INFELIZMENTE CASADOS

...ELEANA:...

Un hombre de aspecto criminal había aparecido a la mañana siguiente. Esperó pacientemente en el vestíbulo mientras mi madre me ayudaba a empacar todo en las valijas.

Dobló la ropa, renegando sobre el comportamiento del duque y las ganas que tenía de aventarle unos cuentos golpes.

El duque había enviado a ese hombre para recoger mis pertenencias por adelantado. El infeliz quería recordarme que no era una pesadilla y que no perdería tiempo, mostrando su afán en quitarme la libertad.

Tal vez me tendría como su esclava, me imaginaba el lugar al que me llevaría, una especie de calabozo con muchos instrumentos de tortura y cadenas.

Me temblaban las piernas de solo pensarlo.

Coloqué el barco de papel en una de ellas y dejé un par de vestimentas para pasar las últimas horas que me quedaban en casa.

El criado se las echó al hombro como si no pesara nada y las montó en una carreta.

Durante la cena hubo un silencio de sepultura. Mi libertad moriría pronto y también mi vida tranquila. Me quejé de ella durante toda mi existencia y no supe valorarla, solo ví lo malo, pero ahora que se me escapaba quería aferrarme a ella. Prefería seguir viviendo así que estar casada con el duque más bestial del mundo.

La mansión estaba enlutada.

Aproveché el tiempo que me quedaba para recorrer los espacios y memorizar cada parte de ella. Disfruté del jardín con mi madre y de la biblioteca con Lean.

Jamás había estado fuera de casa, cuando salíamos pasar las vacaciones en la finca lo hacíamos en familia y nunca me sentí sola, pero ahora sería diferente. Estaría sola, en lugar desconocido y a merced de un sujeto cruel que no temblaba el pulso a la hora de cometer actos inhumanos.

Me despedí de los criados el día anterior a la boda. Muchos me observaron como si me hubiese vuelto loca cuando les dije que me casaría con el duque, pero se limitaron a felicitarme. Si supieran que lo haría para saldar una deuda y para salvar la vida de mi hermano no estarían juzgando la situación.

Había llegado la carta que sentenciaba mi destino y nos sentamos en el salón de té para escuchar el contenido.

El duque Dorian daba instrucciones claras de donde se llevaría a cabo la boda, sería en una capilla cerca de la costa, a las doce del mediodía. Especificando que no quería ningún invitado, a excepción de mi madre y mi hermano.

— Pero que sujeto tan extraño, una boda sin invitados no es una boda, creará muchas habladurías cuando se corra la voz — Se quejó mi madre mientras Lean leía todo en voz alta.

— No quiere celebración después de la boda — Dijo mi hermano con expresión apática.

— En eso estoy de acuerdo — Dije, yo no quería celebrar algo que estaba odiando — No le digas nada a Emiliana — Pedí a Lean.

— No lo haré, lo va a malinterpretar.

— Yo me encargaré de eso después de la boda — Se ofreció mi madre y le agradecí con la mirada.

Cuando mi hermana se enterara me iba a odiar más. Pensaría que mi propósito al separarla del duque era quedarme con él. Deseaba que mi madre pudiera hacerle entrar en razón, contarle sobre la deuda y las amenazas.

Deseé que el día pasara lento, pero fue todo lo contrario, la noche cayó rápidamente y le pedí a mi madre que durmiera conmigo.

No se negó, quería estar en sus brazos una última vez, sentir su calor de madre, acariciando mi cabeza para que me quedase dormida.

Me resistí al sueño, escuchando su melodiosa voz, contándome cosas de cuando era apenas una bebé y me reí de muchas de ellas.

No soñé, pero me dormí inquieta y asustada.

Llegó el día y me preparé para el horrible momento.

Mi madre me ayudó a colocarme el vestido, era de color blanco, pero no era un vestido de boda sino que se trataba de una pieza un poco anticuada. Yo la había elegido, tal vez con aquella vestimenta el duque se arrepintiera. Era como de anciana, con botones hasta lo alto del cuello, mangas largas y hombreras puntiagudas. La falda era recta hasta mis tobillos.

— Me hubiese gustado que tuvieras un vestido hermoso — Dijo mi madre mientras me recogía el cabello frente al espejo.

— Si hubiese sido con el hombre de mis sueños lo tendría puesto.

— Eleana, me da mucho pesar que tengas esa expresión de tristeza, quería verte con una sonrisa de alegría al ir de camino al altar — Su voz se rompió, pero siguió trabajando en mi peinado — Siento que estoy arrojando a mi tesoro a los brazos del mismísimo demonio.

— Te di mi palabra de que si me hace algo malo vendré de inmediato.

— Has hecho muchos sacrificios por tu familia, eso demuestra tu valentía y tu amor hacia nosotros, estoy tan orgullosa de ti — Suspiró, terminando mi peinado, recogió todo mi cabello con peinetas, formando una corona con los mechones de mi cabello.

— Haría cualquier cosa por ustedes, es mi deber como hija, como hermana y como integrante de esta familia — No lloré, ya había derramado suficientes lágrimas.

— No es justo para ti.

— Lo sé, pero es mi forma de agradecerles lo atentos, amorosos y pacientes que han sido conmigo.

Me colocó el velo y me giré para observarla. Le sonreí y me besó en la frente.

— Rezaré por ti todos los días.

— Gracias, mamá — Tomé su mano.

— Hija, tal vez no debería hablarte de esto, pero es mi deber como madre — Dijo preocupada y fruncí el ceño.

— Hoy tendrás que someterte algo doloroso y espero que ese infeliz no sea un bruto contigo — Apretó mi mano y me desconcerté.

— ¿A qué te refieres?

— Al lecho — Dijo y me tensé.

Por supuesto que había pensado en eso y era lo que más me aterraba. Sabía muy poco, pero tenía en claro que era doloroso para las mujeres.

— Lo sé, madre — Tragué mi repulsión, no quería que el duque me tocara. Se veía a leguas que era un brusco, seguramente hacía sufrir a todas las mujeres que tocaba.

— Mantén tu cuerpo relajado y respira profundo, dolerá menos — Me explicó, hablaba desde la experiencia, mi madre también había pasado por lo mismo y seguramente también Emiliana.

— De acuerdo madre — Asentí con la cabeza.

— Ahora, debemos irnos.

...****************...

Íbamos en el mismo carruaje, todos con rostros grises.

El paisaje estaba soleado y los campos tranquilos, muy contradictorio a lo que sucedería a continuación.

Llegamos a la costa en unas cuantas horas, el camino estaba lleno de un pasto color trigo y más allá podía divisar el azul profundo e infinito del océano. Había una brisa con olor a sal que entraba por la ventanilla y nos acariciaba.

¿Y si me llevaba a otro continente? Mi corazón empezó a acelerarse y me faltó la respiración. No me explicaba una boda tan cerca del mar, tal vez un barco estaba esperando en el muelle, para llevarme lejos y separarme para siempre de mi familia.

Lean apretó mi mano, la tenía entrelazada con la mía. Notó mis dedos sudados y me tranquilizó con la mirada.

El carruaje se detuvo y tragué con fuerza.

Nos resistimos a salir, pero mi hermano abrió la puerta.

Mi madre salió y luego él.

Me tomó de la cintura cuando posé mi zapatilla del escalón. Mi hermano me dejó en el suelo de piedra.

La capilla estaba abierta y solitaria.

Entramos sin esperar la marcha nupcial.

No había nadie en el piano, la capilla estaba tan vacía como mis pensamientos positivos.

El sacerdote estaba en el altar.

Me resistí un poco cuando noté la presencia del duque.

De espaldas, vistiendo una camisa negra y un pantalón del mismo color, junto con botas pulidas hasta las rodillas. No se molestó en recoger su cabello, lo llevaba del mismo estilo salvaje y rebelde.

Quedaba claro que tampoco deseaba casarse conmigo y que lo había hecho por pura maldad. Me había usado para vengarse de mi hermano.

Se giró al escuchar nuestros pasos y mantuvo esa expresión de triunfo hasta que nos detuvimos frente a él.

Recorrió con sus ojos mi vestimenta, sin ninguna expresión.

— Espero que pagues por todo el mal que has hecho — Susurró mi hermano mientras me entregaba al duque.

Él solo se limitó a elevar una comisura, el hoyuelo apareció nuevamente. No era justo que fuese tan guapo con tan horripilante alma.

Mi hermano se alejó al primer banco donde se hallaba mi madre. Noté que el duque no había invitado a nadie ¿Quién podría ser amigo de alguien así? Por supuesto que no tenía a quien invitar.

Junte mis manos, alejándome lo suficiente de su toque.

Permaneció con las manos a los lados.

El sacerdote se aclaró la garganta y empezó la ceremonia.

No presté atención en nada.

En lo único que podía pensar era en que mi vida se había ido a la basura. Jamás podría defenderme, ese hombre era demasiado alto y fuerte, si me atacaba no podría ganar. Yo era como un ratón frente a un tigre.

Al menos que encontrara una daga y se la aventara, era muy buena con la puntería. Mi hermano me había enseñado y le agradecía tanto por eso. Me serviría por si se atrevía a hacerme daño.

El sacerdote hizo la pregunta definitiva.

— ¿Señor Dorian Fodewor, acepta a la Señorita Eleana Roster como si esposa?

— Si, acepto — Dijo el duque, sonriendo con arrogancia.

El sacerdote me observó.

— ¿Y usted Señorita Eleana, acepta al Señor Dorian Fodewor como su esposo?

Elevé mi barbilla — Si, acepto.

No acepté por gusto, sino porque quería acabar con ese teatro de parejas felices para siempre y porque nadie vendría a salvarme de mi destino. Lo único que tenía valor para mí era pagar la deuda de mi hermano y conservar su vida.

El duque siguió observándome como un buitre y evité a todo costa su mirada, ignorando su presencia.

Llegó el momento del colocarnos los anillos.

Tuve que colocarme frente al duque y el también, así que quedamos frente a frente.

Sentí el peso de su mirada mientras el sacerdote pedía que me colocara el anillo.

Él sacó una delgada pieza de plata con diamantes incrustados. Le tendí mi mano con desprecio, la tomó con tanta delicadeza que me estremecí. Su mano era tan grande que podría quebrar la mía con un solo apretón. Sus dedos eran rústicos por los callos, no escondían la fuerza.

Deslizó el anillo por mi dedo anular, deseé que no me sirviera, pero desafortunadamente me quedó como un guante.

Elevé mi mirada, encontrando esos ojos avellanas puestos en mí.

Me entregó su anillo para que se lo colocara. Era un modelo parecido, pero en una mayor escala por supuesto, aunque no tenía diamantes, sencillo de plata.

Lo deslicé rápidamente, sin observarlo.

— Los declaro marido y mujer.

Estaba casada, ya no había esperanzas.

Contuve las lágrimas.

...****************...

Después de una despedida larga, me subí a otro carruaje. El criado que había recogido mis valijas lo guiaba y entré sin esperar la ayuda del duque. Él cerró la puerta y golpeó el techo del carruaje para ordenar que avanzara.

Se sentó al frente de mí y me observó durante el viaje, no me despegó la mirada y tuve que observar por la ventanilla para sentirme más cómoda, pero era imposible.

— Señorita Eleana, ese vestido me gusta — Dijo, por supuesto que se estaba burlando de mi prenda, lo ignoré completamente — Me parece muy original presentarse así, con ese atuendo tan añejado.

Me concentré en el mar que cada vez se veía más cercano. Recé para que no me llevara al muelle.

— ¿Usted no tiene lengua? — Se impacientó y giré mis ojos hacia él, estaba cruzado de brazos.

— ¿A dónde vamos? — Le exigí.

— A mi palacio.

Me sentí aliviada.

— ¿A caso es una cueva junto a la orilla de la playa? — Pregunté, burlándome de él como se había burlado de mi vestido.

Soltó una carcajada elegante.

— ¿Qué cree que soy? ¿ Un ermitaño?

Me encogí de hombros — Es una bestia.

Su risa aumentó.

— Muy entretenida — Humedeció sus labios y me estremecí aterrada — Descuide, a pesar de ser una bestia, yo no duermo — Se inclinó hacia adelante y posó su mano en mi rodilla, el calor de su piel penetró en la tela, me asusté y aparté su mano de un manotazo.

— No me toque — Le enseñé los dientes.

Elevó una ceja y me evaluó, considerando si responder de forma agresiva, pero volvió a apoyar su espalda del espaldar del asiento.

El carruaje se desvió del camino y cuando se detuvo, observé por la ventana.

Me sorprendió hallar un hermoso palacio blanco con techo en forma de cúpula.

El duque bajó del carruaje.

Tomé mi bastón e intenté bajar sola, pero unas manos me tomaron antes de poder escapar de ellas.

Me cargó, dejándome en el suelo con cuidado.

Me alejé rápidamente y evalué mi nuevo hogar.

Estábamos en una zona alta, el viento soplaba más fuerte y el palacio se erguía casi al borde de un acantilado. Me acerqué a la orilla, la caída era tan alta que las olas que rompían en las piedras se veían pequeñas.

Me giré, encontrando al duque conversando con el criado.

El hombre se alejó con el carruaje dentro de los muros del palacio.

— Señorita, ya tendrá tiempo de admirar el paisaje, entremos — Ordenó el duque, por encima del viento.

Le revolvía el cabello, tanto que rozaba su rostro, ocultando sus facciones enigmáticas.

Caminé hacia la entrada cuando se adentro.

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Comments

Beatriz

Beatriz

Más adelante se enamorara de su “secuestrador “

2024-04-14

1

Meli_33608✨🙈🇩🇴♌

Meli_33608✨🙈🇩🇴♌

Mi sueño frustrado es ser una ermitaña 😔🥺

2024-04-07

1

Ruth Piedra

Ruth Piedra

y el tiene mala fama que es asesino

2024-03-16

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Capítulos
1 UNA CHICA DIFERENTE
2 EL SUJETO DESPRECIABLE
3 LA NOCHE DE LA CELEBRACIÓN
4 INOPORTUNO
5 NOTICIAS DETESTABLES
6 EL PESO DE LA TRAICIÓN
7 LA ABRUPTA APARICIÓN
8 El EXTRAÑO DUQUE
9 UNA VIDA POR UNA VIDA
10 INFELIZMENTE CASADOS
11 MI NUEVO HOGAR
12 SECRETOS QUE APARECEN
13 UN ÁNGEL DISFRAZADO DE MOUNSTRO
14 NO ME SUBESTIMES
15 SEÑORITA FUERTE
16 BOCHORNOSO MOMENTO
17 SENSACIONES NUEVAS
18 LOS DOS LADOS DEL DUQUE
19 UN TRATO POR LA PAZ
20 EL PASADO VUELVE
21 UN COSTO NAUSEABUNDO
22 LA TORMENTA DENTRO DE TÍ
23 UN ANIMAL HERIDO
24 FLECHADOS
25 VERDADES IMPACTANTES
26 UNA CERRADURA EN TI
27 UN POCO DE AFECTO SANA
28 CELEBRACIÓN EN EL JARDÍN
29 RECONCILIACIÓN
30 DESEO INCONTROLABLE
31 DOLOR DERRAMADO
32 LA PUERTA A UNA SOLUCIÓN
33 TODAS LAS HERIDAS SANAN
34 LOS VIÑEDOS
35 RECIBIMIENTO DESASTROSO
36 FAMILIA ENCANTADORA
37 FESTIVAL DE FIN DE AÑO
38 JUGAR SUCIO
39 LA CURIOSIDAD PUEDE MÁS
40 SECRETOS EN EL PAPEL
41 AL CALOR DE LOS CUERPOS
42 AL CALOR DE LOS CUERPOS II
43 DEVUELTA EN CASA
44 MALAS NOTICIAS
45 INICIO DE LA CONSPIRACIÓN
46 LA SOMBRA OCULTA
47 LA APARICIÓN DE O'BRIAN
48 SACRIFICIO POR UN BIEN
49 VOLCADOS
50 ATAQUE
51 FUERZA EN EXPLOSIÓN
52 YA NO ES SOLO UNA VIDA
53 PLAN EN CURSO
54 LA CALMA ES UNA TRAMPA
55 LA REINA Y SUS ARTIMAÑAS
56 ALIANZAS QUE SE FORJAN
57 LA HORA DE COBRAR
58 EL JUICIO
59 UN REINO LIBRE
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