...ELEANA:...
Desperté sin reconocer mi entorno, intentando comprender donde me hallaba al no encontrarme en mi habitación, pero al instante recordé que mi vida ya no era la misma.
Me levanté, tomando mi bastón y acercándome a la ventana para correr la cortina. La luz solar iluminado la habitación, haciendo milagros con ella. Al menos la claridad le daba otro aire al palacio.
¿Por qué el duque lo tenía tan descuidado? Yo no deseaba seguir así, no me agradaba en lo absoluto estar en un lugar tan tétrico. Podría aprovecharme de mi posición de duquesa para cambiar aquel lugar, si iba vivir el resto de mi vida allí, tenía que ser agraciado.
El duque me dijo que podía hacer lo que quisiera.
El mar estaba tan tranquilo, al menos la vista era preciosa.
— Buenos días, Su Gracia — Dijo Lira al entrar en la habitación — Oh, veo que ya está fuera de la cama, pensé que la encontraría durmiendo — Sus palabras escondieron otro sentido.
Me giré y me evaluó como si estuviera notando algo extraño. Noté que observaba la cama, buscando cualquier indicio de mi virginidad perdida. Estaba tan aliviada de que el duque olvidara por completo reclamar lo que le correspondía. ¿Por qué no se habrá presentado? No importaba, esperaba que lo olvidara todas las noches y con suerte me librería de hacer algo desagradable.
— Ya he dormido lo suficiente.
— ¿Quiere desayunar aquí o en el jardín? — Preguntó, doblando las sábanas, ocultando sus pensamientos detrás de una expresión amable.
— Me gustaría en el jardín, un poco de aire fresco me hará bien.
— Le gustará mucho — Sonrió abiertamente.
— ¿El duque me acompañará? — Pregunté al recordar que seguramente tendría que hacerlo con él.
— No, Su Gracia tiene obligaciones que atender, se levantó muy temprano y desayunó en el comedor — Me informó y solté un suspiro de alivio que ella alcanzó a oír.
— Me gustará mucho desayunar al aire libre — Sonreí para disimular.
...****************...
Lira me guió al jardín, el camino era de piedra y estaba bordeado por palmeras y arbustos con flores. Llegamos a la parte trasera del palacio, nos desviamos por el césped y me sorprendió hallar un hermoso techo de paja de forma circular y columnas de madera. Abajo del techo había una mesa igualmente de madera y troncos que fueron puestos como bancos.
Dos doncellas estaban organizando el desayuno. Ambas se alejaron e hicieron una reverencia al verme.
— Ellas son María y Anastasia, también están aquí para servirle — Dijo Lira, dirigiendo una mirada a las chicas para que dijeran algo.
— Su Gracia, el desayuno está listo — Dijo la morena.
— Bienvenida Duquesa Eleana — Repitió la otra, que era rubia.
— Muchas gracias a ambas, un gusto conocerlas.
Noté que observaron mi bastón, pero ya estaba acostumbrada a las miradas de curiosidad y desconcierto.
— Su Gracia, cuando termine toque campana, vendremos de inmediato a recoger todo y si se le ofrece algo hágalo también — Dijo María o Anastasia, no sabía.
Me Senté en uno de los troncos y agradecí. Era demasiado atención para mí gusto, yo que siempre me había quejado de las atenciones de mi familia y ahora había empeorado.
Lira se marchó junto a las dos jóvenes y me sentí tranquila. Me gustaba la soledad y el jardín era precioso, lo que le faltaba al palacio le sobrara al jardín en estilo. El jardinero era muy bueno.
Comí el pan tostado con queso en total calma y luego la ensalada de frutas. Todas eran exquisiteces y me encantaban. Aquí se comía como la Reina Vanessa en su castillo o mejor.
Todo era solitario afuera, como en el bosque.
Después de comer me quedé un momento contemplando el jardín desde mi asiento.
No solo había palmeras, sino árboles frutales y rosales.
Estaba tan distraída y que una cosa peluda saltó en mis piernas.
Observé sobresaltada, un perro había llegado de la nada, estaba saltando una y otra vez. Era un perro ovejero, blanco con negro. Empezó a chillar por atención y le acaricié la cabeza, se puso más contento, sacudiendo su cola y ladrando alegremente.
— ¿De dónde has venido? — Le pregunté mientras lo rascaba por debajo de su hocico — Eres muy lindo, seguramente te lo dicen mucho y también eres muy coqueto.
Giró y saltó, ladrando alegremente.
Le dí un trozo de pan que había dejado en la bandeja y en seguida se lo comió.
— ¿Tienes mucha hambre?
Le dí el resto y siguió comiendo apresurado.
Se acercó y empezó a morder mi falda, tirando de ella.
— No hagas eso, romperás mi vestido.
Salió corriendo entre los arbustos.
Tomé mi bastón y caminé en la dirección en que se había ido.
Había una especie de granero al final del jardín.
El perro salió de allí y al verme volvió a entrar.
Me acerqué y lo seguí al interior.
Me asombré al ver la cantidad de animales que había en los corrales. El granero era grande.
Los animales hacían mucho ruido.
Ovejas, ponis, caballos, cerdos pequeños, conejos, patos entre otros.
Me aparté rápidamente cuando un ave pasó volando.
Elevé mi mirada para hallar muchas casas para aves colgando de las columnas del techo. Canarios y otros tipos de aves llenaban el lugar de una algarabía.
Al parecer aquellos animales no estaban allí para el consumo humano, eran una especie de refugio.
Caminé por el pasillo, observando los corrales. Alzando las cejas al encontrar un mapache en una de ellas, tenía una para vendada y comía un trozo de pescado de una bandeja.
Me asusté un poco con un mono de cola larga que me observaba mientras se aferraba a una columna, sopesando si era una amenaza para él.
¿Qué era ese lugar? Esperaba no encontrarme un tigre o un lobo.
Un gato emitió un maullido desde otro corral.
También había jaulas dónde pequeños zorros salían de madrigueras construidas artificialmente. Pero cada animal tenía algo especial, algunos estaban heridos o enfermos.
El perro siguió ladrando hacia el final del pasillo y me acerqué hacia al último corral.
El animal entró, pero yo me quedé afuera y observé desde allí.
Había otro perro ovejero, estaba acostado sobre una manta y también había muchos cachorritos, tomando leche de los pechos de su madre, mientras que otros jugueteaban y movían sus colitas con mucha alegría al hombre que los mimaba.
Me sorprendió que aquel hombre era el duque, estaba agachado con un cachorro en su brazo, besándolo y acariciando con tanto mimo que era imposible creerlo.
Un hombre como el duque, comportándose tan cariñosamente con un animal era extraño. Si alguien que no lo conociera viera aquello, pensaría que no le haría daño con una mosca.
Los demás perritos luchaban por su atención, saltando en sus botas y chillando. Colocó a la bola de pelos que tenía en sus brazos y tomó a otro. Le sonrió genuinamente, sin hipocresía ni burla, solo cariño.
— Hola, pequeño, eres una ternura — Habló con tanta dulzura que era casi otra persona ¿Quién iba imaginar que el duque más temido se comportara con tanta dulzura, como un ser sin maldad con esos animales.
— Calma, hay cariño para todos — Se rió, al notar que los otros cachorros chillaban con más fuerza.
El perro que me había guiado hacia ese lugar, le saltó, apoyando sus patas de su hombro para lamerle la mejilla a su amo.
Él no se enojó ni mucho menos, más bien recibió el cariño con más risas.
Era mejor irme antes de que me notara, pero el perro corrió fuera del corral y me saltó de nuevo.
Hice mucho ruido al retroceder y el duque alzó su mirada.
Toda esa dulzura se disipó y se levantó rápidamente, con expresión tensa y casi avergonzada, de hecho sus mejillas estaban sonrojadas.
— ¿Qué hace usted aquí? — Gruñó un poco irritado.
Me dispuse a marcharme, pero salió del corral y lo cerró, dejando al perro por fuera.
— Estaba en el jardín cuando el perro apareció y lo seguí hasta acá — Dije, antes que me saliera con algún insulto, el animal sacudió su cola y se pegó a la falda de mi vestido.
El duque observó la acción con una expresión que no comprendí. Me sonrojé cuando no dejó de observar como su mascota saltaba y apoyaba sus patas en mi pierna para que lo acariciara, toqué su cabeza para que dejara de avergonzarme.
Recordé que siempre quise una mascota, algo que cuidar. Quería un cachorro para jugar en el jardín. A veces jugaba en las caballerizas a alimentar a los caballos y a peinar su pelaje. Eso fue antes de mi accidente, después dejé el sueño a un lado, no podría cuidar de otro ser vivo cuando yo necesitaba ayuda en casi todo.
— Él no suele ser tan confiado con los desconocidos — Dijo y silbó para que me dejara, el perro ladró y regresó con su amo, saltó y empezó a morder su mano de forma juguetona, él le dejó hacerlo y me siguió observando detenidamente.
— ¿Cómo se llama? — Pregunté, incómoda ante su intensa mirada.
— Se llama Fuego — Dijo, tirando de su mano cuando el perro mordió la manga de su camisa.
— ¿Fuego? — Repetí, era un extraño nombre.
— Es macho, hace poco se convirtió en padre — Dijo, elevando sus brazos para que Fuego dejara de molestarlo — Su compañera es Agua — Señaló con la mirada hacia el corral — Y los cachorros, todavía no tienen nombre, es muy complicado pensar en tantos — Se frotó el cuello, se veía a leguas que estaba incómodo con mi presencia.
— Son muy lindos — Murmuré y giré mi vista de nuevo a la fila de jaulas y corrales — Tiene muchos animales... ¿Son suyos?
— Por ahora, es temporal, cuando estén listos los devuelvo a la naturaleza — Dijo, el sonrojo en sus mejillas aumentó.
Así que era una especie de salvador de animales, pero asesino y torturador de personas. Eso era tan contradictorio y extraño. Tal vez me estaba mintiendo y los usaba para divertirse torturando. Descarté el pensamiento, esos animales parecían quererlo, ninguno de ellos estaba aterrado, sino que estaban felices.
El mono de hace un rato pasó a un lado de mí y trepó el cuerpo del duque, se aferró a sus hombros como un niño.
El duque cada vez parecía más avergonzado.
— ¿Y Fuego?
— Con él es diferente, se apegó a mí al igual que Agua, así que los conservé — Dijo, tratando de evitar las manos del mono, que empezó a tocar su rostro.
— Él también parece apegado — Contuve las carcajadas que quería salir de mi boca.
— Solo es un perezoso, se acostumbró a que le dieran la comida — Alejó las manos del mono y lo cargó como un bebé, la situación era cada vez más extraña, jamás hubiera imaginado que ese hombre sintiera compasión por los animales cuando no la sintió por mí al romper mi bastón y amenazarme con dejarme la otra pierna igual de inservible — Ya no tiene ningún malestar, pero no quiere marcharse.
Sentí un poco de rabia.
Era insólito. Los animales deberían atacarlo al notar su aura malvada, pero en lugar de eso parecían verlo como un ángel.
— ¿Es veterinario?
— No de profesión, es algo que aprendí por mi cuenta.
— ¿Entonces lo hace por que le gusta?
— Claro, no me tomaría tantas molestias si no me gustaran los animales — Observó al mono en sus brazos con tanto cariño, su mirada cambiaba completamente, no había desprecio o indiferencia como cuando observaba a los humanos.
— Pensé que un hombre como usted...
Me callé.
Giró sus ojos hacia mí.
— ¿Pensó qué un hombre como yo qué?
— Que no tenga sentimientos por nadie, ni por nada le gusten los animales — Concluí, su mandíbula se tensó, ocultó su expresión y dejó al mono en un puente de soga que colgaba por encima de su cabeza, el mono se resistió un poco, pero al final obedeció y se colgó de la cola.
— ¡Salgamos! — Me ordenó y caminé de vuelta a la entrada, con él siguiéndome me sentía indefensa.
Salí del granero y el cerró la puerta antes de que a Fuego se le ocurriera seguirlo. Se escuchó el ladrido de protesta del animal.
Le colocó el candado a la cerradura y me observó.
— Señorita Eleana, que yo prefiera la compañía y el cariño de los animales no es su problema, así que guarde sus comentarios — Dijo, tan brusca y fríamente que me quedé atónita.
— Tiene razón, no es mi problema... Pero no entré allí por ser una metiche, estaba jugando con Fuego — Dije, ofendida por llamarme entrometida.
Me observó con llamas de furia en la mirada.
— No vuelva a entrar allí sin mi permiso — Se alejó con pasos impetuosos y solté un gruñido.
¿Qué clase de hombre era el duque? Se empeñaba en causar temor y desprecio en las personas, pero era todo un amor con los animales.
Jamás me esperé algo así.
Me alejé de nuevo a la mesa de madera y toqué la campanilla.
Las dos doncellas aparecieron y recogieron todos los platos.
— ¿Desea otra cosa? — Preguntó la morena.
— No gracias, volveré a la habitación.
Sentí como murmuraban cuando me alejé renqueando.
Estaban hablando mal de mí sin importarles que las escuchara.
"Una renca como esposa, jamás pensé que el duque tuviera tan mal gusto"
"Tendremos más trabajo con esa discapacitada"
Me sentí tan impotente que estuve a punto de gritarles un insulto, pero seguí mi camino.
Hablaban de mí como si yo fuera peor que el duque.
Planeaba conocer el palacio más a fondo, pero no quería volver a toparme con alguna otra sorpresa y que me prohibieran la entrada por estar metiéndome en lugares sin ser invitada.
Tal vez el duque había dicho que le daba igual lo que hiciera de dientes para afuera, había demostrado que no le gustaba nada que hubiese descubierto su refugio de animales.
Regresé adentro y al entrar en mi habitación tomé el barco de Lean.
— Llevo solo un día aquí y ya los extraños, mamá, Lean — Dije, tocando el barco de papel — Tal vez pronto regrese.
Si la situación seguía así me iba marchar a casa.
Descubrí unos libros en la cómoda y me puse a leer un poco.
El libro era de poesía y había muchas notas de alguien que lo había leído, la letra era hermosa y delicada, pero no era la del duque, sino más bien de una dama.
Con eso pasé el día.
En el almuerzo el duque tampoco me acompañó y mucho menos en la cena.
Lo que me seguía aliviando.
Otro día pasó y tampoco se presentó en mi habitación.
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Updated 61 Episodes
Comments
Delfina Sánchez
Elena necesita cambiar, así como no le gusta que hablen de su discapacidad, ella no debe decirle y decirle al conde que es malo.
2025-01-27
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Hayden Mena
sii ella se cree la más perfecta y no hace si no juzgar y juzgar pero si lo hacen con ella ni le gusta ,hipocrita de damier
2025-01-28
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Mariel
Ah ya sabemos por qué la acepto así a ella 🤭🤭 ignoren mi comentario chiste cruel jaja
2024-09-18
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