capítulo 8, PRIMER BESO

Al ver lo que ella hacía, se bajó del caballo y comenzó a correr tras ella, era muy rápido y pronto la alcanzó.

—¡Detente plumitas!—gritaba Kenric mientras corría

Ella seguía corriendo, no le iba a hacer caso al manchado. Él se apresuró y cuando intentó agarrarla lo hizo con tanta fuerza que tropezó y cayeron al suelo, rodando por una pendiente no tan profunda. Al detenerse, plumitas se quejaba de dolor, su tobillo se había lesionado y Kenric tenía algunos raspones.

—Lo siento Olive, no quise lastimarte, perdón, perdón—acercandose a ella

Kenric se sentía muy arrepentido por todo, por como le habló a Olive y por haberla tumbado al suelo y para más mala suerte, ahora estaba lesionada.

—¡Auch! Me duele mucho, pero no ¡no me toques!

Olive sentía mucho dolor y también mucha molestia, sin embargo no quería que Kenric la tocará para sanar la lesión, así que ella manoteaba para evitar que él Rey tocara su tobillo.

—Quédate quieta plumitas, solo quiero revisarte— intentando sujetar sus manos.

—¡No me toques, manchas, suéltame!, que no me toques, no quiero que me cures, no quiero que me toques, no soy tan refinada ni educada, como para ser tomada en cuenta.

Kenric ya estaba molesto por la situación, estaban en medio del bosque, a oscuras solo alumbrados por la luz de la luna y el hermoso cielo estrellado, el quería salir rápido de allí, no se sentía seguro.

—¡Basta Olive!—gritó molesto.

Nunca la llamaba asi, siempre le decía plumitas y solo cuando estaba muy molesto le decía por su nombre. Ella tragó grueso e hizo silencio, cuando él comenzó a revisar el tobillo hinchado, volvió a hablar tratando de quitárselo de encima, es que aún seguía molesta.

—Ya revisaste déjalo así, yo me curo cuando llegue a casa—tapando su tobillo con el vestido.

—¿Por que eres tan testaruda y malcriada?, niña consentida y mimada, déjame sanar esa lesión ya— impuso el rey que ya estaba molesto.

—¡Dije que no! Su majestad—lo dijo entre dientes—no quiero que me cures, es que no entiendes, la Rose le fundió el cerebro a su majestad.

Kenric harto por la situación y la pelea de manos que había comenzado nuevamente para evitar que él tocará su tobillo, se abalanzó sobre ella, colocando su mano detrás del cuello y atrayendola a él, acercandose a su boca, quería hacerla callar y que se calmara.

Un beso apasionado muy profundo y muy duradero le dió el Rey manchado a plumitas. El tiempo se detuvo porque las plumas de Olive habían sido elevadas al aire por la suave brisa que los arropaba. El polvo dorado se regó a su alrededor haciendo que ellos estuvieran protegidos en una burbuja mágica. Ella había heredado los poderes de su padre el mago Edecio, podía detener el tiempo y proteger con polvo dorado, aunque aún no había descubierto todo su potencial.

Delicioso era el sabor que sentían al rozar sus lenguas y labios, aunque era un beso torpe por parte de ambos, era el primer beso de ambos, fue la mejor sensación que habían sentido en toda su vida, sus cuerpos se relajaron y Kenric se vió tentado a acariciar el rostro de plumitas. Era suave sentir su piel delicada, una extraña sensación los invadió, entre placer y miedo, aunque no querían separarse, se sentía tan agradable que querían seguir así , sin embargo una voz que escuchó Kenric lo hizo separarse de ella "No te conviene", fue un ligero sonido como un susurro en su oído lo que escuchó.

Se separó lentamente de ella y se miraron a los ojos, Olive estaba asustada y avergonzada, sus mejillas sonrosadas y sus ojos muy abiertos, no era para menos, nunca habría creído o imaginado que el Rey manchado se atreviera a besarla y menos en esa situación tan comprometedora.

—¡Yo!, Olive, yo—Kenric carraspeaba, sin embargo no sabía qué decir, estaba sin palabras al igual que ella, se quedaron mirándose a los ojos sin decir nada más, hasta que ella se dió cuenta que el polvo dorado se había regado y las plumas habían detenido el tiempo.

Olive revisó su cabello, sacando otra pluma de color negro y la sopló al aire, luego tomó en sus manos algunas plumas blancas y luego la negra, el tiempo volvió a correr y el polvo dorado cayó regado en el césped.

Kenric tragaba grueso, aún no sabía que decir, lo que había pasado fué fantástico, algo espontáneo y genuino para ambos. Olive se colocó de pie y al mismo tiempo lo hizo Kenric, aún dolía el tobillo, terminó de recoger sus plumas y sacudió su vestido, cuando iba a comenzar a caminar Kenric con dificultad habló.

—Dejame sanar tu lesión, por favor plumitas—sujetándola por el brazo.

Ambos tragaron grueso, ahora les era difícil verse a los ojos, sentían una mezcla de vergüenza con gusto.

—Hazlo rápido, pronto amanecerá.

Kenric se agachó colocó las manos en el tobillo y rápidamente la lesión se curó.

—¡Gracias su majestad!— comentó Olive, con sarcasmo.

Cuando Kenric quiso hablar ella simplemente levantó su mano haciendo un sonido.

—¡Shshshshsh!, basta de hablar, debemos irnos a descansar detuvimos el tiempo así que no se cuanto estuvimos aquí, debo descansar sino me desmayaré.

Kenric sin pensarlo, lanzó un silbido y su caballo llegó rápidamente, ella estaba débil no podía dar ni un solo paso, el Rey había visto su semblante, estaba pálida y fria. Se subieron en el caballo y se fueron al palacio, no podía llevarla a su casa, Edecio descubriría lo que había pasado.

Al llegar le informó a Martha, a ella si le contó lo ocurrido, la llevaron a la habitación y la dejaron descansar, Kenric no se quiso separar de ella en ningún momento y le mando a avisar a Edecio que ella estaría haciendo unos trabajos con Martha, para que él no se preocupara, le dijeron que había salido muy temprano de casa. Olive despertó pasado el medio día tenía mucha hambre, por eso sus tripas sonaron.

—¿Te has comido un sapo?

Kenric, se encontraba sentado en una esquina de la habitación y se alegró de ver qué Olive despertaba renovada. Al escuchar lo que él dijo frunció el ceño y respondió de mala gana.

—No, pero creo que soñé que uno me besó.

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