CAPÍTULO 18

Fueron las únicas palabras que escuchó del dios del destino, el mismo que había hecho reencarnar a Alice, después de morir en un rescate fallido de su hija. Ahora, con esa nueva oportunidad, debía confiar en Alice. Si tan solo hubiera sido diferente, su esposa no hubiera tomado esa decisión y no las hubiera dejado literalmente en la boca del lobo. Con resignación, debía actuar con rapidez.

—Asegúrense de cada uno hacer su parte—dijo Alice, mientras veía como el comandante acunaba en sus brazos a su hija—quiero a la chica fuera de la ciudad antes del medio día y al comandante lo más lejos de este lugar, antes de declarar la guerra.

—¡Sí, señora!—respondieron sus dos compañeros al unísono.

Alice se encargó de contar cada paso que daba, asegurándose de dejarles tiempo suficiente a sus compañeros de largarse del lugar. Fue así que, con cada paso que daba, mientras veía la naturaleza alrededor y como el calor aumentaba, recordaba no solo su tiempo de esclava, sino también sentía todo el peso que ser una contratista implicaba.

Sabiendo que también había gente inocente involucrada, personas condenadas a la esclavitud, no tenía de otra más que hacer una declaratoria, con la seguridad de que el rey y sus reencarnaciones no les haría nada, puesto que perdería una fuente de ingresos muy importante para el y la rama de la iglesia corrupta.

No obstante, si seguía actuando en silencio, aquello sería aprovechado para sus fechorías, así que, teniendo que acorralar al ratón en su propia madriguera, no tuvo de otra más que soltar todas sus armas. Por lo que, después de contar mil pasos, terminaría llegando a un pequeño campo el cual colindaba con una mediana cascada.

Observando la belleza del lugar, sacó un pequeño objeto del bolsillo interno de su capa roja, para después colocarlo frente a ella.

—¿Señor Estanislao?—preguntó observando un cristal mágico.

—¿Lady Alice?—preguntó el hombre—es la primera vez que la escuchó por el cristal... ¿Ya es hora?

—Sí, ya es hora—respondió—, libere toda la información en los periódicos y la radio.

Después de dar la orden al jefe de prensa de la ciudad, uno de sus pocos aliados, de liberar todas las evidencias reunidas por años, era hora de que ella comenzara con la declaratoria. Tomando con fuerza el cristal, terminando por destruirlo, observó como su sangre y los trozos de cristal caían al suelo, liberando una corriente de energía divina tan fuerte que terminaría por oscurecer el cielo.

Tanto en el cielo como en la tierra, se formaron dos círculos mágicos de color dorado, y en estos, emergieron tres columnas, los cuales contenían los nombres de las tres reencarnaciones del rey. Así mismo, en el centro, dos banderas se alzaban. Una era la antigua bandera del padre de Anthony y la otra de la rama corrupta de la iglesia.

Todo aquello comenzó a arder con tal fuerza, debido a las llamas mágicas, que parecía que se iban a volver cenizas; no obstante, permanecían casi intactas. Al ver lo que hizo, Alice suspiró, lista para lo que se avecinaba, puesto que, le había declarado la guerra a tres de las personas más importantes del reino.

A lo lejos, en el despacho del rey, tanto Anthony como Aiden observaban anonadados la columna mágica que se había formado, y era claramente visible desde el mismo palacio. Sabían que, aquello no era simple coincidencia. Presentía, casi afirmando, de que Alice había reencarnado y estaba también involucrada en la investigación que ellos estaban haciendo.

—Una declaratoria de guerra...—expresó sorprendido a Aiden—¿Va ella sola a irse contra toda una facción de la iglesia?

—Ya sea si lo hace contra el mundo entero, estaremos a su lado—respondió observando a Anthony—es hora de reencontrarnos con nuestra esposa y madre de nuestros hijos, ¿no lo crees?

—Sí—respondió con una sonrisa el rey.

Ambos hombres sonrieron, preparándose ellos para también ir a la guerra, puesto que, era cuestión de segundos para que un caos se formara en la capital. Y sabiendo que dentro de poco sería el equinoccio, donde por fin pudieran estar frente a Alice.  Así que era momento de actuar.

Nota del autor: ¡Muchas gracias a todos por su apoyo! Ya estamos en la recta final... ¿Será que al final nuestros tres protagonistas serán felices?

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