Seridan Balanc

Un par de soldados tomaron en custodia a  la reina Rayelia llevándola fuera de la sala del trono a una habitación privada que el rey Oswald había preparado con anterioridad. Ella no puso alguna resistencia e impidió que sus dos guardias llegaran a hacerlo, no quería estar más allí viendo los cadáveres de los nobles asesinados por su resistencia.

Lo que más temía era que al ver los rostros de los caídos, pudiera encontrar a su hermana Rinha entre ellos.

Con su esposa fuera del camino, Oswald procedió a ocupar el trono, colocando la corona sobre su cabeza como una burla a los nobles que aún quedaban en pie ante él.

— Todos ustedes, montón de pacifistas estúpidos. Un los tiempos de nuestros abuelos cuando el gran imperio intento ponernos bajo su yugo, la reina dorada encabezo su ejército y envió a volar a esos inútiles imperiales. En aquel entones N´ras era realmente fuerte, pero ahora cuando miro a cada uno de ustedes, solo veo patéticos y lamentables intentos de nobles. Le haría un favor a este reino si me deshiciera del resto de ustedes, pero voy a darles una oportunidad. ¡Seridan Balanc, un paso al frente!

— ¡Como ordene su majestad!

Esta vez el Marques paso delante de todos en plena confianza, lo cual dejaba notar que el en realidad había estado enterado desde el comienzo de los sucesos que acontecieron solo un momento antes. Él estaba de parte del rey Oswald.

— Seridan, a partir de hoy te confiero el cargo de mariscal del ejercito real y… ¿uh?

En ese momento Oswald noto que hacía falta alguien que en este tipo de reuniones usualmente estaría parada junto al marqués. Rinha no estaba. El corazón del viejo latió con más fuerza de lo usual y algunas gotas de frio sudor rodaron por su frente ¿Estaba el asustado?

Su mirada barrió sobre los rostros de los nobles muertos, esperando que ella no estuviera entre ellos. La vida de la mujer no podía importarle menos y tampoco creía que Seridan fuera a dejar de serle leal si la mataba, después de todo hasta donde él sabia ese había sido un matrimonio arreglado que se interpuso entre el marqués y la mujer a la que realmente amaba.

Pero si ella realmente fuera a morir a causa de las acciones de Oswald, había otro grupo de personas problemáticas que irían tras su cabeza para usarla como florero.

— Seridan, tu mujer…

— ¿Rinha? Esa mujer es muy astuta. Tan pronto comenzó a sospechar de la situación, desaparecido.

— Ya veo —suspiro aliviado el rey, pero al mismo tiempo sintiendo que debían mantener su guardia en alto— Es peligroso permitirle ir por ahí a sus anchas, deberías enviar a tus hombres tras ella.

— No se preocupe su majestad, sabía que algo como esto podría ocurrir, por eso tome la delantera y envié a alguien para evitar que ella encuentre lo que fue a buscar.

— Me parece bien.

El humor del viejo rey había caído completamente por el repentino imprevisto. El había mostrado una debilidad a esos nobles por culpa de esa situación, pero no podía culpar a Seridan. Intentar controlar a una mujer de esa familia era simplemente agua en balde roto. El único motivo por el que el mismo había logrado reprimir a Rayelia era por el peso mismo de la corona.

— Por ahora todos regresen a sus territorios y esperen instrucciones…

Todos sintieron un gran alivio al escuchar aquellas palabras, ahora podrían regresar a salvo, a diferencia de sus compañeros caídos y si lograron sobrevivir, tendrían la oportunidad de voltear la situación actual y ayudar a su reina a recuperar el control sobre el trono.

En ese momento una doncella se acercó al rey y susurro algunas palabras al oído del hombre, este sonrió maliciosamente y les dirigió algunas palabras más para  oprimir sus espíritus.

— Tengo personas en cada uno de sus territorios informándome de sus movimientos. Son libres de intentar algo estúpido, pero tengan en cuenta que será la última estupidez de sus vidas.

— Pareces de mal humor Oswald ¿Tanto te preocupa que Rinha se haya ido?

Una vez todos los nobles se habían marchado, aparte de guardias soldados y personal de servicio, los únicos restantes en el salón del trono eran Oswald y Seridan. Este último se acercó más confiadamente al rey, hablando en tono muy familiar ahora que estaban solos.

— Viejo, mi esposa es una guerrera en todo derecho, si ella ha logrado mantener este país a flote hasta ahora ha sido gracias a los nobles que la ayudaban, pero su hermana Rinha…

El viejo rey se paró de su trono dirigiéndose a una estantería con licores, tomando una botella para comenzar a beber.

— Si no fuera porque esa mujer ahora solo tiene cabeza para sus hijos, estaría a la altura de los más grandes generales de nuestros ejércitos. Aun no me puedo creer que terminaras cazándote con alguien como ella.

— Fue la última voluntad de nuestro abuelo, era difícil ir contra eso cuando incluso la vieja reina estaba empecinada en hacer que se cumpliera.

Mientras respondía Seridan negaba con sus manos la bebida que el viejo rey le ofrecía, indicándole que lo había dejado.

— Pues si yo hubiese sido tú, en aquel entonces habría escapado con esa chica... ¿Cómo era su nombre? Gilari… Gilliber…

— Gilberta… —Corrigió Seridan con tono de impaciencia que probablemente habría sido reprochado e incluso castigado si hubiese provenido de alguien más, pero como era su hermano pequeño, el viejo rey no lo tomo en cuenta.

— Eso era. Ella era sin lugar a dudas una gran belleza. Escuche que ahora es una doctora renombrada doctora y que ahora tiene una hija cuya belleza es equiparable a lo que fue la suya en su juventud… ¿Ya averiguaste si no es hija tuya esa chica?

— Lo hice. Esa idea también paso por mi cabeza, pero todo parece indicar que su padre es alguien más.

La respuesta negativa dibujo una sonrisa de burla en los labios del viejo rey, siendo la causa la posible infidelidad de aquella mujer, Gilberta, pues la edad de su hija coincidía con aquellos tiempos en que ella salía con el ahora marqués de Balanc.

Seridan era perfectamente consciente de ello, produciéndole una sensación de ser apuñalado con una daga envenenada con lágrimas de basilisco que lenta y dolorosamente endurecían su corazón.

Algunas ideas destructivas circularon en su mente, planeando dejar que ese reino, el reino de la familia de  su actual esposa, se fuera completamente a la mierda e incluso ayudar a que eso sucediera. Todo el tiempo tenía ese tipo de ideas y eran más fuertes ahora que alguien más aparte de él y la misma Gilberta eran conscientes de ese asunto, pero entonces uno de los motivos para que se mantuviese cuerdo cruzo la puerta de la sala del trono, siendo escoltada por guerreros de armadura negra brillante.

— Padre ¿Sucede algo malo? ¿Por qué me han mandado a traer al palacio real? ¿Y quiénes son estos caballeros? No reconozco a que orden pertenecen.

Lora se encontraba muy confundida por su situación actual. De pronto aquel par de caballeros de oscura armadura la habían asaltado en su casa diciendo que estaban allí por órdenes de su padre el marqués, quien necesitaba verla en el palacio real.

Ellos habían ido allí por ella y su hermana Nicky, lo cual causo confusión en el rostro del hombre ya que regresaron tan solo con Lora. Eso y las múltiples heridas vendadas en el cuerpo de la niña.

— ¿Lora? ¿Qué te ha sucedido? ¿Cómo acabaste en esa condición?

— Esto… el día antes de las celebridades del templo de los espíritus cuando regresábamos a casa nuestro carruaje fue atacado.

Lora estaba muy insegura hablando al respecto, pues la conversación podría terminar en curso a algún tema del cual por muchas razones diferentes preferiría no mencionar. Pero Seridan ahora mismo solo tenía ojos para la chica en frente suyo, sintiendo que debía tratarla como a una frágil muñequita de porcelana que necesitaba ser protegida bajo su regazo.

— ¡Esto es terrible! ¿Te sientes bien? ¿Por qué no te han sanado los médicos aun?

— Yo estoy bien… Uno de los caballeros que nos escoltaban se encargó de sanar las heridas más graves, y la doctora Lu trato lo demás. Ella recomienda que la magia solo se use cuando se trata de emergencias, para el resto de casos es mejor dejar que el cuerpo sane naturalmente.

— Ya veo.

Sintiendo que su alma regresaba a su cuerpo, el hombre volvió su atención al viejo rey quien por dentro no podía dejar de temblar, pues era muy pronto para que su hermano se enterase de algunas cosas.

— Oswald, ocupare un tiempo más la guardia negra, espero no te moleste.

— ¿Qué planeas hacer con ellos hermanito?

— ¿No es obvio? ¡Voy a encontrar a los malditos que le hicieron esto a mi hija y hare que paguen por ello!

Justo era lo que Oswald temía, pero no había modo de negarse en esta situación, si lo hiciera estaría enmarcándose a sí mismo como sospechoso. El mejor curso de acción para el rey era encontrar un momento para hablar con la guardia negra antes que hicieran cualquier cosa y para eso necesitaría desviar la atención de Seridan a otra cosa por ahora.

— Por supuesto puedes tenerlos tanto como quieras, pero ¿No estamos perdiendo de vista nuestro objetivo actual? Actualmente estos dos solo han traído consigo a la mayor de las gemelas ¿Qué ocurre con la otra? Tu mujer seguro sigue allí afuera buscándolas.

— Es cierto… —La mente de Seridan volvió a ese asunto, el plan de Oswald resulto exitoso— Lora ¿Por qué no está tu hermana contigo? ¿Viste a tu madre de camino hacia aquí?

Aunque precisamente su hermana Nicky era uno de los temas que quería evitar, Lora aún se sentía muy disgustada que hasta este punto su padre se acordara de ella y ni siquiera preguntara por su condición tras aquel incidente en el carruaje.

— No vi a mamá. —Ella respondió con sus mejillas hinchadas de aire y disgusto— En cuanto a Nicky… Bueno, sucedieron muchas cosas tras aquel ataque y ella… la doctora Lu dijo que su cabeza estaba muy mal por la ruptura del sello y necesitaba ser internada.

Eso sonaba como algo bastante conveniente para Rinha en esta situación, pero dudaba que su hija fuera capaz de mentirle, ella era una buena chica. Claro, si el marques hubiera dedicado algo más de tiempo en conocer a sus hijos, sabría que aquellas pausas y vacilación en medio del dialogo de la chica, significaban que estaba ocultando parte de la verdad. Y al no estar enterado de ello, no pudo prestarle la atención que seguramente le habría merecido, dejando que pasara desapercibido.

— Ella seguro va a estar bien, ya nos ocuparemos de ello. Por lo pronto necesito ir a buscar a tu madre para hablar de asuntos muy importantes. Mientras tanto quiero que te quedes a hacerle compañía a tu prima, su alteza Chloe que se encuentra convaleciente.

— Si… entiendo…

La pequeña Lora podía intuir que algo no andaba bien, pero no era su lugar el saber que era o intentar solucionarlo. No es como si ella tuviera el poder para intervenir en los asuntos de los adultos.

El mejor curso de acción para ella era seguir instrucciones y esperar que todo saliera bien. Además si realmente Chloe no se encontraba bien, cuidar de ella sería una buena distracción de cualquier asunto que tratase de Nicky.

En la mansión de la familia Balanc, ubicada en la capital real, una joven mujer contemplaba el horizonte sosteniendo una compresa helada sobre su ojo derecho.

Su entorno era un desastre, varios muebles como sillas y mesas estaban rotos, cortinas desgarradas y cristales quebrados y un hombre de armadura negra se desangraba tirado sobre los restos del comedor.

Algunas mucamas recogían el desorden, con sus piernas aun temblando por los recientes acontecimientos. Si no hubiera sido por la presencia de su señora ellas probablemente habrían muerto.

Si se oponían a aquellos caballeros de armadura negra serian asesinadas por ellos y si no lo hacían, lo más probable es que lo hicieran después sus patrones, por no haber hecho nada.

Aunque una de ellas sabía que muy probablemente ese no sería el caso.

— ¡Te lo digo! ¡Aquel par que se llevó a la joven señorita hablaron con ella calmadamente en su habitación, ellos aseguraron venir de parte del señor Seridan e incluso le enseñaron la insignia de la familia Balanc! ¡Lady Lora la comprobó y era autentica!

— Pero si eso es cierto, entonces ¿Por qué la señora Sorine luchaba contra ellos? ¡Incluso hay uno muriéndose en el comedor!

— No lo sé, esta familia está cada vez más loca. Tan pronto como pueda conseguiré que me empleen en el palacio real donde todo es más tranquilo y estable.

Si la joven mucama no hubiese comenzado a soñar despierta mientras hablaba, con su mirada perdida en un horizonte imaginario, tal vez se habría dado cuenta de las señas que su compañera le hacía avisándole que debía dejar de hablar, pues alguien más la estaba escuchando.

— El palacio ahora mismo es un caos, si vas a trabajar allí, probablemente termines en un calabozo después de parir y tus hijos serán enviados a un orfanato en el extranjero. Eso sí corren con suerte.

La dueña de la voz que hablo justo detrás de la joven mucama era Rinha. Ella tan solo dio aquel concejo a la chica y siguió su camino sin darle mucha importancia, la prioridad en su mente ahora mismo era su hija Lora.

La pequeña poco entraba en su propia habitación desde aquel encuentro con su hermana en una forma que prefería desconocer, por eso su madre primero fue a buscarla en su propio estudio, pero no solamente no la encontró allí, en este había señales de que alguien más estuvo allí y o parecía ser ninguno de los empleados.

Un poco preocupada se apresuró corriendo a la habitación de las gemelas, pero Lora tampoco estaba allí, además la puerta se encontraba abierta, como si la niña hubiese salido demasiado de prisa sin tiempo para verificar nada en su habitación.

Muy preocupada se apresuró a buscar en el resto de la mansión, quedando muy impactada al ver el destrozo en el comedor, con Sorine, la tercera esposa de su marido en medio, algo herida, pero al parecer victoriosa.

— ¿Qué ha sucedido aquí?

— Oh, eres tú… No te esperaba tan temprano. ¿Dónde está Seridan?

— Ese bastardo… Muchas cosas están sucediendo. Por ahora ¿Viste a mi hija? No puedo encontrarla.

— Eso… Había otros dos con este sujeto. Probablemente ellos se la llevaron. —Sorine piso con fuerza el pecho del guerrero tirado en el suelo mientras respondía a Rinha— Lo siento, a duras penas pude con este y no pude evitar que los otros dos se salieran con la suya.

Rinha sintió el alma abandonar su cuerpo cuando escucho aquellas palabras pero enseguida fue regresada al intervenir una de las criadas.

— Señora, vi a la joven señorita hablar con esos caballeros, ellos tenían el sello del señor y dijeron que la llevarían al palacio real.

— ¿Eso paso? ¡Maldito bastardo!

Aunque Rinha ahora estaba muy disgustada, la preocupación que sentía por el bienestar de Lora había pasado. Ella ahora se encontraba con su padre y el al menos debería ser capaz de mantenerla a salvo. Al menos eso es lo mínimo que esperaría.

— ¿Puedo saber qué demonios está sucediendo? —Se quejó Sorine muy confundida por el rumbo que tomaban las cosas— ¿Por qué Seridan estaría trabajando con la guardia negra?

Los motivos de su esposo en todo esto eran también un misterio para  Rinha, aun así la pregunta de su compañera le trajo algo de luz en todo este asunto.

— Tu ¿Sabes quiénes son estas personas? ¡No sé qué es lo que pasa entre ellos y Seridan, pero este reino está en peligro de colapsar ahora mismo! Ellos junto con Oswald acaban de derrocar a mi hermana. ¡Por favor, dime todo lo que sepas!

La impactante noticia dejo a Sorine sin palabras por varios segundos, ella no podía evitar algunos recuerdos que preferirá haber olvidado, como cuando su familia fue asesinada cuando aún era una niña, quedando con vida solo ella y sus tres hermanos.

También estaba esa vez en que su hermano mayor fue traicionado por sus compañeros de equipo en una competencia por la conquista de una isla flotante sin propietario. En esa ocasión el equipo que resultó ganador fue uno cuyo patrocinador pertenecía a aquel sombrío grupo.

— ¿Conocerlos? ¡Toda mi maldita vida les he seguido los pasos con la esperanza de llegar a vencerlos algún día! Puedo decirte algunas cosas sobre ellos, pero antes dime tú algo… ¿Qué planeas hacer con esa información?

— Yo…

Rinha dudo de lo que debía hacer enseguida. Por lo que sabía Lora se encontraba ahora mismo con su padre, quien ideas estaba aliado con ellos. Por otro lado tenía dos hijos más de los cuales preocuparse, Akah y Francy.

Ellos dos asistían a la sede local de la academia imperial con la esperanza  de un día ser caballeros reales, las acciones que tomara su madre ahora mismo podría empañar su futuro.

— Lo entiendo —Comento Sorine con una amarga sonrisa en su rostro— Yo también soy madre ahora y hare lo necesario para proteger a mis niños. Pero precisamente por eso es que no pienso quedarme de brazos cruzados ahora que ellos están aquí.

Dando media vuelta Sorine dispuso marcharse antes que Seridan o cualquiera de esos caballeros con armadura negra regresaran, volviendo su mirada con algo de tristeza a Rinha antes de partir, una aliada como ella seria invaluable en el campo de batalla.

En cambio, si por el contrario terminara aliándose con el enemigo, podría convertirse en un obstáculo infranqueable.

Pero para su sorpresa Rinha procedió a detenerla allí mismo, con una expresión bastante intimidante en su rostro.

— Espera justo allí… No voy a permitir que hagas esto. Al menos no tú sola.

Sorine respiro con tranquilidad al saber que Rinha se convertiría en aliada y al instante volvió  a tomar la seriedad que el asunto le merecia.

— Muy bien, entonces debo ponerte al día con muchas cosas al respecto. Pero primero debemos salir de aquí, este lugar no será seguro por mucho tiempo.

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