EL PESO DE LA TRAICIÓN

...ELEANA:...

Mi hermano frunció el ceño.

— Justo necesitaba hablar contigo.

Esta vez fui yo la que se desconcertó.

— Entonces tomemos asiento — Sugerí y caminó hacia su escritorio, llevaba su sombrero puesto, se lo quitó y se sentó en su lugar.

Calmé mi respiración.

Me senté adelante del escritorio.

— ¿Quién habla primero? ¿Tú o yo? — Se inclinó hacia adelante cuando me quedé callada por un tiempo.

— Adelante, hazlo tu primero — Le otorgué la palabra, estaba demasiado nerviosa para empezar.

— Lo tuyo parece más importante — Observó mi rostro con preocupación.

— No, está bien, hazlo tú.

— De acuerdo, iré al punto — Entrelazó sus manos — Estuve reunido con muchos socios y uno de ellos está interesado en comprometerse con una de ustedes.

Me tensé, no me esperaba algo así.

— ¿Quién es? — Pregunté.

— Es el hijo del Marqués Lorenzo.

— ¿El joven obeso? — Hizo un gesto de desacuerdo.

Movió su mano con desdén.

— No, su hijo mayor, estaba de viaje así que no se encontraba en la celebración.

No lo conocía.

— ¿Desde cuándo es tu socio?

— Desde hace mucho, pero eso no viene al caso — Cortó, mi hermano era muy hermético cuando se trataba de sus negocios, mi padre le había enseñado como administrar la finca que había dejado cerca de las llanuras al norte del reino y también a mantener el viñedo que se encontraba allí.

Yo siempre había insistido en aprender sobre los negocios de la familia, pero mi padre no quiso, eso era lo único en lo que se había negado. Lamentablemente era hombre y nada hizo que cambiara su forma de pensar, para él una mujer no era adecuada para ayudar en los negocios.

Volví al presente.

— ¿Qué le dijiste? — Pregunté, en sus manos estaba nuestro futuro.

Lean cambió de expresión, seria y autoritaria.

— Le dije que sí... Solo debemos planear el compromiso.

— ¿A cuál de las dos quiere como esposa?

— Le dije que iba entregarle a la mayor de mis hermanas, como corresponde. Eleana, te he conseguido un esposo, ya no tienes necesidad de ir a la celebraciones, ni de preocuparte de quedarte soltera por el resto de tu vida, tendrás un esposo y lo mejor de todo es que es bien parecido — Dijo, con una sonrisa de felicidad, pero yo no hice ningún gesto de alegría.

No con Emiliana planeando un escape con el duque.

A mi hermano se le borró la sonrisa.

— ¿Qué sucede? ¿No te agrada la noticia?

Lo observé — No es eso... ¿Le dijiste a ese hombre que tengo...

Parpadeó y luego se rascó la nuca.

— No, no lo hice, pero mañana que venga a presentarse lo verá con sus propios ojos.

— ¿Mañana? — Apreté el puente de mi nariz, era demasiado pronto — Cuando me vea no querrá volver.

— No, estoy seguro de que te tratará de buena forma... Él es un caballero respetuoso y amable, jamás despreciaría a una señorita de buena familia...

— No voy a casarme con él — Lo interrumpí.

Mi hermano abrió los ojos de par en par.

— ¡Cómo! ¡Eleana! — Gruñó, pasando de sereno a enfadado — ¡No me llevarás la contraria en esto!

— Calma, escúchame — Pedí, enseñando mis palmas — Lean, antes tienes que saber algo muy importante.

Golpeó sus puños en la mesa.

— ¡No me interesa tu explicación, estaba cansado de escuchar tus quejas de que no ibas a conseguir un esposo y cuando lo hago pretendes rechazarlo, ya no sé lo que quieres, estoy tan estresado tratando de hallar la forma de que te cases que me están saliendo canas! — Gruñó, sonrojado de la ira, tirando de un mechón de su cabello, estaba exagerando como siempre — ¡Eleana, no tienes más opción, te casarás con el hijo del marqués...

— ¡Lean, cierra la boca y escuchame! — Grité para que se detuviera, me observó con ojos rojos de irritación, cerró su boca y la apretó en una línea.

Saqué las cartas de mi bolsillo y las coloqué sobre el escritorio.

— Te diré el porque de rechazar mi oferta, mi hermana está recibiendo cartas a escondidas — Le informé y su furia aumentó, tomó los sobres en seguida los abrió, empezó a leer — Si no haces algo al respecto se escapará con el hombre que la está endulzando.

— ¿Escapar? — Leyó la última indignado — ¿Pero cómo es esto posible? ¡Emiliana me va oír! — Se levantó, pero lo detuve.

— Espera, yo se quien es el hombre con el que está hablando — Dije, mi hermano tensó su mandíbula.

— ¿Quién está detrás de estás cartas románticas? — Exigió impaciente.

— El Duque Dorian... La noche de la celebración los encontré a ambos, él me dijo que pretendía casarse con ella y mi hermana está encantada con la idea.

Mi hermano tuvo que apoyarse del escritorio para no caer.

Se quedó un momento dormido en sus pensamientos, las venas de su sien se marcaron. Conocía lo suficiente a Lean para saber que estaba en su punto máximo de ira.

— ¡Maldito! ¿Cómo se atreve a meterse con Emiliana? ¡Voy a matarlo! ¡Emiliana me traicionó, me desobedeció! ¿Desde cuándo me está viendo la cara? ¡Esa niña ingenua no sabe la clase de ser con el que se pretende escapar, Dorian es un lunático, los rumores dicen que mató a su propio padre, no tiene escrúpulos, nada lo detendría de hacerle daño a Emiliana! — Apretó sus puños y caminó hacia la puerta, pero me atravesé.

— Lean, si la confrontas ahora huirá con ese desgraciado — Dije y negó con la cabeza.

— No puedo permitir que haga esa estupidez.

— Tengo una idea.

Respiró para calmarse y luego ondeó su brazo para que continuara.

"Perdóname hermana, pero es por tu bien"

— Compromete a Emiliana con el hijo del marqués y si es posible, organiza la boda lo más rápido que puedas.

— Eleana ¿Qué pasará contigo? Me costará mucho conseguir otro hombre de buena familia que quiera casarse.

— Eso no importa, la única forma de que ese sujeto se aleje de Emiliana es que ella este casada con otro hombre y que mejor que un conocido tuyo con buena reputación.

Se frotó la barbilla.

— Debo admitir que es una buena idea, pero... Hay un precio a pagar...

Se me aflojaron las lágrimas.

— Lo sé, Emiliana me odiará.

— No solo a ti, esto podría separar nuestra familia — Dijo mi hermano.

Suspiré pesadamente.

Lo pensé nuevamente, estábamos jugando con el futuro de Emiliana, cambiando sus sueños y anhelos por algo que no iba desear, que detestaría y que le haría sepultarme en el olvido.

Ambos asentimos cuando no hallamos otra solución.

...****************...

La cena estuvo tranquila, mi hermana estaba muy animada y mi madre estaba hablando sobre los vestidos que ya pasarían de temporada.

Me dolía el estómago y mi hermano tenía la misma expresión que yo.

Más de una vez preguntaron que nos sucedía, pero dimos una excusa.

Llegó la hora de dormir y mi tobillo dolía más de lo acostumbrado, me dí un masaje con el ungüento cuando ya estaba en la cama. Tal vez se debía a que había subido las escaleras o los nervios que me carcomía, el miedo a la reacción de mi hermana y a estar cometiendo el peor error de mi vida.

Me dormí tarde.

Alguien me sacudió los hombros y me sobresalté.

Emiliana estaba al pie de la cama y observé asustada a todas partes, la claridad entraba por la ventana, ya era de día.

Observé nuevamente a mi hermana, asustada, preparándome para unos cuántos insultos, pero su rostro estaba tranquilo y tenía una sonrisa.

— Has dormido más de lo usual.

— ¿Qué hora es? — Pregunté, acordándome de que el socio de mi hermano llegaría en horas del medio día.

— Son las díez, ya hemos desayunado, mi madre me insistió en que te dejara dormir, pero no puedo de la emoción, necesito contarte las buenas nuevas — Se sentó al pie de la cama.

— ¿Emoción? ¿Por qué? — Me senté de inmediato.

— Lean me ha informado que mi pretendiente viene a organizar nuestro compromiso — Chilló de la emoción.

— ¿Qué? — Fingí sorpresa — ¿Te dijo que vendría el duque?

— No mencionó exactamente su nombre, pero él es único pretendiente que tengo, así que si, vendrá a pedir mi mano, mi hermano recapacitó — Se rió emocionada — Vístete rápido, dentro de poco llegará — Tiró de mi brazo.

Me descolocó ver a mi hermana tan felíz y me pregunte si era lo correcto.

Recordé lo que había dicho mi hermano.

El duque había asesinado a su propio padre.

Si, era lo correcto.

Me pasó el bastón y me levanté.

...****************...

Lean se encargó de explicarle a mi madre sobre el supuesto pretendiente de Emiliana que según ella había surgido de la nada y era cierto.

Le explicamos lo ocurrido, desde las cartas hasta los planes de huir con el Duque Dorian y por supuesto que también se mostró en desacuerdo al mencionar a ese sujeto.

Lean le ordenó a Emiliana esperar en la pequeña sala donde tomábamos el té con los invitados, aunque costó demasiado, estaba muy nerviosa.

Me quedé con él en el vestíbulo cuando el hombre tocó a la puerta.

Lean ordenó al mayordomo abrir.

El hombre entró, quitándose el sombrero se acercó a nosotros.

Era muy guapo, alto y de cuerpo simétrico, de buen vestir y perfume costoso. Cabello rizado color negro y piel morena, un rostro muy varonil y cálido, con expresión amigable

Hizo una reverencia.

— Mi lord, supongo que esta es su familia — Dijo, su voz era suave, pero firme.

Observó a mi madre y luego a mí, con más detenimiento. Mi futuro ya no sería junto a ese hombre, alguien como él seguramente me hubiese hecho felíz.

Lo había sacrificado junto con el amor de mi hermana.

— Soy la Condesa Elena — Mi madre se presentó — Viuda del Conde Morgan.

El hombre besó el dorso de su mano.

— Un honor conocerla, yo soy Lord Sebastian.

Dirigió sus ojos azules hacia mí.

— Encantada de conocerlo Mi Lord, soy Eleana Roster, soy la mayor de las hermanas del conde — Me presenté con una reverencia, me dedicó una sonrisa cálida.

— Es un placer conocer a tan hermosa señorita y a la que será mi futura esposa.

Me sonrojé.

Mi hermano se aclaró la garganta.

— Disculpe, pero ella no es la chica de la que le hablé.

El hombre se mostró apenado y confundido.

— ¿Ah no? Disculpe mi confusión, mi Lady — Me observó nuevamente.

— No es de importancia.

— La señorita se encuentra en la sala de té, es mi hermana más pequeña.

El hombre frunció el ceño.

— Pero usted mencionó que sería la mayor de sus hermanas.

Mi hermano se sonrojó.

— Temo que hubo una confusión, la Señorita Eleana ya está comprometida — Mintió rápidamente.

— Muchas felicidades — Me deseó y agradecí.

Si supiera que no existía tal compromiso y que yo no tenía ninguna otra opción.

Sus ojos azules se posaron en mí, creí ver una decepción en ellos, como si le hubiese gustado la idea de comprometerse conmigo.

— Mi hermana menor recientemente fue presentada en sociedad, pero está preparada para asumir su deber.

Me sentía como una persona desagradable, arrojando a mi hermana a los brazos de un hombre que ella no quería, un desconocido. Era horrible, quería gritar, detener esto, pero nada salió de mis labios cuando mi hermano guió a Sebastian a la sala de té.

Las manos me sudaban, el corazón me palpitaba y sentía muchas ganas de llorar.

"¡Hazlo! ¡Detén esto! ¡Deja a tu hermana ser feliz con el peor hombre del reino, si eso es lo que desea no debes intervenir! "

Mi hermana se levantó de su sillón, hermosa con un vestido verde esmeralda y su cabello recogido.

"¡Hazlo!"

Su sonrisa desapareció cuando observó al extraño entrar en lugar del duque.

— ¿Quién es él? — Preguntó cuando nos detuvimos frente a ella — ¿Dónde está...

— Lord Sebastian, quiero presentarle a su futura esposa, Emiliana Roster — Mi hermano la interrumpió a tiempo.

— Mi lady, es un honor conocerla — Dijo el hombre, haciendo una reverencia, pero ella no se movió ni habló.

Su rostro era una mezcla de confusión e irritación.

— Hija, querida, saluda al joven — Mi madre cortó el incómodo silencio.

Emiliana tragó con fuerza.

— No comprendo.

— Lord Sebastian será el hombre con el que te cases — Repitió Lean.

Ella giró sus ojos hacia mí, el dolor y la decepción que mostró me aflojaron las lágrimas y tuve que retroceder.

— ¿Qué? ¿Cuándo lo decidieron? — Jadeó, temblando.

— Ayer, le he hablado de ti a Sebastian y se a mostrado encantado.

— Señorita Emiliana, perdone la imprevisto del asunto, pero soy una persona que no duda en dar sus pasos y de acuerdo con lo que me dijo su hermano, usted está dispuesta a casarse, le prometo que será muy agradable para ambos — Dijo Sebastian, pero Emiliana se mostró indiferente.

— No, hubo una equivocación...

— No hay equivocación, entiendo que necesitas tiempo — Lean le dió una mirada discreta de advertencia — Ya puedes retirarte mientras organizamos la fecha del compromiso.

Mi se marchó sin despedirme, empujando mi hombro con el suyo cuando pasó cerca.

La seguí apresuradamente.

— ¡Emiliana, por favor, detente, escúchame! — Supliqué cuando no pude alcanzar sus grandes zancadas, se detuvo en seco y se giró.

Lagrimas corrieron por sus mejillas carmesí mientras me enfrentaba, no me preparé para lo que vino después, me dió una bofetada tan fuerte que casi pierdo el equilibrio.

Me dolió la mandíbula y se me salieron las lágrimas, pero no por el golpe, sino por el dolor de haberle causado un horrible sufrimiento.

— ¡Me has traicionado, confié en tu palabra! — Gruñó mientras se derramaba en llanto — ¿Por qué me has hecho esto? Destruiste mi oportunidad de ser feliz.

Sollocé.

— Hermana... Entiende, ese hombre es un asesino, un...

— ¡Cállate, yo lo sabía y no me importaba en lo más mínimo, creí que eras más razonable, pero ya veo que no, eres igual que Lean, juzgas a la gente como si los conocieras ! — Gritó y mi corazón se despedazó — ¡Eras diferente, conocías el peso del prejuicio, pero tu misma te comportas como todo el montón de idiotas que te tacharon de anormal y te despreciaron!

Negué con la cabeza.

— ¡Eso no es así, ese hombre me hizo algo en el pasado y por eso hice lo que debía hacer, protegerte de él! — Grité, mi voz rompiéndose con los sollozos.

— ¡Eres una mentirosa, una envidiosa, estás celosa de que tenga más atención en los chicos que tú y por eso estás inventando eso, a pesar de que siempre recibiste los mimos y las atenciones de nuestra familia yo jamás te traicioné, ni te hice ningún mal, pero tú me has clavado una daga por la espalda y jamás te lo perdonaré! — Sus ojos ardieron con odio — ¡ Tú y mi hermano están muertos para mí!

Se alejó y caí arrodillada.

Sintiendo el dolor más fuerte en mi pecho.

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