EL PASADO VUELVE

...ELEANA:...

Me levanté más temprano, recordando que el duque partía a la capital. Él no me mencionó nada al respecto, de no ser por Lira no me hubiese enterado. Al parecer pretendía marcharse sin despedirse y por eso me alisté antes de que partiera.

Me coloqué un vestido color café de mangas cortas y me recogí la parte alta del cabello.

Al salir, encontré al duque justo a tiempo para marcharse. Llevaba una capa y ropas de cuero, con guantes cubriendo sus manos y estaba armado hasta los dientes, con dagas ajustadas con correas en sus muslos y en sus botas de cuero trenzadas.

Parecía ir a una batalla en lugar de asistir ante la presencia de la reina.

Estaba por tomar la perilla de la puerta cuando me aproximé.

— Señor Dorian — Dije y se giró.

— Señorita Eleana ¿Qué hace levantada tan temprano?

— Vine a desearle buena suerte ¿A caso pretendía irse sin decir adiós? — Pregunté, no parecía muy animado con la idea, de hecho estaba muy serio, como si el viaje a la capital no le agradara en lo absoluto.

Posiblemente era porque él tendría que hacer un trabajo sucio.

— No suelo despedirme, es algo innecesario por eso no mencioné nada, pero a Lira se le soltó la lengua — Se giró hacia la puerta, abrí mi boca.

— ¿Cuándo volverá?

Giró su rostro nuevamente.

— No lo sé, supongo que es un alivio para usted — Dijo, sonriendo para provocarme y negué con la cabeza, la sonrisa se borró y sus ojos avellanas me detallaron.

Me aclaré la garganta.

— Aprovecharé que está afuera y comenzaré con la remodelación — Le informé.

— Excelente, porque odio el desorden y el bullicio... Solo le pediré una cosa, no vaya a pegar papel tapiz con diseños de flores, no quiero que parezca una casa de muñecas — Dijo, señalando las paredes y me reí.

— De hecho estaba pensando en algo de color rosa chillón y en retratos de cachorros con lazos — Bromeé y puso los ojos en blanco.

— Si hace eso no volveré.

— Entonces lo haré — Me reí nuevamente y sonrió.

Nos quedamos en silencio.

— Es hora de partir — Suspiró.

— ¿Cabalgará?

Asintió con la cabeza.

— Pero es un camino largo.

— Lo es, pero es más rápido a caballo, además, necesitarán al capataz para trasladar todos los materiales — Posó su mano en la perilla — Lira estará a sus servicios, no se meta en problemas, Señorita Eleana.

— No, no lo haré... Buen viaje.

No abrió la puerta, se acercó e inclinó su cabeza hacia mí. Cerré mis ojos cuando su calidez me arropó, su aliento jugó en mi rostro por unos segundos.

Algo suave y carnoso se posó en mi mejilla. Abrí los ojos, el duque me estaba dando un beso en la mejilla, su cabello me hizo cosquillas en el rostro y sentí como mi corazón se aceleraba ante la caricia.

Jadeé cuando se apartó.

Me dió la espalda y salió por la puerta.

Así, tan rápido, se marchó.

Toqué mi mejilla, sintiendo su toque aún.

Sonreí sin poder evitarlo.

Observé hacia la puerta y la sonrisa se borró. Ya lo estaba extrañando, cuando hace poco deseaba que se mantuviera lejos, pero el día anterior me había divertido tanto con él y los animales.

...****************...

Me puse manos a la obra de inmediato. Lira y yo nos vestimos con ropas de viaje. Salimos del palacio y nos montamos en una carreta, el capataz ya estaba allí y me dedicó una sonrisa amable. A pesar de su apariencia temible era bastante amigable, estuvo bromeando mucho con Lira mientras dejábamos el palacio.

— Iremos al pueblo del puerto — Dijo Lira, sosteniendo una sombrilla para el sol, ya era verano, pero a pesar de eso, la costa seguía siendo fría.

Nos cubrimos bajo la sombra, mientras la carreta se agitaba gracias al camino lleno de piedras y huecos.

— ¿El pueblo del puerto?

— Si, su nombre es Zalu, ¿No has ido?

— No.

— Te encantará, es un lugar muy bonito — Dijo ella y sonreí.

— A la señora le gustará mucho la plaza del mercado — Intervino el capataz, dándome una sonrisa torcida.

Me sentía rara, llamarme señora me hacía sentir mayor, pero sabía que al estar casada ya no era una señorita. Si supieran que el duque no me había tocado, pero sería escandalosos que alguien se enterara.

Nuestro matrimonio no era normal, ni siquiera las circunstancias en las que se dieron, pero al pensar en el duque tocando ya no sentí desagrado, ni miedo, sino que algo se agitó en mi estómago que me hizo sonrojarme.

— ¿Qué hay allí? — Me sentí curiosa, volviendo a la carreta.

— Muchas tiendas de ropa, joyas y zapatos, todas muy lujosas — Dijo Lira — ¿Puedes comprarte algo si gustas?

— No, no podemos derrochar el dinero de la remodelación.

— No te preocupes, el Señor Dorian me ha dado unas cuantas piezas más para que te compres lo que quieras — Dijo ella, agitando su bolso para hacer énfasis.

Claro, no me lo dió personalmente porque sabía que me iba negar.

— No necesito nada.

— No seas orgullosa, es su deber como esposo darte dinero — Me regañó, pero no seguí discutiendo mientras tomábamos la carretera principal.

Observé hacia atrás.

— Lira ¿Podríamos ir a visitar a mi familia en otro momento? — Pregunté con suavidad.

— Claro, no necesita pedirme permiso, cuando guste iremos.

Los extrañaba y necesitaba hacerles saber que estaba bien. Tampoco me olvidaba de Emiliana y la intriga de saber que pensaba de todo esto.

...****************...

Zalu era más que un pueblo, estaba cerca del puerto y se trataba de muchas calles adoquinadas, con edificios de tejados y chimeneas. La gente conversaba y caminaba tranquilamente, con sus ropas ostentosas y perfumes caros que podían percibirse a metros.

Nos movimos hacia el centro.

Lira me señalaba los lugares más populares y contaba anécdotas de su pasado.

Josefino, que así se llamaba el capataz, señalaba los bares y guiñaba un ojo de manera confidente a Lira. Yo giraba mi vista hacia las tiendas.

Nos detuvimos afuera de la plaza del mercado, a la orilla de la acera.

Al bajar entramos en la plaza, las tiendas y puestos se ubicaban alrededor de una enorme fuente con esculturas de peces y ballenas.

El agua corriendo y el bullicio del mercado se mezclaban para hacer un ambiente agradable. Lira el ordenó al capataz buscar una parte de lo que se hallaba escrito en la lista y le dió una bolsa con dinero, mientras que nosotras buscaríamos la otra mitad.

El hombre asintió y se alejó entre los puestos.

Caminé junto a Lira por el mercado, ella entrelazó su brazo con el mío y entramos en la primera tienda donde vendían rollos de papel tapiz y alfombras.

Nos tardamos un tiempo en decidirnos por un color que no pareciera femenino, ni tampoco muy sencillo o opaco. Al final elegimos un color que le daría luz a las pareces. Ya teníamos calculado los metros de ante mano y el hombre de la tienda asintió mientras sacaba los enormes rollos. Necesitaríamos muchas manos fuertes para trasladar eso a la carreta, pero por suerte el vendedor nos ayudó, ordenando a sus trabajadores ayudarnos. Aprovechamos y compramos el pegamento, las alfombras que combinarían a la perfección y las cortinas.

Estábamos muy entusiasmadas, a pesar de que íbamos a tener que hacer muchos viajes de ida y vuelta al palacio para poder trasladar todo.

Después de eso compramos los sillones, cómodas, mesas y sillas.

Josefino ya estaba en la carreta cuando los empleados montaron todo allí, hasta dejarla a abarrotar.

Él se marchó solo, alegando que así se ahorraría más tiempo y que mientras volvía seguiríamos con lo que faltaba.

Almorzamos en un pequeño restaurante y luego seguimos con las compras. Yo estaba agotada, pero no lo demostré, ya que necesitábamos tachar todo de la lista.

Lira se encargó de encontrar los obreros necesarios, personas que ella ya conocía. Les dió la dirección del palacio y cuando comenzarían a trabajar. La mayoría eran carpinteros y albañiles.

— Ya casi todo está listo — Dijo cuando nos sentamos en uno de los bancos de la plaza, muy cerca de la enorme lista.

— Ha sido un día agotador.

— Ni lo digas, es toda una odisea — Hurgó en su bolso y me tendió el monedero — Ni creas que no me olvidé de esto, ve a comprarte ropa nueva y lo que quieras.

— Pero... No... Yo no...

— Si, he visto tu armario, necesitas vestidos más apropiados, eres una mujer casada y debes vestir como tal — Me insistió y negué con la cabeza — Mi Señora, haga lo que digo, el duque me va sermonear si no le doy el dinero.

— Le diré que he sido yo que no lo quise.

Me tomó la mano y colocó el monedero allí, estaba pesado.

— Vaya, la esperaré aquí.

Me levanté a regañadientes y entré en la primera tienda que encontré. Había muchos vestidos y la modista se empeñó en mostrarme todas sus creaciones, me parecían muy ostentosos y exagerados, pero compré los que más me gustaron. Solo tres para que Lira no siguiera con sus sermones. En cuanto a las zapatillas no pude comprar ninguna, todas eran de tacón y las que eran bajas no parecían apropiadas para mí. Compré aretes sencillos y salí cargada con bolsas, Lira se acercó y me ayudó con todo.

— Deberías ir a comprar un perfume — Me ordenó de nuevo mientras se alejaba con las bolsas.

Caminé por la plaza, entrando en una de las perfumerías.

Había un hombre estrafalario detrás del mostrador, atendiendo a un hombre.

Me acerqué y me percaté de que se trataba de Lord Sebastian, estaba muy guapo, con chaqueta de lona, pantalones negros y botas hasta las rodillas. Busqué con la mirada a ver si Emiliana estaba con él, pero al parecer no.

Estaba observando los frascos que el perfumista le mostraba.

— Lord Sebastian — Saludé y se volvió hacia mí, sonrió con sorpresa al verme.

— Señorita Eleana.

Me saludó con un beso en la mejilla.

— Tanto tiempo sin verlo — Dije, encantada con ese hombre tan caballeroso.

— Lo mismo digo, no la veía desde la boda... Oí que se casó con el Duque Dorian — Dijo, un poco tenso ante la pronunciación del nombre, incluso el perfumista pegó un respingo.

Si él lo sabía, mi hermana también.

— Si, me casé hace poco y ahora estoy viviendo cerca de la playa.

— Oh, me alegra mucho — Sonrió forzadamente, debía acostumbrarme a que me observaran como si sintieran mucha pena por mi situación.

— ¿Vino con mi hermana?

Su sonrisa se borró — No, ella se quedó en la mansión, no se sentía bien.

— ¿Qué le sucede? — Me alarmé.

— No es nada grave, solo un resfriado.

Su expresión se mantuvo tensa.

Algo estaba pasando y me preocupaba que mi hermana no fuese feliz con Sebastian, él era un buen hombre y se veía encantador. No podía dejar de recordar que yo iba casarme con él.

— Espero que se mejore, me gustaría ir a visitarla cuando pueda.

— Por supuesto, no hay ningún problema — Metió las manos en los bolsillos de su chaqueta, algunos mechones de su cabello jugaban con su frente — ¿Usted vino acompañada del duque?

Los frascos sonaron cuando el perfumista casi se le resbalan.

— No, él está de viaje. Vine con mi sirvienta.

Lord Sebastian compró uno de los perfumes y se giró hacia mí.

— Debo partir, un gusto volver a verla, Señorita Eleana — Inclinó su cabeza en un gesto de despedida y se lo devolví.

— Es un placer, salude a mi hermana de mi parte y dígale que me gustaría conversar con ella algún día.

— Por supuesto, hasta pronto — Dijo y salió de la tienda.

Ambas estábamos en la misma situación, casadas con hombres con los que no deseábamos estar, pero por una alguna razón, no podía imaginar otro destino diferente del ocurrido.

— ¿Va querer un perfume? — Preguntó el perfumista, un poco desconfiado.

— Si, me gustaría uno de fragancia sutil.

...****************...

Los siguientes días estuvieron tan atareados que no me quedaba tiempo para pasear tranquilamente o leer. La casa se llenó de ruidos de martillazos, obreros cargando de aquí para allá con latas de pegamento, pinturas y materiales. Todo era un desorden.

Lira y yo supervisamos los avances.

Empezamos a estar satisfecha cuando el vestíbulo estuvo listo.

Los días iban pasando y la remodelación iba dando sus frutos.

El único espacio de que decoraron con papel tapiz de flores fue mi habitación, a juego con sillones de color crema y cortinas rosas. Como lo pidió el duque no tocamos su habitación y después de unas cuantas semanas el palacio tenía otro aire. Los pasillos se veían más luminosos y pulcros, todo estaba lleno de claridad.

El vestíbulo tenía paredes de color dorado, con lámparas de araña colgadas en fila en el techo. Alfombras de terciopelo vinotinto y al otro extremo cerca de las grandes ventanas, colocamos dos sillones largos y una mesa pequeña con un florero para recibir a las visitas.

El comedor también había cambiado, la mesa tenía ahora un delicado mantel de encajes color blanco y no faltaba ni una silla, todas hermosas y delicadas.

Lira y yo chocamos nuestras palmas cuando recorrimos el lugar después de que los obreros se marcharan.

— Ha quedado hermoso, estoy tan contenta del resultado — Dijo Lira, con lágrimas en los ojos — Hace años que no veía al palacio con tanta luz y brillo, estoy tan agradecida de que usted haya sido la causante del cambio — Me abrazó de imprevisto y me quedé desconcertada.

— Es mi deber, espero que al duque le guste.

Ya no podía esperar a verlo llegar, había demorado tanto que estaba extrañamente inquieta y preocupada. Lira me había dicho que era normal, siempre se demoraba cuando tenía asuntos que atender con la reina, pero aún así me angustié.

— Le encantará, estoy segura de eso.

Lira se fue a la cocina a preparar el almuerzo y me quedé suspirando en el vestíbulo. Ya no olía a humedad, olía a flores frescas gracias a los ramos en los floreros. Me senté en uno de los sillones y sonreí, frotando mis rodillas.

Mi nuevo hogar era acogedor, ya era apropiado para recibir a mi familia y a cualquier visita, pero teniendo en cuenta la reputación del duque, dudaba mucho que alguien quisiera venir.

La puerta sonó, como si leyeran mi mente.

Me levanté desconcertada, pero con mi corazón inquieto ante la posibilidad de que fuese el duque.

Caminé hacia la puerta y la abrí.

No era el duque, una mujer se hallaba del otro lado y lo peor es que ya la conocía.

Era la doña del bosque, con un poco de arrugas y canas, pero era la misma. Llevaba un vestido y un abrigo, su boca estaba pintada de forma exagerada.

Me observó como si hubiese visto una cosa insignificante y entró como perro por su casa con una valija en mano.

— Ve a decirle a duque que necesito hablar con él — Ordenó, cerré la puerta, pero no me moví, me dirigió una mirada llena de impaciencia — ¿Qué esperas? ¿Propina? Anda — Me trató despectivamente y observó el vestíbulo con ojo crítico — Al menos ya no apesta.

Escondí el bastón de entre mis faldas.

— El duque no se encuentra, está de viaje — Dije, evaluando de la misma forma a la vieja.

— ¿Qué? Entonces lo esperaré, me tomaré la molestia de hospedarme aquí — Extendió su valija hacia mí — Llévala a mi habitación y luego me traes un té, el viaje a sido un desastre y quiero descansar.

Elevé una ceja, sin tomar la valija y frunció el ceño.

— ¿A caso estás sorda sirvienta? Te he dicho claramente que lleves mi valija a la habitación, obedece o le diré al duque que te ponga de patitas en la calle — Chasqueó sus dedos y la furia se disparó por mis venas.

— Largo de aquí — Gruñí y abrió su boca indignada.

— ¿Quién rayos te crees que eres para hablarme así? — Exigió, acercándose como si quisiera darme los guantazos que me ofreció cuando era niña, pero yo ya no era niña y sabía defenderme.

Elevé mi barbilla.

— Soy la esposa del Duque Dorian.

Se quedó atónita y me evaluó de arriba a abajo con desagrado.

— Imposible.

— No, no lo es, soy su esposa — Le mostré el anillo en mi dedo — ¿Tú quién rayos eres?

Sonrió con despectiva.

— Soy su amante — Escupió sin nada de vergüenza y me provocó darle una bofetada — Existo mucho antes de que llegaras a la vida de Dorian.

— No me importa, ahora es un hombre casado, largo de aquí — Abrí la puerta y le señalé la salida.

Soltó una carcajada.

— Estar casado no le impide en lo absoluto tener amantes, niña ingenua, los hombres como Dorian no se conforman con una sola — Escupió venenosa, apreté el bastón, queriendo darle unos cuantos palazos con él.

— No me interesa, lárgate de aquí o te saco a la fuerza.

— Pero que mujer tan maleducada, a Dorian no le agradará esto... No tiene derecho a echarme de aquí.

— Yo soy la duquesa y tengo todo el derecho de echarla, así que será mejor que se largue por las buenas.

Se rió, retandome.

— No me iré, tengo asunto importante que trata con él, así que te sugiero que empieces a acostumbrarte a mi presencia — Caminó de un lado a otro — Y a compartir a Dorian.

Sentí náuseas de la ira y me acerqué, le arrebaté la valija y la aventé hacia afuera con todas mis fuerzas.

La mujer soltó un gruñido de indignación.

— Mocosa insolente ¿Cómo se atreves?

— ¿Cómo te atreves tu a exigir cuando solo eres la zorra del duque? — Gruñí, la mujer salió para recoger la valija y aventé la puerta.

Sintiendo tanta furia que me ardieron los ojos.

Al parecer duque seguía siendo amante de esa vieja asquerosa. A pesar de estar casado conmigo seguía con esa doña. Sabía que la mayoría de los hombres de la alta sociedad tenían amantes a pesar de estar casados, pero aún así me sentí tan impotente.

Algo me quemaba más y más en el pecho.

El duque era un hipócrita, tratándome de hermosa y dándome besos en la mejilla.

Se me salieron las lágrimas.

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Comments

Teriena Diaz

Teriena Diaz

Así es carajo debe darse a respetar.

2024-04-28

0

Meli_33608✨🙈🇩🇴♌

Meli_33608✨🙈🇩🇴♌

🥺 Justo en la mejor parte mi teléfono se descargar

2024-04-08

1

Tina Ixchiel Puthod

Tina Ixchiel Puthod

no Bertha ella no trato de quitarle el novio a su hermana,solo creyo q la protejia de un monstruo.

2024-04-02

2

Total
Capítulos
1 UNA CHICA DIFERENTE
2 EL SUJETO DESPRECIABLE
3 LA NOCHE DE LA CELEBRACIÓN
4 INOPORTUNO
5 NOTICIAS DETESTABLES
6 EL PESO DE LA TRAICIÓN
7 LA ABRUPTA APARICIÓN
8 El EXTRAÑO DUQUE
9 UNA VIDA POR UNA VIDA
10 INFELIZMENTE CASADOS
11 MI NUEVO HOGAR
12 SECRETOS QUE APARECEN
13 UN ÁNGEL DISFRAZADO DE MOUNSTRO
14 NO ME SUBESTIMES
15 SEÑORITA FUERTE
16 BOCHORNOSO MOMENTO
17 SENSACIONES NUEVAS
18 LOS DOS LADOS DEL DUQUE
19 UN TRATO POR LA PAZ
20 EL PASADO VUELVE
21 UN COSTO NAUSEABUNDO
22 LA TORMENTA DENTRO DE TÍ
23 UN ANIMAL HERIDO
24 FLECHADOS
25 VERDADES IMPACTANTES
26 UNA CERRADURA EN TI
27 UN POCO DE AFECTO SANA
28 CELEBRACIÓN EN EL JARDÍN
29 RECONCILIACIÓN
30 DESEO INCONTROLABLE
31 DOLOR DERRAMADO
32 LA PUERTA A UNA SOLUCIÓN
33 TODAS LAS HERIDAS SANAN
34 LOS VIÑEDOS
35 RECIBIMIENTO DESASTROSO
36 FAMILIA ENCANTADORA
37 FESTIVAL DE FIN DE AÑO
38 JUGAR SUCIO
39 LA CURIOSIDAD PUEDE MÁS
40 SECRETOS EN EL PAPEL
41 AL CALOR DE LOS CUERPOS
42 AL CALOR DE LOS CUERPOS II
43 DEVUELTA EN CASA
44 MALAS NOTICIAS
45 INICIO DE LA CONSPIRACIÓN
46 LA SOMBRA OCULTA
47 LA APARICIÓN DE O'BRIAN
48 SACRIFICIO POR UN BIEN
49 VOLCADOS
50 ATAQUE
51 FUERZA EN EXPLOSIÓN
52 YA NO ES SOLO UNA VIDA
53 PLAN EN CURSO
54 LA CALMA ES UNA TRAMPA
55 LA REINA Y SUS ARTIMAÑAS
56 ALIANZAS QUE SE FORJAN
57 LA HORA DE COBRAR
58 EL JUICIO
59 UN REINO LIBRE
60 CARMESÍ, EL COLOR DEL AMOR
61 EPÍLOGO
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1
UNA CHICA DIFERENTE
2
EL SUJETO DESPRECIABLE
3
LA NOCHE DE LA CELEBRACIÓN
4
INOPORTUNO
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YA NO ES SOLO UNA VIDA
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LA CALMA ES UNA TRAMPA
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LA REINA Y SUS ARTIMAÑAS
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