Rick, con su habitual tono burlesco y condescendiente, respondió:
—No te enojes, ternurita~
—Sabes que adoro jugar~
Arreglándose el cabello con un gesto despreocupado, su sonrisa permanecía imperturbable.
Óscar negó con la cabeza y suspiró antes de consolar a su novio, abrazándolo por los hombros y mirando a Rick con una advertencia velada en sus ojos.
—Cariño, no vale la pena discutir con él.
—En una discusión contra un idiota, siempre ganará el idiota.
—Ni aunque yo lo mande a callar, lo hará. Como mucho, puedo pedirle a su madre que le riña —Dijo con tono de consuelo.
Rick solo rodó los ojos, una sonrisa sarcástica asomando en sus labios.
Óscar añadió con seguridad, buscando silenciar a su primo:
—Aun así, Rick, no te metas tanto con él. Quién sabe, puede que me esté entrando la curiosidad de tener hijos.
Killian, disfrutando de la comida y el ambiente relajado, comentó con tono divertido:
—Madre mía... Esto es un milagro. Lo único que falta es que Rick encuentre una pareja estable también —Rió mientras comía tranquilamente, su esclava atada a su lado.
La escena transcurría en un salón de banquetes de una opulencia casi teatral. Los candelabros dorados colgaban del techo alto, arrojando una luz cálida y parpadeante que se reflejaba en las copas de cristal fino. Los tapices antiguos y los cuadros de antepasados miraban desde las paredes con una gravedad silenciosa, mientras que los invitados, vestidos con trajes elegantes y vestidos de gala, se movían con una gracia casi felina, hablando en susurros y risas contenidas.
Ajeno a esto, Rick respondió con sarcasmo, acomodándose en su asiento:
—Ja, ja, ja. ¿Y pasar toda la vida atado a alguien a quien terminaré odiando? No, gracias.
Parecía claro que la idea de una relación estable no le agradaba en absoluto.
—Ustedes, pobres diablos, serán los que querrán tener mi vida: sin compromisos, sin cambios hormonales, sin soportar el mal humor —Se excusó, proyectando una imagen de alma libre y digna de ser envidiada.
—Solo disfrutarlo —añadió con una sonrisa, mientras pedía que le rellenaran la copa.
— ¿Quién sabe? Tal vez termine esclavizando algo más delicioso la próxima vez, o tal vez me coja a una familia completa antes de comerlas, o torture algo exótico.
Su sonrisa se ensanchó, mostrando una fila de dientes perfectos y relucientes.
— Hay tantas posibilidades que se me hace agua la boca.
Killian, observando a su primo con una mezcla de diversión y provocación, comentó:
—A veces me pregunto si no tienes pareja porque quieres o simplemente porque nadie te aguanta más de un día.
Hoy, Killian parecía especialmente dispuesto a molestar a Rick, quien a veces podía ser bastante engreído. El ambiente en la sala seguía siendo animado, con los candelabros dorados proyectando una luz cálida que contrastaba con las miradas y los comentarios mordaces que volaban de un lado a otro.
El aire estaba cargado con el aroma de la comida exquisita: Carnes asadas, salsas ricas y especiadas, y una variedad de platos que deleitaban tanto la vista como el olfato. Sin embargo, esta atmósfera de lujo y placer estaba teñida por una tensión palpable. Las miradas de los vampiros eran tanto de curiosidad como de desdén, especialmente dirigidas hacia la figura de Niki, atada y amordazada, sentada junto a su amo Killian. Su presencia, humillada y sometida, era un recordatorio visual del poder y la crueldad que dominaban este mundo.
Rick, siempre el provocador, se deleitaba en su papel, disfrutando de la incomodidad que causaba. Su actitud despreocupada y su risa burlona eran un contraste marcado con la seriedad de los otros invitados más viejos. Óscar, por otro lado, trataba de mantener una fachada de calma y control, aunque el roce constante con Rick lo irritaba visiblemente. Sus gestos eran más tensos, y la mirada de advertencia que lanzó a Rick revelaba su esfuerzo por mantener la situación bajo control.
Killian, entre bocados de su deliciosa carne asada, mantenía una actitud relajada pero vigilante. Aunque exteriormente parecía despreocupado, estaba atento a cada interacción, consciente de la delicada dinámica entre ellos. Miraba a Niki de reojo, evaluando la situación y considerando sus próximos movimientos.
El ambiente, a pesar de su belleza y riqueza, estaba cargado de emociones complejas: celos, resentimientos, ambiciones y deseos reprimidos. Cada palabra, cada gesto, estaba impregnado de significado, y los invitados lo sabían, navegando cuidadosamente en este mar de intrigas y rivalidades.
Rick, con su habitual desdén y condescendencia, respondió:
— Obviamente porque no quiero. ¿Acaso no he sido yo quien les ha traído sus juguetes? ¿No sería muy sencillo quedarme con alguno y usarlo si quisiera?
Marcos, con evidente disgusto, replicó rodando los ojos:
— Qué desagradable e inmaduro eres.
Rick, sin dejarse amedrentar, preguntó con una sonrisa burlona:
— ¿Seguro que no andas de envidioso?
Marcos respondió con frialdad, su mirada mostrando un fastidio total:
— Ni en tus sueños.
El gran salón en el que se encontraban era un ejemplo de opulencia y decadencia. Los candelabros dorados colgaban del techo alto, proyectando una luz cálida y parpadeante sobre los invitados. Los pilares del salón estaban decorados con intrincados grabados y, en algunos de ellos, se podían ver criaturas exóticas encadenadas, sus rostros mostrando una mezcla de resignación y sufrimiento. De sus cuerpos, largas mangueras se extendían hacia enormes cálices de cristal, llenos de la sangre que los vampiros disfrutaban en la fiesta.
Marcos, deseando cambiar de tema, se volvió hacia los demás invitados con tono orgulloso y feliz:
— Como sea, espero que puedan disfrutar de nuestra cena de compromiso y nos llenen de regalos como muestra de su bendición a nuestra relación.
Óscar, sonriendo y colocando su mano sobre la de su prometido, añadió:
— Madre está muy feliz con mi compromiso, espera tener un nieto. Además, somos la familia de vampiros con más poder. Es muy obvio que nos llenen de regalos caros y ese tipo de cosas. Así que, cariño mío, prepárate para una avalancha de regalos el día de nuestra boda.
Killian, con una expresión de doncella esperanzada, respondió enternecido:
— Awww, yo quiero casarme también entonces. Quiero muchos regalos.
Óscar, en un gesto de solidaridad emocional, replicó:
— Ya te tocará algún día.
Rick soltó una carcajada, viendo lo irreal de la situación:
— ¿No es más sencillo tener un montón de fiestas? Siempre te traen regalos de todas formas, Killian.
Killian, con un tono de reproche, contestó:
— Yaa, pero en las bodas todo es más bonito.
Rick, recordando una experiencia pasada, advirtió:
— Te equivocas, Killian. En las bodas todo es más tedioso. ¿O te olvidas de cuando la tía Mary nos hizo ayudar en su boda y pasamos meses con los arreglos de flores que solo se usaron unas horas y se quemaron?
Killian, suspirando, replicó:
— Déjame ser romántico, aguafiestas.
Aunque Killian no era el más fan del romance, disfrutaba de la ilusión de enamorarse y casarse algún día, aunque lo veía poco probable.
—Te va a doler si sigues pensando en vivir en un cuento de hadas.
Rick, sin embargo, solo pudo suspirar y pedir que le sirvieran de aquella esclava perteneciente a unos anfibios azules.
— No está mal fantasear de vez en cuando, deberías probarlo para ser menos tocapelotas —Comentó Killian con una sonrisa, aunque claramente molesto por los comentarios de su primo sobre sus inocentes y románticos sueños. Parecía algo infantil desear amor y reciprocidad, pero era un anhelo natural para cualquier ser, incluso para él.
Rick soltó una risa incrédula, una chispa de diversión en sus ojos.
— Mi querido primo, ¿quieres que te recuerde quién es el que toca pelotas de nosotros dos? —Preguntó en un tono bromista y con doble sentido, dejando claro a qué se refería realmente.
Killian rodó los ojos, sin perder la sonrisa.
— Vale, lo admito, yo soy el que toca pelotas —Dijo en voz alta, sin ninguna vergüenza. Todos sabían que era verdad, Rick lo sabía, él lo sabía, y el resto de los presentes también lo sabían.
Mientras tanto, Marcos y Óscar continuaban sus coqueteos lujuriosos a vista de todos. Marcos, acercándose para susurrar en el oído de Óscar con un tono sensual y coqueto, dijo:
— Me encantan los regalos brillantes y lujosos, hacen que me dé cosquillas y ... me ponen muy cachondo.
Óscar sonrió, acariciándole el muslo a su novio, respondiéndole con un susurro coqueto:
— Si es así, entonces me aseguraré de que nunca te falten regalos.
El ambiente en el salón era de lujo y decadencia, con los candelabros dorados arrojando una luz cálida y parpadeante que se reflejaba en los espejos y en las copas de cristal fino. Los invitados cuchicheaban y reían en voz baja, observando con curiosidad y desdén las interacciones en la mesa principal.
Las criaturas encadenadas a los pilares gemían ocasionalmente, su sangre drenada lentamente para alimentar la sed insaciable de los vampiros. Sus ojos, llenos de desesperanza, se movían nerviosamente, observando la macabra festividad desde sus posiciones de sufrimiento.
Killian, recordando un rumor perturbador, interrumpió la charla superficial:
— Chicos, sé que esto no tiene nada que ver con el tema que estamos hablando, pero... ¿habéis oído las noticias? Hay unas zonas donde han asesinado a muchos vampiros. Todavía no se sabe quién es el culpable.
Este comentario hizo que el ambiente se tensara. La mayoría de las criaturas se sometían a los vampiros, y los que se rebelaban solían ser capturados y brutalmente torturados. La noticia de vampiros asesinados era inusual y preocupante, algo que sin duda daría mucho de qué hablar en los días por venir.
Marcos, visiblemente sorprendido, reaccionó al comentario de Killian:
— ¿Están matando vampiros? ¿Cómo es posible que suceda? ¡Son inmortales! —exclamó, su voz llena de confusión. Rick se puso serio al escuchar esto, mientras que Niki, encadenada como una salchicha en paquete, intentaba desesperadamente romper sus ataduras.
La mención de aquellos asesinatos cambió el ambiente en el salón. La preocupación se reflejaba en los rostros de los presentes. Las criaturas exóticas, encadenadas a los pilares y conectadas a mangueras que extraían su sangre para llenar las copas de los vampiros, gemían débilmente, añadiendo una nota siniestra al ambiente.
Killian, tratando de aliviar la tensión, dijo:
— Nadie sabe qué tipo de criatura está detrás de esto, pero no creo que sea imparable. De todos modos, ya están ofreciendo una recompensa para quien logre atraparla. Puede ser una gran oportunidad para que Rick haga su magia y se deshaga de ese estorbo.
Rick, intentando mantener la calma, respondió:
— En cuanto al asesino, tengan por seguro que desaparecerá pronto. ¿No tenemos brigadas para eso? —Preguntó mientras hacía un gesto para que le sirvieran otra copa. Los meseros, diligentemente, extraían la sangre fresca de las criaturas encadenadas, llenando las copas de cristal con el líquido rojo y espeso. Óscar no permitiría que en su fiesta se sirviera sangre añeja.
Niki, al escuchar la conversación sobre el asesino, dejó que una sombra perversa se apoderara de sus pensamientos. La esperanza de que "a los vampiros se les puede matar" se convirtió en un rayo de luz en su mente atormentada.
Killian, con una mezcla de nerviosismo y morbo, añadió:
— No sé yo, normalmente un asesino de vampiros no duraría tanto. Solo esperemos que esto no vaya a más. También he escuchado que hay más rebeldía desde que este asesino anda suelto. Lo mejor sería acabar lo más rápido posible con él o ella.
Las noticias sobre aquel ser misterioso habían estado circulando desde hacía tiempo, pero recientemente se habían intensificado. La esperanza de que los vampiros no fueran del todo indestructibles estaba causando revuelo entre los no vampiros.
Rick, con una actitud desinteresada, comentó:
— Podría encargarme del estorbo si la recompensa es tentadora. ¿Qué tal otro barco de lujo y más personal? O tal vez el rol exclusivo de venta y reventa de esclavos. ¿Quién sabe? —Dijo mientras usaba unos tenedores para apuñalar un trozo de carne mal cocido, aún fresco, tanto que se podían escuchar los sollozos de la víctima de la que fue arrancado.
Marcos, con una expresión de diversión y una mirada interrogante hacia el moreno, preguntó:
— ¿El honor por la familia no basta como recompensa suficiente? —Cortaba con elegancia unos tomates, sin apartar la vista de Rick.
Rick, sin perder su tono burlesco, respondió:
— ¿Te parece que esta familia tenga algún tipo de honor que me importe? El "honor" no es más que el escudo que los ignorantes usan para esconder sus deseos más oscuros. No es más que el reflejo de un mojigato aburrido que reprime sus deseos.
Las palabras de Rick resonaron en el salón, llenando el aire con un sentimiento de desdén hacia las creencias que aún se aferraban en algunos miembros de la familia, como ecos de una era pasada casi totalmente borrada por la influencia vampírica.
Killian intentaba convencer a Rick con una sonrisa astuta.
— ¿Y si lo haces por diversión? Si juegas al gato y al ratón con ese estorbo, tal vez puedas entretenerte un buen rato. Nunca te has enfrentado a una bestia asesina de vampiros, sería interesante que lo hicieras... —Dijo, llevándose la copa de sangre a la boca. Gracias a esta cena, su hambre de sangre disminuía, y ahora esa necesidad la tenía más controlada—. Además, así subirías socialmente. La gente te tendría más envidia de la que te tiene ya. Serías el héroe de todos y darían lo que fuera para hacer negocios con el magnífico Rick. Solo piénsatelo.
Rick frunció el ceño, reflexionando.
— Enfrentar al asesino... Podría ser interesante si logra matar algo más que un puñado de vampiros de clase baja. ¿No ha estado atacando el eslabón más débil hasta ahora? —Preguntó, señalando un punto válido. Los reportes de asesinatos provenían de familias de vampiros menos relevantes en la sociedad, aquellos que solo podían esclavizar especies comunes y eran dueños de granjas de sangre de baja calidad.
Killian asintió.
— Podrías encargarte de ese estorbo y ganar aún más cosas —Dijo con simpleza.
Marcos, visiblemente aburrido de la conversación, intervino.
— Cariño, ya me cansé. ¿Podemos retirarnos a nuestros aposentos? —Preguntó, cansado de oír sobre un don nadie que había logrado matar a ciudadanos irrelevantes.
Killian, decidido a no dejar el tema morir, se inclinó hacia adelante.
— ¿Quieres que te recuerde lo que pasó años atrás con esa persona que inició una revolución? —Rememoró, recordando una situación similar de años atrás. Una criatura había apoyado una revolución contra los vampiros. Al principio, la ignoraron, pensando que no llegaría lejos, pero el pequeño estorbo se convirtió en un problema gigante. Con suerte, lograron detenerlo, y aunque se trataba de una revolución simple, tuvo mucho peso, causando una pequeña crisis económica a los vampiros, ya que la mayoría de sus riquezas provenían de la explotación de sus esclavos. Debían aprender de los errores del pasado y no ignorar esto.
Rick soltó un suspiro, rodando los ojos.
— Tocapelotas, con revolución o no, ¿qué tiene que ver conmigo? No soy más que el hijo de una rama lejana de esta familia. ¿Desde cuándo soy el líder de los Ranyers? —Preguntó, desestimando la importancia de las revoluciones. Para él, no valía la pena.
Óscar, que había estado observando la interacción, decidió intervenir.
— Claro, vayamos, yo también estoy algo agotado. Si quieres, dejamos el ritual para otro día si no tienes energía —Comentó, refiriéndose al acto de convertir a Marcos en vampiro.
Marcos hizo un puchero coqueto.
— ¿Entonces hoy no hay acción? —Preguntó, sabiendo perfectamente que todo esto quedaría grabado en la memoria de su ex prometida. Necesitaba reafirmar públicamente su dominio como pareja de uno de los herederos de la rama principal de los Nocturna, y no dudaría en hacerlo.
Killian, finalmente, se rindió.
— Lo que sea, haz lo que quieras —Dijo, resignado. A decir verdad, esto no era tan importante, solo era algo poco común. La gente aburrida con el día a día se aferraba a esta noticia para darle alguna importancia, pero si lo pensabas bien, no la tenía.
Óscar acarició la barbilla de su prometido con un toque tentador.
— Como tú quieras, querido. Debes saber que el ritual te dejará sin energía, así que si lo hacemos es mejor que tengas fuerzas. ¿Te sientes preparado? —Preguntó, consciente de las consecuencias de aquel ritual. Convertir a alguien en otra especie consumía mucha energía, y no era algo que se pudiera hacer a la ligera.
Óscar sonrió, sus ojos brillando de deseo.
— Yo tengo muchas ganas de hacerlo, pero tampoco quiero ser muy impulsivo. Si dices que siga, no me contendré —Dijo, susurrando mientras jugaba con la barbilla de su novio, acariciándola de una manera tentadora.
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Loammy Sequeira
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2024-11-29
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