Islas bajas

Algún lugar en medio del vacío…

Nicky, es decir Ferd, caminaba traviesamente por la orilla árida de una roca flotante, observando curioso pequeñas rocas que caían al vacío a su paso. En su mente el pequeño contaba el tiempo una y otra vez esperando oír las roas golpear el fondo, pero eso nunca sucedió.

Un poco apartados, algunos otros niños lo miraban curiosos. Ningún otro chico se acercaría tanto al borde del vacío en su sano juicio y eso hacía que algunos se sintieran deslumbrados y otros celosos.

Domm por su parte, en el interior de una improvisada tienda de campaña, ubicada en medio de un punto medio entre un denso bosque y las balizas de escape estrelladas y casi destruidas por completo, atendía heridos y enfermos sobrevivientes del “naufragio”.

— ¡Doctora Domm! —Un joven de cabello rubio, con físico más bien delgado, entro apresurado a la tienda levantando su voz— ¡Hemos encontrado al grupo de la quinta baliza, el equipo de rescate los trae en camino! ¡30 heridos con ellos!

Domm no sabía si sentirse aliviada de que encontraran a esas personas o preocuparse. Ya tenían bastantes heridos y enfermos allí por atender y solo había 3 personas más en capacidad de ayudarla con ese trabajo, además esos ni siquiera eran médicos, ellos eran algunos magos a quienes instruyo en hechizos básicos antisépticos y para cerrar heridas.

Por otro lado el predicamento en el que se encontraban todos actualmente, se debía a algunos imprudentes que tras el tercer día de navegación a la deriva en busca de un lugar que pudiera acogerlos, comenzaron a amotinarse, armando una revuelta que sacudió violentamente las  balizas .y un par de estas termino estallando.

Varios de los pasajeros rescatados de la nave cayeron al vacío y otros cuantos terminaron como cadáveres que colgaban inertes en la red improvisada.

El plan original era ir a la isla flotante más cercana con la esperanza de que hubiera alguna ciudad o aldea afiliada en esta y allí conseguir transporte y provisiones para continuar su viaje. Pero incluso si no era el caso, si terminaban en territorio de nadie, todavía existía la posibilidad de que algún grupo afiliado pasara por allí pronto en busca de recursos y entonces con suerte podrían convencerlos de llevar a algunos de ellos a la civilización y buscar ayuda para el resto.

Incluso en el peor de los casos donde nadie fuera por ellos, aún existía la posibilidad en que Zhavan y Ferd unían esfuerzos nuevamente para modificar algunas capsulas de escape y construían una nave que llevara algunos pocos a buscar ayuda.

Pero todo eso se había ido por el retrete después del motín y la explosión de las dos balizas. Tras aquel incidente las balizas restantes no pudieron soportar el peso de los sobrevivientes restantes y rápidamente perdieron altura.

Zhavan y Frey, las dos mercenarias, con mucho esfuerzo lograron chocar las balizas en el borde firme de aquella desconocida isla flotante, pero ahora estaban varios niveles por debajo de su posición original en el vacío. Sin la tecnología adecuada, volver a subir era simplemente una fantasía.

Por ese tipo de razones Ferd no había hablado con nadie que no fuera Domm o las dos mercenarias en los últimos días. Por esas razones Domm no sabía si era buena idea recibir más personas en su campamento improvisado, cuando no habían terminado de organizarse apropiadamente.

Pero la joven tampoco tenía el corazón para simplemente negarse, cuando podría haber más mujeres y niños involucrados en todo esto.

— Entiendo… Phassam, por favor toma algunas hojas de palmera y organiza enramadas para los que llegan. Mantenlos del otro lado del cable de seguridad hasta que compruebe sus estados.

— Pero eso es…

— ¿Cruel? Lo sé. Pero sería más cruel que las personas que ya están estabilizadas terminaran muriendo porque alguno de los nuevos en llegar traía algún patógeno extraño en su cuerpo o algo peor.

El joven paso saliva junto al trago de realidad que le brindaba la doctora que no parecía mucho mayor que él. Cada instante junto a la chica era así, pero eso no le desagradaba. Por el contrario a que estaba en proceso de convertirse  en un comerciante ambulante, esas eran experiencias muy ilustrativas que podrían servirle en el futuro.

— Entiendo. Procederé de inmediato.

Phassam dio media vuelta y salió de la tienda de acampar, para luego gritar fuertemente luego  de solo haber dado unos pocos pasos en el exterior.

— ¿Qué demonios estás haciendo? ¡Aléjate de ese lugar!

El grito llamo la atención de varias personas alrededor, Domm incluida entre ellos.

Cuando todos salieron a ver lo que encontraron fue al joven rubio, Phassam, junto al borde del precipicio, tirando de la mano de Ferd, para intentar ponerlo en un lugar más seguro junto a los otros chicos, solo para que el niño terminara retorciéndole el brazo en la espalda para luego patearle el trasero arrojándolo al suelo.

— ¿Otra vez ese mocoso engreído?

— Siempre está haciendo lo que le viene en gana…

— Alguien debería ponerlo en su sitio.

Varias personas alrededor estaban algo resentidos por la actitud del pelirrojo hacia los demás, pero ya que las dos mercenarias y la única doctora en el grupo lo respaldaban, ningún adulto se atrevía a hacer nada al respecto. Y el ultimo joven que no había aguantado e intento ponerlo en su lugar ahora se encontraba entre los pacientes de Domm con serias quemaduras.

— Frey pudo aguantar un hechizo con el doble de poder sin ningún rasguño — fue la respuesta su tutora le regaño por aquella acción— él es demasiado débil, fue su culpa por intentar hacerse el héroe.

En realidad Domm no quería dejarle pasar nada de eso, pero al mismo tiempo podía comprender lo que le sucedía. Las personas por las que se había esforzado hasta destrozar su cuerpo para rescatar, ahora se mataban y lastimaban entre ellas.

Eso sumado a los acontecimientos anteriores en su vida que los habían traído hasta este momento y lugar, no era raro que el niño perdiera su fe en la humanidad.

Aquella repentina arrogancia y rebeldía solo era su forma de lidiar internamente con todo esto. Su forma de decirse a sí mismo que no era su culpa.

“¡Maldición! ¡Si no fuera una médico sería más fácil pensar en castigarlo!”

Pensaba la joven en su interior mientras palmeaba su frente con algo de vergüenza.

— Ferd… ¿Qué rayos estás haciendo en este lugar? —Le pregunto tras caminas hasta su lado— Además, Phassam solo quería ayudarte y no puedes tratar así a una de las pocas personas que tengo para que me ayuden. Creo que le debes una disculpa.

— ¿Una disculpa?

Ferd no parecía muy dispuesto pero aun así se acercó hasta el joven rubio. Sus labios se abrieron vacilantes en dos ocasiones sin lograr que las palabras salieran, al final una de sus manos entro en su bolsillo y tomo un par de monedas de plata que le extendió al joven de forma arrogante.

— Toma, por las molestias.

— Ah… Bueno… yo…

Phassam no sabía que decir o hacer en aquella situación, optando al final por sonreír amablemente mientras recibía aquellas monedas, aunque en su interior sabía que en aquel lugar no le servirían de nada.

Otra vez parecía que Ferd se saldría con la suya, pero antes que las monedas llegasen a las manos del otro joven una fuerte bofetada sacudió el rostro del niño, resonando por todo el campamento.

— ¡Que mierda crees que haces! —Le regaño Domm con sus ojos llenos de una mescla entre rabia, enojo y frustración— ¿Acaso piensas comenzar a convertirte en alguien como ese maldito que creías era tu padre?

Inmediatamente después de golpearlo, la mano de Domm se retrajo, sintiendo que probablemente se había pasado un poco.

Lo siguiente que esperaba ver era el rostro del chico lleno de lágrimas, pero eso no sucedió. Al enderezar el cuello para verla fijamente a los ojos, Ferd tenía una mirada desafiante, como si la instigara a seguir golpeándolo.

— ¡Tú no eres quien para hablar al respecto! ¡Solamente viniste conmigo para que mi madre financie tu investigación!

Aquellas palabras hirieron profundamente en el corazón de Domm, principalmente porque no tenía modo de refutarlo o negarlo. Aunque actualmente no se sintiera de ese modo, en realidad esa era la razón por la que ella estaba allí.

Ante el silencio de la chica, Ferd  opto por dar media vuelta y detener la discusión allí, marchándose de regreso al borde del abismo, donde se sentó a continuar lanzando rocas.

Las personas alrededor volvieron a sus labores sin atreverse a decir nada más de aquel asunto. Nada podía justificar las acciones de aquel chico, pero con aquella discusión de esos dos, ahora tenían muchas ideas de sus posibles circunstancias y se les hacía difícil no simpatizar con él.

Solo unos cuantos minutos más tarde Frey y Zhavan, liderando un grupo de 10 personas más traían consigo a las personas que habían encontrado.

Phassam procedió según las instrucciones de Domm, deteniéndolos tras un cable que rodeaba el campamento, sirviendo como método de alarma y guiándolos a algunas enramadas que preparo en el poco tiempo disponible.

— ¿Sucede algo malo? —Pregunto la más pequeña de las verdes al joven rubio.

— No. La doctora Domm está preocupada de cualquier posible contaminante en la isla y prefiere revisar a los nuevos antes de permitirles entrar.

— Ya veo… esa chica parece saber bien lo que hace, me cuesta creer que no tiene una licencia.

Tras una breve revisión, de la cual Frey tomo la delantera para ser la primera, esta fue al interior del campamento mirando alrededor. Parecía buscar a alguien en particular.

La persona en cuestión no estaba allí, en su lugar otra cara familiar hurgaba entre los restos de algunas de las balizas de escape, pues sabía que en alguna debía estar un objeto importante para ella.

— Señorita Martina…

La chica no respondió, no era que no la escuchara, simplemente la ignoraba adrede.

— Realmente no entiendo porque estas molesta conmigo… antes de esto jamás nos habíamos conocido… Mi compañera y yo te rescatamos junto con tu amiga… —Aunque Frey tratara de muchos modos no conseguía que Martina le dirigiese la palabra, o la mirada. AL final siempre terminaba rindiéndose, pero en esta ocasión tenía algo más que ofrecer, tomando de su amplia espalda un largo cetro envuelto cuidadosamente en gasas.

— Hoy encontré la baliza…

Sin que pudiera terminar sus palabras, la rubia se abalanzo sobre el cetro arrebatándolo de sus manos  y volviendo algunos pasos atrás para apartarse sin decir nada.

— *suspiro* Mira no voy a decir que nos volvamos amigas o algo\, pero si queremos sobrevivir en nuestra actual situación es necesario colaborar con los demás. ¿Puedes al menos intentar eso?

Esta vez hubo algo de vacilación en la mirada de Martina, pero siguió resistiéndose a ello, Frey dio media vuelta algo decepcionada y entonteces la voz de la chica la detuvo.

— Ustedes lo sabían ¿Cierto?

La mirada confundida de Frey regreso a la chica, sin poder comprender a que venía esa pregunta.

— Las personas que las enviaron para extraernos de allí… solo pudieron pedir eso porque sabía lo que ocurriría en esa nave y aun así no les importo el resto de personas. Lo mismo fue para ti y tu compañera, si la nave no se hubiera hundido, seguramente habrían dejado que los traficantes se llevaran al resto ¿Cierto?

Con la duda esclarecida la piel verde que ahora mismo no llevaba aquella cobertura mágica que le hacía aparentar se humana, pues u misión de infiltración había terminado hace mucho,  se dio media vuelta para encarar a la chica.

— Es exactamente como dices, solo hago esto porque es mi trabajo. No soy una heroína a alguna clase de caballero con brillante armadura, soy una mercenaria  también soy una ok… soy una orco. Por eso te lo dije antes, no te pediré que seamos amigas,  es mas en otras consecuencias habríamos sido enemigas, después de todo es lo que hacen los de tu clase ¿No? Si alguien tiene un tono de piel similar al mío, o si sus colmillos son grandes, o tiene cuernos, inmediatamente será enmarcado como un objetivo.  Así que deja de juzgarme con tus cuestiones morales cuando los tuyos no tienen contemplación en asesinar a los míos con sangre fría.

— ¿Eh? Yo…

Martina se sintió completamente acorralada ante el repentino cambio de actitud por parte de Frey, parecía como si ella supiera algo que no debía saber y eso la asusto un poco.

— ¿A qué te refieres con los de mi clase? ¿Quiénes se supone que son lo míos?

Pregunto la chica intentando disimular, pero al mismo tiempo, muy en su interior daba saltos de alegría, pues esperaba que ella tuviera alguna información valiosa que pudiera darle.

— No me tomes por tonta, se lo que eres… ¿Alguna vez has pensado en la verdadera Martina? Si es que ese era su nombre… ¡Ella seguramente tenía una vida y sueños que cumplir antes que tomaras posesión de su cuerpo!

— Ah… eso… si, pobre chica…

Al darse cuenta que Frey la estaba confundiendo con una poseída, el ánimo de Martina volvió a decaer, no era lo que ella había pensado.

Aunque no negaba las palabras de la orco, al verse tan decepcionada la chica, Frey dudo de la conclusión a la que había llegado en estos días de interacción, al parecer se había equivocado.

— Yo… lo siento por lo que te puedan haber hecho pasar mi gente a ti y a los tuyos, pero no todos somos esa clase de persona, sabes…

Aunque el concepto era equivocado, la disculpa de Martina era muy real. Ella ya había conocido a algunos poseídos antes y podía decir algo acerca de ellos. Buenas o malas, sus acciones tenían dos posibles motivaciones las cuales eran sobrevivir o cumplir con su deber.

Pero si se trataba de otros que eran como ella… ellos probablemente verían toda esta situación como un juego a vencer y las personas en este mundo no estarían a salvo.

Habiendo dicho cada una lo que tenía que decir lo siguiente fue un momento de incomodo silencio causado por la confusión que sentían ante aquel malentendido que cada una se guardaba para su interior.

En eso evitando que sus miradas hicieran contacto por mucho tiempo, Martina noto una maleta algo familiar en la espalda de la mujer. Ella había visto ya varias veces esa maleta en el camarote en que se alojaba mientras viajaban en aquella nave, era la maleta de ese chico Ferd.

— Si buscas al mocoso él se encuentra fuera.

— ¿Fuera? ¿Está demasiado ocupada su guardiana que le permite ir sin supervisión fuera del campamento?

— Bueno, esos dos parecen estar pasando por un mal momento.

— ¿es eso así?

Frey se rasco la cabeza pensando en aquel asunto. Ella sabía de primera mano cuan orgulloso y testarudo podía resultar alguien de los clanes barbaros y si además agregaba la posibilidad de que el chico fuera alguien de la nobleza seguro solo hacia las cosas más complicadas.

— Ah, pero estoy segura que si eres tu quien va a hablar con el seguramente eso lo haría feliz.

La orco no estaba muy segura de lo que querría decir Martina con aquel ultimo comentario, pero aun así siguió su concejo y fue a ver a Ferd fuera del campamento.

El niño se había detenido de arrojar piedras al vacío y ahora observaba  como si esperara encontrar algo en la profunda oscuridad.

— ¿Todo bien? —Pregunto Frey sentándose al lado del chico.

— Yo… —Dudando de su respuesta el cubrió ligeramente su cuello con su mano derecha e intento evadir la pregunta— Tu eres la que está yendo afuera a arriesgar su vida para encontrar a los demás. ¿Cómo estás tú?

Ella lo miro algo discordiada al darse cuenta de lo que hacía y le respondió en tono de burla.

— Sabes bien lo fuerte que es mi cuerpo ¿Piensas que algo de por aquí podría herirme?

— Tsk…

El niño chasqueo su lengua al darse cuenta que se había equivocado  luego solo resoplo y finalmente respiro profundo para calmarse.

— Está bien, sé que fui un estúpido y dije cosas que no debía y todo eso…

— ¿Eh? ¿Lo sabes? Eres más listo de lo que se podría esperar de un niño de tu edad. Entonces ¿Sabes que es lo que deberías hacer a continuación?

— Lo se… Lo sé pero no quiero hacerlo.

— Si dejas que tu orgullo sea demasiado grande, las personas que te quieren podrían terminar alejándose de ti.

— Si, no se trata de eso.

Ferd se puso en pie y miro hacia el campamento. Las personas trabajando arduamente para hacer más amenas su estadía, para sobrevivir y para salir de allí lo más pronto posible. Era difícil no pensar en que toda esta situación se había desatado a partir de dos acciones.

— Todos ellos están aquí por mi culpa. Domm está aquí por mi culpa. Sería más simple si todos me odiaran ya.

— No hay modo que todo esto fuera tu culpa. Para comenzar la nave no debió despegar esa noche, todo es culpa de esos criminales y…

— Fui yo quien rompió el timón…

Frey enmudeció completamente ante aquella confesión, intentando manejar los sentimientos encontrados en su pecho. Era difícil no culparlo si lo que decía era verdad, pero seguro había alguna otra explicación o historia detrás de ello y quería escucharlo primero.

— ¿Por qué harías algo como eso?

— Estaba muy molesto. Primero te fuiste sin decir nada dejándome plantado, después fuimos robados por alguien que  enviaba la persona a la que le compramos  al regresar al barco estaban esos guardias que pretendían inculparnos con ese asunto de los secuestros y el retraso del viaje además, por lo que dijeron parecía que tú en realidad eras la criminal tras los secuestros... En ese momento  realmente me enoje… Al final golpee el timón para desahogar mi frustración… no esperaba que el mana fluyera fuera de mi cuerpo…solo sucedió y…

— Ok, con eso es suficiente. —Frey detuvo al chico de hablar poniéndole una mano en la cabeza. Se sentía un poco molesta, pero al mismo tiempo no podía culparlo, aquello no era una acción premeditada, solo era un niño siendo un niño.

A veces, el chico tenía comportamientos y decía cosas que lograban que Frey sospechara que se trataba de un poseído, pero luego estaban estas cosas estúpidas que solo podrían ser cosas de un niño.

— Venga chico, estás pensando demasiado las cosas… cometiste un error pero eso no te hace culpable, solo otra víctima de las circunstancias. Incluso sin el timón roto, todo lo que le esperaba a esas personas era una vida de esclavitud, tus acciones simplemente cambiaron el escenario un poco  aunque las cosas no mejoraron, al menos ellos aún son dueños de sus destinos.

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