CAPÍTULO 8

Gloria en efecto escuchó el nuevo plan de su aliada secreta, nadie más, solo ella, sabía que en realidad fue esa mujer quien le dio el afrodisíaco a ella par que el profesor lo tomara.

El despertar para el capitán fue lo más horroroso del mundo, no entendía cómo había llegado a su habitación o porque está desnudo, más que solo un leve olor de perfume de mujer en su almohada de al lado.

Al intentar levantarse tambaleó del malestar que tenía, se sentía peor que la resaca que tuvo el día en que comenzaron sus juicios contra su esposa, quien dicho sea de paso, aún estaba dando problemas para separarse, puesto que quería obligarlo a darle su casa.

—¿Qué pasó ayer?—preguntó acariciando sus sienes.

Fue allí que se levantó asustado, apenas había recordado que ese día era la graduación de la princesa; sin embargo, después de asearse y ponerse su traje, cuál fue su sorpresa al enterarse de que la princesa y su compañera habían estado en cama todo el día a causa de una intoxicación.

—La enfermera nos informó también que Gloria y tú estaban mal—dijo uno de sus compañeros—ya el director dio la orden de investigar el bar en el que estaban ayer.

—Entonces fue eso... te juro que ni me logré levantar si no fuera porque recordé la ceremonia—dijo a punto de salir de ala oficina de profesores—¡Gracias Enrico!

Suspirando con pesadez, pasó por la enfermería para el dolor de cabeza y una vez allí se dirigió a la residencia de mujeres. Los profesores tenían permitido entrar siempre y cuando sintieran que algún estudiante se encontraba en mal estado.

Una vez llegó a la habitación de Diana, se encontró cara a cara con Victoria, quien estaba ojerosa, a punto de salir del lugar.

—¡Gracias a Dios lo encuentro, profesor!—espetó preocupada.

—¿Ocurre algo?—cuestionó con su típico semblante frío hacia otros estudiantes que no fuera Diana.

—Es Diana, tiene fiebre—señaló a su amiga en la cama—quiero llevarla a la enfermería, pero me cuesta...

Ethan no dejó que ella terminara de hablar antes de entrar y revisar el estado de la princesa, quien, en efecto, estaba ardiendo en fiebre. Lo que lo molestó fue que, así como el incidente de insolación hacía unos años, ella ni siquiera fue capaz de quitarse la máscara, clara señal que prefería estar incómoda, aun enferma, que intentar estar lo más cómoda posible.

—Estos síntomas no son por una intoxicación—dijo en un susurro evaluando sus venas, oscureciendo su mirada.

—Victoria, ves por la enfermera—le ordenó a la estudiante—¡Ahora!

—¡Sí, señor!—respondió asustada Victoria.

Una vez la chica se fue, cerró con seguro la puerta de la habitación. Si bien levantaría sospechas, tratándose de que él era el guardián de la princesa, no iba a tener problemas si solo hablaban y más si tenía detrás de él, la protección de la reina.

—¿De quién es el hijo?—preguntó serio.

Sentándose en la cama de Victoria, esperó a que Diana abriera los ojos, ya que sabía muy bien que ella estaba fingiendo. Aquellos síntomas que ella presentaba solo se daban en pocos descendientes de la familia real, los cuales copulaban antes de tiempo, y más si no estaban en celo, dando como resultado un embarazo que era de alto riesgo.

—¿A qué se refiere con hijo?—contra pregunta sentándose en la cama, con la respiración caliente a causa de la fiebre.

—Princesa, soy miembro de la orden desde hace más de veinte años—respondió molesto—conozco la anatomía de su especie, usted no es humana, por lo que los tiempos de concepción son más rápidos en su especie que en la humana... ahora me puede decir, ¿Quién es el desgraciado que la dejó embarazada?

Sorprendida a más no poder por aquella actitud, en donde el capitán parecía un hombre celoso, sabiendo que él solo estaba cumpliendo su trabajo y que en realidad no sentía nada por ella, sintió como sacó fuerzas de donde podía y se levantó de la cama, para empezar a arrojar todo a su alrededor.

No solo se sentía enojada, sino también dolida, no podía entender que aquel hombre le hiciera esa pregunta, haciéndola sentir culpable por algo que ella hizo para salvarle la vida a este tonto. Llego un punto en que se le acabó los objetos, por lo que con rapidez, terminó por darle una cachetada a Ethan.

Él sabía muy bien su complejo, sabía que muchas ocasiones ella lloró porque no podía ni siquiera maquillarse como las demás lo hacían. Incluso, cuando hubo una velada de invierno, donde todos salieron a patinar sobre hielo, ella solo miró a lo lejos con el deseo de usar aquellos hermosos vestidos y peinados tan deslumbrantes.

—Capitán Ethan—habló con frialdad—arrodíllese.

Ethan de inmediato abrió los ojos, sintiendo una pesadez en su corazón, no tanto por la cachetada, sino porque era la primera vez que su protegida, la princesa Diana, le hablaba de esa forma. Sintiendo que tal vez pudo haberla tratado mal, se arrodilló cumpliendo con su orden de manera inmediata.

—Si de verdad estoy embarazada, es mi asunto, no el suyo—le espetó enojada—salga de la habitación y espere la llega de la enfermera, apenas ella me revise, quiero volver a la residencia en el campo. Yo misma le diré a mis padres si resulta que llevo a su nieto en mi vientre, ¡Así que no sea insolente y me hable de esa forma!

—Disculpe mi insolencia, su alteza—espetó con el orgullo herido—no volveré a meterme en sus cosas, tiene mi palabra, princesa Diana.

Ethan se había comportado en esa última parte como un niño, ya que él sabía que a ella no le gustaba que le hablara con su título; sin embargo, para devolverle un poco su molestia, se refirió de esa forma; no obstante, en realidad fue lo primer que dijo, lo que le partió aún más el corazón a Diana. Puesto que aquello le hacía sentir que, en efecto, él se volvería más distante con ella y ni siquiera la trataría como antes.

—¡¿Por qué los hombres son tan complicados?!—se preguntó sentándose en la cama—¿O la complicada seré yo?

Suspiró pensando de nuevo en las palabras del capitán, en efecto era como él había dicho y aquello se le había olvidado cuando decidió hacer lo que hizo. En el mundo, aquellas criaturas que llamaban "vampiros" cuyo nombre real eran "Shadowborn" nacieron de la primera bruja, la cual los engendró para destruir a la humanidad.

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