando su veneno habitual.
—"Yo seguirte hasta la muerte" —se burló, imitando su tono con exageración—. Eso es lo más ridículo que he escuchado en mi vida.
Niki, sin perder la calma, se giró levemente y le sacó la lengua desde su pequeño tamaño, su gesto infantil y provocador le arrancó una risa ahogada a Nikolay. Killian, sin embargo, parecía irritado, y su mirada se oscureció al ver la facilidad con la que esos dos se entendían. Había pasado una semana cuidando de Niki, una semana llena de caos y molestias por parte de la chica cuervo, y ahora, en cuestión de horas, ella y Nikolay parecían tener un vínculo que él nunca logró establecer y sin esfuerzo alguno.
—No es momento de hacer esto, Killian. Vámonos —dijo Nikolay, manteniendo un tono firme mientras se dirigía a la salida de la cueva, desde donde se podía divisar el bosque en una calma casi antinatural.
Afuera, el cielo estaba cubierto de nubes densas que presagiaban malas noticias. El bosque, por lo general lleno de sonidos de animales y hojas que se mecían al viento, se hallaba sumido en un silencio inquietante. No había ni un solo ruido, como si los mismos árboles contuvieran la respiración ante la presencia inminente de una amenaza. Pero, al parecer, ese silencio no era suficiente para detener las quejas constantes de Killian, que seguía con su tono condescendiente y burlón.
—"Ay, eres fabuloso", "te seguiré hasta la muerte", "qué alas tan cómodas~" —continuaba, imitando a Niki de manera chillona mientras Nikolay contenía la paciencia con esfuerzo.
Finalmente, Nikolay se detuvo y, girando a medias, dejó escapar una exasperada advertencia.
—¿Puedes mantenerte en silencio al menos una vez? ¿Quieres que nos atrapen?
Killian simplemente alzó los hombros, indiferente.
—No me importaría, la verdad —respondió, con un desdén que dejaba en claro su falta de preocupación.
Nikolay tomó una respiración profunda, deseando por un instante tirar a Killian montaña abajo. Pero sabía que cualquier movimiento brusco o ruido podría alertar a los vampiros que se desplegaban entre las sombras del bosque, sus ojos depredadores escudriñando cada rincón en busca de ellos. Rick estaba cerca, lo sentía en el aire denso y en la creciente inquietud de su propia respiración.
Niki se sentía especialmente orgullosa de su nuevo amigo, Nikolay, quien no dudaba en responder a las constantes provocaciones de Killian. Ella, desde su forma de pequeño cuervo, soltó una risa peculiar.
—Cuervo milagroso ser tan genial~ —dijo con una mezcla de burla y admiración.
Killian soltó un largo suspiro de fastidio, aparentemente cansado de los halagos de Niki hacia Nikolay, mientras caminaba torpemente por el accidentado sendero.
—Agh... Estúpido camino de rocas —murmuró, esquivando polvo—. Este lugar terminará por dañar mi perfecto rostro.
Niki, sin perder la oportunidad de molestarlo, le respondió con sorna.
—Rostro de pez gato no poder ser más pez gato —Soltó, acurrucada cómodamente en la cabeza de Nikolay, quien se mantenía concentrado en el angosto y empinado sendero.
Mientras tanto, Rick, movido por su deseo de venganza, organizaba a su escuadrón de Rangers en una formación estratégica. Ordenó que rodearan el área, buscando sincronizar el ataque y atrapar a Nikolay en un asalto inesperado.
Nikolay sintió un escalofrío recorrer su espalda, una advertencia silenciosa de que la calma no duraría mucho. Giró ligeramente la cabeza hacia Killian y habló en un susurro.
—Niki, encárgate de Killian, por favor. Necesito tener las manos libres por si hay un ataque.
La petición no era solo por la necesidad de estar preparado; Nikolay también quería que Niki volviera a su forma original, menos vulnerable. Con un gesto, hizo aparecer una túnica blanca en su brazo y, tras concentrarse un momento, se la arrojó a Killian.
—Ponte esto, al menos para cubrirte un poco.
Niki soltó un suspiro que parecía más un chillido cansado, dejando en claro su desagrado. No le agradaba ni la idea de ir con Killian ni la de cubrirse con ropa que consideraba molesta.
—¿Tener que hacerlo? —se quejó, sus ojos brillando con resistencia.
—Sí —respondió Nikolay, con su calma habitual.
—Oww… —murmuró Niki, molesta pero resignada.
Con un movimiento elegante, Niki descendió al camino rocoso y recogió la túnica que Killian sostenía, transformándose en un cuervo de mayor tamaño y luego en su forma humanoide, una mujer alada. Quitó la túnica de las manos de Killian con evidente fastidio y se la colocó, aunque no sin dificultad.
Mientras tanto, Nikolay desplegó sus seis alas, elevándose en el aire y haciendo un gesto hacia Niki, invitándola a unirse a él en el vuelo. Sin embargo, ella se giró hacia Killian, con una mirada de exasperación que dejaba en claro que lo último que quería era cargar con el vampiro.
—¿Tú ir por tu cuenta, no? ¿O estorbar cuando yo querer volar con él? —preguntó, dejando clara su falta de interés en llevarlo.
Killian, sonriendo con una mezcla de orgullo y picardía, respondió sin pensarlo dos veces.
—Si no me cargas en brazos, no me voy a mover~ —Respondió, disfrutando de la incomodidad que causaba.
Nikolay suspiró, agotado.
—Dios, ten piedad de nosotros…
Niki lo miró con expresión resignada, preguntándose si realmente tendría que cargarlo.
—¿Poder cargarlo de una pata? Ser posible que dejar de hablar… —dijo, extendiendo sus alas con un toque de dramatismo, dejando ver lo poco que le agradaba la idea.
Ofendido, Killian la miró de arriba abajo.
—No seas grosera. ¿Acaso no sabes lo delicado que soy? Tienes suerte de estar en presencia de mi belleza, pájaro loco.
Niki lo miró con una mezcla de asombro y burla.
—Ser ridículo. Tú poder volar como rata con alas, ¿por qué tener que llevar? —extendió sus brazos, finalmente cediendo para que él se subiera.
Con una sonrisa arrogante, Killian se acomodó, disfrutando cada segundo de su "trato especial" mientras Niki reprimía una mueca de disgusto.
—Porque me lo debes, además, no me apetece volar, y quiero fastidiarte —dijo Killian con una sonrisa maliciosa, acomodando su cabello con elegancia y mostrando sus colmillos.
Nikolay observaba en silencio, sabiendo que Niki apenas soportaba al joven vampiro y, mucho menos, deseaba tenerlo cerca. Sin embargo, comprendía la importancia de mantener sus manos libres en caso de un ataque. La situación no dejaba espacio para sus preferencias personales.
—Lo siento, Niki. Sé que no te agrada mucho, pero es necesario. No tardaremos en alejarnos si volamos rápido. Apenas estemos a salvo, me lo puedes pasar y nos turnamos para lidiar con el… pequeño inconveniente —le dijo, tratando de ofrecer una tregua—. ¿Te parece?
Nikolay confiaba en que ella entendiera. Al ver a Niki suspirar y asentir sin protestas, respiró aliviado. La chica cuervo sabía que Nikolay intentaba hacer lo mejor para ambos, y no había lugar para berrinches.
Mientras se organizaban, Rick y sus Rangers avanzaban con sigilo. El equipo era una unidad de élite, entrenada desde la infancia para cazar y capturar, perfeccionando sus habilidades en misiones peligrosas. Actuaban como autómatas al servicio de la familia Nocturna, fieles y letales. Rick, impetuoso y vengativo, los había desplegado con un objetivo claro: recuperar a Killian Nocturna, el vampiro joven más deseado de la alta sociedad. Era una orden que no podían ignorar. Aunque sabían que Nikolay había derrotado a Rick, estaban decididos a capturarlo usando toda su fuerza y preparación.
Rick, observando desde un rincón, los dirigía con voz severa:
—Escuchen bien, inútiles —murmuró mientras ajustaba el gatillo de su arponero—. Apunten a las alas, las piernas y los brazos. Y no lo suelten, a menos que quieran acabar como comida para los cerdos.
Los cazadores, impasibles, acataron las instrucciones. Desde sus escondites, prepararon sus arpones con cables de acero, listos para abatir al ángel y arrastrarlo a tierra firme.
Mientras tanto, ajenos a la amenaza que se cernía sobre ellos, Nikolay, Niki y Killian continuaban su charla. Era evidente que Killian estaba encantado con la oportunidad de fastidiar a Niki y se acurrucó en sus brazos apenas se subió con una sonrisa satisfecha.
—Aquí las reglas las pongo yo, tontita. Si quieres que coopere, tendrás que cargarme —dijo, complacido, mientra se acomodaba contra ella.
La actitud del vampiro irritaba a Niki, pero Nikolay mantenía su calma habitual.
—Me da igual lo que hagas, Niki, pero agradecería que dejara de hablar… puede ser bastante molesto —murmuró el ángel mientras mantenía su ritmo en el aire, aún ajeno al peligro.
Con un suspiro de resignación, Niki emprendió el vuelo, moviendo la tierra bajo sus pies mientras alzaba vuelo. Su rostro reflejaba su fastidio, y murmuró:
—Estúpido pez plano…
Pero apenas había tomado altura cuando un destello surgió del suelo: varios arpones fueron lanzados hacia ellos, surcando el aire con trayectorias precisas hacia las alas y piernas del ángel.
Aterrada, Niki gritó con toda su fuerza:
—¡Cuidado!
Nikolay, distraído, frunció el ceño ante el repentino grito. Por un instante, no comprendió el motivo de la advertencia y miró a Niki con confusión, hasta que, siguiendo su mirada hacia abajo, comprendió la gravedad de la situación. Pero ya era demasiado tarde.
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Loammy Sequeira
Noooo que cruel puntos menos para Rick
2024-12-02
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