capítulo 6, COMO UNA HERMANITA

Al llegar al palacio del Reino azúl, fueron recibidos por los padres de Kenric, les agradaba tenerlos ahí como en los viejos tiempos.

Kenric pasó a la habitación de su abuelo para saludarlo los demás se quedaron con los reyes, aunque Olive prefirió ir al jardín. Amadeo estaba viejo y cansado, permanecía en cama. Ya no podía caminar por mucho rato, se había resfriado por eso no pudo asistir a la fiesta de su nieto, pero aún así permanecía lúcido y no dudó en aconsejar a su nieto. Alba le había contado la forma como el rey miró a la princesa Rose en la fiesta.

—¡Rey Manchado, mi nieto, mi líder valiente, creí que vendrías en unos días!

Kenric se acercó a la cama se sentó a su lado y tomando la mano de su abuelo le dió un beso, esto lo hacía en señal de respeto y admiración.

—En lo que me enteré que habías enfermado decidí venir hoy, además ando acompañado de Andrew, Rose y Olive.

—¿Olive está aquí?, manda a buscarla, quiero verla.

—Abuelo, pero yo estoy aquí, soy tu nieto y vine a visitarte, aún así me pides verla a ella, de niños la preferias a ella y ahora también—lo dijo en forma de juego.

Amadeo comenzó a reír, por las ocurrencias de su nieto.

—Siempre serás mi preferido, pero ella es como una nieta más, además he visto como la miras y como desde siempre la has protegido.

Kenric frunció el ceño y negó con la cabeza.

—Abuelo, así como tú la vez como nieta, yo la veo como una hermana, por ser la más pequeña de todos la protejo, es instinto—encogiendose de hombros.

—¡Ja! Ahora le dicen así, se que te gusta, no sé por que lo niegas. Ella es muy hermosa, es una buena niña, dulce e inocente, me recuerda mucho a tu madre, así era ella a esa edad.

—Abuelo, ya no digas esas cosas, yo no siento eso por plumitas, ella es como una hermanita para mí, además me he fijado en otra persona.

Amadeo entrecerró los ojos, demostrando cierta duda en su mirada.

—¿De quién me estás hablando?—interrogó el viejo hombre.

—De la princesa Rose, ella es hermosa, delicada, educada, muy refinada, es toda una princesa, me impactó desde que la ví, nunca había sentido algo así por alguien.

Amadeo quedó en silencio, solo lo miraba mientras él seguía hablando maravillas de la princesa, sus ojos brillaban. El abuelo suspiró y solo escuchó a su nieto, en su corazón siempre estuvo el deseo de que se casara con Olive.

—Tengo que conocer a esa princesa, sé que su madre la Reina Rosemery, es muy buena gobernante, pero poco sé de su hija. sácame de aquí llévame al jardín quiero aire fresco y así conozco a la princesa.

Kenric acató el pedido de su abuelo y con mucho cuidado lo cargo en sus brazos, el era un rey alto, corpulento y muy fuerte, aparentaba más edad de la que poseía, así que no se le dificultó llevar a su abuelo hasta el jardín.

Una vez allí lo sentó con cuidado en un sillón especial para el, cuando Olive lo vio salió corriendo para saludarlo.

—Abuelo Amadeo, ¿cómo te sientes?—besando su mano.

—Pues con las dolencias de ser un viejo.

—Te traje algunas medicinas y frutos secos que tanto te gustan.

Amadeo reía y acariciaba el rostro de Olive, Rose y Andrew se quedaron lejos solo observaban la escena.

—¡Que ordinaria es Olive!, no entiendo cómo es que la dejan entrar al palacio sin que tenga una minúscula partícula de educación, la viste como andaba correteando por el jardín, no tolero estas cosas.

Rose se sentía incómoda por el acercamiento de Olive con Amadeo y por la forma de andar por el jardín del palacio. Andrew no dudo en responder.

—Ella es una niña consentida por sus padres mercaderes, así que no exijas mucho, lo único que hace que ella se vea interesante es su belleza y no puedes negarlo, tal vez por eso estés celosa.

Rose quedó indignada por el comentario de Andrew se llevó la mano al pecho y exclamó ofendida pero con cierta burla.

—¡Me ofendes!, rey Andrew yo no estoy celosa y menos de esa rara, por favor mira su vestido, su cabello y esas plumas las odio, no se ven elegantes para nada, tal vez tenga belleza, pero ningún hombre se fijaría en ella.

—¿Por que lo dices?— indagó Andrew.

—Es hija de dos raros, que nadie sabe de dónde vienen, venden hierbas y cosas raras en el mercado, eso no es atractivo y menos para una dama, podrá ser muy hermosa pero para ningún hombre será atractiva,es rara, con toda esa ropa colorida y esas plumas asquerosas, ¡ah! y te prohíbo que vuelvas a decirme que estoy celosa, una princesa como yo sabe mantener su postura y estoy segura que el Rey Kenric ya se fijó en mi, no tengo celos de nadie.

Andrew sonrió por las palabras vanidosas de Rose, pero antes de alejarse de ella le dijo.

—¡A mi si me parece atractiva!, su rareza la hace única y su trabajo la hace digna de admirar, y déjame decirte que es muy hermosa, así que con su permiso princesa Rose.

Hizo reverencia y se retiró de ahí para acercarse a dónde se encontraba Kenric y Olive, le pareció grosera la forma como se expresó de plumitas. Rose se quedó molesta por lo que había comentado Andrew, ella estaba acostumbrada a recibir siempre la atención de todos, ella quería que también la elogiara, pero al ver que él veía tantas cosas positivas en Olive no pudo evitar sentir molestia y celos.

Después que todos saludaron al viejo Amadeo, compartieron y almorzaron con él, fue llevado a descansar.

—¿Qué ocurre abuelo? estás muy callado.

Kenric le preguntó mientras lo acomodaba en la cama, para que hiciera una siesta.

—Solamente te diré que no me agradó Rose, y prefiero decírtelo de una vez, por qué ya estoy viejo y mis días están contados. Tal vez mañana ya no despierte y me quedé sin decirte esto, debes escoger muy bien quien será tu esposa, no siempre se trata de modales o refinamiento, tu posees un gran poder y un legado que debes mantener, no cualquiera puede ser tu esposa, como desearía que estuviera mi Esmeralda aquí en estos momentos, ella si sabría aconsejarte.

Kenric quedó en silencio, no sabía que decir a su abuelo, por qué Rose era perfecta para él, no veía ningún defecto. Entonces decidió callar para no crear un conflicto entre él y su abuelo.

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