capítulo 13, DEBES SER OSCURO

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Olive lanzó una pluma al aire cerca de la bestia y pudo paralizarlo por poco tiempo, Kenric se volteó y con sus propias manos arrancó las garras de la bestia y luego con la espada clavó su corazón. Miró a Olive, ella permanecía recostada en la pared, estaba asustada.

—¿Estás bien plumitas?

Acercándose tocando su mejilla y mirándola a los ojos.

—Si, si, solo que no puedo evitar sentir miedo o asco, no lo sé.

Ella tenía sus manos entrelazadas tratando de ocultar que le temblaban.

—¡Tranquila cálmate!, ven siéntate.

—No, aquí no con esa bestia ahí tirada, no quiero.

—¡Esta bien vamos afuera!

Kenric sentó a Olive en un sillón y luego comenzaron a salir las sirvientas, doncellas y eunucos a ver al Rey y a Olive.

El se mantuvo alerta por si alguno estuviera poseído, pero Olive le hizo seña que todo estaba bien.

—¡Majestad gracias por venir!, el Rey Edgar y la reina enloquecieron, algunos ministros, consejeros y magos también, hacían ruidos extraños y comenzaron a secuestrar niños.

Comentó sin dudar una mujer sirvienta ya mayor. Olive se levantó de la silla y se acercó a la mujer para interrogarla.

—¿Dijiste mago?

—Si el joven mago, se enloqueció al saber que era el último mago que quedaba vivía triste y decidió unirse al rey.

Olive estaba sorprendida, entonces ella no era la única que quedaba. Su rostro entristeció, pero también sintió esperanza de que existiera otro mago.

—Arriba cerca del harén, están otros majestad—indicó uno de los eunucos.

El Rey manchado se extrañó mucho al escuchar que había un harén, ¿cómo era eso posible?, nunca se había escuchado eso en los demás Reinos. Kenric sintió decepción de sí mismo, creyó que había hecho un buen trabajo como líder  y ahora se estaba enterando de cosas que ni el ni sus padres lo habría permitido.

Olive se levantó de la silla y le hizo señas a manchas para subir y terminar con todo ese desastre que había en ese Reino.

Al llegar a la habitación del harén, antes de entrar, Olive lanzó las plumas y polvo dorado, al abrir la habitación habían mujeres o eso parecían, sin embargo estás tenían el cuerpo deforme, ojos rojos  y grandes garras, el manchado debía actuar rápido ya que la magia que lanzó Olive duraría poco tiempo.

Sacó su espada y comenzó a matar una por una, hasta acabar con todas. Todo era un desastre, una escena sombría y escalofriante.

—¡Vamos rápido, debes destruir al otro ser oscuro, está en esa habitación!— dijo Olive señalando una puerta.

—¡Bien vamos!, ¿estás preparada?

Olive asintió y caminaron hacia la habitación, Kenric abrió la puerta y entró, todo estaba desordenado, Olive no pudo entrar porque la puerta se cerró de golpe. La bestia atacó a kenric, haciéndolo caer y soltar la espada, como buen guerrero no le dió importancia y peleó a puño limpio con esta bestia, se hizo un poco difícil por qué está tenía alas y cuando manchas quería dar un golpe certero este volaba evitando el ataque.

Kenric enfureció y corrió tomando velocidad, pegó un salto y  lo agarró por las patas y lo lanzó contra la pared, dejándolo turuleto.

—¡Maldito cobarde, pelea si te crees tan poderoso!

—Te destruiré a ti y toda tu descendencia, jamás podrás derrotarnos—chillo la bestia.

Está se reía a carcajadas y miraba a Kenric a los ojos, él lo sujetó por el cuello, pero no desvío la mirada, la bestia pudo ver y sentir en la mirada del Rey,  la rabia y el deseo de acabar con ellos y sintió miedo, vio como sus manchas blancas se tornaban de color marrón y sus ojos se oscurecieron, Manchas apretaba cada vez más el cuello de la bestia, está comenzó a expulsar secreciones por todas partes, eran malolientes, así que Kenric lo soltó, pero se aseguro de fracturar sus alas y brazos.

La bestia herida, chillaba y lanzaba gritos horribles, en la puerta estaba Olive desesperada, se imaginaba lo peor, intentaba abrir la puerta pero no podía, las sirvientas y doncellas se acercaron a ella para calmarla.

—Mi lady, calmese debe alejarse de esa puerta, no sabemos qué pueda pasar.

—No, no puedo dejar a mi rey solo.

—Él es el rey manchado, el más  poderoso, no le pasará nada.

Olive asintió, sabía que era verdad, su preocupación era por otra cosa. En la habitación Kenric tomó su espada y antes de terminar preguntó.

—¿Quién tiene el libro negro?

—Eres muy noble e inocente, tu pureza no te deja ver la oscuridad, debes ser oscuro para que puedas ver el libro negro, y ver quién lo tiene, ja, ja, ja, eres tonto rey manchado, está muy cerca, solo tu puedes manejar el bien y el mal, pero te has enfocado en solo el bien y el mal ha hecho de las suyas.

Kenric dudo si acabar con esta bestia, ésta poco a poco se fue transformando en una mujer, en la Reina y ella exclamó.

—Su majestad, acabe conmigo, no quiero que mi hijo me vea así, intenté salvarlo y lo lleve a los calabozos, por favor sálvalo, pero no me deje vivir así.

Kenric suspiró y clavó suavemente su espada en el pecho de la mujer, atravesando su corazón.

Salió de allí asqueado y se encontró con Olive, quien al verse se abrazaron con fuerza, esta experiencia los estaba marcando de por vida.

—¿Te encuentras bien?— preguntó Olive revisando sus brazos y armadura.

—Si, si lo estoy, cálmate te veo muy alterada.

—Me asusté mucho, es solo eso.

—Ya veo, pero tranquila. Por favor limpien todo, los restos que saquen quemenlos, quiero todo pulcro y reluciente—Ordenó kenric, tomando de la mano a Olive y bajando a la sala de estar.

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