Naufragando

— ¡Entreguen las putas pociones y tal vez me piense en sacarlos de aquí con los demás!

La declaración de Zhavan básicamente era que solo los llevaría si es que le daba la gana, pero entre ser volados por un disparo de esa arma con la que les apuntaba y tener una esperanza de sobrevivir, la opción a tomar era muy obvia.

— Entrégaselas —instruyo el mercenario más viejo a su joven compañero— Y no intenten algo estúpido otra vez, ya vieron como termino la última ocasión.

La mujer verde recibió una bolsa de cuero llena de frascos ceramios con el milagroso líquido sanador en su interior, luego miro a los que habían sido ya entregadas algunas de estas inspeccionando quienes realmente la necesitaban con urgencia y los señalo.

— Tú, tú y tú, pueden quedárselas, el resto entréguenlas también.

Con la bolsa repleta, retrocedió algunos pasos sin quitarles los ojos de encima, acomodo la ballesta sobre su hombro para liberar una mano y con esta hurgo en la bolsa para tomar uno de los frascos y arrojarlo a la persona que se ocupada de cuidar a ferd.

— ¡Dale eso al chico y despiértalo! Lo vamos a necesitar para salir de aquí a tiempo.

La nave volvió a sacudirse al chocar con pequeñas rocas flotantes, pero Zhavan reacción con rapidez extrayendo el virote de la cámara de la ballesta y lo acerco su boca para sacar una larga lengua que se enrollo en el mismo y lo engullo.

— ¡Fiu! ¡Eso estuvo cerca!

Decía mientras todos la miraban aterrorizados.

Al ver aquella acción el viejo mercenario comenzó a percatarse finalmente el tipo de persona con el que estaba tratando, ella definitivamente estaba en una liga fuera de su alcance, sin embargo aún tenía una última carta para jugar y asegurar su supervivencia junto con la de sus restantes compañeros.

— Señorita, este viejo pensaba que tenía algunos ases de victoria, sin embargo ahora estoy seguro que ninguno sería capaz de rasguñarla siquiera. Por otra parte no puedo evitar preguntarme ¿Qué sucedería si alguien que fuera dejado atrás golpeara con todo su poder la nave en la que intentan escapar todos?

*Bong* *bong* *bong*

La puerta era golpeada fuertemente y de forma repetida, también se podían oír pasos apurados corriendo por los pasillos, no eran solo dos personas o cinco, era como si toda la tripulación y todos los pasajeros hubieran decidido pasar corriendo por allí en ese momento, a pesar que casi era media noche.

— ¿Qué? ¿Qué sucede?...

La lengua de Martina le pesaba para hablar y a pesar de todo el alboroto, el sueño que sentina era tan pesado que se le dificultaba abrir sus ojos o terminar de enterarse de lo que estaba sucediendo.

— ¡Rápido! ¡Hay que salir de aquí! ¡La nave se está hundiendo!

Martina quería poder hacer caso a aquellas palabras, darse cuentas del peligro que anunciaban, pero con la sensación de estar flotando, su cuerpo pesando más de lo normal y aquel dulce aroma en el aire…

¿Un dulce aroma en el aire? De algún modo la chica pudo conectar los cabos dentro de su mente, dándose cuenta de la terrible situación en que estaba. Ella había sido drogada, ella y probablemente sus compañeros de cuarto.

— ¡Claerie! ¿Puedes oírme?

Esforzándose en gran manera Martina intento lograr que su compañera despertara, pero fue insuficiente, en su lugar alguien más se había percatado que ella había recobrado alguien de conciencia.

— ¡Oh! ¿Estas despierta? ¡Que interesante! Las cosas se pusieron poco locas allá afuera y todo se ha ido al carajo… Aunque no espero que en tu estado actual puedas comprender la gravedad del asunto.

La persona hablando era uno de los guardias de Barda, quien para el horror de la chica comenzó a despojarse de su armadura mientras hablaba.

— Mira, se suponía que no debía tocar la mercancía o la jefa estaría muy molesta, eso fue lo que me dijo mi compañero. ¿Pero sabes? Si todos vamos a morir de cualquier forma, no creo que a nadie le importe que haga  esto o aquello una o dos veces antes de que llegue el final. Tenía pensado hacerlo primero con la elfa que duerme a tu lado, pero creo que será más divertido si puedo ver tus expresiones mientras lo hago.

— A… ¡Ayuda! ¡Alguien ayúdenme!

Martina intentaba gritar, pero su voz apenas salía con el sonido de un susurro, efecto de la extraña droga que se encontraba en el aire como un humo rosa. Pero aquel hombre no parecía verse afectado a pesar de no estar usando ningún tipo de implemento de protección.

— ¿Curiosa por esto? —Pregunto el hombre jugando con un pequeño incensario entre sus manos— Es el amor del incubo. Como vez, solo afecta a las chicas, ahora mismo solo estas paralizada, pero en unos segundos tu cuerpo recobrara la movilidad, pero estarás tan caliente que tú misma vendrás a mi deseosa de placer.

— ¡No!

Negándose a la atroz idea, la joven se obligó a girar sobre si misma cayendo al suelo y desde allí extendió su mano con la intención de alcanzar un cetro mágico que descansaba junto a su equipaje.

El perverso guardia noto la intención de la chica decidiendo patearla fuertemente en el estómago para evitar que lo lograra.

— ¡Pequeña perra! ¡Fingiendo ser una frágil doncella que necesita ayuda cuando la verdad es que tú misma podías ayudarte! ¿Eh? ¿Cómo castigo debería usar esta cosa para que lo disfrutes en tu trasero?

El tomo el cetro en su lugar y se dispuso a golpear a la chica con él\, pero sus movimientos fueron interrumpidos por un fuerte *¡Bang!*

La puerta había sido derribada con una fuerte patada y había caído encima del guardia causándole mucho daño. La perpetradora de dicha acción era Frey, quien después de saber que Ferd estaba a salvo junto a Zhavan fue de inmediato a por ellas.

— ¡Maldita perra! ¿Cómo te atreves?

El guardia pensó en contraatacar, pero rápidamente se contuvo en su lugar pensando mejor en provocarla, ella también era mujer, si entraba a la habitación estaría completamente a su merced una vez que inhalara aquella droga.

Al menos eso era lo que aquel hombre esperaba, pero Frey entro a sus anchas, olfateando un poco el dulce aroma que se esparcía en el aire y luego escupiendo a un lado con disgusto.

Ella era un greenskin, más específicamente una orco. Su raza mantenía siempre un gran libido y vivían su día a día lidiando con ello, una simple droga afrodisiaca con esa no le causaría ningún efecto.

Pero ahora mismo debido a la capsula mágica que había comido su aspecto era el de una humana, una muy fuerte y fornida, dejando completamente perplejos a los dos consientes dentro de la habitación.

— e… ¿Eres un hombre?

Pregunto asustado el guardia, sabiendo que no tenía ninguna posibilidad contra ella.

Frey no respondió, estaba muy enojada para hacerlo. Aunque no le hiciera efecto, ella sabía muy bien que era lo que había inhalado y estaba bastante segura del posible motivo por el cual eso estaba allí junto a este hombre.

Un par de pasos de sus largas piernas bastaron para llegar hasta aquel agresor convertido en víctima. Ella flexiono la rodilla subiéndola a la altura del busto y luego la bajo con tanta fuerza que bajo su bota un par de huevos fueron aplastados… no, fueron estallados.

El dolor fue tan intenso para el hombre que quedo inconsciente en el acto.

Ahora, con las tres jóvenes mujeres sobre sus hombros Frey regresaba con destino al hangar. Por sugerencia de Martina, la única consciente en el momento del rescate, traía en una de sus manos el cetro mágico de la chica y al pensar que probablemente Ferd se enojaría con ella si no llevaba también algo de su equipaje, cogió una de las maletas al azar y la cargo también.

Debido a la gran multitud de personas huyendo por los pasillos, el avance era algo lento. Frey podría haber pasado fácilmente por encima de todos ellos para llegar más rápido, pero eso seguro haría enojar a Zhavan y eso era algo que la ruda Frey quería evitar a toda costa.

La nave continúo sacudiéndose repetidas veces mientras las personas escapaban.  No todos ellos iban al hangar como se les había indicado, muchos prefirieron ir a cubierta y escapar por sus propios medios, algunos de ellos tenían la capacidad de volar, ya fuera por magia, porque expandían sus alas o algún dispositivo que les servía como medio de escape.

Cual fuera el caso, esto aligeraba la carga sobre los hombros de Zhavan y Ferd quienes ahora mismo trabajaban a toda prisa Modificando algunas de las capsulas de escape. La pequeña greenskin miraba de reojo al chico mientras trabajaba, solo le había indicado una vez como hacerlo y el intuitivamente se apropió del proceso. Por supuesto aun le hacía falta algo de habilidad en las manos para hacerlo al mismo nivel que ella.

En aproximadamente 22 minutos Zhavan completo la modificación de un total de 7 capsulas, mientras que Ferd lo hizo con 3. Para un total de 10 capsulas.

Aún faltaban al menos 10 más para el gusto de Zhavan, pero el tiempo estaría completamente en su contra.

— ¡Nos aproximamos a un campo de rocas flotantes! ¡Lo que tengas en mente es mejor que lo hagas ahora mismo! —Advirtió el viejo mercenario tras entrar corriendo al hangar.

Incluso en medio de tal situación el viejo no pudo evitar sonreír con picardía al encontrar un gran espectáculo para sus ojos. Exceptuando por algunos pocos que vestían pijamas, la gran mayoría de los pasajeros allí presentes se encontraban en paños menores. Y esto no era porque aquel incidente los encontrase en dicha condición, o bueno tal vez era el caso para algunos, pero los demás habían dado sus ropas para atarlas entre sí, creando una gran red.

— No… no será suficiente, aún hay demasiadas personas, las capsulas no soportaran el peso.

Zhavan pensaba en más capsulas por mera preferencia, quería estar completamente segura que lograrías llegar a salvo a una gran roca flotante en la cual estacionarse hasta mejorar su situación de escape, pero cuando Ferd afirmaba que no serían suficientes esas 10 parecía bastante seguro de sus palabras, como si ya hubiera hecho el cálculo y eso era un poco aterrador.

— ¡No te preocupes! —Propuso la pequeña mujer al niño— La modificación que hemos hecho no solo nos permite usar otro tipo de batería para hacer mover las capsulas, también les dará más potencia. Seguro lo logramos.

Seguido, ella comenzó a buscar por encima de la multitud, queriendo encontrar a su compañera que normalmente sobresaldría por su estatura, pero ella aun no llegaba.

— Maldición —susurro para sí misma antes de levantar su voz para ser oída por todos— ¡Los más fuertes entre ustedes, necesitamos llevar las capsulas a cubierta! ¡Os demás suban, despejen el área y extiendan la red!

Todos acataron las palabras de Zhavan sin rechistar, hacían su mejor esfuerzo por sobrevivir. Pero Ferd, siguiendo sus propios instintos se apresuró a ir por una capsula más. Él estaba seguro que sin al menos esa sería imposible lograrlo.

Esta vez el chico termino la modificación, no solo de una sino dos capsulas en tiempo record mientras los demás acababan son los preparativos en cubierta. Si alguien viera cuán rápido había terminado el chico ese trabajo, pensarían que algo muy sospechoso sucedía.

Con las modificaciones de aquellas dos capsulas terminadas, todo lo que quedaba era llevarlas a cubierta junto a las demás, pero ya no quedaba allí nadie más que pudiera llevarlas, Ferd era el último.

Ir hasta allí y pedirle a alguien volver para llevarlas tomaría mucho tiempo, probablemente nadie le prestaría atención. Pero el mismo no tenía las fuerzas necesarias para llevarlas, de hecho ya estaba intentando empujarlas, pero no lograba moverlas un solo centímetro.

— ¡Vamos pedazo de chatarra! ¡Muévete!

Gritaba frustrado el chico, acción que probablemente salvo el momento.

La puerta del hangar que conducía a los pasillos se abrió y a través de esta entro Frey, llevando tres personas a cuestas.

— ¿Ferd? ¿Por qué sigues aquí? ¡Todos están a punto de irse!

— ¡Buen tiempo! —Dijo con alegría Ferd al verla entrar— ¡Rápido, pon las chicas en una de las capsulas y ayúdame a llevarlas a cubierta!

Justo ahora algo en el chico no terminaba de cuadrarle a Frey, pero ya que era más urgente lo que él estaba pidiéndole, ella simplemente decidió no darle mucha importancia a ese presentimiento y siguió su sugerencia, pero no se detuvo solo en colocar a las chicas en una de las capsulas, también lo coloco a él y el poco equipaje en la segunda capsula.

Habiéndose asegurado que no pudiera haber más posibles retrasos Frey encontró de donde sujetar las escotillas, cada una con una mano y tiro de estas arrastrándolas hasta cubierta.

Alli todos los pasajeros que no habían podido irse por sus propios medios, y también los guardias y mercenarios sobrevivientes se encontraban ya sobre la red improvisada, enganchados a las capsulas que a máxima potencia apenas lograba levantarlos del suelo de la nave.

Tal vez podría parecer un poco cruel por parte de Zhavan el haber iniciado el escape cuando ellos no habían llegado aún, sin embargo la cuenta regresiva había acabado ya hace mucho y ahora mismo se encontraban en el interior del campo de rocas flotantes.

Un par de bandidos usaban gruesas sogas para manipular las velas y así evitar tantos impactos como fuera posible, pero ni eso era suficiente y el caso de la nave estaba más lleno de agujeros con cada segundo que pasaba. La opción lógica era irse con quienes estaban allí antes que todos muriesen.

Aun así seguían allí, pero eso no era porque así lo quisieran, simplemente las capsulas no habían tenido la suficiente fuerza para sacarlos a todos.

Zhavan estaba a punto de darse por vencida sintiéndose muy culpable por ello. SI en lugar de haber sido tan ambiciosa por salvar a todos, hubiese dedicado su esfuerzo en sacar de allí a salvo a sus amigos y por más a los objetivos de extracción designados en la misión, ya estarían a salvo a millas de allí.

Por un segundo ella pensó en cortar la red para desenganchar una de las capsulas para ir a buscar a su amiga en esta y escapar juntas, dejando a los demás defenderse como pudieran con las otras capsulas, pero justo en ese instante vio a frey acercándose con dos capsulas más.

— ¡Pronto, Zhavan! ¡Ponle combustible a estas dos y sácanos de aquí!

— ¿Combustible? Chica, no hay combustible… estas de aquí fueron modificadas para usar mi munición como fuente de poder. Esas dos capsulas no van a…

— ¡Ya he modificado estas! —Interrumpió Ferd al salir de una de las capsulas.

— I… ¡Imposible! ¿En qué momento?

— ¡Eso no importa ahora! ¡Frey engánchalas! ¡Zhavan, sácanos de aquí!

Sin mejores opciones en aquel momento, las dos siguieron las órdenes del niño, pero mientras lo hacían varias rocas muy grandes golpearon la nave, comenzando está a agrietarse y desarmarse en muchos trozos.

Los dos mercenarios que manipulaban las velas soltaron las sogas con las que lo hacían, pues ya no tenía caso continuar con ello, en su lugar ahora corrían a toda prisa queriendo llegar a la red queriendo ponerse a salvo allí, aunque eso sería imposible al ver la cantidad de rocas que venían tras ellos.

Sin querer perder ninguno de los valiosos segundos antes del impacto, Frey engancho la capsula que tenía a las chicas en un extremo de la red y acto seguido sostuvo la segunda capsula sobre sus hombros para usar todas las fuerzas en sus piernas y saltar hasta el otro extremo y engancharla en el menor tiempo posible.

Con su cometido logrado giro a ver a su compañera esperando que ella también pudiera lograr su parte con avidez, quedando completamente aterrada al verla regurgitar dos virotes de un metal rojo que brillaba intensamente.

Como su compañera de aventuras Frey ya había Visto a Shavan realizar ese acto más veces de las que preferiría recordar, estando acostumbrada a ello. Lo que parecía particularmente aterrador en esta ecuación era que ella estaba poniendo uno de esos virotes en un compartimiento de la capsula para usarlo como combustible.

El segundo virote fue arrojado a ella, torpemente al notar que este era el color que solían tener cuando estaban a punto de estallar y siguiendo el ejemplo de su compañera lo acomodo en el pequeño compartimiento que se ajustaba al tamaño y forma de la munición, cerrándolo cuidadosamente mientras esperaba no tener que volver a abrirlo nunca. Aquellas cosas siendo usadas como combustible prácticamente hacían que cada capsula fuera una bomba en potencia.

Si las rocas no los mataban, seguro la explosión lo haría. El lado amable es que la posibilidad de morir lentamente flotando entre aquellas rocas mientras eras golpeado por las mismas, era de cero.

Las dos capsulas se encendieron y con su fuerza añadida a la de las otras diez finalmente lograron despegar el vuelo. Aunque ya era tarde, las enormes rocas  ya estaban sobre ellos. Aunque Zhavan acciono remotamente las capsulas para que se movieran de allí, alcanzar una velocidad en la que pudieran escapar sería imposible e instintivamente se encogió de hombros esperando el terrible impacto.

*¡Bang!* *¡Broooommm!* *Pow*

Varias explosiones sonaron, ahora todo debía estar destrozado y todos seguro morirían, o así era como se esperaría que sucediera,  pero ya que podían pensar en ello significaba que las cosas no estaba ocurriendo de ese modo.

*Cof… cof… bluerg…*

El sonido de aquella tos consiguió que todos levantaran su mirada, encontrando a Ferd escupiendo algunas bocanadas de aire antes de desplomarse sin fuerza alguna en su cuerpo.

Frey se apresuró a socorrerlo, el chico era tan pequeño y delgado que fácilmente podría caer entre los agujeros de la red improvisada.

— ¡Chico! ¿Qué paso? ¿Qué fue lo que hiciste?

— Lo siento… No me quedan suficientes fuerzas para hacerlo de nuevo…

— ¿De nuevo?

Frey miro atrás con curiosidad, lo que Ferd hubiera hecho logro mantenerlos a salvo de aquella lluvia de rocas, pero una segunda oleada se aproximaba a toda velocidad.

Entre las manos el chico sostenía ese medio esférico metálico en el que solía estar trabajando todo el tiempo, él lo puso en las manos de Frey, esperando que ella pudiera ocuparse de la siguiente oleada de rocas para que pudieran salir allí a salvo, pero Zhavan se apresuró a arrebatarlo, tomando ella la responsabilidad.

— ¿Chico, como usas esto?

La pequeña Greenskin era curiosa por naturaleza y siempre que algo llamaba su atención, quería aprender de ello inmediatamente, pero Frey pudo notar que sus ojos no reflejaban esa curiosidad en esta ocasión, en su lugar parecía muy preocupada.

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