CAPÍTULO 9

Suspiró pensando de nuevo en las palabras del capitán, en efecto era como él había dicho y aquello se le había olvidado cuando decidió hacer lo que hizo. En el mundo, aquellas criaturas que llamaban "vampiros" cuyo nombre real eran "Shadowborn" nacieron de la primera bruja, la cual los engendró para destruir a la humanidad.

En la jerarquía de aquellas criaturas, se encontraban las dos reinas, quiénes habían sido hijas directas de la bruja. La primera reina, también conocida como la hija mayor, se trataba de su madre. Y la segunda reina, la hija menor, hermana gemela de esta, se trataba de la mujer que los atacó en el pasado y que terminó asesinando a dos de sus hermanos.

En la anatomía de la realeza de los Shadowborn, existía algo llamado como "la necesidad de linaje" que era una especie de mecanismo instintivo de su cuerpo que, para preservar su sangre, hacía que estos quedaran rápidamente en embarazo. Aquello no solo se limitaba a las mujeres, sino también a los hombres. Una jugada audaz que hizo con la anatomía de todos sus descendientes, aquella bruja con delirios de dios.

Por consiguiente, si bien había perdido su virginidad antes de tiempo y copulado sin antes haber entrado en su primera etapa de celo, siempre había la oportunidad de que en efecto su cuerpo ahora estuviera albergando una pequeña vida. De tan solo pensar en eso, no pudo evitar reírse, de verdad pudiera tener el hijo de un hombre al cual cacheteó por pendejo.

—Creo que como padres los dos seríamos un desastre, ¿No?—se preguntó acariciando su vientre, incrédula ante aquella idea.

Tras varios minutos, la enfermera, que sabía muy bien la situación, llegó con un maletín especial y examinó, a solas, puertas cerradas, a la princesa, extrayéndole un poco de su sangre para examinarla. Como ese día debían irse, al enterarse de lo sucedido con su hija, su padre, el caballero de la primera reina, el rey consorte Solomon, fue a buscarla para llevarla directamente a la casa de campo.

Victoria, quien estaba por irse para siempre de la academia, había acordado seguir trabajando para Diana, debían descubrir quién fue el que le suministró el afrodisíaco a Ethan, por ende, aunque ya sus maletas estuvieran lista, no se fue hasta que la princesa se lo permitió.

—¿Entendiste bien qué es lo que tienes que hacer?—preguntó mientras terminaba de hacer sus maletas.

—Sí, su alteza—respondió Victoria.

—Victoria, mi enojo no es contigo—dijo para consolarla—pero aunque Gloria sea tu hermana, si descubro que ella fue parte de esto, tienes mi palabra que no saldrá impune.

—Lo comprendo, princesa—volvió a responder.

Una vez aclarado todo, su querida compañera de cuarto se fue primero que ella. La idea era esperar a que la academia estuviera por completo sola, para poder irse en compañía de Ethan. El capitán, que la seguía tratando con indiferencia y frialdad, haciendo que el corazón de ella se sintiera más dolido, tomó sus maletas y la acompañó hasta el carruaje secreto donde la esperaba su padre.

—¿Con quién lo hiciste?—preguntó Solomon muy frío.

Esperando aquella reacción de su padre, quien, pasó de ser un padre dulce a uno frío y serio tras la muerte de sus dos hijos menores, solo suspiró mientras le decía lo que había planeado. Si bien la regañaría, sabía que no tenía el corazón suficiente para ponerle una mano, puesto que, pese a todo, él vivía solo por su familia.

—No recuerdo, padre—dijo intentando aparentar sinceridad—tras lo sucedido en el bar, me desperté sin recuerdo alguno en un cuarto de una posada cercana. Pude regresar a la academia para antes de la ceremonia de grado; sin embargo, a Victoria le pasó lo mismo.

—¿Estás diciéndome que pudieron haber sido drogadas?—preguntó un tanto incrédulo—¿No me estás mintiendo, Diana?

—Sí, eso puede explicar nuestra intoxicación—dijo segura de su mentira—padre, todos estos años, he actuado acorde a mi rol y mis responsabilidades. El tener mi primera vez y posiblemente quedar en embarazo… Sería algo que no lo haría a la ligera, algo pasó, estoy segura de eso.

Sabiendo que su padre investigaría, y sin querer que él aún no se metiera en el asunto, habló con Victoria sobre eso y le ordenó ubicar cada uno de los testigos para silenciarlos. Solo era cuestión de cumplir su mayoría de edad en una semana, para que pudiera manejar sus asuntos sin que sus padres tuvieran influencia directa. No quería que nadie se metiera con Ethan, ni siquiera ellos, antes de tener la suficiente autoridad para pararse segura frente a sus padres.

—Ethan, siendo que tú también quedaste involucrado—habló Solomon—y que también te intoxicaron, tomate unos días para descansar y reponerte. En quince días sería tu antepenúltima audiencia de divorcio, necesitarás fuerzas para eso. Después te reasignaré para que sigas al pendiente de mi hija.

—Agradezco su confianza y la nueva oportunidad—respondió inclinando la cabeza—no permitiré que nada vuelva a dañar a la princesa, así sea con mi propia vida.

—Eso espero—dijo tajante el caballero de la reina.

Antes de que comenzara el atardecer, el carruaje llegó a la nueva residencia de campo de la familia real, la cual se mantenía oculta tras una barrera que la hacía invisible e indetectable, a causa de lo ocurrido con la primera residencia. Tras despedirse de la princesa y el rey, luego de ser reemplazado por otra compañera, se fue a caballo rumbo a su casa.

Aquella casa, qué tantos recuerdos tenía con su aún esposa, donde su familia vivió por generaciones y la cual le consumió todo sus ahorros reestructurar, por mucho tiempo estuvo sola. Si no hubiera sido por la intervención directa de la reina, hubiera sido invadida, saqueada o tomada por la fuerza por su esposa.

—Hogar, lúgubre y solitario, hogar—dijo en suspiro al entrar.

Dejó con sumo cansancio su bolso, el cual tenía sus pocas pertenencias. Él era un hombre de origen humilde, no tenía riqueza o ahorro alguno; sin embargo, cuando reconstruyó el hogar de su familia, trabajó tanto para obtener tanto dinero como pudiera. Se imaginó el criar a una familia como su abuelo y su padre hicieron. Con niños corriendo de un lado a otro en esos pasillos.

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