**********
La luz que se cuela por la ventana a través de las cortinas es bastante molesta, debo cerrar muy fuerte los ojos para que no me encandile.
Subo la cobija hasta cubrir mi cabeza, tratando así, de disminuir un poco de su impacto. Ya está mucho mejor.
Me pongo cómodo nuevamente, dispuesto a dormir un poco más, pero un bip que suena al fondo me lo hace imposible destruyendo mis nervios de paso. Mi cabeza retumba, busco a tientas con la mano hasta encontrar mi teléfono, y abro los ojos para apagar la alarma. Siete quince, debo apresurarme si no quiero llegar tarde al colegio y perder el examen por el que tanto estudié.
Me incorporo en la cama a regañadientes, siento los ojos pesados, el cuerpo dolorido y cansado. Tengo sudor por todos lados, como si hubiese corrido un maratón. Eso es algo nuevo para mí, ya que mi temperatura suele mantenerse fresca y constante a pesar del calor, además, es temporada de invierno como para encontrarme en este estado.
Me siento en la orilla de la cama y algo logra captar mi atención casi de inmediato. La ropa que llevo puesta, no es la misma con la que me acosté. Revisando mi entorno, caigo en cuenta de que las sabanas, cobijas y fundas de almohada también son distintas, ¿A qué hora cambie todo?
Aquello me hace recopilar los extraños sueños que tuve la noche anterior, haciendo que por acto reflejo levante mis mangas para comprobar que todo se encuentre en orden, y así es. Solo tengo las marcas que hice con la navaja la última vez debido a mi arranque momentáneo de estupidez, las cuales debo cubrir si no quiero que alguien las vea y me tome por loco.
Le restó importancia a todo ese asunto y me encamino al baño para tomar una ducha antes de ir al colegio. Despues de todo, solo fue un mal sueño.
Me quito el pijama para entrar en la ducha, y el agua caliente relaja mi cuerpo al instante. Disfruto sentir cada gota recorriendo mi piel, quedándome bajo el choro un poco más de lo usual.
Una vez termino de bañarme comienzo a secarme, y una mancha roja en la toalla me hace frenar. Reviso bien la tela e intento identificar de qué se trata, parece ser sangre fresca. Me acerco al espejo con prisa, y lo primero que veo es que en el pecho justo en el lado del corazón, estoy sangrando. Limpio la superficie con la misma toalla, pero así tan pronto como la tela absorbe la sangre, esta se vuelve a llenar impidiéndome ver la herida con claridad.
El sonido de mi celular desvía mi atención, y aun sin ver el identificador, puedo intuir de quien se trata. Reviso la pantalla de mi celular y efectivamente, la llamada es de John.
John es lo más cercano que tengo a un amigo, o al menos eso soy yo para él, pero en realidad se trata de una amistad completamente unilateral. Lo conocí en tercer grado, y desde entonces me sigue como mosca al dulce. Nunca le he dado motivos para que crea que somos amigos, aun así es bastante persistente, tanto, que parecieran no importarle mis continuos desplantes. Incluso se las ingenió para conseguir mi número telefónico.
Desde entonces ha sido la única persona externa a mi familia con la que tengo contacto, además de eso, por algún motivo siempre nos toca estar en la misma escuela y en el mismo grupo. Pareciera ser alguna maldita mala broma del universo, que se empeña en querer poner a prueba mi paciencia muy seguido, así que por todo aquello, me ha sido imposible escapar de él, o quizá me acostumbre tanto a su presencia que solo deje de intentarlo.
-¿Qué carajos quieres ahora? – Le suelto apenas respondo el teléfono, sin humor alguno de querer escuchar sus idioteces.
-Buenos días Saíd, ¿Qué tal estas? Yo muy bien, gracias por preguntar – Dice al otro lado de la línea, en su ya habitual tono sarcástico.
-No me jodas. Dime de una maldita vez que es lo que quieres o colgaré el teléfono.
Comienza a exasperarme, pareciera ser que es su maldito hobby.
-Con un carajo cálmate, solo quería saber dónde mierda estas. El examen está por comenzar y solo podre distraer a la profesora por un par de minutos.
Eso es una de las cosas que aprecio de él a pesar de que no me agrada mucho, siempre intenta ayudarme y conoce bien mis prioridades.
-Voy en camino, distráela lo más que puedas - Le digo finalmente cortando la llamada.
Corro de vuelta al baño y noto que mi herida del pecho aún sangra, me apresuro y la limpio con agua, pero aun asi la sangre no deja de fluir. No es momento para preocuparme por eso, debo darme prisa o tendré problemas.
Termino cubriéndola con algunas gasas que tengo en mi botiquín, uso bastantes como para evitar manchar mi ropa. Posteriormente tomo unas vendas y envuelvo mi muñeca con ellas, para que las marcas que tengo ahí tampoco se vean.
Tomo rápidamente del closet unos jeans de mezclilla lisos y una camiseta gris sin mangas. A pesar de ser invierno me siento acalorado. Para finalizar recojo mi mochila y me marcho a toda prisa sin siquiera peinarme o poder despedirme de nadie, aunque realmente tampoco quiero hacerlo.
Agitado, entro en el salón de clases y busco a John con la mirada, pero no se encuentra por ningún lado al igual que la maestra. Espero que no se haya vuelto a meter en problemas, y menos si es por mí culpa.
Saco el móvil de mi bolsillo para escribirle un texto y corroborar que todo esté en orden.
“Ya estoy aquí, no te veo por ningún lado. ¿Dónde carajos estas?”
Coloco mi mochila a un costado tratando de acomodar mis cosas, después de un par de minutos mi teléfono vibra.
“Estoy en la enfermería junto a la profesora, porque a un imbécil se le hizo tarde. En un momento vamos de regreso, le diré que milagrosamente comienzo a sentirme mejor.”
No puedo evitar sonreírle con gracia a la pantalla. Me recuesto sobre la mesa un momento para lograr regular mi respiración, mi casa no se encuentra muy lejos del colegio, pero si lo suficiente como para hacerme perder el aliento si corro hasta aquí.
Entre murmullos de mis compañeros, escucho a varios hablado sobre lo mal que se sentía uno de ellos, tanto que se desmayó en medio del salón y tuvo que ser llevado inmediatamente a la enfermería. Sonrió esta vez a mis adentros, tratando de reprimir una carcajada por aquella información que escuche accidentalmente, puedo imaginar perfectamente quien fue el que se desmayó. Ese sujeto está realmente loco, ahora no puedo negar que, a pesar de que no me gusta recibir favores le debo una.
El examen al final resulto ser más sencillo de lo que esperaba, y maldigo en silencio al recordar lo frustrado que me sentía mientras estudiaba. Como siempre fui el primero en terminarlo, así que la profesora me hizo salir del aula en lo que el resto del grupo tambien terminaba.
Con tiempo de sobra decido irme a una de las mesitas que se encuentran en el jardín, aún me encuentro con los parpados pesados por el sueño, asi que no será mala idea tomar una breve siesta.
Acomodo la mochila a modo de almohada, y me recuesto en ella tratando de encontrar su punto cómodo, pero no demoro mucho, mi cansancio me puede en cuestión de minutos.
*******
Un frío devastador me hiela los huesos, provocando que se ericen los bellos de mí piel. Los árboles se mueven violentamente de un lado a otro, y el ruido que hacen lo pone todo muy tétrico. Me encuentro en el bosque, en medio de la noche, completamente solo. Mi respiración se agita volviéndose irregular, de alguna manera sé que esto es un sueño, pero aun así me resulta aterrador este lugar. Suena a mis espaldas el ruido de pequeñas ramas y hojas secas rompiéndose, como si alguien caminara por ahí al acecho, puedo sentir su mirada sobre mí.
-Así que tú eres Saíd, ¿No es así?
Una voz de hombre, gruesa y profunda suena de entre la oscuridad.
-¿Quién eres? ¿Qué es lo que quieres? – Pregunto, sin poder evitar titubear al hacerlo.
-¿Qué quiero? Nada en particular realmente, solo estoy aquí para poder servirle, y soy…. – Vacila un poco – No creo que sea necesario decirlo en este momento, pronto me va a conocer.
-¿Servirme para qué? Déjame verte – Mi tono de confusión es evidente
Se escuchan sus pasos acercarse, pero no son muchos, se frena casi tan pronto como comenzó a andar, dejando ver de entre las sombras solo un par de ojos oscuros de mirada penetrante, que de alguna forma, me resultan familiares.
Definitivamente ya los había visto antes, pero justo ahora, no recuerdo donde. Doy un par de pasos hacia adelante para poder verlo más claramente, mismos pasos que se le escucha retroceder.
-Debo atreverme a decir que usted es curioso mi señor, pero como le he dicho antes, pronto podrá conocerme bien.
*******
-Bael despierta ya, la siguiente clase está por comenzar.
Una voz me saca de aquel sueño, pero aún sigo adormilado, no logro identificar de quien es. Le doy un empujón a la mano que no deja de moverme, y me volteo del lado contrario esperando a que se marche.
-Carajo despiértate ya.
De la nada, siento un golpe en la cabeza ¡Gran error! Me levanto en automático en un solo movimiento, y golpeo con el puño a lo que sea que me haya molestado. Al abrir los ojos, me sorprende ver que es John quien está tirado en el piso frene a mí, sangrando escandalosamente por la nariz. Admito que en ocasiones mi estupidez llega a ser más grande que la suya.
-Lo siento, en realidad seguía medio dormido y lo hice por reflejo – Le digo dándole la mano para levantarlo.
La toma sin pensarlo y con la otra mano se sostiene la nariz tratando de frenar su sangrado.
– ¿Te encuentras bien? Si quieres puedo llevarte a la enfermería – La gente comienza a aglomerarse – Pero decide rápido, ya hay mucha gente mirando, si no lo haces te dejaré aquí solo.
No me gustan en lo absoluto las multitudes y menos en circunstancias como esta. Miro como lanza una sonrisita maliciosa y comienza a sollozar de dolor, dolor que estoy seguro no está sintiendo.
-Vamos, será mejor que te calles o te daré otro golpe para que sepas lo que es el dolor verdadero – Le susurró al oído.
Inmediatamente borra la sonrisa de su cara palideciendo.
-Vale, solo llévame al baño a limpiar este desastre, estoy bien – Me dice en un tono ya más serio – Por favor, infórmenle al profe David que tuve un accidente y que Saíd estará ayudándome, enseguida las alcanzamos niñas.
Eso último, lo dice dirigiéndose a Maya y Cristina, dos de nuestras compañeras de clase, un par de las muchas chicas que lo siguen como perritos falderos. Son simplemente un fastidio.
Una vez que entramos en los baños, varios de los chicos que se encontraban dentro se alarman al ver la sangre tan dramática que sale de la nariz de John, él solo les levanta la mano, a manera de hacerles entender que todo está bien, eso basta para que todos salgan del lugar para darnos espacio.
Tomo barias toallas de papel y las humedezco con agua, poniéndolas en su nariz torpemente para tratar de frenar el sangrado. Esta es la primera vez que ayudo a curar la lesión de alguien que no sea yo, y espero tambien sea la última. Tal vez sea suficiente castigo por haberlo golpeado.
Sigo limpiándolo, pero la sangre no deja de salir y comienzo a preocuparme, a diferencia de mí, a él se le ve bastante divertido.
-Nunca en tu vida has ayudado en un accidente ¿No es cierto? – Dice con una amplia sonrisa divertida en su rostro.
-La verdad es que no – Confieso tratando de ignorar su fastidioso gesto.
Mi hermano siempre se suele encargar de curar a mamá, tratando de que yo no la vea en el deplorable estado en el que se encuentra casi siempre. Por mi parte, no suelo accidentarme seguido, o al menos no gravemente, lo cual explica mi evidente ignorancia al respecto.
-Se nota. Para que una herida pueda dejar de sangrar debes de oprimirla con algo, y ese papel es poco más que inútil con lo mojado que está.
Se quita la camisa y la humedece con agua poniéndola sobre su nariz, alzando la cabeza hacia arriba.
-Y de esta manera la sangre se coagula evitando que continúe saliendo. Por cierto, ¿Se puede saber que te ocurrió en el rostro? ¿Te metiste en una pelea o algo?
-Deja, yo lo hago – Le digo poniendo mi mano sobre la suya tratando asi de evadir el tema.
Recuesto su cabeza en mi pecho para que no se canse, pero él no quita su mano, la deja debajo de la mía todo el tiempo. Pasan así cinco minutos más o menos, en los que ninguno de los dos habla, decide respetar mi privacidad y mi silencio. El lugar se mantiene en completo pacifico, con la clase de silencio que resulta extrañamente cómodo.
De repente, un chico entra y se nos queda mirando extraño, tal vez por la posición y circunstancia en las que estamos ha malinterpretado las cosas.
Me quito rápidamente, haciendo que John también se levante de golpe, y al quitarse la camisa de la cara notamos que su nariz ya dejo de sangrar. Solo se enjuaga para quitarse el resto de la sangre que quedo embarrada alrededor de su cara y queda como nuevo.
Ya se le ve mucho mejor, es un alivio. Yo que pensaba que sería necesario llevarlo a un hospital para hacerle una cirugía o darle puntadas, pero parece ser qué solo fue algo superficial.
Veo como sacude su camisa para volver a ponérsela y lo paro en seco quitándosela de la mano, me quito la mía y le estiro la mano para que la tome. Qué remedio, no sería justo hacerlo andar por ahí con una camisa toda ensangrentada por culpa de mis impulsos agresivos.
-¿Qué fue lo que te paso ahí? – Pregunta señalando la gasa que tengo en el pecho y después mi muñeca vendada.
-Nada que te importe – Respondo a la defensiva cortando la charla.
¿Cómo pretende que le explique algo de lo que ni siquiera yo soy consiente? O al menos no de la mayor parte. Sé que es ya de por si sospechoso llegar golpeado de la cara, y ahora las heridas lo hacen ver todo aún peor.
Me toma por sorpresa al estirar la mano, tocando la herida en mi pecho. Me alejo casi de un salto para que no me toque más, creo que capta la indirecta, no vuelve a intentarlo.
Toma mi camisa, pero solo se queda mirándome como si no entendiera lo que trato de decirle, así que dejándoselo más en claro me pongo la suya que está toda manchada, acto seguido John me imita poniéndose la que le di.
-Gracias – Me dice agachando la mirada, tal vez con timidez.
¿Por qué diablos me está agradeciendo? Si él no tuvo la culpa de nada. Tal vez la pérdida de sangre este afectando su cabeza. Solo asiento afirmativamente para no tener que contestar nada más.
Regresamos al aula caminando despacio y en silencio, al entrar todos se nos quedan viendo expectantes.
-¿Está todo en orden chicos? ¿Qué sucedió? – Nos pregunta finalmente el profesor con semblante preocupado.
-Lo está, no se preocupe, lo que paso fue que….
-Lo que paso fue que veníamos caminando rumbo a su clase y por estar distraído con mi celular tropecé golpeándome la nariz. Saíd estaba conmigo, así que él fue quien me ayudo a limpiarme - Dice John interrumpiéndome a media frase.
Creo que después de todo, además de idiota, si es una buena persona, esto habría ameritado como mínimo una suspensión.
-Ya veo chicos, pueden tomar asiento. Para retomar la clase abran sus libros en la página treinta y dos por favor – Dice el Sr. David apuntando a los asientos – A propósito, un nuevo estudiante se ha incorporado a al grupo, se perdieron la presentación, pero espero que se lleven bien y respondan sus inquietudes igual que el resto.
-Claro – Respondemos John y yo al unísono.
Un nuevo estudiante a estas alturas del periodo resulta extraño, pero en realidad no me interesa mucho, será solo un rostro más, no es como que quiera ser su amigo, o vaya a presentarme con él siquiera.
Camino entre las filas de asientos para llegar al mío, sintiendo las miradas reprobatorias de aquellos que vieron lo que realmente sucedió con John. Que hipócritas son todos ellos, vieron lo que paso y ninguno intento interceder por él, pero ahora si se hacen los valientes juzgándome con la mirada. Los ignoro continuando mi andar pero me quedo de pie viendo que mi lugar ya ha sido tomado por alguien más, él solo está ahí, distraído, mirando distante hacia la venta.
-Estas en mi lugar – Le digo irritado.
La persona sentada en mi asiento dirige su mirada hacia mí. Me quedo helado al ver aquellos ojos oscuros, aquella mirada penetrante tan familiar que ya había visto antes, logrando recordar que sí lo he hecho, pero solo en sueños.
Podría jurar que es la misma, pero debo estar equivocado, eso no podría ser siquiera posible, quizás solo se le parezcan, eso es todo. ¿Qué tan probable seria que soñaras a alguien sin siquiera conocerlo?
-Lo siento mucho, vi el asiento vacío y creí que nadie lo usaba, enseguida buscaré otro – Me responde en un tono de disculpa bastante exagerado, como si lo hubiese regañado.
Aquella voz me hace confirmar lo que imaginaba. Es exactamente la misma voz de aquel hombre que me hablo en sueños, gruesa, profunda y bastante intimidante. Mis bellos se erizaron en cuestión de segundos al escucharlo, haciéndome retroceder un par de pasos por instinto. ¿Qué mierda significa esto?
Se levanta del lugar, permitiéndome sentarme, y coloca sobre mis hombros una camisa a cuadros con mangas largas que llevaba sobrepuesta.
-Póntela, parece que la necesitas – Termina diciendo para después alejarse, sentándose hasta el otro extremo del aula.
La sensación de pánico no me abandona a pesar de que no está cerca de mí, siento cierto temor de estar en el mismo sitio que él. Esto definitivamente no me está gustando.
Tal vez me estoy volviendo loco.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 32 Episodes
Comments