Mientras Nikolay preparaba la cueva, los eventos en el bosque aún seguían su curso, pero en su refugio, el ángel se sentía tranquilo. Había encontrado un escondite pequeño y bien camuflado en la montaña, un lugar lo suficientemente aislado para ofrecer seguridad. La vista desde allí era impresionante: árboles frutales se extendían a lo largo del pie de la montaña, aún con el clima otoñal se podían encontrar algunas frutas, y el entorno estaba en completo silencio, creando un contraste absoluto con la batalla que acababan de librar.
Agotad dejó a Killian en el suelo, observándolo con cierta preocupación. El vampiro no había despertado ni mostrado señales de vida desde que lo capturaron. Nikolay no podía evitar preguntarse si algo estaba mal.
—(¿Estará muerto?)— Pensó, aunque desechó la idea rápidamente.
—(No, es imposible, no le hemos hecho suficiente daño como para matarlo.)—Suspiró, volviendo a concentrarse en el presente.
El refugio necesitaba algunos ajustes si iban a pasar la noche allí.
—A ver cómo preparo esta cueva para que sea cómoda...— Murmuró mientras salía a recoger materiales.
El lugar era ideal, pero no del todo habitable. Nikolay voló por los alrededores, recogiendo hojas grandes y ramas que usó para crear una especie de puerta improvisada, asegurándose de que la lluvia no entrara si el clima cambiaba.
También encontró plantas de tacto suave, parecidas al algodón, y con ellas improvisó camas para que pudieran descansar cómodamente.
Mientras tanto, lejos de la tranquilidad de la montaña, Niki volaba hacia el lugar acordado con Nikolay, aún orgullosa de su reciente victoria sobre Rick. Sin embargo, el vampiro no compartía su perspectiva.
En lo profundo del bosque, Rick se debatía violentamente entre las raíces que lo mantenían atrapado, su rabia y frustración aumentaban con cada segundo que pasaba.
—(No me importa romperme los huesos si es necesario)— pensaba furioso, —(¡Esto es personal! Han manchado mi orgullo, malditos pajarracos...)—
El vampiro juraba venganza, mientras sus esfuerzos por liberarse solo lo lastimaban más.
Nikolay, ajeno a la furia de Rick, terminó de acondicionar la cueva. El refugio ya estaba listo. Acomodó las camas y se tumbó en una de ellas, sintiendo el suave material bajo su cuerpo cansado, la vida mortal era agotadora.
Pero a pesar de estar agotado, no podía permitirse descansar por completo. Faltaba Niki, y no descansaría hasta asegurarse de que ella también estuviera a salvo.
—(Lo último que necesitamos es que la atrapen otra vez...)— pensó con el ceño fruncido.
Poco después, los sonidos de alas batiendo anunciaron la llegada de Niki. Nikolay se incorporó de inmediato, aliviado al verla entrar sin señales de daño.
—¿Estás bien? ¿Te has hecho daño? —preguntó, sus ojos examinando rápidamente su estado.
Antes de que Niki pudiera responder, Killian, hasta entonces inconsciente, abrió los ojos y se incorporó lentamente, quitándose el pañuelo que le cubría la boca con un gesto irritado.
—¿Y a ti qué te importa cómo está? Métete en tus asuntos, ella es mía —Escupió el vampiro rubio con una mirada desafiante, claramente molesto por su situación.
Ambos alados decidieron ignorarlo por el momento. Niki, nerviosa y con una mezcla de timidez, asintió en respuesta a la pregunta de Nikolay, aunque la media sonrisa que mostró no ocultaba su inquietud.
A medida que estaba más cerca del ángel, todo el orgullo que sentía por su acción se desvanecía, reemplazado por la duda.
—(¿Lo habré hecho bien? ¿O me habré pasado?—
Temía haber decepcionado a su salvador y luego de un pequeño debate interno respondió.
—No salió como esperaba... pero está hecho —Murmuró, casi para sí misma, mientras jugaba con sus dedos.
Nikolay la observaba con atención, intuyendo vagamente lo que pudo haber sucedido. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo más, la voz de Killian volvió a irrumpir en la conversación.
—¡¿Por qué me hábeis secuestrado?! —Gritó, irritado por la falta de atención hacia su presencia.
Niki, sin prestar mucha atención a la irritación del vampiro, se inclinó hacia él con una expresión curiosa en su rostro.
—Pensar que dormir como tronco, casi creer que estar muerto... —Dijo, algo divertida, señalando a Killian, envuelto en mantas y cadenas como si fuera una especie de extraño sushi, con solo su cabello sobresaliendo del amasijo de telas.
Con una mezcla de curiosidad y diversión, Niki tocó su rostro para asegurarse de que seguía vivo, su ceño fruncido mientras trataba de discernir si lo que veía era real. En la oscuridad de la cueva, su voz parecía más una alucinación que una realidad tangible.
Nikolay, en silencio, observaba la escena, pero sus pensamientos estaban lejos de allí. Estaba repasando los eventos recientes, analizando las probabilidades de éxito de la misión de Niki y considerando todo lo que podría haber salido mal.
—No me toques, manos fuera —Gruñó Killian, molesto por el contacto no deseado.
Intentó apartarse de ella, pero su condición actual, envuelto en mantas y cadenas, solo le permitió rodar torpemente por el suelo, como una croqueta desorientada. Estaba sofocado y cada vez más incómodo.
—Al menos quítame estas malditas mantas, ¿no? —Dijo, volviéndose cada vez más insistente, incapaz de soportar el calor.
Niki, algo distraída, seguía tocando su cara, tratando de entender cómo podía estar acostado de una forma tan peculiar, incluso siguiéndolo cuando rodó unos cuantos pasos al interior de la cueva.
Killian no dejaba de quejarse, repitiendo en voz alta:
—¡Quítame las mantas! ¡Quítame las mantas! ¡Quítame las mantas!—
El tono irritante de su voz hacía eco en la cueva. Nikolay suspiró, conteniéndose.
—Deja de gritar, es de noche —dijo, intentando mantener la calma.
Killian rodó los ojos, soltando un suspiro. Sabía que si seguía gritando podría atraer a otros vampiros, incluso estando en una montaña alta. Sus sentidos eran agudos, y había una posibilidad real de que alguien lo estuviera buscando. Aun así, decidió no seguir insistiendo por el momento. No se iría sin saber qué planeaban aquellos dos.
—Lo que sea... —Murmuró, resignado.
Mientras tanto, Niki observaba la escena con una leve sonrisa. Ver a Killian rodar, envuelto como un capullo, le resultaba extrañamente divertido. Por un momento, su mente divagó.
—"¿No parece un tronco gigante rodando? Me recuerda a cuando mi Yaya subía troncos a las colinas y luego rodábamos dentro de ellos hasta los ríos..."—Comentó divertida.
Ese recuerdo familiar, aunque inicialmente le arrancó una sonrisa, pronto se tiñó de tristeza. Recordar a su familia siempre le dolía, especialmente sabiendo que los vampiros, la especie de Killian, habían exterminado a su tribu. El dolor silencioso apagó cualquier rastro de alegría dejando tras de sí un silencio incómodo.
Killian, que entendía algunas palabras del idioma de los cuervos, notó cómo la conversación de Niki tocaba el tema de su familia. Su expresión se suavizó ligeramente, desviando la mirada. Aunque no solía mostrar emociones, no podía evitar sentir cierta culpa. Sabía lo que su raza había hecho a innumerables pueblos y aunque no había hecho nada, disfrutar de los beneficios le hacía sentir culpable.
Niki bajó la cabeza, sumida en sus pensamientos.
—Señor cuervo milagroso... ¿Qué vamos a hacer? —murmuró, intentando captar la atención de Nikolay.
Los pensamientos de Killian vagaban por todo lo que Niki había perdido. Aunque trataba de ignorar esa sensación de culpabilidad, no podía evitar sentirla. Desvió la mirada mientras Nikolay comenzaba a hablar.
—Nos quedaremos aquí esta noche. Mañana nos moveremos a otro lugar —explicó el ángel, con un tono práctico—. Dejé una nota en la habitación de Killian avisando que lo hemos secuestrado. No tardarán en reaccionar, y es probable que Rick acelere el proceso, ahora que nos quiere hacer papilla. Podemos aprovechar eso para matarlo cuando lo volvamos a ver... pero ahora necesito descansar.
Niki asintió en silencio. Aunque quería hacer más preguntas sobre quién era Nikolay en realidad, prefirió no hacerlo. Sabía que él ocultaba más de lo que decía, pero le debía la vida, y no era momento de cuestionarlo. Le había devuelto su honor de guerrera, y eso era suficiente por ahora.
Mientras tanto, lejos de la calma de la cueva, Rick había pasado toda la noche luchando por liberarse. Sus esfuerzos lo llevaron a romperse todos los huesos, cual carne molida habia vivido el proceso, pero finalmente logró arrastrarse fuera de la trampa de raíces que lo mantenía atrapado. Cuando por fin se curó, se sacudió la suciedad seca que cubría su cuerpo y rostro, con una mirada feroz.
—Ahora es personal... —Murmuró con un tono frío y siniestro.
En sus siete mil años de vida, jamás había sentido tanta rabia ni había sido humillado de tal forma. Mientras él maquinaba su venganza, Nikolay, Niki y Killian, ajenos a sus planes, disfrutaban de un breve respiro, una calma engañosa antes de la tormenta que se avecinaba.
Nikolay, notando el cansancio y pesar en Niki, decidió hacer algo para animarla.
—¿Tienes hambre? —preguntó, señalando unas frutas maduras que había recogido más temprano y que ahora reposaban en el suelo—. Las recogí pensando que tal vez querrías algo de comer.
Niki miró las frutas, agradecida por la preocupación del ángel. En un ambiente tan tranquilo y con menos peligros inmediatos, una comida sencilla era un lujo bien recibido.
Mientras tanto, Killian, tratando de distraerse de los pensamientos de culpa que lo atormentaban, comenzó nuevamente con sus quejas.
—¡Quitadme la manta! ¡Quitadme la manta! —Repetía, más molesto que antes.
Sus palabras resonaban en la cueva una y otra vez, sacando de quicio a cualquiera que lo escuchara. Nikolay, aunque usualmente paciente, no era una excepción.
Finalmente, el ángel decidió ignorar el molesto murmullo de Killian. Se acostó en su cama improvisada y se tapó los oídos, intentando dormir mientras el vampiro seguía con sus interminables quejas.
Niki tomó una de las frutas que Nikolay le había ofrecido y se dirigió a la salida de la cueva, donde se sentó a contemplar la luna con una expresión melancólica. Sin embargo, había una paz en su corazón que nadie podía darle, una sensación de libertad al sentir el viento en su rostro. Mientras comía, sus alas se estiraban cómodamente, y una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.
—"Unidos por el viento, los cuervos van al vuelo..." —Susurró en un canto suave.
Demasiado había sucedido en tan poco tiempo y la libertad que saboreaba era inconmensurable. Pero en la oscuridad de la noche tan pacífica con las quejas de fondo, no podía evitar preguntarse: ¿por qué necesitaba a su "amo" cerca? ¿Para qué lo quería? ¿Y por qué no se callaba y la dejaba disfrutar del momento?
—¡Quitadme la mantaaaaaaa! —Gritó Killian desde el interior de la cueva, visiblemente irritado.
Nikolay, ya harto, suspiró profundamente antes de responder.
—Por favor, cállate de una vez —Pidió, agotado de la constante queja.
La paciencia de Nikolay comenzaba a agotarse. Si el vampiro seguía siendo tan molesto, la tentación de matarlo se hacía cada vez más fuerte. No era la mejor opción, pero sin duda, sería la más tentadora por un poco de paz.
—Me callaré si me quitáis esta manta —Dijo Killian con firmeza, dejando claro lo que se necesitaba para obtener su silencio.
Ambos, Niki y Nikolay, entendieron inmediatamente lo que debían hacer si querían paz.
—Me muero de calor —Se quejaba Killian, aumentando la frustración en el ambiente.
Irritada por la insistencia de Killian, Niki dejó escapar un suspiro y se levantó. Tomó una de sus plumas sueltas y se acercó al vampiro, con una expresión decidida. Iba a hacerle cosquillas en los pies hasta la muerte si no se callaba.
—Callarte o ver cómo hacer que grites —Le advirtió, inclinándose sobre él con una mirada amenazante.
En ese momento, su posición reveló algo que los demás no esperaban: Niki no llevaba ropa interior, y desde donde Killian estaba, se veía todo. El vampiro desvió la mirada de inmediato, incómodo.
—Deberías ponerte ropa interior —Murmuró Killian, aún más perturbado.
—Concuerdo —Añadió Nikolay con un suspiro, recordando la imagen de Niki al viento momentos antes.
Niki, visiblemente confundida, ladeó la cabeza.
—¿Eh? —preguntó, sin entender.
Ella no era consciente de la incomodidad que estaba causando. Para su tribu, la ropa interior era algo desconocido, y el concepto le resultaba extraño. Killian y Nikolay, por su parte, no estaban acostumbrados a ver a alguien en esa situación, especialmente en un momento tan poco apropiado.
—Solo no te acerques a mí así, me das... yuyu —Murmuró Killian, desviando la mirada con un evidente malestar.
Niki ladeó aún más la cabeza, perpleja.
—¿Interior? ¿Tripas? —preguntó, incrédula.
La tribu de Niki rara vez usaba ropa, y las palabras de Killian no tenían sentido para ella. Pensó que tal vez se referían a algo interno, como sus órganos o algo parecido. No entendía qué tenía que ver todo eso con la conversación.
Nikolay, sin interés en explicarle el concepto, decidió pasarle la responsabilidad a Killian.
—Explícale tú lo que es la ropa interior —Dijo Nikolay, dejando claro que no tenía intención de entrar en ese tema.
Killian, incómodo y sin muchas opciones, intentó explicarse.
—Es... lo que te pones para cubrir... eso... tus... emmm... tus partes... —Balbuceó, claramente incómodo.
El vampiro hubiera preferido mostrarle una prenda de ropa interior, pero estando atado, solo le quedaba explicarlo con palabras. Lo cual, para su desgracia, no estaba yendo bien.
Niki, completamente confundida, ladeó aún más la cabeza.
—¿Partes? ¿Comida? —preguntó, sin captar en absoluto lo que Killian intentaba decirle.
Para Niki, "partes" significaba porciones de comida. Después de todo, solo recordaba como su tribu solía repartir las presas frutales en porciones, y los recolectores se encargaban de vigilar mientras otros se aseguraban de que no fueran atacados por depredadores. Pero mezclar comida y ropa en una misma frase no tenía ningún sentido para ella. ¿Acaso los vampiros se vestían con comida? Esa idea le causó desconcierto y desagrado al recordar las mantas de pieles que había visto en la habitación de Killian.
—¡No me mires así! ¡Me refiero a que tienes que taparte eso! ¡ESOOO! —Exclamó Killian, desesperado, señalando con la mirada hacia el área de Niki que estaba descubierta.
Pero Niki no podía ver bien en la oscuridad. Solo sabía dónde estaban los dos hombres porque la luz de la luna se reflejaba en sus cabellos, pero no comprendía qué era lo que tanto les molestaba o porque el vampiro se alteraba tanto.
Niki, aún más confundida, miró a Killian y Nikolay sin entender lo que le estaban señalando.
—¿Eso? —preguntó, completamente desorientada.
—Solo... tápate... —respondió Killian, ya agotado.
Nikolay suspiró antes de intervenir.
—No tengo ropa interior de mujer, pero creo que puedo crear algo.
Cerró los ojos y se concentró profundamente. Para usar sus poderes de creación, necesitaba visualizar con claridad lo que deseaba materializar. Tras unos momentos de silencio y esfuerzo, una prenda apareció en sus manos: una braga.
—¿Esto te sirve? —le ofreció a Niki.
Ella, atónita, creyó que le estaban señalando el ombligo cuando sintió el calor de la mirada del vampiro cerca de su torso. ¿Acaso en esta cultura la gente se tapaba los ombligos? Pero el suyo ya estaba cubierto...
—¿Eh? —murmuró, mirando su propio ombligo y luego el de los demás. ¿Qué tenía de distinto? Además, ¿esa cosa que había hecho aparecer el "cuervo milagroso" era para el ombligo o para el cabello? Las plumas de Niki no necesitaban peinarse, sus manos eran suficientes. Se cubrió con sus alas, sintiéndose vulnerable ante el extraño comportamiento de sus compañeros.
—Me rindo... —murmuró Killian, agotado por la situación.
Nikolay intentó ser más práctico.
—Si le pones esto, te quitaré la manta y al menos podrás mover las manos.
Killian, al escuchar esto, rápidamente asintió. Nikolay, con un simple chasquido, hizo desaparecer las mantas que envolvían al vampiro como un burrito. Aunque todavía estaba encadenado, Killian se sintió un poco más libre.
—Bien, te enseño dónde se pone —dijo el vampiro, resignado.
Suspiró profundamente antes de inclinarse hacia Niki, levantando uno de sus pies para ponerle la prenda. Estaba a punto de colocarle la braga cuando Niki, asustada por su cercanía, empezó a emitir sonidos de cuervo. En un instante, su cuerpo se transformó en un gran cuervo del tamaño de un perro. Las vendas y la ropa cayeron al suelo mientras aleteaba furiosamente.
Creyendo que Killian intentaba aprisionarla, le dio un picotazo en la mano y se alejó rápidamente hacia un rincón oscuro de la cueva, trepando por las estructuras rocosas del techo en busca de un lugar seguro.
—"¡Agresor! ¡Loco! ¡Estúpido pez plato!" —gritó Niki en su lengua de cuervo, emitiendo sonidos alterados.
No comprendía para qué servía esa cosa y no tenía intención de averiguarlo. Todo esto era demasiado extraño para ella.
Nikolay se llevó una mano a la cara, frustrado.
—Niki, tranquila. No está intentando hacerte daño. Esa cosa solo sirve para cubrir tus partes íntimas... —intentó explicarle.
Los ojos de Niki brillaban con miedo mientras observaba a ambos desde su escondite.
—¡Mentira! ¡Me quieren poner cosas raras! ¡Mentirosos! —gritó mientras se movía de un lado a otro por el techo, su pico abierto en señal de alerta.
—Vuelve a tu forma original —ordenó Killian, cruzando los brazos y esperando que Niki se calmara y volviera a su estado humanoide.
Cuando Killian insistió en que volviera a su forma habitual, Niki se negó rotundamente.
—¡No, no, no! ¡Vampiro malo! ¡Cuervo malo! ¡Vida mala! —gritaba desesperada.
Nikolay suspiró y decidió tomar un enfoque más comprensivo.
—¿Sabes qué? Déjala. Si no quiere usarla, no la vamos a obligar... Además, en esta forma no se ve nada inapropiado.
—Niki, no queremos hacerte nada malo. Estamos acostumbrados a ver a la gente vestida. Esas partes solemos guardarlas para nuestras parejas porque es algo especial... ¿No quieres que tu pureza cuente? —dijo Nikolay, hablándole con la paciencia de alguien que intenta explicarle algo complicado a un niño.
Parecía que Nikolay había dado en el clavo. Niki no estaba familiarizada con las normas sociales que los demás daban por sentado.
—Esta chica es tonta... —murmuró Killian, rodando los ojos.
—¡Oye! No le digas eso. Tal vez simplemente nadie le ha explicado estas cosas —respondió Nikolay, molesto.
—Si eres tan inteligente, explícaselo tú —refunfuñó Killian, cruzando los brazos.
Niki, indignada al oir los insultos de su amo, les lanzó una pequeña piedra a ambos.
—¡Pero el vampiro ya me vio! ¡Tú viste mi trasero! ¡Yo ya estoy dentro del idiota! —exclamó, confundida y enfadada.
No entendía por qué ahora debía cubrirse si, según su lógica, su pureza ya estaba "arruinada" por las extrañas manipulaciones del vampiro que se hacía llamar su "amo."
La atmósfera seguía tensa. Niki, aún alterada, buscaba algún tipo de sentido en la situación. Recordó cómo la habían visto durante el cumpleaños de Killian y miles de chupasangre: Rick la había visto, el ángel también, y de alguna manera, había terminado envuelta con Killian sin siquiera entender lo que ocurría. ¿Qué sentido tenía ahora la imposición de una norma que no correspondía a su raza o circunstancias después de todo lo que había pasado?
—¡Tú fuiste quien empezó a comportarse como una babosa y te tiraste encima de mí! ¡Yo no hice nada! —se defendió Killian, cruzado de brazos.
Nikolay, ya al borde de su paciencia, exhaló con frustración.
—¿Sabéis? Esto no necesito saberlo… Arreglad vuestros propios problemas.
El ángel, irritado, decidió dar por concluida su participación en esa extraña escena. Se envolvió en sus alas, cubriéndose por completo, como creando una barrera para aislarse de los ruidos y discusiones. Cerró los ojos y, con ello, se sumió en su descanso.
—Genial, ahora has enfadado al ángel —dijo Killian, con un tono burlón—. Nos va a matar mientras dormimos, ya verás.
Niki, con la voz entrecortada, intentó defenderse.
—¡Tú me mordiste sin razón! ¡Yo no te hice nada! ¡Yo solo…! —sus palabras se apagaron al recordar a Marcos, el hombre que la había marcado de por vida. La tristeza la invadió y cayó en un silencio profundo.
Desde lo alto de su escondite en la cueva, las lágrimas comenzaron a rodar por su rostro. Todo parecía tan injusto. Su dolor la hizo encogerse, transformándose en un cuervo bebé. No quería seguir viviendo esta pesadilla, estaba dispuesta a dejarse morir si con eso podía escapar de su sufrimiento. Con las alas pesadas por la tristeza, voló hasta donde el ángel dormía y le dio la espalda a Killian. No podía soportar mirar al vampiro, su presencia solo le recordaba el oscuro pasado y la desesperanza que la asediaba desde que fue capturada.
—¿En serio te estás escondiendo detrás de él? —se burló Killian—. No seas patética.
El vampiro, con una sonrisa traviesa, aprovechó que Nikolay estaba profundamente dormido y decidió divertirse. Cambió de forma, volviéndose un pequeño murciélago, mucho más pequeño que el cuervo en el que Niki se había convertido. Su único objetivo era molestarla.
Voló hacia ella y, colocándose justo detrás, gritó:
—¡Bú!~
Niki se sobresaltó, cubriéndose los ojos con sus alas, y se dejó caer suavemente sobre las cálidas y protectoras alas de Nikolay. Su voz era un susurro cargado de molestia.
—No quere hablar contigo... Tú hacer que cuervo milagroso poner en mi contra. Malo, malo…
Killian no se detuvo, disfrutando del juego cruel. Mientras Rick descansaba a lo lejos, con sus huesos lentamente reacomodándose, el vampiro continuaba burlándose de la chica cuervo.
—Si te hubieras puesto lo que te dije, este señor no estaría molesto con nosotros. Es tu culpa por no hacerlo, desgraciada.
Con un renovado afán de molestarla, Killian se coló entre las alas de Nikolay, siguiéndola de cerca. Para él, Niki era una víctima perfecta para matar su aburrimiento, y su inocencia solo hacía todo más entretenido.
Pero Niki no iba a soportar más. Molesta, le dio un golpe con su ala, utilizando toda la fuerza que tenía en su pequeña forma.
—¡Ustedes ser raros! —gritó, dándole la espalda nuevamente—. ¿De qué servir todo esto si ya verme como osos a la miel?, cuervo milagroso ponerse raro por ti.
Killian apenas reaccionó al empujón. Solo soltó una carcajada burlona.
—¿De verdad piensas que es un simple cuervo? —murmuró, mirando al ángel con un tono condescendiente —. Tiene seis alas… Es imposible que sea solo un cuervo como tú.
—¡¿Tener algo de malo ser como yo?! —exclamó Niki, furiosa.
Y antes de que pudiera controlarse, le dio un picotazo en la cabeza a Killian y luego se escondió rápidamente bajo una de las plumas de Nikolay.
El silencio cayó repentinamente. El golpe había sido inesperado y, por un momento, todo quedó inmóvil.
Killian, sorprendido, no dijo nada al principio. Lentamente, sus ojos se llenaron de lágrimas.
—...Waaaaa… —sollozó, con una voz quebrada.
Sin decir nada más, voló hasta el techo de la cueva, donde se colgó boca abajo, cubriéndose con sus alas como un murciélago.
Niki, todavía escondida entre las plumas de Nikolay, escuchaba los sollozos de Killian desde lo alto. Se preguntaba si realmente el vampiro estaba llorando.
—¿Por qué lloraría? — pensaba. —¿Acaso había sido demasiado ruda? —
Pero él había empezado todo, ¿no?
—¡No caeré en tu trampa! ¡Sé que mientes! —exclamó, acurrucándose más profundamente en las plumas de Nikolay, intentando ignorar los sonidos que venían de Killian.
Sin embargo, con cada sollozo, una sensación incómoda de culpa comenzaba a invadirla. ¿De verdad había hecho lo correcto? Él no había sido violento con ella en ese momento, y aunque no entendía sus intenciones, tal vez no había justificación para pegarle de esa forma.
—Waaaa… —seguía llorando Killian, su pequeño cuerpo de murciélago colgando del techo.
No se movía, ni siquiera agitaba sus alas. Estaba completamente vulnerable, y aunque su comportamiento era dramático, parecía realmente afectado.
Niki trataba de cubrirse los oídos con sus alas.
— (No puede ser que le duela) —Se repetía a sí misma. —(Es un vampiro. Una criatura despiadada. El mal encarnado.—
Y aun así, su llanto seguía resonando en la cueva, traspasando todas las barreras que Niki intentaba levantar.
—No oigo, no oigo, ser de palo… —murmuraba, tratando de bloquear el sonido, pero fallaba miserablemente.
—Eso ha dolido, estúpida… ¡WAAAA! —gimoteaba Killian, su voz temblorosa.
El comentario de Killian finalmente rompió la resistencia de Niki. ¿Realmente le dolió?
La idea la sacudió. Aunque su mente luchaba por convencerse de que él era un ser malvado, su corazón le decía lo contrario en ese momento. ¿Había sido demasiado dura con él?
Con una mezcla de culpa y duda, Niki se levantó lentamente. Sus alas se agitaron suavemente mientras volaba hacia donde Killian estaba colgado. Aterrizó cerca de una roca, intentando no parecer demasiado conmovida, pero sus acciones la delataban. Todavía con lágrimas en la cara, Killian apenas levantó la vista cuando Niki se acercó.
—Lo siento... —murmuró ella, insegura, pero sincera.
—No... Aléjate —respondió Killian, con sus pequeñas orejas bajadas, volando a la otra punta de la cueva. Esta vez, le dio la espalda a Niki, visiblemente molesto y dolido.
—Me voy a dormir —añadió, cerrando los ojos y sumergiéndose en un silencio incómodo.
Niki lo observó desde la distancia. Sabía que Killian estaba exagerando un poco, pero también sentía que, en parte, no estaba fingiendo del todo. Le había dolido, de verdad. ¿Cómo pudo haber imaginado que un vampiro podía ser tan sensible? Y aunque no lo quisiera admitir, Niki se sentía un poco responsable por la situación.
Desde su rincón, Killian no hizo más sonidos, pero Niki pudo notar que su pequeño cuerpo aún temblaba ligeramente. La zona donde lo había picoteado estaba enrojecida.
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Updated 40 Episodes
Comments
Loammy Sequeira
pobre Killian me hizo llorar también
2024-11-30
3
Gigi
Quién hubiera pensado que los vampiros tienes sentimientos :o
2024-09-20
2