Aunque no fue ningún secreto que Niki permaneció inconsciente durante varios minutos, debilitada y sobreexigida por su irracional deseo de hacer sufrir a quienes le habían causado daño, como un cuervo rencoroso que había perdido algo de su brillo en ese acto indecoroso del que poco sabía.
¿Y quién podía culparla?, su moral no se ajustaba a la pretenciosa sociedad de los vampiros; sus ideales y educación eran vistos como arcaicos pensamientos sin fundamento, y su mentalidad era la de una niña que aún no había descubierto que la Tierra gira alrededor del sol.
Killian se quedó sentado en la cama, pensativo. Probablemente intentaba encontrar una explicación lógica para lo que acababa de suceder, pero al no conocer bien a la chica, no podía descifrar exactamente la razón detrás de su comportamiento.
Decidió distraerse leyendo un libro, despejando su mente hasta la hora de la cena. Mientras esperaba a Niki, le daría la oportunidad de acompañarlo, no porque la hubiera perdonado, sino porque temía que causara más estragos si la dejaba sola, era una mascota caótica después de todo.
A medida que leía, también pensaba en cómo podría vengarse de la mujer cuervo en el futuro. No permitiría que alguien se burlara de su honor de esa manera y se saliera con la suya, aún si lo había disfrutado.
Niki despertó desorientada, con la mirada perdida y muy mareada. Necesitaba comer algo, pero se negaba a hacerlo, temerosa de que el vampiro pudiera envenenarla o drogarla, como lo había hecho Rick al traerla, sentía un ligero dolor de caderas y una sensación de haber perdido algo.
—Dar vueltas... —Susurró Niki quedándose boca arriba, buscando una explicación para su estado.
—Tienes que comer algo —Dijo Killian, rodando los ojos.
Se levantó y agarró la bandeja que había traído por la mañana para Niki, quien aún no había probado bocado. La colocó frente a ella; Había comida en abundancia, un zumo de naranja, un croissant y más cosas, una merienda ligera por la hora y la cercanía de la cena.
—Toma, come —Ordenó con seriedad.
—¿Tú drogarme? — Preguntó Niki, extrañada.
Con la mirada borrosa y desorientada por la situación, no entendía por qué se sentía así; Solo sabía que le picaban los dientes, ¿sería que le estaban creciendo colmillos?, pero no tendría sentido, ¿O si?
—¿Por qué te drogaría? — Preguntó Killian, sin encontrar sentido a la pregunta— No gano nada drogándote, solo tendría una persona tirada sin saber qué hacer con su vida. —Comentó con un tono de frustración. —Tenemos que ir a la cena en un rato. Necesito que estés bien y consciente para no hacer ninguna tontería como la de hace un rato —Advirtió Killian, molesto.
Niki rendida buscó la fruta de la bandeja y la acercó a su cara intentando divisar algo sospechoso. Dudosa sobre si estaba limpia, sacó una uva, la olió y la comió con cautela, pestañeando lentamente y cansada, tratando de distinguir lo que tenía enfrente.
—Ser raro... —Dijo Niki, cansada.
—Tú eres más rara, me ganas de sobra —Respondió Killian, molesto, rodando los ojos.
Le robó un melocotón a Niki de la bandeja y se lo comió. También tenía hambre, pero aprovechaba de demostrar que la comida estaba en buen estado.
—Cuando estés lista, dime. Tenemos que ir. La cena está por empezar. Más te vale portarte bien y no hacer lo que has hecho conmigo con nadie allí —Advirtió Killian, molesto.
Niki se levantó como pudo, sintiendo la entrepierna mojada. Comía las frutas con calma mientras trataba de ajustar la vista.
—Tener... que bañar... ¿no? —Dijo, mareada sin prestarle demasiada atención a las reprimendas de su dueño.
—Extraño, parece que se te ha ido la razón y te has quedado boba —Suspiró Killian— Claro que te tienes que bañar, estás muy sucia. También tienes que aprender a hablar mejor, pero en eso nos centraremos otro día.
El chico también estaba algo sucio, pero se había bañado por la mañana. Por ahora le bastaba con pasarse un trapo en la zona en la que se había manchado.
—Picar los ojos —Dijo Niki, desorientada tratando de agarrar algo para distinguir su entorno.
—Date prisa, no queremos llegar tarde —Dijo Killian, cruzando los brazos, demandante.
Si llegaban tarde, probablemente le pedirían explicaciones, y él no quería darlas, sobre todo por la razón. Lo mejor era llegar puntual.
Niki se tomó unos segundos, pero aún estaba mareada y no podía levantarse realmente, se tropezaba cada dos pasos. Soltó unas maldiciones en su idioma, que sonaban como un ave cantando. Parecía que había quedado inútil.
Viendo que Niki no podía levantarse, Killian se acercó más a ella y la cargó en brazos como a una princesa, para ayudarla y ser más rápidos, perdía la paciencia con facilidad al verla tan lamentable.
—No te preocupes, solo te voy a llevar hasta el baño y allí te dejaré privacidad —Suspiró Killian al sobresalto de Niki.
Con ella en sus brazos, no pudo evitar notar que era ligera, ¿Será por sus huesos de ave?, sin pensar demasiado empezó a caminar, entrando al cuarto de baño y dejó a Niki sentada en una silla al lado de la bañera, facilitándole la tarea de meterse.
—Nos vemos en un rato, no te tardes mucho. Cuando salgas, si quieres, te daré una pastilla para el mareo —Dijo Killian, saliendo del baño y cerrando la puerta.
Niki se extrañó por el comportamiento de su amo y, sin embargo, se metió con cuidado en la bañera, pero se resbaló, quedando en una pose rara. Se arrancó el vestido con frustración al no lograr quitárselo por las buenas mientras trataba de acomodarse en aquella bañera que le resultaba tan extraña.
—Estúpida ropa de pez plato... —Refunfuñó, frustrada lanzando el vestido roto al piso.
Lo más complejo era recordar cómo obtener agua. Veía triple y era complicado encontrar la llave, pero aún más saber cómo abrirla.
Killian escuchó un ruido proveniente del baño. ¿Acaso Niki intentaba escapar?, eso era improbable, ella estaba débil, pero existía la posibilidad, no la iba a dejar huir ahora, ya le había dado la oportunidad de hacerlo y decidió hacer cosas inmorales con él, no lo iba a comer y luego irse, no la iba a dejar. Por esta razón, Killian volvió al baño, encontrando a Niki tirada en la bañera de una manera rara, como si se hubiese resbalado, con una pizca de confusión en su rostro trato de entender como era posible que ella era la misma chica que lo había llenado y dejado los labios hinchados con ese salvajismo, se veia patética.
Killian miró con indiferencia al cuerpo desnudo de la chica, le daba algo de vergüenza verla, pero esta no era la primera persona que veía desnuda, así que tampoco le impactaba tanto, fingía muy bien no importarle.
—¿Necesitas ayuda o puedes sola? —Suspiró Killian, cansado.
—¿Quién ser? —Preguntó Niki, desorientada.
Sus ojos se estaban oscureciendo y la anemia no la ayudaba. Aleteó mientras sus pechos rebotaban con cada movimiento, sin entender por qué le pasaba todo aquello.
Una duda se instaló en la mente del rubio. Ahora que lo pensaba, nunca se había presentado formalmente ante la mujer cuervo. Además, existía la posibilidad de que ni siquiera le hubieran mencionado su nombre, pero bueno, ahora tenía una oportunidad para hacerlo.
—Soy Killian, el chico que ha pasado contigo todo este tiempo. —Respondió condescendiente.
Sorprendida, Niki llegó a la conclusión (probablemente por estar desorientada) de que Killian era un fantasma que la había seguido desde el principio, desde que fue secuestrada y esclavizada.
—¿Ser ayuyu (fantasma)? ¿Cómo poder oírte? —Preguntó, abriendo los ojos como platos, genuinamente sorprendida.
—¿Estás bromeando? ¿Me ves cara de fantasma o qué? —Preguntó Killian, ofendido.
Aquella palabra parecia ser universal, porque entendió que la chica asumía que él era un fantasma y eso le ofendía bastante. ¿Cómo podía olvidarle? ¿Cómo podía olvidar su hermosa cara?, Killian concluyó que estaba frente a la persona más estúpida y loca del mundo.
Killian se arrodilló frente a la bañera, quedando a la misma altura que Niki, y abrió el agua a una temperatura templada, ignorando los desvaríos de su esclava.
—¿Está bien la temperatura o la quieres más fría?, no te quema, ¿no? —Preguntó Killian, neutral.
—¿Cómo saber cómo usar ésta tecnología? —Preguntó Niki, tratando de tocarle.
—¿Qué he hecho yo para merecer esto? —Se lamentó Killian en voz alta, suspirando.
No podía creer que tuviera que lidiar con esto. Definitivamente, esto era un castigo divino. Primero le hacen cosas indecentes y ahora se olvidan de él como si fuera un cualquiera.
—Soy tu amo, tonta. Ahora báñate de una vez que no tenemos todo el día —Ordenó Killian, molesto.
Le pasó la alcachofa de la bañera, el objeto que sacaba agua tibia tratando de hacer que tuviera algo de independencia.
—¿Amo? ¿Amado? —Preguntó Niki, confundida, mientras intentaba ajustar la vista.
Parecía estar procesando con su borrosa visión el origen de esa voz, llegando a la extraña conclusión de que conocía a ese chico.
—¡¿Fiole?! ¡¿Ser tú?! —Preguntó, intentando abrazarle por la emoción.
Killian, confundido, retrocedió.
—Perdona... —Dijo Killian, confundido.
Tenía la sensación de que Niki le estaba confundiendo con otra persona. Era evidente: Niki tenía una expresión esperanzada, una expresión nunca vista desde su estancia allí, pensando en otra persona. Tal vez en alguien de su tribu, tal vez en alguien que amaba demasiado y eso le molestaba todavía más, ¿De verdad su preciosa cara era tan fácil de olvidar?.
—Aléjate, no me toques, no soy ese. —Dijo Killian, serio.
Con gentileza, se apartó, alejándose de Niki. No veía justo engañarla de esta manera e ilusionarla.
Niki miró confundida y desesperanzada al que ella creía era su amado.
—¿De verdad no ser Fiole?... —Preguntó, triste.
—No, no soy ese —Respondió Killian, seco.
Esta situación se estaba poniendo algo emocional, cosa que incomodaba a Killian bastante. Este no era asunto suyo, no debía meterse y no planeaba hacerlo.
—Solo dúchate —Ordenó Killian.
A continuación, se levantó y salió del cuarto de baño, dejando aquel cuarto lleno de silencio.
—Fiole... —Susurró Niki, llorando en silencio una vez se encontró sola, mirando con pena el agua que subía cada vez más.—Fiole... Fiole... —Susurraba desanimada.
Dejando que el agua la cubriera, se mantuvo inmóvil hasta que por fin logró recuperar sus sentidos parcialmente, sosteniendo su cabeza en un mareo que la tenía hastiada. Sus alas la cubrían parcialmente del frío. No sabía para qué eran todas las botellas que había ahí; eran demasiadas y de distintas formas y tamaños. ¿Y si las usaba todas? ¿Pero cómo las abría?
Sus ansias de morder algo, de romper algo, eran enormes, pero no tenía garras y lo único que tenía eran sus dientes sin filo caracteristico de los carnívoros. Así que, llorando, dejó caer todas las botellas en la bañera, agarró una al azar, de color bonito, y la mordió. Algunas no estaban bien cerradas, así que los productos comenzaron a mezclarse con el agua, mientras esta seguía subiendo. Pronto descubrió que podía hacer burbujas y se puso a jugar.
A las aves les gusta mucho el agua, así que no era de extrañar que, tratando de olvidar su realidad, comenzara a jugar mientras el agua se desbordaba.
Cuando Niki dejó caer todos esos envases de jabón y champú, Killian se alertó. Era un ruido difícil de ignorar, sobresaliendo en ese silencio profundo, y como era de esperar, el vampirito rubio lo escuchó.
—¿Qué demonios...? —Dijo Killian, estupefacto.
Para ver lo que había provocado tal ruido, este volvió al cuarto de baño, donde Niki estaba ubicada, ¿Comoo podia hacer tantos desastres si solo la habia dejado sola un minuto?, habia tirado todos sus productos de belleza, carísimos de Lunaria.
Exasperado y aprovechando que ella estaba jugando, se sentó y empezó a limpiarla suavemente, ya que no quería alterarla y hacer esto más difícil, simplemente decidió bañarla por sus medios, solo quería acabar con esto ya, cerrando la llave para que no se cayera el agua tomó una pequeña pausa cansado.
Así pasó el tiempo. Killian limpió a la alfa mientras esta jugaba con el agua como una niña pequeña. Afortunadamente y gracias a la distracción infantil de Niki, no tardaron mucho y lograron terminar en quince minutos. Cuando lo hicieron, el chico vampiro cargó a la mujer cuervo en brazos, la cual estaba envuelta en una toalla, y luego la dejó en la cama, habia sido algo incómodo tener que bañarla como a una niña, pero lo había logrado.
—Se supone que la esclava eres tú, no viceversa —Dijo Killian, rodando los ojos hastiado, pasándole un vestido limpio.
—¿Esclava? —Preguntó Niki, confundida.
No entendía del todo el concepto de su nuevo papel como esclava, ese término no existía en su cultura ni en ninguna que conociera. Todo este tiempo pensó que la habían secuestrado sin más; No sabía que se había vuelto un bien de comercio.
—¿Poder ir a ver quién ser gente de mi pueblo?—Niki preguntó, mirándolo inmóvil.
Se habia quedado quieta como una muñeca con tal de saber si podía ir a ver quién era la persona de su pueblo, entendia que ya no podía huir, pero pensar en ser castigada con lo que podría ser la única oportunidad de acabar con su incertidumbre era abrumador. Lo miraba con aquellos bellos ojos lilas esperando una respuesta, como un cachorro bajo la lluvia.
Killian soltó otro de sus largos suspiros, ya había decidido llevarla para que no destrozara su cuarto, pero verla con aquella mirada esperanzada le molestó.
—Ponte el vestido y vamos a la cena. Sé que hay una persona de tu tribu pero te vas a comportar. Cuando lleguemos allí, ya veremos.–Respondió Killian chasqueando la lengua mientras desviaba la mirada.
Le lanzo el vestido a la cara con tal de no verla a los ojos de nuevo y se cruzó los brazos, apoyándose en una pared. Él ya estaba listo; Se había preparado anteriormente cuando dejó sola a la chica por un rato. Ahora llevaba ropa limpia y estilosa. Lo único que tenía que hacer era esperar a que Niki se vistiera y se calzara.
Aburrido de esperar se peinó el pelo con las manos, arreglándoselo, no podía tener una mala imagen, menos cuando era la primera vez que la sacaba del cuarto.
Niki miró el vestido con curiosidad sacandoselo del rostro, lo tomó y comenzó a ponérselo al revés tratando de entender como funcionaba. Para ella, se veía igualmente complicado de ambos lados. Aunque era entendible, la ropa que usualmente llevaban no era más que taparrabos y decoraciones de plumas para ocaciones especiales; Algunos ni siquiera llevaban ropa la mayor parte del tiempo para camuflarse mejor.
—¿Van... A comer yo en cena? —Preguntó, enredada con la ropa señalándose a sí misma.
Killian, irritado, se acercó con exasperación y molestia, debía desenredar a su mascota.
—¿Puedes dejar de hacer preguntas sin sentido?—Preguntó irritado— No, boba, no te van a comer, pero si sigues teniendo tan pocas neuronas, te comeré la polla.
Se acercó subiéndose a la cama para ponerle bien el vestido porque parecía que Niki ni siquiera sabía cómo hacer eso.
—No ser un pollo hembra, yo ser un Kurohabi, mujer cuervo... —Exclamó Niki, ofendida.
Ella creía que la había comparado con una gallina, y los cuervos no se llevaban bien con las gallinas porque las gallinas hablan mucho, como los loros, y son muy pretenciosas, pero sobre todo, son mentirosas y ella no lo era. Sin dudas, no entendía por qué la insultaba de repente, ese chico era extraño pero al menos tenía la certeza de que no la tendrían como plato principal en aquella dichosa cena sin sentido de los vampiros.
—Cada vez me sorprendes más... —Dijo Killian, incrédulo.
—No ser pollo hembra.—Repitió la mujer cuervo con seriedad.
Esto era increíble para Killian; Ni siquiera le había entendido algo tan simple, ya se aseguraría de enseñarle mucho vocabulario útil más tarde.
—No me refería a un pollo de esos.—Dijo Killian.
Queriendo hacerle entender juntó su dedo pulgar con el índice, formando un círculo, a la vez que hacía presión con su lengua dentro de su boca, haciendo que quedara un bultito, para luego hacer un gesto algo grosero, simulando un oral.
Pero Niki seguía sin entenderle. Tenía la sensación de que era un gesto ofensivo, pero no estaba segura. Tal vez el vampiro quería beber algo. Había botellas con líquidos raros en el baño, pero no tenían buen sabor para ella. Tal vez, al ser un vampiro, los sabores eran distintos para él.
—Ser muy raro...— Niki comentó, confundida, mientras se levantaba para irse.
¿No sería muy tentador para cualquier vampiro hincarle el diente a esa preciosura?, es probable que sí. Killian reconocía que ella era bonita, no tanto como él, pero sabía que si la descuidaba alguno de sus primos o tíos querrían robarsela.
—¿Sabes? Déjalo, llegamos tarde. No tenemos tiempo para tonterías.— Dictaminó Killian en un suspiro frustrado.
Miró una vez más la vestimenta de Niki, pensando que si ya era difícil ponerle un vestido, hacerla usar ropa interior sería imposible, al menos nadie lo vería. Escaneo de arriba abajo a Niki, pasando su mirada por sus curvas y lo bien que el vestido se le ajustaba al cuerpo en el torso pero dejaba a la imaginación la parte inferior, era una vista decente, lo suficientemente buena para una junta de familia.
—Bien, ya estás bien. Solo faltan los zapatos. Te daré unas sandalias, que son el calzado más cómodo.—Comentó el rubio mientras agarraba otra de las cosas que le había mandado a comprar.
Pero tampoco esperaba que la mujer cuervo supiera ponerse eso, se arrodilló y se las puso él mismo, eran unas sandalias de correas doradas que combianaban con el vestido blanco.
—Listo —Suspiró.
—¿Ir ya? —Preguntó Niki, impaciente.
Ella sin duda no necesitaba perfume, pues el aroma de las hierbas era inherente en ella. Pero su emoción por ir era demasiada.
Killian pasó una mano por su cara, suspirando.
—Ojalá algún día te des cuenta de lo rara que eres; Quedarías horrorizada.—Comentó Killian con mala cara.
Ignorando su comentario, comenzó a dar pequeños saltitos de un lado a otro de la pura emoción de saber que iría aún con lo que había hecho.
—Irnos, irnos.—Niki respondió con impaciencia
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Comments
tuabuela
Killian, te confunden con fantasma por qué tú belleza es demasiada para un ser vivo Muajajjaa
2024-08-10
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