—Bien ¿qué historia quieres para hoy?
—Quiero la del Rey Manchado.
La reina se acomodó en su silla y comenzó a relatar.
—Había una vez un Rey único y hermoso, era muy poderoso, era heredero de un gran reino al igual que un gran legado. Él era inteligente, astuto, pícaro, muy alegre y sobre todo muy, muy guapo, era todo un caballero que tenía a muchas princesas enamoradas.
—Madre, eso no lo habías contado las otras veces.
—Bueno pero ya te lo estoy contando, continuó. Su labor era cuidar del Reino blanco y de los demás reinos, por qué el libro negro aún no se ha destruido y el puede corromper un corazón débil e invadir para sacar a los seres oscuros del libro. Pero solo el rey manchado puede saber dónde está y destruirlo para siempre.
—Mami y ¿cómo es el rey?.
—Es muy guapo, inteligente, poderoso, amado por todos, su apariencia es muy varonil, sus manchas en la piel lo hacen ver y ser especial.
—¿Manchas? Ese rey poderoso tiene manchas,¡ así como las mías! Es un rey manchado.
El pequeño príncipe se emocionaba con cada historia contada por su madre, era la manera en que ella lo iba involucrando con su realidad, con su propósito. Los Reyes decidieron contar todo al príncipe desde un principio, para que no ocurriera lo que pasó con ellos, que al pasar del tiempo se fueron enterando de cosas que ni siquiera imaginaban.
—Si mi pequeñín, las manchas son tal cual como las tuyas y si es un Rey manchado.
El niño sorprendido extendía sus brazos para mirar sus manchas, luego bajó de la cama y fue al espejo y se miró el rostro.
—Madre y ¿cómo se llama el rey manchado?
—¡Kenric! El Rey manchado se llama Kenric.
El niño hizo una gran o con su boca y sus ojos se sobresaltaron.
—¡Se llama igual que yo!—señalandose a si mismo con el dedito.
—Eres tu, pequeño príncipe manchado, pronto serás Rey
La voz del Rey sonó cuando entraba en la habitación y el príncipe salió corriendo a abrazarlo y sorprendido le decía.
—¡Yo papá, yo soy el Rey manchado!. Pero soy pequeño y flaco, ¿cómo es que protegeré a los reinos?
—Mi amor, es cierto aún eres pequeño, de igual manera debes prepararte para el futuro.
—Si, si claro mamá, yo seré tan fuerte como papá y usaré la espada mejor que él.
Alba reía, porque su hijo aún no sabía que ella manejaba la espada mucho mejor que el Rey.
Desde muy temprana edad supo que él era el Rey y guardián de los Reinos y le emocionaba y agradaba todos los deberes que debía cumplir. Sin embargo ese título y esos poderes traían a su vida una serie de situaciones complicadas tanto en su labor cotidiana como en el amor.
En su rutina diaria siempre estaba salir con su padre al jardín y practicar con la espada, el Rey le había mandado hacer una especial para él. En sus conversaciones siempre decía que quería crecer rápido para gobernar su reino blanco, con tan corta edad y ya había planeado hacer muchos cambios en los reinos.
Otra actividad que le encantaba hacer era leer con su madre en el jardín, le apasionaba la idea de comandar y pelear contra los malos, por eso los libros eran de las guerras y hazañas de sus antepasados.
Después de la coronación recibió la visita del Rey Andrew, era mayor que él, pero se la llevaban muy bien, eran casi como hermanos, cada tres o cuatro meses se reunían en el Reino azúl , Rey Andrew soberano del Reino Amarillo, princesa Rose heredera del reino Rojo y Olive hija de Edecio y Alegría.
Estos tres niños eran muy amigos, se la pasaban jugando aunque Olive por se la más pequeña, era tope y lloraba, pero Kenric siempre la consolaba, está vez corriendo se tropezó con una piedra y cayó al piso, haciéndose un raspón en su rodilla, ella lloraba desconsolada y el joven príncipe se acercó a ella.
—Olive, debes tener cuidado.
El colocó sus manos alrededor de la rodilla lastimada, cerró sus ojos y ella sintió algo caliente, cuando él quitó sus manos la rodilla estaba totalmente sanada.
Ambos reían pero miraban a todos lados, ya al príncipe le habían advertido que no debía utilizar sus poderes de manera descontrolada y menos por cosas insignificantes.
—Si nos descubre la Reina, nos va a regañar.
—Mamá está ocupada, así que levántate plumitas y ten más cuidado.
—No me digas así, manchitas.
—Te curé y aún así te burlas de mí, ¡niña plumitas!, ¿a qué no me atrapas?.
El príncipe comenzó a correr para no ser alcanzado por plumitas, le decía así por qué ella siempre llevaba algún adorno con plumas sobre su cabeza, era parte de ella, de su esencia y por ser hija de dos magos obviamente ella tenía magia
Después de eso siguieron jugando por un rato largo. El pasar de los años se hizo presente y esos pequeños se habían convertido en jóvenes, adultos y responsables de sus reinos y de sus deberes, a raíz de esto pasaron años en los que ya no se reunían, sus tantas obligaciones, no se lo permitían.
Los que si se mantenían en contacto siempre eran el Rey Kenric y Olive por vivir en el mismo Reino.
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Comments
Cari Raziel
🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣 la reina esta haciendo trampa
2025-02-11
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Cari Raziel
🤣🤣🤣🤣🤣
2025-02-11
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Cari Raziel
Que lindo pequeñin🥰
2025-02-11
0