A veces la vida da giros inesperados, algunos buenos y algunos malos. Yo en esos momentos no sabía si eran buenos o malos por qué realmente estaba en shock.
Un bebé no es juego, no es como cuando eres pequeña y estás a cargo de un muñeco, esto es real y suele ser bonito pero difícil.
En mi cabeza pasaban las preguntas, ¿Y ahora que haré? ¿Si lo quiero tener? ¿Cómo se lo diré a mi mamá? ¿Qué pasará con mi escuela?
Llegando a casa de Alejandro, nos sentamos a platicar más tranquilos, y decidimos que lo tendríamos y que buscaríamos ser buenos padres; ahora solo faltaba resolver como decirle a los futuros abuelos.
Para Alejandro fue más sencillo decirle a sus padres, ya que ellos ya se hacían a la idea de que eso pasaría, aunque no supe descifrar si les daba gusto aquel embarazo.
Decidida fui a visitar a mi mamá, no sabía cómo decirle; pero pase un rato agradable en aquella visita, aunque simplemente las palabras no salían.
Hasta que llegó el momento en que tenía que marcharme. La abracé con cariño y le dije finalmente al oído: "vas a ser abuela". Se separó rápidamente de mí y con mirada triste me dijo: "cuídate mucho a partir de ahora no eres solo tú, cualquier cosa estaré para ti".
Me trague mis lágrimas y me despedí; y no fue hasta que estuve en mi habitación que llore y llore hasta que me canse y me quedé dormida. Aunque media hora después me levanté de golpe para llegar al sanitario; por qué si efectivamente las náuseas del embarazo ya empezaban a ponerme mal.
Al día siguiente en la escuela, Ceci se limitaba a observarme en las clases; en ocasiones entre cerraba los ojos, lo cual me daba a entender que ya sospechaba algo.
Cuando las clases terminaron se acercó a mí y me dijo: "vamos dímelo, que es lo que está pasando, tú no te ves bien".
Claro que no me veía bien las náuseas no me habían dejado ni un minuto; así que con mi mirada hacía el suelo le hable de mi embarazo.
Yo esperaba que me gritara, me dijera una y mil cosas. Pero solo se limitó a decir:" ojalá y todo te salga bien"; y se fue a buscar a su novio.
No les voy a mentir me alegro de que no dijera algo más, por qué eso era lo menos que necesitaba en esos momentos. Pero también me di cuenta de que cada que pasaban los días iba perdiendo a mi amiga por mi nueva vida.
La siguiente semana fue totalmente fatal. Las náuseas y los vómitos no me dejaban en paz. Incluso no podía estar mucho de pie, ya que inmediatamente me daban mareos.
Pero la cereza del pastel fue una mañana que al despertar vi sangre entre mis piernas; por lo que inmediatamente entre en pánico y desperté a Alejandro.
Él al verme se puso pálido, pero se recompuso e inmediatamente me llevo al médico. Al llegar, el doctor me revisó y me menciono que el sangrado fue una alerta, había tenido una amenaza de aborto, pero que el pequeño o pequeña estaba bien; además que a partir de ahora tenía que tener reposo absoluto durante un tiempo.
No sé si fue por las circunstancias o por qué ya mi mente estaba aceptando que sería mamá, pero me alegre que mi bebé permaneciera dentro de mi y se estuviera formando como si fuera un pequeño panque en mi vientre; por lo que iba a seguir las indicaciones de doctor tal y como me las había dicho.
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