Verdades y confesiones

— Dommy, necesitamos hablar.

La voz del chico sonó algo aguda a los oídos de Domm, probablemente se debía a que estaba arrepentido de lo ocurrido anteriormente… No, ella se negaba a dejar que el la manipulara, esos solo eran sollozos de un niño rico mimado.

— Creo que ya dijiste bastante antes. Ahora mismo estoy ocupada con un paciente, solo regresa y has lo que sea que haces por allá…

— Yo… entiendo que te dije algo horrible y está bien si ahora me odias por eso… en realidad eso era lo que yo buscaba en ese momento. Pero ahora mismo no vengo a hablarte como Ferd, vengo a hacerlo como Nicky.

— Ferd, Nicky ¿Acaso hay alguna diferencia? No me hagas perder mi tiempo y…

Aun siguiendo esquiva a recibirle, Domm solo andaba de un lado a otro fingiendo buscar algún utensilio para el tratamiento de su paciente, pero en algún momento mientras pretendía enviarle de regreso su mirada volteo a verle notando enseguida que realmente no hablaba con Ferd. Eso la hizo sentirse un poco tonta, debía haberse dado cuenta enseguida ya que su aroma era ligeramente diferente.

Sin pensárselo dos veces una jeringuilla fue extraída de su bolsillo y su contenido inyectado en el paciente que atendía para ponerlo a dormir.

— ¡Oye! Tu… ¿Siempre llevas esas cosas contigo?

Ahora mismo la mente de Nicky fluía de un modo diferente a lo usual, resultándole muy fácil recordar que en algún momento ella también había sido víctima de esa anestesia.

— Por supuesto —Respondió Dom con una mezcla de orgullo y obviedad en su tono— No tengo magia o grandes músculos, necesito tener algunos métodos para defenderme.

El plural usado por Domm dejaba implícito que aun habían otras cartas debajo de sus mangas que seguramente solo ella conocía, lo cual hizo tragar saliva a la pequeña.

— Mas importante ¿Cómo es que tú…? O más bien ¿Desde cuándo tú...?

La cabeza de Domm era un desastre en este momento con pensamientos que iban y venían por lo que el tener a la Nicky real y no su contraparte Ferd justo en frente ahora mismo significaba. Despues de todo aquel extraño cambio que sufrió era la razón por la que su madre había tenido que enviarla lejos.

— Yo lo descubrí durante nuestras primeras noches viajando, el hecho de que puedo cambiar a voluntad. Pero tenía mucho miedo de regresar a casa y por eso no te lo dije. Es… es completamente mi culpa que termináramos en esta situación.

Lo que normalmente seguiría a asumir la responsabilidad de sus acciones sería una disculpa, pero Nicky sentía que lamentarse ahora no ayudaría en nada y que tampoco es como si mereciera ser perdonada por cuan egoísta fue.

No… cualquiera de esos pensamiento en realidad eran escusas, lo que en realidad le impedía disculparse era su orgullo y necesitaba dejarlo de lado para que no sucediera como Frey le había dicho.

— Yo… Yo lo… siento…

Sus palabras apenas eran audibles al salir a través de un puchero, aunque eso no fue realmente problema para que Domm lograra escucharla. El asunto era que aquella confesión por parte de la chica solo añadía más enoja al que ya sentía tras la discusión de antes.

— Yo… Necesito pensar. ¿Podrías dejarme sola, por favor?

— ¿Eh? Si… yo entiendo.

Nicky se apresuró a salir de la tienda, parando en seco justo delante de la entrada, donde volvió a cambiar a su forma masculina antes de continuar su camino.

Al pasar delante de todos se podían ver nuevamente al chico altivo que parecía no importarle nada ni nadie que tuviese en frente y solo hacia cualquier cosa que le viniera en gana. Al menos así fue hasta que llego a las afueras del campamento donde Frey ya se encontraba esperándolo.

— ¿Y bien? ¿Cómo te fue?

— Yo…ugh… ella…

Sin ser capaz de articular una frase, sus lágrimas comenzaron a correr mejillas abajo. Eso dejaba en claro que las cosas no habían ido del todo bien y sin decir nada más Frey tan solo lo rodeo con sus brazos permitiéndole llorar en su regazo hasta que se calmara.

— Era de esperarse ¿No? Después de todo solo he actuado pensando en mi propio benéfico.

Después de llorar por varios minutos y haberse calmado Ferd pudo pensar mejor acerca de todo lo ocurrido hasta ese momento, incluyendo lo que justo acababa de pasar allí.

El de la forma más patética posible había llorado entre los brazos de Frey. Sintiéndose muy molesto consigo mismo su cabeza termino golpeando fuertemente el tronco de un árbol hiriéndose en la frente.

— ¡Oye! ¿Qué rayos haces? —Reclamo preocupada Frey.

— ¡No te acerques! ¡No quiero que me veas ahora mismo! —Advirtió Ferd queriendo ocultar su vergüenza— Si tan solo no tuviera este pequeño cuerpo tan inútil…

Al pronunciar aquella última frase en voz alta, el pequeño se percató que las cosas comenzaban a irse de sus manos. Necesitaba detener eso antes que fuera demasiado tarde.

Apresurado recupero su mochila de manos de Frey y hurgo desesperadamente en esta hasta encontrar una pieza de joyería que brillaba con intensidad y la guardo en su bolsillo.

— Frey… voy a pedir prestada la ayuda de alguien, pero no confió del todo en esa persona. ¿Te molestaría acompañarme allí?

Lo joya de la que el chico acababa de echar mano no era un objeto valioso al azar, se trataba de una pieza de equipamiento mágico con la cual sería fácil comprar una isla flotante sin colonizar justo como en la que se encontraban ahora mismo.

Si el chico planeaba usar eso como medio de transacción para pedir la ayuda de alguien y además necesitaba que un adulto como ella le acompañara pues no podía confiar en la otra persona, solo podía pensar de la otra parte perteneciendo al grupo de los guardias de Barda o a aquellos mercenarios de poca monta.

Después que se estrellaron en aquella isla aquellos dos grupos se había separado de los demás y montaron sus propios campamentos.

Para los civiles habría sido muy complicado dormir con aquellos criminales que intentaron secuestrarlos justo a su lado, además ellos eran más expertos en combate y supervivencia ya que habían sido entrenados o de lleno lo hacían diariamente en su vida cotidiana y los civiles les supondrían solo una carga. Separarse era un ganar, ganar, para ambas partes.

Sorpresivamente Ferd camino al interior del campamento en lugar de alejarse de este y sus pasos los guiaron hasta donde acampaba la oven rubia y su compañera medio elfa.

— Mar… Se… señorita Martina. —El saludo fue un poco complicado, pues Ferd no sabía qué nivel de cortesía sería adecuado o inadecuado aplicar al hablarle a aquella chica.

Al verlo llegar lo primero que pasó por la cabeza de Martina fue enviarlo de regreso por donde había llegado, aún seguía algo resentida con él. Pero al verle detalladamente de pies a cabeza pudo notar que algo era diferente en el chico. Ella no podía decir con exactitud de que se trataba, pero sabía que ese algo estaba allí.

— Solo Martina está bien, aunque soy un poco mayor, tu eres de rango más alto.

Aunque la chica lo afirmaba con plena seguridad, eso solo era algo que Claerie le había comentado en sus sospechas. El por su parte no lo negó y solo continúo su conversación.

— ¿Tu compañera no se encuentra contigo? Necesitaba pedir su ayuda.

— Bueno ella…

Una diminuta bola de arcilla golpeo en la mejilla de Martina atrayendo su atención a uno de los costados del campamento, donde un trozo de tela servía como división y tras este se encontraba Claerie haciéndole señas para que negara su presencia, el motivo, a su lado se encontraba Domm en ese momento.

— … No tengo idea en donde pueda estar. Más bien ¿No dijiste antes que aceptar su amabilidad seria como aceptar mi amabilidad?

Una mueca de disgusto se dibujó en los labios de Ferd, él ya se esperaba que ella dijera algo como eso y por eso venia preparado para negociar, pero aun así escuchar aquel comentario le molestaba como si le taladraran los oídos.

— Yo formule mal i predicamento, lo que en realidad quise decir es que quiero contratar los servicios de la señorita Claerie.

Habiéndose corregido el chico puso  la pieza de joyería sobre un tronco de madera en medio de la tienda de acampar, el cual servía como mesa auxiliar.

— Ja ¿Acaso piensas pagarle con algunas monedas de plata justo como con ese pobre chico de…?

Al ver aquella joya sobre el tronco de madera, Martina enmudeció. El valor de aquella cosa la traía sin cuidado, ella misma tenía en su posesión muchas piezas similares en valor y con la misma naturaleza mágica, de hecho su cetro era un artefacto de la misma índole. Y exactamente eso era lo que perturbaba a la joven.

— Do… ¿Dónde obtuviste esto?

— ¿Acaso importa? —Al notar el interés de la chica Ferd regreso la joya a su bolsillo fingiendo estar listo para marcharse— Si tú amiga no está iré a buscar a alguien más.

— ¿Eh? ¡Espera! —Se apresuró en detenerlo Martina, poniéndose en medio de él y la salida.

Aquella acción alarmo a Frey, quien apenas comenzaba a notar la dinámica entre ellos dos. Ferd no pedía compañía porque realmente desconfiara de aquella chica, simplemente no le agradaba.

Viendo a l orco con la guardia en alto, Martina se puso un poco nerviosa chasqueando su lengua al percatarse de lo que el chico hacía. Más molesto era que incluso sabiéndolo ella aun necesitaba esa información.

— Es magia ¿Cierto? De todas las personas en este lugar viniste primero a ver a Claerie, una medio elfa. Eso quiere decir que lo que quieres pedirle tiene que ver con la magia. Pero lo que no sabes es que yo soy al menos 10 veces mejor que ella en ese sentido. Dime todo lo que sepas de esa pieza en tu bolsillo y o te ayudare a cambio.

El ceño de Ferd se frunció en una mueca de desconfianza, pero lo que la chica le pedía era información y no directamente la joya, de ese modo no habría mucho que perder si las cosas no salían bien.

— Es una aleación de Oro c y acero común que traía un “viajero consigo” —Comenzó a explicar Ferd sacando el artefacto de su bolsillo para enseñárselo a la chica— La gema en medio fue extraída del ojo de un troll y los pequeños rubíes alrededor vienen del mismísimo Magnum.

— No te sigo ahí ¿Qué ese Magnum?

— Un volcán, solía estar en una gran Isla  flotante, cuna de los clanes barbaros, pero esta se hundió tras la guerra.

— Eso suena como un cuento para dormir que le contaría un anciano a sus hijos.

Durante sus viajes Martina había visto muchas maravillas en este mundo, haciendo que la historia del chico fuera muy verosímil. Sin embargo, los ingredientes que el narraba eran muy diferentes a los que ella conocía para forjar esta pieza en específico. Eso le hacía dudar si lo que el niño le contaba era real o no.

— ¡Es real, mi abuela misma la forjo! —Replico Ferd— ¡Ella sustituyo aquello que no podía conseguir con ingredientes nativos, fue lo que me dijo mientras me enseñaba a forjar!

Aquellas últimas afirmaciones fueron completamente impactantes para Martina. Para comenzar si querías  cambiar algún ingrediente de forja y encontrar un equivalente, no bastaba solo con conocer la receta original, se requería tener una clara comprensión de las cualidades y funciones que cumpliría dicho material dentro de la receta y sobre el resultado final. Y nadie dentro de este mundo debería poder conocer algo de eso.

— Tu abuela ¿Sabes dónde puedo encontrarla?

— Ella se fue…

Una respuesta bastante ambigua que dejo un amargo sabor de boca a Martina. Fue difícil para ella preguntar por el significado de esas palabras, ya se imaginaba lo que era y prefirió no recordarle algo como eso al niño, prosiguiendo a lo siguiente que le concernía.

— Yo… entiendo. Entonces ¿En que necesitas ayuda?

— Magia de sanación ¿Sabes cómo usarla?

— ¿Eh? ¿No era tu guardiana un médico? ¿Por qué buscarías a alguien más para algo como eso?

— Esto es algo que no puedo pedirle a ella… ¿Sabes usarla o no?

— Si se hacerlo. Aun así, no pareces estar tan grave como para necesitar ser sanado con magia. Tengo entendido que es mejor dejar que las heridas más leves sanen de forma natural para así estimular la capacidad regenerativa del cuerpo.

— Créeme, esto es algo grave.

Ferd desabrocho su camisilla para dejar ver un ligero rasguño en su cuello. Eso en realidad no parecía nada grave, al menos hasta que el chico cargo sus manos con mana colocándolas sobre su la piel de su nuca, revelándose así unas marcas de sellado que rodeaban toda su garganta, siendo interrumpidas únicamente en la zona del rasguño.

— Esto… sucedió accidentalmente mientras trabajaba con las balizas. —Se excusó el chico— No creo poder aguantar por mucho más tiempo. Po… ¿podridas por favor sanarme?

Aquel sello no le decía nada a Martina, era la primera vez en su vida viéndolo, pero también era la primera vez desde que se habían conocido que ella veía a ese chico bajar su cabeza para pedirle algo a alguien más y eso le daba una ligera idea de la gravedad del asunto.

— Ok, supongo que podría, pero…

— ¿Qué mierda fue lo que hiciste esta vez?

Domm hasta ahora se había estado conteniendo tras aquella cortina que dividía el campamento de Martina, llena de curiosidad por lo que fuera que había llevado al chico hasta allí, pero tras escuchar y ver a hurtadillas aquel asunto del sello, no pudo contenerse más, levantando su vos muy disgustada.

— Esto… esto no es…

Ferd no supo que responder al respecto, la sorpresa de tener a Domm allí oyendo todo lo que intentaba ocultarle lo había dejado aturdido. Y su mirada  llena de fiereza miro a Martina al sentirse traicionado.

Domm camino hasta el chico tomando sus manos para separarlas de su cuello, pues ahora intentaba ocultar aquellas marcas.

Sus oídos no la habían engañado, la chica ahora comprobaba con los ojos aquellos muy leves rasguños en el cuello del chico, los cuales de ningún modo podrían haber sido algo accidental, si consideraba la precisión con que estos se ubicaban sobre la piel del chico.

— ¿Qué demonios estabas pensando? ¿Sabes que esto pone en peligro no solo tu salud, sino tu propia vida? Acaso… ¿Acaso no te has puesto a pensar que tu madre se tomó tantas molestias en todo esto para intentar protegerte de…?

— ¿De mí mismo? O lo que quiera que haya sido en el pasado…

Tras la interrupción del chico hubo un breve momento de silencio incómodo. Domm no sabía que responder pues lo que él decía era cierto, aunque no de ese modo… Más bien el problema es que  era un tema que debería ser difícil de tratar para un chico de su edad, pero el de algún modo parecía comprenderlo incluso mejor que ella.

La joven doctora miro llena de preocupación al chico, parecía que la corrupción de su psique podría haber avanzado demasiado en los últimos días sin que ella lo hubiera notado. Probablemente había fallado en su única misión.

La intensidad de la mirada fue transmitida al pequeño pelirrojo, pero en su confundida mente esta se tradujo como una acusación.

Ferd quería escapar, quería gritar, quería desquitarse… eran tantos los pensamientos que llegaban juntos que al final realmente no sabía que era lo que quería.

— todos moriríamos en ese campo de asteroides, yo solo lo hice para que pudiéramos sobrevivir.

AL final, ignorando la mayoría de sus pensamientos, el chico termino por tratar de excusarse, aunque Domm solo entendería la base de aquella idea.

— Ashta… astoo roi….des…

— ¡Asteroides! —Replico Martina sonriendo inquieta. Como si acabara de descubrir algo muy interesante.

— Nunca había escuchado una palabra como esa. ¿Cómo es que puedes siquiera hacer esos sonidos con tu boca?

— Eso es porque esa no es una palabra de este mundo, es una palabra que se usa para referirse a grandes rocas que viajan en el espacio exterior en otro mundo… mi mundo.

La repentina confesión por parte de Martina levanto la guardia de Domm, quien cuidadosamente se puso entre ella y Ferd para intentar protegerlo incluso con su cuerpo si llegaba a ser el caso.

— ¿Eres una poseída? —Pregunto temiendo lo peor.

— ¿Qué? ¡Nada de eso! ¿No es acaso ese chico el que está teniendo ese tipo de problema? —Mientras devolvía las preguntas Martina desenvolvía su cetro trayéndose algo entre manos.

— No, no, no. Ferd no tiene ese tipo de problemas, lo de él es algo muy diferente. —Contesto nerviosa Domm. Aunque estuviese dispuesta a proteger con todo al chico, el cetro en las manos de la otra chica parecía el arma que portaría un gran campeón o una santa. Probablemente con un ligero movimiento los evaporaría a los dos allí sin darles tiempo siquiera de respirar.

Para terminar de completar Domm misma no era muy buena si de magia de combate se refería, su especialidad era la magia de sanación.

Aun así, aunque aún no había tenido la ocasión de probarlo e una confrontación real, había un recurso al que podía acudir para intentar salir bien parada de esta.

Empuñando una de sus jeringuillas dejo fluir hacia esta tanto mana como pudo, logrando que el líquido en su interior burbujeara como si estuviera ebulliendo.

Claerire fue la primera en notar aquello decidiendo interceder entre las dos para evitar que las cosas terminasen como una pelea. Era lo menos que necesitaban en su situación actual.

— Martina, ¿no podemos hacer la vista gorda esta vez? No me parece que este chico vaya a convertirse en una gran amenaza…

— Oye… ¿Te das cuenta de lo que me estas pidiendo? Independientemente de si es uno de los míos o si es un poseído, significan un gran peligro para las personas de este mundo. Mi deber es enviarlo de vuelta antes que las cosas terminen en una situación sin remedio.

— ¿Enviarlo de vuelta? ¿A qué te refieres exactamente con enviarlo de vuelta? —Incluso si en realidad no quería saber ya que tenía sus sospechas de lo que significaría en el contexto, Domm se atrevió a pregunta.

— Es tal como sea, regresar esta alma a La Tierra, el mundo del cual proviene. Si es uno de los míos será tan sencillo como desloguear, su avatar desaparecerá en este plano de existencia. Pero si es un poseído, será más como enviar su alma de regreso a su cuerpo original.

— No… ¡No puedes! ¡Si haces algo como eso Ferd va a morir!

— Tsk…

Aquella última acusación era bastante molesta para Martina, pues ya había escuchado eso en otras ocasiones y le resultaba molesto tener que explicarlo cada vez, principalmente por lo que significaría sentimentalmente para las personas que lo escuchaban.

— Chica, seguramente ya lo sabes y solo te niegas la verdad a ti misma, pero la persona que conocías como Ferd, su alma ya no está con nosotros. Eso que vez allí es un cascaron vacío que alguien más decidió ocupar…

— ¡Por eso te digo que estas equivocada! —Grito desesperadamente Domm esperando hacerse entender de algún modo— ¡Ya les dije antes que Reinjectself no es lo mismo que ser un poseído! El sello… ¡El sello en su cuello mantiene separada su conciencia pasada de su conciencia presente,  dejando que se adapte lentamente a la persona actual! ¡Si se rompe el paso será más brusco y eso sería malo, necesitamos raparlo de inmediato!

Dejando de lado por completo la discusión actual Domm se apresuró a atender la herida en el cuello del niño para luego reparar el sello, sin embargo estando aun a mitad de proceso algunas explosiones se oyeron afuera del campamento, seguidas por gritos y llantos de los sobrevivientes.

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