CAPÍTULO 13

Aiden asintió, sin quitar su mirada intensa, de la de Anthony, quien estaba sentado al frente de su sofá, con la cabeza inclinada denotando cansancio.

—Quien te marcó primero fui yo—volvió a hablar con la voz un poco más baja.

—Bueno, no está de más recordarte que eso fue un accidente a causa de tu descontrol—habló serio—Aiden, ¿hace cuantos años nos conocemos? ¿Veinte, cierto?

—Sí, así es—respondió tajante.

—En todos estos años sé que nunca te has enamorado—habló sin titubeos—ahora eso que estás sintiendo, llamándonos a nosotros dos como "tuyos" no es más que posesión, principalmente por la marca. Yo estoy enamorado de Marcus, así que antes de exigirte respeto como tu príncipe, te lo estoy pidiendo como amigo.

Anthony estaba helado, estático ante la frialdad que estaba teniendo Anthony, era la primera vez que lo veía en esa tónica. Sobre todo, jamás en su vida había usado con el su estatus como príncipe.

—¿Lo amas?—preguntó confundido.

—Sí—mintió—por favor, respeta eso. Ahora, lo único que tienes que hacer, es cuidar a la mujer, que será tu futura esposa. Ella sí está marcada por derecho, ya que es tu compañera destinada. Por favor, solo piensa en Alice.

Cada palabra que decía para alejar a Aiden le dolía, era como acuchillarse el mismo; sin embargo, era lo mejor. Una historia no podría tener tres protagonistas y de serlo así no saldría nada bien, aunque su corazón deseara estar tanto con el archiduque como con su esposa.

Por más que una vez estando él en el trono, cambiara las leyes, el daño ya estaba hecho. Nadie acepta una relación de tres, uno tenía que ceder aunque su corazón terminara destruido.

—¿Por qué nunca me dijiste que eras gay?—preguntó confundido—hubiera podido ayudarte a manejar mejor la situación si...

—¿Manejarla cómo? ¿En tu estado?—respondió un poco enojado—¡Míranos, Aiden! Estamos atrapados en las redes del rey buscando una forma de zafarnos. Mientras tu compañera destinada aún está registrada como esclava, puede ser tu pase a la libertad, ya que su conexión permitirá que te liberes del control del rey; sin embargo, ¿yo qué? Solo soy un príncipe "de la corona" despreciado por su padre a causa del rechazo que le tiene a mi madre.

No podía negarse ante aquel hecho, podía en su estado atacar a los lacayos del rey, como lo hizo con el comandante; sin embargo, no podía enfrentarse, al menos no aún, contra su majestad.

"Creo que soy el guardián de un amo pendejo, aunque el archiduque es el doble de pendejo"

Fueron las palabras que escuchó en su mente, provenir de Torgal; sin embargo, aunque estaba enojado y dolido, tuvo que hacer un esfuerzo sobre humano para no reírse de lo cruel de la vida. Era cierto y hasta le parecía gracioso el nivel de pendejez que podían llegar a tener, pero era todo lo que podría haber entre ambos.

"Te prometo conseguir algunas piedras espirituales rojas si no dices más nada de esto, por favor"

"Espero que mi amo cumpla con su palabra, me retiro por el momento entonces"

Aiden, sintiéndose raro por la situación, se levantó para salir de la habitación, no sin antes despedirse del príncipe con una reverencia y unas palabras frías.

—Que descanse, mi príncipe—respondió con la cabeza un tanto gacha—iré a ver a Alice, nos veremos en estos días.

Dicho eso, luego de ver como Anthony solo respondió asintiendo con la cabeza, se fue de su habitación sin dar oportunidad alguna de escuchar algo más. Deseaba alejarse de allí todo lo posible, era cierto que él jamás se enamoró, ¿pero por qué se sentía tan jodidamente molesto?

Aprovechando de que llegó a un pasillo solo, rumbo a la habitación de Alice, golpeó la pared con tanta fuerza que comenzó a sangrar en su mano. Viendo como la herida empezaba a cicatrizar y la sangre evaporarse, se quedó estático unos segundo analizando realmente en la situación crítica en la que estaban.

Mientras tanto, Alice, llorando a más no poder, sintiendo un dolor inexplicable en su corazón, se acercó a la ventana para intentar calmarse un poco a la luz de la luna. Sentándose en el frío suelo, con su pijama que parecía una manta encima de ella, ya que su cuerpo esquelético era tan pequeño, intentó limpiarse sus lágrimas.

—¿Por qué me duele tanto?—preguntó recordando como la visión que tuvo se fracturó y se congeló—yo nunca lloro así tan repentinamente.

Sintiendo al principio que el príncipe y ella compartían la misma conexión con Aiden, al sentir que se había roto, no había dejado de llorar y al ver la visión destrozada, se sentía demasiado mal, por lo que fue de sorpresa que las lágrimas comenzaran a fluir estando ella en shock. No fue sino hasta que sintió una presencia detrás de ella que se despertó un poco de su trance.

Al darse la vuelta, se dio cuenta de que un pequeño, pero brillante orbe plateado estaba observándola un poco más arriba. Aquel orbe, al verla en llanto, bajó un poco y con un leve toque, intentó limpiar una de sus lágrimas, provocando que Alice cerrara sus ojos por la calidez que este le provocaba.

—¿Por qué lloras?—preguntó el orbe con una voz de niño.

—No lo sé—respondió—me duele el corazón cuando pienso en el príncipe y el archiduque.

—¿Te duele verlos mal?—preguntó de nuevo—¿Te gustaría hacer algo para que ellos sean felices?

—¿Puedo hacerlo?—cuestionó sorprendida.

De inmediato, el orbe se colocó en su frente, provocando que esta se desmayara enseguida, justo un segundo antes de que Aiden entrara a la habitación, provocando que el archiduque, quien ya se encontraba mal por lo ocurrido con Anthony, corriera desesperado mientras la preocupación le carcomía por el estado de la esclava.

Con cuidado la dejó en la cama, mientras la examinaba, al parecer todo estaba bien, a excepción de su cara, claramente húmeda por haber llorado. Separándose un poco de ella, caminó hasta la ventana y colocó su cabeza encima del frío vidrio para intentar calmarse.

Sin verlo, Alice había logrado abrir los ojos, en ese momento, dejando de ser más blanco que la propia leche, sus pupilas mostraban un bello color rosáceo, casi igual al color de un rubí. Fue así que, solo por un segundo, pudo entender todo y pudo saber lo que había pasado en su pasado, así como el trato que había hecho con el dios.

"Prometo... que ustedes estarán juntos"

Fue la promesa que hizo, viendo la espalda del archiduque, antes de volver a dormirse, con sus ojos blanquecinos normales.

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Comments

Carmen Sarmiento

Carmen Sarmiento

Aiden y Anthony son las rencarciones Thomas Alexander hijos Anika Thomas, Cedric, Félix del villano se enamora de la divorciada

2024-03-08

0

Ivon Caraballo

Ivon Caraballo

ay no...deberían ser felices los tres independiente con quien esten

2024-02-02

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