La noche se cernía sobre la mansión, envolviéndola en un manto de oscuridad y frío. Las sombras se alargaban en los pasillos, susurrando secretos a quien quisiera escucharlos.
En su cuarto, el omega rubio, Killian, descansaba en su cama, rodeado por la suavidad de las mantas completamente ajenas a las pasiones derramadas en los rincones más alejados de esas cuatro paredes.
Momentos antes, Killian, había estado absorto en la lectura de un libro, las páginas parecían estar susurrando historias de fantasía que lo transportaban lejos de la realidad.
Pero el cansancio de un día extenuante, lleno de eventos que lo habían agotado física y emocionalmente, lo obligó a dejar el libro a un lado y entregarse al placer simple del sueño que como vampiro no estaba obligado a tomar.
En ese instante, lo único que deseaba era sumergirse en el olvido, ignorando deliberadamente la presencia de su esclava que yacía cerca y las penas que invadían su mente.
— Mmm... Zz...—Se quejó entre surrurros aquel rubio tratando de dormir cómodo.
El aire frío de la noche se filtraba por las ventanas, acariciando suavemente su rostro. Pero Killian, previsor como siempre, se encontraba cómodo y cálido bajo un montón de mantas, envuelto como un rollito en un capullo de seguridad.
Mientras tanto, al otro extremo de la cama, Niki se sumergía en un mar de pensamientos caóticos y dolorosos.
La conmoción y el sufrimiento eran sus únicos compañeros mientras observaba en silencio al vampiro dormido a su lado. Su mente se debatía entre la desesperación y la confusión. ¿Qué había hecho? ¿Por qué se estaba convirtiendo en un adulto? ¿Tendría que desposar a este vampiro por ello? ¿Estaban enlazados? ¿Por qué se sintió bien aunque no lo amaba?, eran pensamientos que le sumaban agonía a su agotado cuerpo.
Entre sus divagaciones, una pregunta le carcomía el alma, llenándola de una angustia insoportable.
(¿Por qué lo prefieres a él?)
Con el corazón desgarrado, Niki recordaba los momentos compartidos con Fiole, veinte años de vida entrelazadas que parecían haberse desvanecido en un solo mes. La traición del que ahora se hace llamar Marcos era insoportable, su trato despectivo y cruel, la habían dejado tan rota, como una marioneta con los hilos cortados, despojada de toda esperanza de un futuro juntos. La ilusión de vivir una vida pacífica, de amarse como Dios manda, se había desvanecido tan fácilmente como hielo al sol del desierto.
(Habría destrozado el mundo por ti si eso me permitía estar a tu lado...)
Las lágrimas caían silenciosamente de sus ojos mientras miraba la luna desde su inmóvil postura en el extremo de la cama. Odiaba todo lo que estaba viviendo, odiaba estar enjaulada y denigrada a ser nada más que un trozo de carne con el cual divertirse. El dolor de las cadenas que le cortaban la piel era nada comparado con el tormento emocional que la consumía.
(¿Por qué Dios permite este sufrimiento?)
Desde el tiempo que estuvo en manos de los vampiros, Niki nunca había visto más que los mismos barrotes, físicos y mentales. Estos últimos días habían sido un calvario, encerrada en jaulas y espacios ridículos que contrastaban con su salvaje estilo de vida al aire libre. Hacía mucho que no era libre de verdad, y la tristeza de esa realidad la hundía en una desesperación profunda.
Junto a la cama donde yacían amo y esclava, a través de un enorme ventanal de pesadas cortinas rojas abiertas de par a par, las vistas nocturnas se extendían hasta donde la mirada no podía alcanzar. Una gran ventana permitía que la luz de la luna inundara la habitación de Killian con un resplandor etéreo, resaltando la exquisita elegancia de los materiales más finos en aquella jaula de oro. La suave luminosidad prometía una calma que se ausentaba en Niki, una calma que la había abandonado junto con sus ganas de vivir.
El borde del bosque, oscuro y misterioso, prometía la libertad que Niki tanto anhelaba. Una libertad que, aunque visible, parecía inalcanzable, como un espejismo en un desierto de desesperanza.
La soledad era su única compañera, y sin razones claras para continuar existiendo, su mirada vagaba desde la resplandeciente luna en un cielo despejado hasta los jardines traseros que colindaban con las faldas del bosque. Más allá, un extenso lago en un claro reflejaba la luz de la luna, y a lo lejos, el sonido del agua corriendo en los ríos añadía una melodía suave al ambiente nocturno. Una suave melodía que parecía diseñada para aumentar caos a su sufrimiento interno.
Los Nocturna vivían apartados de los demás vampiros y su sociedad. Su presencia exquisita y casi divina, no podía mezclarse con la plebe, su aislamiento, además, les permitía explotar sus deseos más salvajes fuera de la morbosa vista del mundo.
Este aislamiento, sin embargo, solo aumentaba la sensación de opresión para Niki, cuya mente divagaba en el caos de una ilusión rota.
De repente, una voz suave y convincente rompió el silencio, pareciendo provenir de la propia luna.
???: — El mundo es injusto, Niki, pero nada cambiará si no lo intentas.
La voz era desconocida, pero había algo en su tono que resultaba tranquilizador y persuasivo.
???: — Únete a mí y verás cómo acabaremos con esta realidad. Haremos lo que más deseas... Mataremos a todos los vampiros y libraremos al mundo del mal. Solo confía en mí y te sacaré de aquí.
Pero había algo extraño. Parecía que la luna no era la dueña de aquella voz tan tranquila. Niki, con el corazón acelerado y la mente confusa, dirigió su mirada hacia el cielo nocturno. Allí, entre las estrellas, se movía una criatura con elegancia etérea, sus alas blancas de plumas cortando el aire con cada aleteo. La figura alada irradiaba una presencia misteriosa y poderosa.
¿Acaso era un cuervo? ¿Un superviviente como ella? ¿Pero por qué podía oírle? Las preguntas se agolpaban en su mente, cada una más desconcertante que la anterior.
Niki miró al cielo, como una sombra de su antigua existencia, queriendo comprender la realidad de lo que sucedía.
(¿Estoy alucinando?...)
(Tal vez debería haber comido algo...)
(Pero no quiero drogas...)
Parecía tan carente de vida, tan ausente del momento. ¿Qué podía perder? Lo único que le quedaba era su vida, y dudaba mucho que eso valiera algo. Tal vez era mejor morir de hambre, pero con alucinaciones tan raras, ¿aguantaría más de un día?
La criatura, con una serenidad que contrastaba con la turbulencia de Niki, continuaba su vuelo, sus alas brillando bajo la luz de la luna como si estuvieran hechas de pura plata. Sus ojos, intensos y llenos de sabiduría, se encontraron con los de Niki, como si pudiera ver directamente dentro de su alma.
La voz suave y convincente volvió a resonar, pero esta vez Niki comprendió que provenía de aquella criatura celestial.
???: — Escoge sabiamente. Si tu respuesta es sí, si decides unirte a mí, te daré una herramienta para que puedas escapar, con la condición de que raptes a uno de los miembros de esta familia. No me importa quién sea, es para tener más poder sobre ellos. Solo confía en mí y te sacaré de aquí.
La figura alada se movía en el cielo, y la promesa de libertad y venganza brillaba en sus ojos. Niki, aún con lágrimas en los ojos, sabía que estaba en un punto de no retorno. La elección que hiciera esa noche determinaría su destino y el de muchos otros incluso si eran unas simples alucinaciones de su moribunda conciencia.
Mientras tanto, Killian, ajeno a los tormentos y decisiones de Niki, continuaba durmiendo, su respiración tranquila contrastando con la turbulencia de emociones que llenaba la mansión. La tranquilidad de su sueño era un cruel recordatorio de la distancia que se había creado entre ellos, una distancia que probablemente ninguna cantidad de tiempo podría deshacer.
???: Te veo algo dudosa... Creo que sé cómo convencerte.
Se escuchó un chasquido desde muy lejos y una herramienta apareció sobre la cama de Niki. Era pequeña pero útil, diseñada para abrir cerraduras de candados. Las cadenas que Niki tenía estaban unidas por candados, y una vez que los quitara, podría liberarse.
???: Pruébala y verás que funciona. Cuando estés libre, hazme ese pequeño favor. Nos encontraremos en la cueva más cercana a tu ventana. Allí te espero.
La criatura desconocida comenzó a volar, dirigiéndose hacia una cueva visible desde la ventana de Niki. No había lugar para dudas; ya le había dado instrucciones claras sobre qué hacer.
Niki miró la herramienta y luego al cielo. ¿De verdad estaba confiando en un desconocido que probablemente era una ilusión? Extrañaba a su gente y, aunque fuera un sueño, ¿qué más daba?
(Puede que esté soñando, pero es mi única oportunidad de ser libre, al menos en este sueño.)
Con la boca, Niki agarró la herramienta e intentó quitar el primer candado, pero la desesperación y la inexperiencia la traicionaban. Cada intento fallido la sumergía más en la oscuridad de su situación, y el frío metal parecía burlarse de su impotencia. Su boca, torpe y desprovista de habilidad, luchaba contra los crueles candados que la mantenían prisionera.
Y aunque la criatura había desaparecido de la vista de Niki, seguía observándola con una presencia etérea, consciente de cada uno de sus movimientos torpes y desesperados, decidió apresurar las cosas.
¿No sabes cómo usar la herramienta? ¿Necesitas ayuda?—La voz rompió el silencio con una suavidad casi mística, contrastando con la desesperación de Niki.
Aquella presencia había anticipado este momento. Durante todo este tiempo, había estado vigilando a Niki y a los vampiros de la mansión, sabiendo que la joven cuervo no estaba familiarizada con las herramientas y tecnologías. Además, si se tardaba demasiado, podrían capturarlos, lo que sería fatal tanto para ella como para su misterioso acompañante.
Sin esperar a que Niki respondiera, la criatura voló hacia la ventana abierta, dejándose ver a la luz plateada de la luna.
Soy Nikolay, es un placer conocerte. Ahora, si me permites... Te voy a sacar de aquí.—Afirmó con una sonrisa llena de confianza.
Nikolay era un desconocido que decidió abandonar el misticismo y Niki no lo había visto en su vida, pero su aspecto era innegablemente confiable en la cultura de la mujer cuervo, pues Nikolay tenía dos alas blancas como la nieve y sus alas blancas simbolizaban pureza en el diccionario cultural de Niki, haciendo que ella bajara la guardia con facilidad.
De un momento a otro, aquel ser celestial le arrebató la herramienta a Niki con manos seguras y firmes. Con la precisión y paciencia de un artesano, comenzó a abrir los candados, uno a uno, en un ritual casi completamente silencioso.
Sabía que el menor ruido podría condenarlos, así que se tomó su tiempo, cuidando cada movimiento hasta que finalmente la dejó libre, sin ninguna atadura ni cadena que la aprisionara.
¿Estás bien?—Preguntó aquel misterioso rubio con una sonrisa satisfecha.
Pero las lágrimas de Niki brotaron como un torrente silencioso, y se abalanzó hacia él, abrazando a su salvador con desesperación.
No... No estoy bien...—Respondió con un hilo de voz.
Había esperado pacientemente a que la liberaran, y al oír los candados abrirse, la realidad la golpeó con fuerza. La situación que vivía era real. Había otro cuervo, y era uno con un alma pura, una esperanza en medio de su pesadilla.
Vas a ponerte mejor. Tengo comida y un kit de medicina en la cueva.—Aseguró con un tono confiable ofreciendo una ligera sonrisa.
Su voz era un bálsamo de tranquilidad, una promesa de alivio en medio de tanto sufrimiento. Pero, aún así, incluso con una sonrisa suave en su rostro, no podía dejar de mirar la piel de Niki, marcada y herida por las crueles cadenas arrojadas sin piedad sobre ella por sus opresores. Era innegable que necesitaba cuidado médico, por lo que, ya fuera por lástima o camaradería, la ayudaría.
Sus ojos se detenían en cada cicatriz, cada marca que contaba una historia de dolor, de resistencia y de un deseo desesperado por libertad, aquella libertad que le fue arrebatada de imprevisto. El contraste entre la pureza de sus alas blancas con su piel perfecta y las heridas de Niki con aquellas alas opacas y maltratadas, era un recordatorio cruel de la brutalidad que había sufrido como víctima de este mundo gobernado por los vampiros.
Aquel desconocido sentía una lástima profunda por la vida tan desdichada que le había tocado en consecuencia a la aberración que los humanos crearon, ella era solo un bebé en comparación a ese mundo que no les daba tregua a los vivos, ¿Qué culpa tenía ella de haber nacido?. Ninguna probablemente, pero algo le recordó que no era tiempo de divagar y la apartó de sí con suavidad.
Tenemos que darnos prisa. No me gustaría que nos atraparan justo cuando estamos tan cerca de conseguir lo que queremos. Pero antes de irnos, necesitamos un cebo.—Comentó, sacudiéndose la lástima y enfocándose en la misión.
La urgencia en su voz era palpable, recordándole a Niki la necesidad de actuar rápidamente.
Nikolay tenía un plan, pero para llevarlo a cabo con éxito, necesitaba a un miembro de la familia dueña de la mansión, necesitaba un Nocturna.
La ansiedad era palpable, cada segundo contaba, y debían moverse con rapidez si querían tener alguna esperanza de escapar y completar su cometido.
Pero las lágrimas de Niki y el dolor eran demasiado intensos. Ella ansiaba capturar al bastardo que le había robado a su prometido, pero no sabía dónde estaba y era demasiado arriesgado salir a buscarlo. Sin otra alternativa, su mirada se posó en la cama donde un vampiro estaba envuelto en sábanas, como un sushi humanoide.
Ahí haber uno. Parecer de los más débiles.—Comentó, mientras intentaba limpiarse la cara.
Sin embargo, sus manos ensangrentadas solo lograron mancharla más. Las cadenas rugosas le habían causado cortes en los brazos como un estampado de moretones y heridas que no hacian más que empeorar, añadiendo nuevas marcas a su colección de cicatrices.
Nikolay dirigió su mirada hacia el vampiro rubio que Niki le había señalado con la mirada. Le resultaba extrañamente familiar; había oído hablar mucho de él mientras se camuflaba entre los barrios bajos de Shibui, el distrito más marginal y salvaje de toda la sociedad vampírica. Killian era uno de los más jóvenes de la familia con más poder en el mundo y su captura sería una ventaja estratégica sobre los Nocturna. Mientras más débil fuera ese vampiro dormilón, más fácil sería amenazar a su familia.
Está dormido... Ayúdame a agarrarlo sin que se despierte y veremos cómo inmovilizarlo.—Comentó en un susurro demandante.
Como si la vida estuviera en juego, Nikolay se acercó lentamente a Killian, quien estaba profundamente dormido.
Lo mejor sería no despertarlo, pues, por muy débil pareciera, aún tenía algo a su favor, debido a que si despertaba, sus gritos podrían alertar a todos los vampiros de la mansión, lo cual sería un desastroso desenlace de los eventos.
Como si estuviera consciente de ello, Niki metió cuidadosamente un trapo en la boca de Killian, llenando todo el espacio para evitar que hiciera ruido, parecía tener experiencia en esto.
Usar las cadenas para atar, no sonar con las telas que cubrirlo.—Comentó, agachada y observando atentamente al vampiro que se hacía llamar su dueño.
Su sangre manchaba poco a poco las sábanas de seda, cómo si en un intento inconsciente, su cuerpo rogara porque los maltratos cesarán mientras miraba inexpresiva a aquel rubio que se había esforzado por no ser tan cruel con su esclava y aun así no podía huir de su naturaleza sanguinaria.
Nikolay, ajeno a estos pensamientos, agarró las cadenas con cuidado de no meter demasiado ruido, preparándose para efectuar aquel secuestro en el que se jugaba la vida.
Buena idea, hagámoslo.—Comentó con las cadenas en mano, mirando a Niki, en una especie de búsqueda de complicidad con la mujer cuervo.
Con cuidado empezó a atar las manos y el cuello de Killian. Era crucial asegurarlo bien, pues Nikolay no estaba muy informado sobre los poderes de los vampiros y no quería sorpresas desagradables. Cualquier error podría significar la muerte o, peor aún, la tortura hasta el fin de sus días.
¿Para qué lo necesitas?—Pregunta Niki ayudando con los candados.
Con él podemos amenazar a la familia y obtener lo que queremos. Nos beneficia tenerlo.—Explicó concentrado en su tarea.
Era posible que a la familia de Killian no le importara el joven, pero lo dudaba. Aquel vampiro era muy popular y querido en su familia y en la sociedad.
Muy probablemente intentarían salvarlo. Pero si no era así, podrían usarlo para investigar más a fondo la especie, buscando debilidades y otros detalles importantes.
Niki ladeó la cabeza, confundida por la respuesta en el lenguaje de los vampiros, lo que parecía hacerle perder información vital.
(Es algo raro...) ¿Y cómo sacarlo? Yo no poder volar y ser dos.—Comentó preocupada a su salvador.
No sabía si Nikolay era lo suficientemente fuerte para llevarlos a ambos o si tendrían la oportunidad de hacer dos viajes sin ser notados. Ni siquiera sabía si todos los vampiros podían dormir o si duraban mucho haciéndolo.
Os puedo llevar a los dos a la vez. Tengo alas fuertes.—Dicho esto con algo de orgullo, desplegó lentamente sus alas, que eran bastante grandes, más de lo normal.
(Creer que pudiendo atraparnos...)—Pensó para sus adentros pero no quería desanimar a ese compatriota cuervo, así que guardo silencio.
Aunque algo que el mismo Nikolay no estaba seguro si podría con tanto peso. Tenía alas fuertes, pero sus brazos no estaban acostumbrados a cargar personas o cosas y aun así, lo intentaría, por el bien de ambos.
Súbete a caballito y no te sueltes.—Ordenó una vez tuvo asegurado al vampiro entre sábanas y cadenas.
Lo mejor sería balancear el peso, por ello, Nikolay tenía planeado cargar a Niki por la espalda y a Killian por los brazos.
Niki, algo adolorida, se subió a su espalda y se afirmó lo mejor que pudo. Cada movimiento era un recordatorio de las heridas y el sufrimiento reciente por lo que naturalmente, era lenta.
Mientras esto sucedía Nikolay levantó cuidadosamente a Killian. Para su sorpresa, el vampiro no pesaba casi nada; una pequeña suerte en medio de tanto infortunio.
¿Preparada?—Pregunta Nikolay una vez la sintió bien agarrada a él.
"Espero que no te lastimes, hermano."—Respondió con preocupación en su voz.
El cuerpo le dolía, su cara estaba marcada por lágrimas secas con sangre, y los moretones aparecían con facilidad debido a la brutalidad con la que había sido capturada, a comparación de su salvador, ella era como un ave moribunda, opaca y sin vitalidad.
Miró las bellas alas de su camarada cuervo y las comparó con las suyas. La tristeza la invadió; le habían recortado y torcido las alas para evitar que escapara. La libertad era algo que estaba tan cerca y tan lejana al mismo tiempo, parecía un sueño frágil y distante que nunca podría alcanzar.
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Updated 40 Episodes
Comments
Loammy Sequeira
La traición a flor de piel
2024-11-30
1
Gigi
Excelente capítulo, un placer de redacción. Está a otro nivel 10/10
2024-08-05
2