Mientras la zona se despeja a y dejaban en un lugar seguro al rey, del archiduque ascendía a la zona más alta del observatorio para ayudar a Alice; sin embargo, lo que vio lo dejó frío.
—Por mucho tiempo, en mi vida pasada te odié—dijo Alice en un susurro—llegué a aceptar que solo merecía ser una esclava... pero en realidad, el esclavo de su maldad fue usted.
Alice se encontraba empalada en su abdomen, por varias estacas de hielo, mientras al frente suyo se encontraba el cuerpo del cardenal, siendo encadenado a varias cadenas infernales que salían del suelo y arrancaban la parte de su alma que había reencarnado en ese cuerpo, directo al infierno.
—Los débiles solo sirven para complacer a los fuertes—dijo el cardenal antes de que su alma fuera arrebata—tu deseo de salvación, de acabar con la esclavitud, también te ha condenado.
Un emisario de la muerte había llegado para llevarse el alma de Alice, puesto que, aquella estaca de hielo que la había empapado, era hielo infernal, por lo que su cuerpo se debatía entre sí morir por aquello o si vivir por ser una contratista de dios.
—Y con gusto acepto mi condena—respondió Alice.
Justo cuando el emisario de la muerte estaba por arrancarle su cabeza con una guadaña, Aiden logró cortarle una de sus manos, usando una espada de fuego que Anthony le había hecho.
Alice cayó al suelo luego de que el cardenal muriera, siendo arrastrado al infierno. Mientras veía a lo lejos, antes de quedar inconsciente, como Aiden luchaba contra el ser infernal.
No supo a ciencia cierta cuánto tiempo estuvo en coma, solo que, antes de despertar, se encontraba vagando en un campo lleno de flores.
A lo lejos, podía vislumbrar tanto al rey como al archiduque, ambos jugando a las escondidas entre los árboles, con al menos cinco niños.
Uno de ellos, el que parecía ser el más chico, al notar su presencia, se volteó con una sonrisa y la señaló.
—¡Mami!—gritó.
Al verla, sus demás hermanos, todos niños, corrieron de inmediato a abrazarla, provocando que esta tambaleara.
—Cuidado niños, o molestarán a sus hermanitas—gritó Anthony.
Alice entrecerró el ceño, bajando su mirada, para terminar notando que, en efecto, se encontraba embarazada y su vientre era mucho más grande que uno común.
—Papito—preguntó el menor a Anthony—quiero que tío Aiden me cargue.
—Ven acá, cariño—dijo Aiden cargándolo.
—Papi...—dijo el segundo niño menor, pero ahora Aiden—¡Yo también quiero!
Anthony se ríe ante los celos del hijo de Aiden y de su propio hijo. Luego de jugar varios minutos, dejando anonadada a Alice, vio como los niños eran llevados por varios sirvientes a comer una merienda en un pequeño pero hermoso picnic.
Sin darse cuenta debido a que estaba distraída, sintió como el rey y el archiduque la abrazaron, besando cada uno un lado de su cuello.
—Te amamos, Alice—dijeron ambos al unísono.
El toque de dos mordidas, en cada lado de su cuello, provocó que poco a poco volviera al mundo real, donde, postrada en una cama, mientras estaba vendada, tenía tanto a Anthony como a Aiden marcándola al mismo tiempo. Aquella sensación era extraña, le dolía, no podía negarlo; sin embargo, la sensación de dolor y ardor, era dejada en un segundo plano, ante la dicha que su alma sentía al recuperar algo que había perdido al morir en su anterior vida.
Para Anthony fue lo mismo, inclusive Torgal, su espíritu aliado, había empezado a despertarse gracias a la sangre de Alice; sin embargo, no solo podía recuperarse de su marca corrupta y quedarse solo con la que Aiden le había puesto, sino también podía marcar a Alice, quien también era su compañera destinada.
—No lo hagan—intentó apartarlos—no pierdan su libertad conmigo.
—No perderemos a nuestra esposa—respondió Anthony.
—Tienes que darnos hijos, ¿Con quién crees que tendremos herederos?—preguntó Aiden.
Todo se volvió negro para Alice, quien no pudo resistir más y terminó nuevamente perdiendo la consciencia.
Mientras esta se encontraba descansando en la cama de la recámara de Anthony, el rey se encontraba abrazándola de un lado, intentando el dormir. Al otro lado se encontraba Aiden, quién los abrazaba mientras olía el cabello recién lavado de Anthony.
—Aiden—dijo en un susurro Anthony.
El haber marcado nuevamente a Alice, y el haber recuperado la marca que le puso a Anthony, provocó en Aiden un calor intenso que intentó ocultar en vano.
Poco a poco Anthony sintió algo endurecerse detrás suyo, y como el archiduque comenzaba a tocarlo en su entrepierna.
—Aiden—volvió a llamarlo.
Sin embargo, todo fue en vano, puesto que Aide. lo colocó bocaabajo y lo besó con tanta fuerza que lo dejó sin oxígeno en uno minuto.
—Aiden, Alice está al lado—dijo una vez se liberó de sus labios.
—Lo sé, prometo no ser agresivo—respondió en un susurro.
Dando pequeños pero apasionado chupones en el cuerpo del rey, el archiduque descendió no sin antes morder un poco el busto de Anthony. El rey cerró los ojos, con el corazón acelerado, mientras sentía aquel toque.
Si bien con Aiden había perdido su virginidad hacía cuarenta años, luego de que ambos se reconciliaran, al tener al lado a Alice lo hacía todo más inteso.
—¡Aiden—gritó.
Anthony sintió como el archiduque bajó y al quitarle su pantalón, comenzó a saborear su entrepierna de tal modo que le provocó un espasmo.
Poco a poco los movimientos de la cama y la temperatura de la habitación comenzó a aumentar, hasta que, pasado unos minutos, una presión terminaría despertando a Alice.
La mujer se quedaría sorprendida al observar, como Anthony bebía de su sangre, al ser un brujo convertido en vampiro por Aiden, mientras el archiduque lo embestía desde atrás.
Ambos estaban arriba de ella, tan pegados, que sentía caso el peso de los dos hombres. Por lo menos podía respirar un poco.
—Ustedes...—habló Alice—no tienen remedio.
La reencarnada sintió como algo palpitaba en su entrepierna, notando cómo la intimidad de Anthony rozaba con la de ella, y se humedecia, a medida que Aiden aumentaba sus embestidas.
Pasado diez minutos de aquello, los tres tuvieron un último espasmo que los dejó débiles, quedando los dos hombres encima de Alice, quién aun se encontraba recuperándose.
—Chicos...—respondió roja—no respiro.
Aiden al darse cuenta, se apartó de su lado, sosteniendo en sus brazos a Anthony, quién había quedado borracho por el goce de ser amado por el archiduque y de tomar la sangre de su pareja destinada.
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Comments
Laura Barrios
hay Me encanto me encantó me encantó autora eres la mejorar besosss
2024-02-12
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Elizabeth Bustos
A esta no la Vi venir ., 😃/Shy/
2024-02-12
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