CAPÍTULO 16

Un segundo carruaje, esta vez más modesto y discreto, iba a toda velocidad por las calles de la ciudad rumbo a la casa de Ethan. En este se encontraba tanto la reina como su rey consorte, ambos estaban con el corazón a mil, deseando poder salvar a su primogénita.

Solomon, de tan solo recordar lo que Aurora le había dicho momentos antes, lo dejó más colérico que antes. No podía creer que estaban usando a su hija mayor para hacer que la segunda reina saliera de las sombras y poder confrontarla, aunque de acuerdo a lo que la santa le dijo, su hija estaría protegida; sin embargo, si de verdad era, como él creía, esa "protección" solo se limitaba a mantenerla con vida y no evitar que saliera herida.

—Puede que seas la santa—respondió Solomon enojado—pero no eres una diosa, tu poder es limitado, ¿Por qué no han intervenido los dioses?

—El dios del destino ha muerto—dijo Aurora—debido a que la maldición que ustedes dos tuvieron en su vida pasada, ha alcanzado a sus hijos, y más a Diana, tanto su mundo, como el mío, han sido condenados. Los demás dioses nos han abandonado.

La reina estaba con el rostro escondido entre sus manos, por lo menos sus demás hijos estaban seguros en una casa de seguridad fuera del reino; sin embargo, su hija mayor corría mucho riesgo. Jamás creyó que lo que una vez hicieron ella y su esposo la alcanzara... jamás creyó que aquello sería usado por la segunda reina para matar a toda su descendencia.

—Jill, si algo llega a pasar con Diana, moriré antes...

—¡No me quieras joder con eso!—le gritó—¡Ya perdí a dos hijos! ¡No le permitiré a la zorra de mi hermana llevarse a Diana! ¡Tampoco te permito dejarme sola!

Entre el vaivén del carruaje, comenzó a llorar, tan fuerte que le partió aún más el corazón a su esposo. Este, dolido, la abrazó para intentar darse consuelo mutuamente, Ambos habían sufrido terriblemente, no querían perder a más hijos. No obstante, una carnicería se estaba llevan a cabo en la casa de Ethan.

De todos los espejos del lugar, comenzaron a salir shadowborn, los cuales comenzaron a asesinar a todos los criados que Gloria, disfrazada de Diana, había traído. Mientras tanto, dos mujeres encapuchadas se pusieron al frente del cuerpo inconsciente de la gatita.

—Al menos hizo su parte del trato—dijo una de ellas—¿Pero no habíamos dejado a la verdadera Diana en la dimensión de los espejos?

—La santa intervino—respondió—encárgate de la idiota de tu convertida, su temperamento nos jugará más en contra.

Su idea era que todos sufrieran por la perdida de Diana, pero el hecho de que la santa interviniera y quisiera provocarla, la enfadaba aún más. Por lo que, dispuesta a responder, tomó del cuello a la verdadera Diana y con una sonrisa la aventó dentro de una chimenea, la cual estaba encendida.

Tras cinco minutos, en que el cuerpo de la gatita comenzaba a arder, los efectos de la toxina comenzaban a notarse en el cuerpo de Ethan. El capitán estaba intentando liberarse del agarre de Gloria, quien quería violarlo y convertirlo en su esclavo. Estaba preocupado por la verdadera princesa; sin embargo, cuando estaba por ser mordido, la puerta de la habitación se abrió de golpe.

—¿Pero qué?—preguntó aturdido al sentir la sangre en su rostro.

Fuera lo que fuese que ocurrió, la cabeza de Gloria fue rebanada, dejando su cuerpo aun encima de él. Como pudo, aún mareado, se la quitó de encima e intentó salir de la habitación; no obstante, frente suyo estaba una mujer a la cual jamás pensó volver a ver sino hasta el juicio de divorcio que se llevaría a cabo dentro de unos días.

—¿Tú?—preguntó tambaleándose de la fiebre.

—¡Yo!—respondió la mujer acercándose para luego cachetearlo—¿A caso no vas a saludar a tu querida esposa?

—Perra—le espetó a la mujer—seguimos casados por papeles, pero hace años que no eres mi esposa.

—Bueno... da igual... hoy morirás—respondió sentándose en la cama—así que antes de eso quiero ver tu cara de idiota cuando te enteres de todo.

—¿A qué te refieres?

—¿A caso nunca sospechaste sobre una extraña mujer a tu lado todas las noches?—preguntó divertida—¿Qué dirías si esa mujer existió y ha estado contigo para intentar calmar la tóxina en tu interior?

En ese momento Ethan se enteró de toda la verdad, de como su aun esposa, en complicidad con la segunda reina, no solo lograron drogarlo, sino que convirtieron a Gloria en una shadowborn, y la usaron no solo para deshacerse de la princesa sino de el también.

Así mismo supo que la princesa había cambiado de forma con un anillo especial, siendo ella quién tenía encuentros íntimos toda la noche con él. Aquello lo hizo temer aún más, porque si de verdad esa gata era Diana, no solo la princesa podría correr peligro, sino también el posible hijo de ambos en su interior.

—¿Por qué?—preguntó colérico—¡¿Por qué lo has hecho?! ¡Has firmado un trato con el diablo!

—¡Todo eso es tu culpa! No solo no me diste la casa, sino que aceptaste la ayuda de la primera reina para hacerme quedar sin nada—respondió con una mirada oscura—ahora en estos momentos ya la princesa debe de estar muerta, por lo que por tu culpa ella murió con tu hijo.

Justo cuando estaba por rebanar la cabeza, así como lo hizo con Gloria, un látigo detuvo su mano. Este látigo, de oro, provenía del espejo de cuerpo completo que Ethan poseía en su habitación y con tal fuerza terminó arrastrando a la mujer a la dimensión de los espejos.

De inmediato Ethan logró salir, para darse cuenta del baño de sangre que había en la casa de su familia, así como de un incendio que estaba ocurriendo. Por momentos recordó el ataque que sufrieron los príncipes y como Diana perdió a dos de sus hermanos.

Con lágrimas en los ojos, anhelando que ella estuviera viva, empezó a buscarla; no obstante, lo que vio en el salón principal, lo dejó sin alma.

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