Carmesí
...ELEANA:...
Solía ser una revoltosa cuando era pequeña, me la pasaba corriendo de un lado a otro sin nada que pudiera detenerme, mi hermano solía perseguirme para atraparme y cuando lo lograba me aventaba al suelo. Rodábamos en el césped entre carcajadas infantiles, éramos tan felices con poco, la vida era perfecta en esos instantes, pero esas riendas sueltas me pasaron factura. Mi madre casi siempre se arrancaba los cabellos al verme saltar por todas partes, pero mi padre estaba allí para calmarla y convencerla de que no tenía nada de malo portarse como un ciervo saltando por la pradera, que debía dejar que me divirtiera, ya que en unos años no podría portarme de tal forma.
Mi padre ciertamente se refería a que como toda niña debía portarse adecuadamente cuando creciera, pero esas carreras se acabaron por otro motivo mucho más grave que la etiqueta.
Me gustaban las manzanas y para mi suerte había un árbol en el jardín que estaba muy cargado con aquel rico fruto, pero las ramas estaban altas y mi hermano se negaba a subir cuando se lo pedí en llantos.
Así que me cansé de su negativa y decidí hacerlo por mi misma, era demasiado pequeña para escalar un árbol tan inmenso y cuando mi hermano se dió la vuelta, alegando que estaba aburrido de mis berrinches empecé a trepar.
Al llegar a la sima me empezó a dar miedo y no encontré el valor para bajar, empecé a llorar, pero mi hermano ya estaba lo suficientemente lejos.
Me resbalé al intentar bajar y terminé con un tobillo roto.
Mi madre culpó a mi padre por aquel accidente, empezaron a discutir mientras llamaban al doctor. Ese accidente no solo había cambiado mi vida, sino que también la de mis padres, desde ese momento no se trataban de la misma forma.
Oía sus conversaciones, mi madre estaba angustiada por mi futuro cuando el doctor le dió la noticia de que no volvería a caminar con andar firme.
La lesión fue lo suficientemente grave para que no sanara de forma correcta, dejándome una secuela irremediable.
Duré mucho tiempo postrada en la cama y cuando me recuperé del todo no volví a jugar en el jardín, era muy difícil, ya que lo que más me gustaba eran las actividades que implicaban mucho movimiento.
Mis padres se encargaron de buscar otras formas de entretenimiento para mí, contrataron institutrices que me enseñaron todas los talentos que solamente requerían de las manos, como bordar, tejar, pintar y leer. Pasé de estar con mi hermano a estar con mi hermana pequeña, empecé a ser como toda niña normal, con la excepción de mi tobillo deforme y un futuro incierto.
Cuando mis días se volvían demasiado aburridos y mi familia se empeñaba en darme más atenciones de las que quería, me escapaba al bosque que rodeaba la mansión para tomar un poco de aire y distraerme.
Me gustaba explorar, con ayuda de mi bastón lo hacía más llevadero pero no lograba llegar muy lejos cuando el dolor se hacía presente.
El bosque era tan solitario que quería quedarme allí para siempre, mi sentía libre mientras reposaba sentada encima de un tronco o debajo de un árbol.
Era lo único que me daba un respiro, pero esa tranquilidad se vió empañada una tarde y jamás volví al único lugar donde mis dolencias desaparecían.
...****************...
— ¡No pienso ir! — Grité enojada, levantándome abruptamente de la silla en la que me hallaba.
Lean Roster se mantuvo sereno, con su expresión rotunda, detrás del escritorio que ahora había pasado hacer suyo, tomando su papel de tutor muy a pecho, sin considerar en lo absoluto mi decisión. Era muy difícil para mí tener que acatar las órdenes de mi hermano mayor como si fuese mi padre, no solo había heredado todos los negocios y las obligaciones sino que también pretendía adoctrinarnos, olvidando que en el pasado el había estado jugando en el barro conmigo.
Se había vuelto demasiado estricto desde que mi padre murió y había empezado una misión ardua para vernos casadas a mi hermana y a mí, pero yo me negaba a pasear públicamente por las miradas de una sociedad que me iba acribillar sin piedad al verme.
Había sobrevivido gracias a que me mantenía escondida del ojo público.
— Ya tienes veinte años, Eleana — Dijo, erguido en su silla — Cada temporada que pierdes disminuye la posibilidad de que encuentres un esposo adecuado.
— Hermano, parece que no me has visto... ¿Quién va a querer a una coja como esposa? — Gruñí, caminando costosamente para hacer énfasis.
— Eres desendiente de un buen linaje, tu padre se a encargado de dejarte una dote que cada día aumenta más, tus arcas están llenas... A los solteros en busca de esposas no les importará tu cojera — Dijo despreocupado, sin ponerse en mi lugar.
— Empezarán a preguntar, como siempre... Les disgustará, ya tengo suficiente con tus amistades observándome como si fuese un bicho raro cuando vienen a visitarte — Me crucé de brazos — No sabes lo que se siente que te miren con lástima.
— Si no sales te quedarás soltera.
— Prefiero eso, no me molesta en lo absoluto.
— Lo sé, si fuera por mí no te obligaría, pero sabes lo deshonroso que es que una señorita de la alta sociedad se quede soltera, lo considerarán una desgracia y nuestra reputación se verá afectada — Relajó su expresión — Lo hago pensando en ti.
— Por favor, ésta temporada no — Le pedí, observando con súplica a Lean — Dame tiempo sí, necesito prepararme mentalmente para ser rechazada.
— Una temporada más y formarás partes de las solteronas que se quedan sentadas en las celebraciones, sin oportunidad... Estás en la edad límite — Me recordó y se levantó para acercarse.
— De todas formas me quedaré sentada, no puedo bailar — Le recordé, mi hermano frotó mis brazos como un gesto para animarme.
— Eleana, nada pierdes con intentar.
— Me da pánico que me rechacen como siempre.
— Si se meten contigo yo los pondré en su lugar, tu hermana y yo estaremos a tu lado — Me dió una sonrisa y se devolví a la fuerza, ocultando mi desanimo.
— ¿Qué hay de mamá? ¿No vendrá?
— No, dice que como soy el nuevo conde, debo ser yo quien las represente... Les irá bien.
Mi hermana Emiliana no iba tener el mismo problema, a diferencia de mí ella era completamente sana y con una belleza sin igual, demasiado coqueta y segura de si misma. Cautivaba con solo respirar y atraía la atención de cualquier hombre. Recientemente había cumplido los dieciocho años y ésta sería su primera temporada como debutante, a ella por supuesto le iba ir mejor que a mí en la celebración que se avecinaba.
Le calculaba más de veinte pretendientes con solo su entrada al palacio.
— ¿Cuándo será el evento? — Pregunté resignada.
— Dentro de una semana, en el palacio del Marqués Lorenzo... Mañana vendrá la modista para confeccionar sus vestidos.
Mi hermano volvió a caminar hacia su escritorio.
Él también era muy guapo, de cabello cobrizo y ojos verdes con un cuerpo de guerrero que siempre se encargaba de mantener en forma en las tardes en los jardines de la mansión. Yo por supuesto me había colado en esos entrenamientos, al principio se había negado a mi petición de que me enseñara esgrima, pero acabó aceptando después de mucha insistencia, siempre me había parecido prudente aprender a defenderme, aunque no pude lograr hacer todos los movimientos debido a mi lesión, había logrado lo básico.
— Marqués Lorenzo ¿ Era amigo de mi padre?
— Si, aunque no tan cercano — Se encogió de hombros.
— ¿Aprovecharás ésta temporada para encontrar esposa? — Me atreví a preguntar.
— Por los momentos no estoy interesado en casarme, no tengo tiempo para lidiar con una esposa y no me casaré hasta que ustedes lo estén.
— Mi madre tal vez opine diferente — Dije, para amargarle el día.
Me enseñó los dientes.
— Ya puedes retirarte, Eleana querida.
— Nos vemos en la cena.
Me marché con pasos lentos y cuidadosos, mi cuerpo se tambaleaba levemente debido a la cojera en mi pierna izquierda .
Subir escaleras implicaba un gran esfuerzo para mí, mis aposentos estaban ubicados en el primer piso para mayor comodidad y me dirigí allí para soltar un resoplido y maldecir en voz baja.
Me senté sobre la cama y procedí a quitarme la zapatilla, luego la media. Extendí mi pierna sobre la cama y busqué el bálsamo que solía usar para aliviar el dolor.
Mi tobillo sobresalía demasiado de un lado, impidiendo a mi pie una movilidad completa.
Recordé que mi padre había mandado a hacer zapatillas más cómodas para mí y también medias de un material más flexible.
Todo para hacerme sentir más cómoda, él si se preocupaba por mí, tal vez hubiese aceptado mi petición de no ir a esa celebración.
Lo extrañaba tanto.
La puerta se abrió, mi hermana y mi madre entraron como locas a mi habitación.
— ¿Ya mi hermano te ha puesto al tanto? — Preguntó Emiliana emocionada, agitando su cabello rojizo cuando dió saltos de alegría.
Su cabello era como fuego, vivo y brillante, en cambio el mío tenía un color que se asemejaba a una hoja seca y demasiado rebelde para llevarlo suelto.
Yo parecía un día gris.
— Si, estoy tan felíz que no puedo disimularlo — Gruñí sarcásticamente, untando el bálsamo en mi palma.
— ¿Eso significa que sí irás? — Mi madre no pareció captar mi amargura o tal decidió ignorar mi pésimo humor.
— No tengo otra opción.
Ella se acercó y me abrazó con mucho abrupto, dándome muchos besos en la cabeza. Intenté quejarme y alejarla, pero tenía mi rostro aprisionado contra su corset.
— Me alegra tanto, estoy tan felíz de que al fin hayas cambiado de opinión — Dijo cuando se apartó.
— Madre, no cambié de opinión, mi hermano no quiso escucharme.
Mi madre chasqueó la lengua.
— Eleana, ya te he dicho que debes obedecer a tu hermano, por encima de eso es un conde y debes respetarlo.
— No quiere casarse — Froté mi tobillo, soltando un suspiro de alivio — Él si tiene opción.
— Tarde o temprano tendrá que hacerlo — Mi madre se sentó a mi lado — Pero ahora es vuestro turno.
— Estoy deseando conseguir un buen pretendiente en ésta primera temporada, quiero que sea guapo, educado, de buena familia, un buen título y que sea muy rico — Dijo Emiliana, tomando la falda de su vestido y girando como si estuviera soñando despierta.
Puse los ojos en blanco.
— Así no es como funciona, habrá muchos solteros, pero la mayoría serán obesos, feos y viejos — Dije, riendo y mi hermana frunció el ceño.
— Estoy segura de que habrá muchos jóvenes galantes, deseo tanto que mi primer baile sea con un buen caballero — Empezó bailar con gracia — También tendrás el tuyo y verás que tengo razón.
— Un anciano tal vez...
Mi hermana dejó la alegría de lado.
— Eleana, pero que tonterías dices.
— No eres tú la que no puede bailar —Mi frustración no era contra ella, sino contra mí.
— Hija, detente — Mi madre tomó mi barbilla para que la observara a los ojos — Eres hermosa y el hombre que te quiera no le importará tu tobillo deforme.
— Mamá, ningún hombre se casa por amor, todo es por conveniencia y es allí donde no tengo oportunidad, por eso prefiero quedarme soltera a pasar por un disgusto terrible.
— No es imposible, un ejemplo de ello es tu padre y yo, nos amamos desde el primer momento que nos conocimos, en un baile — Los ojos de mi madre brillaron con emoción.
— Si, me has contado esa historia una y otra vez.
— Eleana, ánimo, tienes muchas cualidades que enamoraría a cualquier hombre — Emiliana se sentó del otro lado, tocando mi hombro.
Casarme no estaba entre mis deseos, los hombres para mí eran criaturas extrañas, pero a pesar de que los conocía muy poco tenía muy en claro que eran superficiales y con libertad de elegir una esposa, obviamente optarían por una hermosura.
Yo no estaba en esa lista, ni quería estarlo, pero era mi deber encontrar esposo y me enfrentaría a ese montón de solteros con expresiones de lástima y desagrado.
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Updated 61 Episodes
Comments
Lesly Argumelo
pobre chica con ese hermano que tiene
2024-11-13
0
Geminny Daniela
Fui el me gusta 100 /Ok/
2024-10-16
2
Ernestina Puerto
hay chavala busca colocarte algo que te ponga a la misma altura del otro pie para nivelarlos y no se note tanto el Bamboleo al caminar🤷
2024-10-15
1