Nuevas conocidas, nueva amistad

Cerca del alba la carroza tirada por bestias llego a la siguiente estación, ubicado en el extremo opuesto de la roca donde habían desembarcado el día anterior. Como había dicho antes aquella roca era bastante pequeña, pero había sido colocada allí para que sirviera como lugar de descanso y transbordo a los viajeros.

— Demonios, esto no puede ser posible.

La persona quejándose era otra vez aquella mujer de antes, sintiéndose disgustada al ver que las personas justo en frente de ella en la fila para comprar el cupo en la nave que abordaría, eran justo esa mujer y el niño con el que había tenido aquel breve conflicto.

— Si tienes algún problema, puedes esperar y abordar el siguiente vuelo. —Ferd fingía un impertinente tono monótono para restar a la persona detrás de él.

— ¿Qué mierda? ¿No eras un cachorro de noble? ¿Por qué no vas a volar en tu propio navío y dejas el servicio público a los plebeyos?

— ¿Noble? Nada de eso, solo tenemos algunos medios que hemos ganado con esfuerzo…

— hmmmm

La mujer quedo en silencio sintiendo algunas sospechas sobre eso. Ella estaba segura que lo que había visto antes era una placa con el sello familiar de algún noble.

Ninguno de los dos se tomó la molestia de volver a dirigirle la palabra al otro y simplemente compraron sus respectivos cupos, abordando la nueva nave sin contratiempos.

Al llegar a la cubierta de la embarcación, Ferd corrió alrededor emocionado, esta era su primera vez en este tipo de nave, donde no había mayordomos o sirvientes hostigándolo y debía llevar su propio equipaje sobre sus hombros. Lo que más destacaba es que ni siquiera podía distinguir entre quienes eran tripulación y quienes eran pasajeros.

Aunque el chico estaba muy emocionado por las diferencias de viajar en un servicio de primera clase y en el que estaba ahora, hubo una diferencia que no noto a primera vista y que además no le resultaría tan agradable.

En cuanto el navío comenzó a moverse, Ferd sintió como si sus rodillas se aflojaran, perdiendo todas las fuerzas de sus piernas y cayendo sobre las tablas de madera que componían el piso. Extrañado por lo que acababa de pasarle, intento levantarse, pero sus piernas no respondieron como quería y volvió a caer, rodando algunos metros en esta ocasión.

Al ver lo que pasaba, Domm se vio en la necesidad de cubrirse el rostro con sus manos para reírse en silencio, pero al ver que algunas otras personas también se burlaban, se forzó a contenerse y se acercó para brindarle una mano.

— Joven amo Ferdy ¿Es su primera vez viajando en un vehículo sin estabilizadores mágicos?

— No tengo idea de lo que estás hablando.

— Hmmm… Ya veo. Las embarcaciones en las que suele viajar el joven amo tienen una magia que elimina los efectos del movimiento en el interior de la nave. Lo que está sintiendo ahora mismo es el efecto de ese movimiento. AL principio puede ser complicado pero con el tiempo te acostumbras.

— Es horrible, siento como si mis entrañas quisieran saltar fuera de mi cuerpo.

— Entonces, por ahora sería mejor si vamos a descansar en nuestro camarote. Este va a ser un viaje de varios días y le tomara un tiempo acostumbrarse.

— Eso me gustaría hacer… pero no creo que mis piernas logren llevarme hasta allí. ¿Piensas que en mi forma actual sea aceptable que me levantes en tus brazos?

— No es ningún problema. Para este tipo de cosas es precisamente que su madre me encomendó el deber de estar a su lado.

— Por favor descanse, yo iré a ver si algún comerciante trae consigo alguna medicina que le ayude a sentirse aliviado. —Domm dejo a Ferd en una cama dentro del compartimiento designado y se marchó en busca de las medicinas.

Ferd no realmente no tenia deseos de dormir, pero a causa del malestar que le generaba la sensación de movimiento de la nave, no tuvo más remedio que cerrar sus ojos con la esperanza que al volverlos a abrir se sintiera mejor o Domm estuviese de vuelta con las medicinas.

Algunos murmullos trajeron la conciencia de Ferd de vuelta a su cuerpo, al parecer se había quedado dormido sin darse cuenta, despertando por algunas risas y la conversación de dos chicas. Incorporándose sobre la cama, para tener una mejor vista de su entorno, el chico aun sintió algunas nauseas, pero logro contenerlas.

— ¿Ya estás de vuelta? ¿Encontraste alguna medicina, Domm?

Las preguntas del pelirrojo no tuvieron respuesta y los murmullos se detuvieron, los ojos entrecerrados del chico se abrieron para buscar a su compañera, pero ella no estaba allí, en su lugar había dos jóvenes mujeres medio desnudas, pues al parecer se encontraban cambiando sus ropas.

— ¡Kyaaaaaaaaaaaaaaaa! —Una de ellas grito tomando un cenicero de la pequeña mesa en medio de la habitación, para arrojarlo contra el chico— ¡Muérete, maldito pervertido!

— ¡Espera, Martina! ¡Solo es un niño! —Su compañera intento detenerla, pero ya era muy tarde.

En un pestañeo el cenicero abandono la mano de la joven mujer e impacto contra la frente del chico, derribándolo de nuevo sobre la cama. A pesar del dolor producido por el impacto, su entrecejo se frunció en una mueca de enojo, si aún pudiera usar su magia él probablemente habría contraatacado en ese momento, convirtiendo el interior del camarote en un infierno, pero no hablar de su capacidad como mago, ahora mismo ni siquiera era capaz de moverse adecuadamente por el malestar del movimiento de la nave.

Las dos jóvenes comenzaron a discutir acerca de lo que acababa de ocurrir y en medio de la discusión había algunos insultos por parte de una de ellas para Ferd. El chico no tenía ninguna intención de quedarse allí escuchándolas, de algún modo se las arregló para darse media vuelta y poner los pies en el suelo, tambaleándose un poco para intentar ir hasta la puerta del camarote.

— ¿Qué? Esto es malo Martina, creo que lo lisiaste. —Dijo asustada una de ellas al verlo tambalearse fuera de la cama.

— No… no puede ser, no lo golpee tan fuerte… ¡Oye espera!

*toc\, toc\, toc*

Antes que el llegase hasta la puerta esta sonó.

— Somos oficiales a bordo ¿Ha ocurrido algo?

Al parecer algunos miembros de la tripulación habían escuchado el grito de antes y se apresuraron a venir. Ferd que era el tipo de chico rencoroso que siempre devolvía un golpe cuando alguien más lo golpeaba, hablando figurativamente, y justo en ese momento, una idea maliciosa cruzo por su cabeza.

— ¡Criminales! ¡Hay criminales en mi camarote! ¡Me han golpeado y no me dejan ir!

Al escuchar los gritos de auxilio del pequeño, las dos mujeres quedaron estupefactas, no podían creer lo que estaba sucediendo.

Una fuerte patada rompió la cerradura de la puerta dejando que esta se abriera, un par de guardias entraron de inmediato con sus espadas en mano, solo para ser arrojados fuera un segundo después por las dos chicas que gritaban histéricas a la vez que les arrojaban cualquier cosa que encontraban a la mano y golpeándolos con todas sus fuerzas.

La más joven, Martina, noto una sonrisa de satisfacción en el rostro del chico en medio de toda aquella situación y al caer en cuenta que el había hecho eso a propósito quiso golpearlo, pero esta vez fue contenida por su compañera.

— ¡Ya basta, Martina! ¡Lo de esta vez fue nuestra culpa!

— ¡Pero es que el!

— ¡Ya basta, he dicho!

—s… ¡Sí!

La otra mujer también había notado al chico sonriendo, por supuesto también sabía que era algo hecho adrede y eso la hacía volverse más cautelosa con él. Un niño tan astuto y agudo capas de maquinar tales artimañas seguramente tendría un buen respaldo brindándole alguna clase de educación. No debía ser alguien simple con quien pudieran meterse y salir impunes.

— Chico, como ya dije esta vez fue nuestra culpa, no te notamos cuando entramos a la habitación y por eso la situación se tornó de este modo. Espero que con esa pequeña represalia puedas dejar pasar la ofensa de mi compañera.

— No me importa, haz lo que quieras siempre que puedas mantener su estupidez lejos de mí.

— ¿Qué mierda? ¡Suéltame Claerie! ¡Voy a partirle uno o dos huesos a ese mocoso engreído! ¡Después podemos buscar a un médico para que lo sane!

Aunque Martina pataleara con fuerza, su compañera, Claerie, no la soltó, en su lugar observaba al chico con algo de miedo en su corazón.esa última frase, desde su perspectiva parecía una clara provocación hacia Martina. Aunque el había dicho que no le importaba, ese no parecía ser el caso ¿Planeaba llevar aquel asunto hasta las últimas conciencias? Si ese era el caso ella necesitaría silenciarlo, pero no creía que fuera a ser algo sencillo.

Mientras pensaba en cómo debía proceder, la nave se sacudió ligeramente haciendo que el chico perdiera su equilibrio y callera al suelo. Fue en ese momento que Claerie logro notarlo en el rostro del pelirrojo, el solo estaba siendo engreído por naturaleza, nada más que eso.

— ¿Chico, necesitas ayuda? —Cuidadosamente se acercó hasta él, manteniendo su guardia en alto solo por si acaso.

— No hace falta… —Ferd la miro con el entrecejo fruncido y comenzó a levantarse por su propia cuenta— Jamás aceptaría ayuda de esa chica estúpida.

— hmmm… Esas son grandes palabras para un chico que apenas puede sostenerse sobre sus propias piernas.

— Eso solo se debe a que esta maldita cosa no tiene estabilizadores mágicos y me hace sentir enfermo. En condiciones normales ya habría acabado con ustedes dos… ya habría acabado…

Aquellas palabras hicieron que Claerie se sintiera contenta de no haber elegido silenciarlo allí mismo, ese niño muy probablemente estaba acostumbrado a viajar en vehículos con estabilizadores mágicos, si era el caso debía venir de una familia muy acaudalada, por no pensar que tal vez fuera noble. Un movimiento en falso habría podido convertirse en un terrible dolor de culo. Por otro lado si pudiera ganarse el favor de aquel chico, podría ser algo beneficioso para el futuro.

— Ok, puedo entender que estés molesto con Martina ya que te golpeo injustificadamente, pero yo no he hecho nada, esto segura que deberías ser capaz de aceptar mi ayuda.

Al ver la mano de la mujer extendida hacia él, mientras sonreía amablemente, el chico extendió su propia mano hacia ella y la palmeo haciéndola a un lado con una mueca de disgusto.

— ¡Solo porque eres un poco lista no pienses que los demás son más tontos que tú! ¡Eres la sirviente de esa chica, aceptar tu amabilidad seria como aceptar su amabilidad!

Esta vez Claerie se sintió completamente abrumada por el chico. La relación amo sirviente que tenían ellas dos era algo que mantenían en secreto. ¿Cómo era que él lo había deducido tan fácilmente? ¿Acaso tenía información acerca de sus identidades? Si ese era el caso, siempre si era mejor eliminarlo.

— ¿Qué rayos paso aquí? ¿Por qué hay dos guardias tirados en el pasillo? ¿Y porque hay dos chicas desnudas? ¿Acaso intentan seducir al joven amo Ferdy?

Justo cuando Claerie estaba por desenfundar su arma, Domm entro a la habitación cambiando un poco el tenso ambiente. Tan pronto como estuvo a su alcance, Ferd la tomo por la mano y la jalo para ponerla a su altura y así poder mirarla a los ojos mientras le hablaba.

— Domm… ¡Todo esto es tú culpa! ¿Por qué rayos hay más personas en nuestro camarote?

— ¡Lo siento mucho, joven amo Ferdy! Los camarotes en estas naves suelen ser compartidos con otros pasajeros. También hay algunos privados, pero esos son muy caros y debemos ahorrar recursos para nuestro viaje…

— ¡Tonta! ¡Si lo que te dio mi madre no alcanza simplemente debes preguntarme! ¡Yo también tengo mi propio dinero!

— No creo que eso sea algo conveniente… Más importante, no he podido encontrar alguien que me venda medicamentos para su malestar. De verdad lo siento pero tendrá que aguantar un poco más mientras se acostumbra.

— Si lo que necesitas es medicina para las náuseas y el mareo, yo te puedo dar un poco.

Con la llegada de esta nueva persona, quien además podía sentir poseía una gran cantidad de mana, Claerie tuvo que replantearse nuevamente su proceder, volviendo a su plan de mostrarse amable y prestarle su ayuda al hico. Pero las cosas no serían tan simples como ella querría.

— No lo aceptes Domm. Estas son malas personas que me golpearon sin piedad alguna. Sería peligroso aceptar su amabilidad.

— ¿Eh? ¿Algo como eso ocurrió?

— No… ¡No es lo que parece! Lo que ocurrió fue que…

Claerie y Martina explicaron todo lo sucedido a Domm mientras se vestían, finalizando por entregar un poco de medicina en sus manos a manera de disculpa.

— ¡Cielos, eso no estuvo bien joven amo Ferdy! ¡Que tú las vieras desnudas puede haber sido un accidente, pero hacer que también las vieran los guardias! ¡Eso fue muy malo por tu parte!

— Pues nada de eso habría sucedido si me hubieras explicado correctamente que este era un camarote compartido.

— De verdad lo siento…

Después de ser forzado por Domm para beber aquella medicina, Ferd se marchó muy molesto de la habitación, siendo capaz de caminar por su cuenta sin tambalearse. Para el, eso de recibir amabilidad de alguien a quien acababa de menospreciar era algo completamente nuevo en inconcebible. Por algo había aceptado tan obedientemente ir en este viaje luego de que su hermana le hiciera aquel desplante, su orgullo como noble le impedía seguir allí sin que ella se disculpara. Pero ahora todo lo que creía y sentía correcto estaba siendo puesto a prueba por acciones tan simples como recibir un poco de medicina.

El “mal sabor de boca” que le había dejado beber aquella medicina se fue mágicamente al volver por segunda bes a la cubierta de la nave. La primera vez que estuvo allí varias personas iban y venían llevando cargamentos pesados y equipajes, pero ahora en su lugar había varios puestos alrededor y la gente disfrutaba comprando, comiendo y bebiendo. En Balanc se celebraban algunos festivales que eran algo parecido a esto, pero como parte de la familia del Marques, Nicky siempre observo de lejos a los plebeyos disfrutando de ello.

Pero Nicky von Balanc no estaba aquí ahora mismo, en su lugar Ferd, un chico cualquiera que no debería tener ningún problema con disfrutar las mismas cosas que el resto de los plebeyos, estaba preparado para mezclarse en su entorno.

— Disculpe Madame ¿Qué precio tiene esa carne ensartada en el palillo?

— Esos son 2 por una pieza de cobre.

— ¿Eh? Ya ve… ¿Y la carne sobre el cartón que tiene esos palitos dorados alrededor?

— Ufufu… Esos son patatas fritas pequeño y el plato cuesta 3 piezas de cobre.

Un poco desilusionado por no poder conseguir algo de esa comida que olía tan delicioso, el chico continuo preguntando en puestos alrededor sin obtener mejores resultados.

— ¡Argf!

Un fuerte y profundo suspiro de decepción salió de entre sus labios al sentarse junto a la borda, mirando como otros disfrutaban lo que él no podía.

— ¡Oye chico! ¿Por qué la cara larga? ¿Acaso tienes problemas de mujeres? —AL verlo allí sentado aparte del resto del mundo, un hombre mayor se desvió de su camino sentándose a su lado mientras bebía de una botella de vino— No importa lo que sea, cuéntale a este viejo, seguro podría darte uno o dos concejos.

Ferd miro al hombre con desconfianza, pero debido a los recientes acontecimientos, llego a pensar que al final no importaría y le conto.

— Solo quería comprar algo de comer, pero todos los vendedores cobran en una moneda que no conozco.

El hombre se sintió extrañado por la situación explicada por aquel niño, miro su bebida pensando que tal vez ya se le había pasado un poco la mano para mirar nuevamente al chico con curiosidad.

— ¿Y exactamente cuales monedas son las que conoces?

El chico tomo una pieza circular hecha e plata que tenía en el bolsillo y sosteniéndola entre sus dedos, golpeo uno de los bordes con el pulgar para hacerla girar en el aire y volver a atraparla entre sus dedos.

— Esta es una pieza de plata, es lo que siempre he usado donde solía vivir, pero las personas por aquí todas piden algo llamado piezas de cobre.

Al ver la moneda de plata en las manos de Ferd, el viejo comenzó a toser, escupiendo parte de su bebida en el acto.

— Es una pena mocoso. Te estás perdiendo de todas esas delicias solo por tener el dinero incorrecto. Oye te diré algo, yo ya estoy satisfecho de tanto comer, pero aún me quedan algunas cuantas piezas de cobre que no he usado. Te daré 5 piezas de cobre por esa pieza de plata tuya ¿Qué tal? No es un mal trato ¿Cierto?

Aunque el viejo actuaba raro y sonreía de forma asquerosa el trato parecía algo ventajoso a los ojos del chico, solo dudando unos pocos segundos antes de acceder al trato.

— Ok, viejo, pero no vayas a retractarte luego.

— Descuida, descuida, este viejo es un hombre de palabra.

Los dos estaban a punto de intercambiar lo acordado pero en ese instante la suela de una bota se estrelló contra la cara del viejo, golpeando la cabeza contra la borda y noqueándolo.

Muy asustado, Ferd levanto su mirada para ver a la dueña de  aquella bota, esta era nuevamente aquella mujer que destacaba por su físico fuerte y fornido. Ella miro al chico  con feroces ojos, como recriminando sus acciones a lo que el reacciono levantando sus manos esperando no ser el siguiente en ser pateado.

— Mocoso ¿Acaso eres estúpido?

— Bueno, en mi clase siempre quedaba en último lugar ya que me distraía demasiado fácil y prefería ir a jugar en lugar de estudiar, pero por lo demás estoy seguro que se me consideraría alguien listo.

La mujer presiono suavemente su tabique con su índice y pulgar derechos, queriendo ordenar sus ideas. Si tuviera que decirlo estaba segura de detestar a ese chico, sin embargo al ver como intentaban estafarlo no pudo quedarse sentada sin hacer nada y termino interfiriendo. Al final ya había evitado que el chico fuera estafado, debía ser suficiente, a podía irse tranquila, pero ella no era el tipo de persona que hiciera algo a medias y si solo dejaba al chico así, probablemente más tarde alguien más lo engañaría.

Su mano hurgo en la pequeña bolsa  de cuero colgada en su cinturón, extrayendo de esta un par de monedas, una de plata y una de cobre. Las cuales expuso entre sus dedos frente al rostro del chico.

— ¡Escucha con atención mocoso estúpido, el valor de esta moneda es igual a cien de esta otra! ¿Entendiste?

Ferd paso saliva al notar que la situación era un poco más seria de lo que había pensado en un comienzo, miro a un lado al viejo inconsciente  luego de regreso a la mujer, sintiendo que necesitaba explicarse o podría terminar igual que aquel hombre.

— Yo… No era mi intención estafar al viejo, fue el quien sugirió el cambio, yo no tenía idea del valor de ese dinero…

— ¡Estúpido mocoso! ¡Es al revés!

— ¿Qué? ¿Quieres que estafe al viejo? ¡Pensar que en realidad si eras una mala persona después de todo!

— ¡Eras tú el que iba a ser estafado! —Exclamo con frustración la mujer dejando caer su puño sobre la cabeza del chico en modo de reprimenda— De todos modos ¿Qué tan rica tiene que ser tu familia para dejar que un mocoso use monedas de plata como simple dinero de bolsillo? ¿Estás seguro que no eres realmente un noble?

— Ya te dijimos que no —Respondió Ferd con un ligero gemido de dolor al sobar su cabeza— Es solo que mi mamá tiene una gran compañía comercial y hasta ahora yo atendía algunos de sus negocios.

— ¿Ah sí? Entonces ¿Qué hace el señorito de una compañía comercial viajando solo con su criada?

— ¡Una prueba! ¡Mis padres me impusieron una prueba y no puedo regresar a casa hasta que la complete!

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