Alguien llora en el fondo, es una mujer. Su tono de voz me resulta un tanto familiar, de alguna manera me provoca nostalgia escucharla. Puedo oírla sollozando con amargura, es como si quisiera poder darle un abrazo y acompañarla en su dolor, de hacerlo estoy seguro, lloraría a su lado.
El sonido de aquel llanto poco a poco se intensifica más, puedo sentir a esa persona muy cerca de mí.
-Hijo, por favor abre los ojos, si lo haces prometo que esta vez te protegeré con mi vida y no dejare que nada malo te pase. Por favor te lo suplico, despierta ya. Mamá te necesita.
Esa voz que resuena ahora claramente en mis oídos, me hace estar seguro de quien se trata, es mi madre pero, ¿Por qué está llorando de esa manera tan desconsolada? Quiero poder verla para decirle que todo estará bien.
El cálido contacto con el roce de una caricia sobre mi mano me reconforta, sé que se trata de ella, una piel tan familiar nunca podría olvidarla. Quiero responder con la misma acción, tomarla de la mano y acunarla entre mis brazos, desvanecer su pesar y cargar con sus penas pero me es imposible, no tengo control sobre mi cuerpo en lo absoluto.
Trato de moverme con todas mis fuerzas pero no puedo, ni un solo musculo responde, estoy totalmente inmóvil y eso comienza a frustrarme, pero no, no puedo resignarme sabiendo que mi madre se encuentra en ese estado, tengo que apresurarme a hacer algo para tranquilizarla.
Me centro en la sensación de su piel en mi mano, tratando de convertir el tacto en movimiento. Lo intento un par de veces pero en ambas fallo, sigo inmóvil. No puedo rendirme asi nada más.
Tomo la poca fuerza que hay en mi cuerpo tratando de centrarla completamente en un solo punto, toda la dirijo hacia mi mano haciendo un esfuerzo tan fuerte que es increíblemente doloroso y agotador. Finalmente, de alguna milagrosa manera, puedo sentir como los músculos en mi dedo índice logran responder, dejándome hacer un ligero movimiento con él.
-¡Oh por dios! Te moviste hijo, de verdad lo hiciste. ¡Enfermera, doctor! Por favor alguien venga rápido.
Aquel llanto tan doloroso que llenaba la habitación se detienen abriendo paso a gritos de emoción y sorpresa.
-¿Qué sucede señora Walker?
Escucho como alguien más llega corriendo hasta donde nos encontramos, seguido de otros pasos detrás.
-Se movió hace un segundo. Juro que se ha movido – Dice mamá con efusividad.
Varios pares de manos comienzas a tocar todo mi cuerpo, provocando una oleada de escalofríos en él. Se siente como si muchas ondas eléctricas me recorrieran provocando algo en mí.
-Le haremos un cheque general señora, pero es posible que no se obtengan resultados. Es común que los pacientes en coma tengas pequeños estímulos y se mueva el cuerpo de forma involuntaria, asi que por favor, no se haga muchas ilusiones.
El llanto regresa nuevamente, la voz alegre y optimista de segundos antes se ha vuelto a apagar, eso me enfurece bastante.
-Tiene que esperar afuera por favor, su presencia puede obstaculizar el procedimiento y entre más tardemos en hacerlo, menos probabilidad hay de que despierte.
-Está bien doctor. Por favor avíseme en cuanto termine sea cual sea el resultado.
Alguien pone sus manos en mis parpados y comienza a abrirlos, poniendo una especie de luz que me lastima la vista, pero en cuanto los suelta, mis parpados regresan al mismo sitio cerrándose instantáneamente.
Abren mis ojos una vez más y esta vez no pienso desaprovechar la oportunidad, necesito mantenerlos abiertos a como dé lugar. La luz me lastima pero intento soportarlo para que no volverlos a cerrar. La persona que hace el procedimiento suelta mis parpados nuevamente, pero antes de que se cierren por completo, logro reunir la fuerza suficiente para dejarlos entreabiertos.
-Abrió los ojos. Los está abriendo. Todo mundo comience los masajes estimulantes y no paren hasta que obtengamos repuesta. Con suerte esta noche será el día.
-Sí señor – Contesta un grupo de gente al unísono.
Más manos comienzan a recorrerme y cada vez siento más el tacto de su piel. Por otro lado, tengo unas jodidas ganas inmensas de parpadear, pero me aterra que al hacerlo, probablemente no pueda volver a abrirlos.
Pasan unos segundo y ya se me ha cerrado un ojo, y no sé cómo pero de alguna manera, logro abrirlo otra vez. Asi continúo, intercambiando de ojos para dejar descansar uno mientras el otro se mantiene abierto. De esta manera no cerrare ambos en ningún momento.
De repente, siento un pinchazo horrible en una de mis piernas, lo cual provoca que por reflejo me siente rápidamente.
-¡Auch! Eso duele maldita sea – Grito furioso por el dolor.
Por fin he logrado tomar el mando de mis acciones y mis ojos se han abierto por completo. Miro a mi alrededor y veo a cinco personas con batas blancas paradas alrededor, todos con una sonrisa en sus rostros observándome fijamente. Por lo que veo, es bastante evidente que me encuentro en un hospital.
-Recuéstese joven. Es peligroso que intente moverse con normalidad por ahora.
Miro como uno de los hombres, un tanto mayor con bata blanca y rostro simpático intenta tranquilizarme.
-¿Quién es usted? Dígame por favor ¿Qué está pasando?
-Claro, esto debe ser confuso para ti. Soy el doctor Jonathan Brown, y estoy llevando tu caso desde que ingresaste al hospital. Quedaste en coma por tres días despues de haber recibido un impacto de bala en el pecho. Afortunadamente te trajeron a tiempo y la bala no llego a perforar ningún órgano vital, lo cual pudimos resolverlo fácilmente con cirugía.
Me es difícil poder procesar toda esa información tan rápido, no sé qué responder y solo puedo mirar con confusión al doctor, el cual, ahora tiene un rostro algo pensativo, como si quisiera agregar algo más pero no encontrara las palabras adecuadas.
-Por otro lado – Hace una larga pausa soltando un suspiro pesaroso, para despues hacer una seña al resto de personas ahí dentro en señal de que se marchen. Lo cual hacen de inmediato – Hay una cosa más que me preocupa. Tienes una gran cantidad de cicatrices en tu cuerpo pero, hay una en específico que me mantiene preocupado.
Me mira en busca de una respuesta, pero me niego a hablar, no hay nada que pueda decir al respecto, de todas formas, no me creería aun si le dijera la verdad. Sin embargo, esto me pone en una posición difícil, si le digo abiertamente que me las he hecho yo con autolesiones, es posible que me manden a un hospital psiquiátrico, lo cual no sería muy conveniente. La mayoría de las marcas han sido por asignación, no sería justo que me tomen por un loco.
-Des acuerdo, si no estás listo para hablar de esto te entiendo, pero tendremos esta conversación tarde o temprano, ya que se requiere para darte un alta cuando mejores.
-Entonces… ¿Qué es lo que le preocupa? – Pregunto vacilando al hablar.
-Ingreso con una herida que fue hecha recientemente en un costado, sobre su tercer costilla izquierda para ser exactos. Esta herida no se mira profunda ni es muy grande, pero por difícil que parezca, esta no ha parado de sangrar desde que llego al hospital. La hemos limpiado en repetidas ocasiones y a pesar de que no necesita sutura, simplemente no para de sangrar.
Al escuchar esto en automático miro hacia mi costado y efectivamente, aun ahora tengo sangre en la bata de hospital que llevo puesta. La cabeza me da vueltas, ¿Cómo puede estar pasando esto justo ahora?
Me quedo helado sin saber cuánto tiempo me queda para realizar el asesinato, y más aún, sin puta idea de cómo lo voy a hacer en estas condiciones. Aun no soy capaz de mover por completo mi cuerpo a voluntad, mucho menos seré capaz de hacer eso, pero si no lo hago será el fin.
-¿Podría decirme aproximadamente a qué hora ingrese ese día al hospital, y que hora es en este momento? – Pregunto inquieto. Probablemente sea demasiado tarde.
-Claro, no hay problema – Me responde extrañado mientras busca en una tabla de documentos – Usted ingreso el pasado sábado a las doce treinta y tres exactamente, y en este momento son las ocho cuarenta y dos.
-Gracias, emmm…. Tengo que ir al baño – Le indico.
-Tiene una sonda puesta, puede hacerlo aquí.
-Imposible, por favor déjeme ir al baño, no podría hacerlo aquí estando despierto.
-En este momento será imposible que se ponga de pie. Ha pasado tres días en cama y es peligroso – Replica dándome explicaciones
-Podría usar una silla de ruedas, por favor no puedo hacerlo aquí de esta manera.
-Imposible – Finaliza la conversación.
Despues de mucha humillación, falsa vergüenza y suplicas, por fin el doctor accedió a trasladarme al baño en una silla de ruedas. No fue nada sencillo ya que aun estando dentro del baño, tuve que rogarle un par de veces más para que me dejara a solas.
Afortunadamente, una vez solo, logro comprobar que la movilidad en mis piernas está bien. Intento pararme en repetidas ocasiones hasta que puedo lograr mantenerme de pie y avanzar sin ayuda de apoyarme en algo. Esto tendrá que bastar para completar el trabajo antes de que sea tarde.
Saco de entre mi cabello un pequeño bisturí que tome sin que se dieran cuenta, y con rapidez alzo mi bata para marcar el nombre de mis costillas.
Aparezco en una especie de parque con árboles y bancas alrededor. Imagino que tan mal se puede ver una persona sangrando con bata de hospital en público, pero debo ser rápido si no quiero fallar o que noten mi ausencia.
Aquí es de día, por el calor y el punto en el que el sol se encuentra intuyo que deben rondar las tres de la tarde, soy muy notorio de entre tanta gente. Miro hacia todos lados, pero no veo ningún aura roja. Esto comienza a preocuparme.
Camino en los alrededores del parque pero no consigo encontrar nada, solo más y más auras azules. Esto es muy grave. Decido sentarme un momento en una de las bancas que hay en el lugar, ya estoy muy cansado y no sé cuánto más podrá resistir mi cuerpo.
De repente siento como alguien toca mi hombro. Se trata de una chica de aspecto gentil, unos veintitantos años de edad, que para mi sorpresa, tiene un aura roja emanando de ella. Por fin la encontré.
-Disculpe, ¿Se encuentra bien? ¿Está perdido? – Su mirada denota angustia, es esta mi oportunidad.
-Asi es, no sé cómo sucedió. Estaba en el hospital durmiendo y de repente desperté aquí. Estoy algo asustado en realidad, nunca me había pasado algo parecido. ¿Sería tan amable de encontrar el camino de vuelta al hospital señorita?
Me sorprendo ante mis propias palabras, cada mentira sale con tanta naturalidad que pareciera real.
-¿Tienes algún número telefónico para contactar a un familiar?
-Lo siento pero no puedo recordar mucho en este momento. No sé muy bien donde estoy pero creo que el hospital queda cerca, no puedo mantenerme en pie y me será difícil llegar – Le digo lo más inocentemente posible.
-De acuerdo, guíame y te ayudare a llegar hasta ahí, tranquilo.
Me ayuda a pararme y me apoyo en ella fingiendo no poder caminar bien, lo cual no es del todo falso. Me siento algo culpable por aprovecharme de la gentileza de esta persona, pero no es momento para pensar de esta manera. Inhalo y exhalo pausadamente intentando deshacerme de esos pensamientos inútiles.
Se ve muy transitado por doquier, no me será nada fácil hacerlo de esta manera. A medida que vamos caminando busco lugares solitarios, hasta que llegamos a una calle donde se ve una especie de callejón.
-Deberíamos dar vuelta aquí – Le indico señalando al interior.
-Pero ese lugar no da a ningún hospital – Me responde.
¡Maldición!
-Lo sé, pero llendo por ahí ahorraremos camino, y es que cada vez me siento más adolorido y cansado, no podré continuar asi mucho más – Digo con voz temblorosa intentando llenar un poco mis ojos de lágrimas.
-Está bien, vayamos por ahí – Dice por fin resignada.
En medio de aquel callejón saco nuevamente el bisturí, y en un torpe movimiento al intentar cortar su cuello, le doy en la cara con él hiriéndole la mitad del rostro. Ella grita por el dolor, al escucharla, un individuo que va pasando por ahí se frena para mirar que sucede. ¡Mierda! Esto se pone cada vez peor.
Hago mi segundo y definitivo intento para matarla, cortando esta vez directamente su yugular. La chica cae al piso derramando mucha sangre por doquier, el sujeto mira horrorizado la escena tras recibir algunos chorros de sangre sobre su ropa y sale corriendo.
En cuanto veo cómo sale el aura de su cuerpo inmediatamente corto su nombre para regresar lo más rápido posible.
Al abrir los ojos ya estoy de vuelta en el sanitario del hospital, la puerta está abierta lo cual me hace suponer que si notaron mi ausencia. Salgo del baño, y la habitación está vacía, yo me dispongo a regresar a la cama para recostarme, estoy exhausto.
Si finjo que eso nunca pasó nadie sospechara de mí.
Despues de muchas interrogantes del por qué me había escapado, simplemente fingí demencia, eso fue suficiente para que pararan de bombardearme con preguntas por el momento.
La madrugada es fría, no puedo dormir. Hay un único pensamiento rondando mi mente “¿Cómo está Bael?” Me inquieta no tener noticias sobre él, más aun sabiendo que la última vez que lo vi lo deje mal herido. No puedo esperar a que llegue el amanecer para poder preguntarle a mamá que fue lo que pasó. La angustia me come vivo.
********
Siento que alguien me sacude el brazo, al abrir los ojos veo que es mamá. Apenas ha amanecido y ella ya se encuentra a mi lado.
-Por fin despertaste hijo, ¿Cómo te sientes? – Pregunta bañada en lágrimas.
-Estoy bien mamá, el doctor dijo que estoy mejorando rápido y la bala no hizo mucho daño en mi cuerpo.
Me da un enorme abrazo, tan fuerte que es sofocante. La empujo un poco para separarme y tomar un poco de aire.
-Mamá no me dejas respirar.
-Lo siento hijo, es que estoy tan feliz.
-Oye mamá, ¿Cómo se encuentra Bael? El chico que me acompaño a la fiesta ese día.
No puedo aguantar un segundo más la angustia. Su semblante cambia por completo, ha parado de llorar y se puso demasiado seria, eso no indica nada bueno.
En ese momento por mi cabeza pasan los más terribles panoramas que pueda imaginarme, sin siquiera escuchar una palabra salir de su boca ya siento que los ojos me arden. Quiero llorar.
-Said, tu asististe solo a la fiesta ese día. No tenías ningún acompañante contigo.
Me quedo mirándola incrédulo de sus palabras. Es imposible que no lo haya visto si hasta los presente.
-¿Pero qué estás diciendo? Si ese fue el origen del problema con papá
-Quizás toda la conmoción te está confundiendo hijo, eso no pasó asi. No tenías ningún acompañante contigo y mucho menos te disparó por eso. Tu padre dijo que tuvieron una disputa por el cómo te marchaste de casa y en un arranque de ira te disparo, ¿Recuerdas?
Me rio a carcajadas por lo que está diciendo. No lo puedo creer. ¡Ella lo vio!
-Bael era el chico que se la pasó pegado a Will toda la noche mamá, ¿Cómo es posible que no lo recuerdes? ¿Estas bromeando conmigo cierto? – Le digo aun riéndome.
-Hijo, tu hermano estuvo toda la noche atendiendo a los invitados conmigo, en ningún momento se fue de mi lado – Dice con seriedad.
La sonrisa se borra de mi rostro, esto ya no suena a una broma. Como puede decir todo aquello si realmente sucedió como lo recuerdo. ¡Ya se! Tal vez una foto logre refrescar su memoria.
-Mi teléfono, ¿Dónde está mi teléfono? – Pregunto ya un tanto exaltado.
Me lo entrega de inmediato sacándolo de una mesita que está a un costado de la cama. Lo desbloqueo con rapidez y busco en mi galería una foto que le tome ese día antes de llegar a la fiesta, pero por más que busco no encuentro nada. No puede estar pasando esto, ¿Cómo es posible que ni siquiera este esa foto? De acuerdo, tranquilízate. Recito para mi internamente esas palabras una y otra vez, pero por más que lo intento no logro calmarme.
¡Lo llamare! De esa manera, ella vera que no estoy mintiendo. Busco en mi lista de contactos y tampoco hay un número registrado a su nombre, busco en el historial de mensajes pero es más de lo mismo.
No hay rastro alguno de él, es como si se hubiera desvanecido en el aire, al igual que el humo de uno de mis cigarrillos, que solo muestra su presencia unos segundos para despues marcharse sin dejar rastro.
-Hijo, ¿Estas bien? – Pregunta mi madre angustiada.
-No estoy mintiendo. Bael fue conmigo a la fiesta ese día, ¿Qué es lo que está pasando? – Grito fuera de mí.
-Cariño, el doctor me explico que podrían haber daños cerebrales despues del shock que sufriste. Tal vez esa persona sea parte de ello.
-Necesito regresar a mi hotel. Estoy seguro que estará ahí.
-Tendrás que quedarte tres días más en observación, despues de eso te llevare al hotel pero solo será para que recojas tus cosas. Creo que lo mejor será que vivas con tu tío David por un tiempo en lo que se calman las cosas.
-¿Pero el tío David no se supone que vive en Inglaterra?
-Asi es, he hablado con él y acepto alojarte en su casa por un tiempo. Falta poco para que finalices el instituto y moviendo algunas influencias logre que me dieran tu certificado antes de tiempo, tu tío ya hasta arreglo las cosas para que puedas ingresar a una muy buena universidad que está bastante cerca de su casa – Hace una pausa – Sé que todo es muy repentino pero, tal vez la distancia con tu padre te haga bien.
-¡De ninguna manera me puedo ir a Inglaterra! Aquí esta Bael y no pienso dejarlo solo.
-Esa persona no existe entiéndelo – Dice gritando finalmente ya alterada por mi terquedad.
-¡Que si existe! Vayamos al hotel donde ambos nos hospedamos y lo comprobaras. Seguramente él está ahí, asustado por las amenazas de mi padre.
-Está bien, iremos y lo comprobaremos. Si está ahí ese tal Bael podrás quedarte, pero de lo contrario si no hay nadie, tendrás que aceptar el irte a Inglaterra con tu tío sin rechistar.
-Acepo el trato. Estoy seguro que ahí estará, el no sería capaz de abandonarme como el resto de ustedes.
Sus ojos se llenan de lágrimas amenazando con salir, pero antes de que eso pase, solamente toma sus cosas y se marcha sin decir nada más.
Una vez que la puerta se cierra tras de ella, mis lágrimas caen incontrolables. Me recuesto bocabajo intentando silenciar los gemidos con mi almohada, pero mis sentimientos son tan fuertes, que en vez de quedarme callado sollozo con más fuerza hasta que termino gritando como un demente tratando de expulsar el dolor.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 32 Episodes
Comments