Capítulo VI

¡Mierda!

Esta vez la situación es distinta. De por sí ya era lo bastante difícil tener que matar a una persona perfectamente normal y ahora me encuentro con que tengo que asesinar a un jodido niño. No me lo puedo creer, parece como si la vida tomara toda la mierda que he generado y no contenta con eso, la regurgitara nuevamente sobre mí para llevarla de vuelta a donde pertenece.

Esa posibilidad llegaba a pasar de vez en cuando por mi cabeza, pero era tal la necesidad de expulsarla que eventualmente se fue convirtiendo en un pensamiento fugaz, de esos que solo llegan y se van. Me mentí a mí mismo, a tal grado de creer en mi propia mentira. Ahora estoy aquí lamentado no haber meditado más seriamente la situación. De haberlo hecho, tal vez no sentiría como si un balde de agua fría callera en mi cabeza.

El panorama comienza a verse borroso. Me tambaleo hacia los lados, sintiendo como si el piso bajo mis pies se moviera bruscamente provocando que mis piernas flaqueen sintiéndose increíblemente débiles.

Caigo directamente al suelo, mi esfuerzo por mantenerme de pie es nulo. La desesperación amenaza con tomar el control de mí cuerpo y ya puedo sentir la humedad en las mejillas. ¡Quiero gritar! Realmente quiero hacerlo.

Siento como la poca cordura que aún queda en mí se va esfumando, quiero salir corriendo de ahí ahora mismo, pero antes de poder siquiera moverme siento a Bael moviéndose atrás de mí. Me abraza desde la espalda con una mano mientras que con la otra tapa mi boca, evitando asi de esa manera que los sollozos salgan de ella, con el resto de su cuerpo ejerce fuerza sobre el mío inmovilizándome. Agradezco mucho su gesto, gracias a él ha impedido que llame la atención de alguna manera.

Sabe que estoy a punto de hacer una gran estupidez.

Sentirlo tan cerca de mí me transmite seguridad, logra desvanecer las nubes que segaban mis pensamientos haciéndome pensar claramente otra vez. Hay algo especial en el, que es como una especie de sedante para mis emociones cuando entran en un estado caótico. No sabría cómo explicarlo con claridad, en realidad ni siquiera sé cómo entenderlo.

El haber escuchado la posible última despedía de un padre hacia su hijo es desgarrador. Uno como adulto está preparado mentalmente para poder decir adiós a un padre, pero nunca como padre se podría estar preparado para decir adiós a un hijo.

Una vez que me encuentro más tranquilo Bel se aleja de mí y se levanta, me extiende la mano para que pueda ponerme tambien de pie. Me mira fijamente y se ven miles de preguntas en su angustiosa mirada.

Francamente, imagino que tipo de preguntas son, igualmente no me apetece darle respuesta alguna en este momento aun que me las cuestionara de frente, aun asi me intriga lo que está pensando.

Decido esperar un rato más ahí dentro en silencio, asegurándome de que el niño esté profundamente dormido. No quiero ningún inconveniente, no sé qué haría si de la nada comienza a llorar o a rogar porque no le haga daño. Quizás y solo quizás, en esa situación... le perdonaría la vida.

Entiendo que asesinarlo mientras duerme no me hace realmente una mejor persona ni tampoco disminuye la culpa, pero al menos, no podrá ver la cara del monstruo que lo hizo.

Una vez saliendo de ese estrecho armario me siento un poco más aliviado, el aire se siente más fresco y respirable que de costumbre. Nunca me he considerado una persona claustrofóbica pero después de esto tendré que plantearme nuevamente esa pregunta.

-¿Te encuentras bien Said?

Me limito a no responder.

-Ya está dormido, ¿Qué es lo que sigue ahora? Debemos apresurarnos si no queremos perder de vista a ese hombre – Insiste tras mi negativa.

Bael aún no comprende que es lo que está pasando. Por un segundo olvidé que él no es capaz de ver las auras, y al ver al padre en la misma habitación al igual que yo supuso que él era la víctima. Me pregunto, ¿Qué reacción tendrá al revelarle la verdad?

-¿Sabes? – Titubeo un poco – La persona a la que tengo que matar esta vez no es el hombre que estaba con el pequeño… Es al niño a quien tengo que asesinar.

Decirlo en voz alta duele. El solo decir aquella atrocidad lástima más que el hecho de solo pensarla. El pecho se me oprime y sin darme cuenta de en qué momento paso, ya estoy llorando otra vez. Todo esto está jodido, totalmente jodido.

La cara de Bael se descompone al escuchar mis palabras pero recupera la postura casi de inmediato. No sé si sea para tratar de parecer fuerte ante mi o el hecho de que ya sería demasiado que ambos estuviéramos mal con esta situación.

-No quiero hacerlo. Solo es un niño – Digo entre sollozos intentando tapar mi propia boca para no hacer ruido.

-Pues… no quiero sonar insensible en estos momentos pero… - Analiza sus palabras – Es solamente trabajo. Para mí tu vida y la de tu familia valen más que la de cualquier persona e incluso más que la de cualquier niño que deba ser sacrificado en sus nombres.

Sus palabras no me consuelan en lo absoluto, por el contrario me hacen enfurecer. Para mí, la vida de cualquier persona y en especial la de un niño pequeño son mucho más preciadas que mi miserable vida de mierda.

Si hago lo que hago no es por conservar mi propia vida. Si todo esto me hubiese involucrado exclusivamente a mí desde el comienzo habría preferido morir antes que derramar sangre inocente, todo lo hago por mi familia. O al menos eso era lo que me repetía una y otra vez tratando de justificar mis acciones, pero llegando a este punto comienzo a cuestionarme, ¿Qué es verdaderamente lo que vale más? La vida de un niño tan chiquito, que no ha tenido oportunidad alguna de vivirla, experimentar, errar, amar y todo lo que uno da normalmente por sentado que podrá hacer en algún momento, o la de mamá, un ama de casa que se pasa la vida revolcándose con cualquier hombre que se le cruza enfrente tratando así de hacer su vida un poco menos miserable antes de querer afrontar la realidad. O incluso la de papá, que es un golpeador hijo de puta con negocios de mierda a sus espaldas.

No, ninguno de ellos vale en absoluto la pena. La única persona por quien realmente lo hago y merece vivir es Will. Él tiene un brillante futuro por delante, el sí merece cada sacrificio. Es la persona más maravillosa y no lo digo solo por qué sea mi hermano, si no que realmente en el mundo no he conocido a mejor persona con más bellos sentimientos que él. Will vale cada maldita muerte.

Poniendo las cosas en la balanza he tomado una decisión. Si, vale la pena sacrificar una y mil vidas más por la de el, e incluso vendería mi propia alma solamente para verlo seguir adelante. Asi que mataré a todos los niños que sean necesarios si eso significa poder seguirlo viendo sonreír.

Miro a Bael que sigue expectante ante mi silencio. Inhalo profundo, preparándome mentalmente para lo que voy a hacer.

-Estoy listo para comenzar. Pero no te equivoques, su vida no será sacrificada en mi nombre ya que no vale nada. Será por el bien de la única persona que considero digna del sacrificio. Mi hermano.

Me pongo frente a la cama del pequeño, y miro como duerme plácidamente sin preocupación alguna. Es lastimoso saber que alguien tan inocente perderá la vida sin motivo alguno para despues hundirse en un sueño eterno.

-Comenzaré ahora. Si vez que comienza a moverse o hace algún ruido inmovilízalo de inmediato.

-Como desees – Dice colocándose a mi lado en espera.

Bael estira su mano frente a mí, me esta ofreciendo la navaja para que yo pueda hacer el trabajo, pero la alejo rechazándola por completo. Tan inocente alma no merece derramar sangre.

Superviso los alrededores buscando algo que me sea de utilidad, mi vista se detiene frente a un pequeño sofá lleno de almohadas y peluches alrededor. Tomo una de estas almohadas y la llevo conmigo hasta donde dormita el pequeño, y con toda la frialdad que tengo en mi corazón, la pongo en un solo movimiento sobre su carita apretándola fuertemente para que esto termine lo más rápido posible.

El niño comienza a moverse, se ha despertado e intenta zafarse de mi agarre pataleando desesperadamente. Bael lo toma por las piernas de inmediato disminuyendo el ruido pero no es suficiente.

Tratando de no entrar en pánico, me subo a la cama para poder inmovilizar con mi propio peso el resto de su cuerpo, hago especial presión sobre la almohada para acabar ya con su sufrimiento. Después de unos segundos el movimiento se va debilitando hasta que es imperceptible.

Decido quedarme así un poco más para asegurarme, no puedo pensar, solo sigo presionando la almohada contra su pequeña cara hasta que Bael me toma por los hombros.

-Basta, desde hace un rato dejo de moverse. Por favor suéltelo.

Su voz preocupada me hace volver en sí.

Me bajo de la cama y veo el aura roja salir de su pequeño cuerpo, marchándose, eliminando rastro alguno tras de ella.

No soy capaz de quitar la almohada de su rostro, me aterra lo que puede haber debajo, aun así, esta vez ya no salen lágrimas de mis ojos, ni siquiera logro sentir nada solo impotencia.

-La navaja ¡Dámela! Ya me quiero largar de aquí – Digo estirando la mano para recibirla.

Bael solamente se limita a entregármela, ha captado mi impaciencia. No dice nada más, sabe que en este momento cualquier palabra que salga de su boca puede ser un detonante en su contra. Es sorprendente cuanto ha logrado aprender de mí en tan poco tiempo.

Ambos ponemos al frente nuestros brazos, cortó primero el suyo para que se marche antes. Mientras, yo me quedo mirando durante unos segundos aquel nombre marcado en mi piel, ese nombre que ya no podrá ser pronunciado sin que le duela a alguien oírlo.

A diferencia de la última vez paso la navaja muy lentamente hundiéndola más profundo por cada letra en donde pasa.

Instantes después ya estoy de vuelta en el cubículo del baño viendo como escurre la sangre por lo profundo que me he cortado. Mi piel arde pero para mí no es suficiente, me arde más el corazon. Paso una y otra vez la navaja sin parar intentando con eso poder borrar el nombre.

Bael me mira un momento meditando la situación, después, con un ágil movimiento me toma bruscamente por los brazos poniéndolos sobre mi cabeza. Una vez soy consciente de mi pequeño arranque de demencia vuelvo a recomponerme.

-Suéltame de inmediato – Le ordeno.

-Lo siento – Dice retrocediendo.

Una vez me libero de su agarre tomo papel higiénico suficiente para limpiar mi brazo. La sangre logra frenar después de varios intentos por limpiarla, y fingiendo que nada ha pasado, me coloco nuevamente la camisa.

-Nos vamos por hoy. No podemos pasearnos por todo el instituto de esta manera.

Asiente como respuesta. Dicho esto, salgo del baño dirigiéndome presurosamente al estacionamiento ignorando todo a mi paso. Sería peligroso que alguien nos viera de esta manera, se malinterpretaría por mucho la situación. Afortunadamente todos se encuentran en clase.

Al llegar al hotel lo primero que hago es entrar en la ducha. Me siento sucio y el olor a metal por mi propia sangre es insoportable, por más que tallo mi piel la sensación no desaparece. Tallo y sigo tallando hasta que arde, sé que debo parar ya si es que quiero evitar más daños visibles, es solo que mis músculos parecen no responder ante las órdenes de mí cerebro.

Mi cuerpo demanda dolor. Necesita esa clase de estímulo para sentirse aliviado de alguna manera, mientras que mi lado racional repite una y otra vez “Para ya” Se va desvaneciéndose con cada segundo que pasa.

La soledad no es una buena aliada en momentos como este. Creí haber superado estos malos hábitos de infancia, pero parece que solo estaban dormidos esperando a salir nuevamente en el momento preciso.

Pude sentir como iban despertando poco a poco desde ese día en el río.

En algún punto mi mirada se queda viendo a la nada, mientras las gotas de agua recorren mi piel regresando a ese momento en mi niñez cuando tenía seis años. Momento donde comenzaron todos mis recuerdos.

                                                                           *******

-Said… ¿Dónde te encuentras?

Escucho la voz de mamá gritando mi nombre en repetidas ocasiones insistentemente, como si estuviera desesperada. ¡No saldré! ¡De ninguna manera! Si lo hago, tal vez mi padre me golpee a mí también. La escuché llorar hace un momento y eso solamente significa una cosa.

Mi hermano me ha dicho que no debo tener miedo. Que papá le pega a mami solamente cuando ella se porta mal, y que si yo soy un buen chico como él no me pasara nada, aun así es aterrador verlo. Sé que papá no me quiere, nada más quiere a Will, pero es imposible no quererlo así que está bien.

-Carajo ¿Qué es ese escándalo mujer? No he dormido nada, cállate de una puta vez – La voz de papá interrumpe los llamados a mi nombre, reprendiendo a mamá.

-Lo… Lo siento Trevor. Estoy buscando a Said, hoy es día de visita con el médico – Mi madre disminuye notablemente su tono, como si de un cachorro asustado se tratara.

En mi desesperación por recibir un poco de aire, entre abro la pequeña puerta del mueble donde me encuentro escondido respirando al fin aliviado.

Al echar un vistazo hacia afuera veo a mis padres parados frente a mí. Él con una postura recta e intimidante y mi madre encorvada con la mirada gacha mirando al suelo.

-Ese bastardo no necesita ningún maldito psiquiatra Dalia. Lo que necesita es mano dura para que aprenda a dejar de hacer rabietas. Y tú, necesitas educar mejor a ese mocoso, tú decidiste tenerlo.

-Por favor no digas eso. Los niños podrían oírte y Said se sentiría herido.

-Nadie me va a decir cómo y que debo decir en mi propia casa. Mucho menos una perra inútil como tú.

Seguido de esas desagradables palabras una escena de violencia ocurre frente a mí. Él solo la azota contra la pared dejándola caer al suelo, y continúa dándole patadas hasta que deja de moverse. Solo después de eso, por fin pudo soltarla.

Siento que me arde el brazo, al mirarlo soy consciente de que me he vuelto a enterrar las uñas en la piel sin darme cuenta. Si se enteran papá se enojara y mamá se pondrá triste.

En ese momento comprendí que todo ha pasado por mi culpa. Debo dejar de hacerme daño si quiero dejar de ir con las personas que dice papá no necesito. A mí tampoco me gusta ir a verlas, me dan miedo.

Así ya no le harán daño a mami.

                                                                                 ********

-Hey Said, ¿Está todo bien?

¡Carajo! Me asusto. Es Bael llamando a la puerta, casi hace que resbale del brinco que di.

-Estoy bien. Ahora largo.

Mi corta respuesta fue suficiente para lograr que no insistiera más y se marchara de ahí. A veces siento como si fuera un gran perro protector que solo está al acecho, moviendo su rabo siempre detrás de mí todo el día solo para que baje la guardia y aprovechar la situación, pero a decir verdad, lo está logrando. Cada vez me siento un poco más cómodo en su presencia, pero eso tarde o temprano atraerá seberas consecuencias, debo mantener mi distancia.

Mis ojos me arden. A pesar de que estoy bajo el agua siento algunas lágrimas aun saliendo fundiéndose con el resto de las gotas que se pasean por mi cara, al menos de esta manera me siento un poco menos patético de llorar por cosas tan insignificantes como esa.

Ese es el verdadero motivo por el cual procuro no recordar mi pasado. Siempre existirá algún recuerdo doloroso que he intentado borrar. ¡Maldita sea! Me he clavado las uñas en las piernas. Pero… ¿A caso eso importa ahora? Consciente o inconsciente ya da igual, nadie puede regañarme por hacerlo.

La cabeza quiere explotarme. Sé que es un hecho verídico que por un simple dolor de cabeza puedes morir, pero no estaba seguro de creerlo hasta este momento. Aunque claro, no es como que me pase la vida pensando en cosas tan triviales.

Salgo del cuarto de baño asegurándome de estar vestido. No quiero otra escena ridícula por parte de Bael comportándose como una chica solo por verme desnudo otra vez.

Me dirijo a la sala, no soy del tipo de persona que se la pasan mirando la televisión o metido en redes sociales cada que se presenta la oportunidad. A decir verdad lo aborrezco, pero únicamente por esta ocasión siento que necesito hacerlo.

Solamente quiero escuchar la voz de alguien, alguien que sepa que no dirá nada acerca de lo ocurrido, alguien que no me juzgue por lo que acabo de hacer o trate de justificarme con palabras alentadoras poco creíbles y estúpidas.

Solo quiero escuchar una conversación normal así sea falsa…

Mi ansiedad comienza a consumir mis pensamientos. Debo evitar que se apodere de ellos si no quiero pasar un mal rato.

A falta de un cenicero, lo primero que se me ocurre es tomar un plato de la cocina, eso debe bastar. Junto con eso, también rebusco entre las cosas de mi mochila para sacar mi cajetilla de cigarros, que por fortuna está casi nueva.

Una vez reuniendo todo lo necesario para relajarme un poco me siento en el sofá más pequeño de la sala de estar cruzando mis piernas para evitar que mis pies toquen el suelo.

A pesar del tamaño lo encuentro bastante cómodo. Tal vez sea porque de esa manera mi cuerpo se compacta creando una sensación de calidez humana, como si tuviese compañía.

Han pasado ya dos horas desde que encendí el televisor y media desde que se me termino el último cigarrillo. La programación es una basura y todo el lugar está apestando a humo, aunque esto último reconozco perfectamente que es mi culpa. Aun así, el reconocerlo solo me irrita más.

Busco curioso con la mirada en mis alrededores a Bael pero no hay señal alguna de él. Me levanto con dificultad del sofá ¡Carajo! Un quejido sale de mi garganta sin previo aviso después de que me tronaran los huesos tanto de las rodillas como los de la espalda. Eso duele, ¿No soy muy joven para eso?

Me asomo a la cocina y no está ahí, esta vez ni siquiera se molestó en hacer algo de comer. No es su obligación claro está, pero me tiene tan acostumbrado a ello que hubiera sido bueno que me lo informara con anticipación para poder preparar algo yo mismo. Ya no importa.

Si no está en la cocina y tampoco se pasó por la sala de estar significa que debe estar en la habitación. Ese vago pensamiento de alguna manera me hace enojar más, mi estado de ánimo es una mierda.

Se ha acostumbrado tanto a dormir en ella que ya la siente como suya. Si tanto me pide a gritos ser tratado como un perro tal vez debería entrenarlo como tal para que sea obediente a su amo y no olvide a qué lugar pertenece.

Pretendía ser amable con él pero ya está excediendo sus libertades.

Entro en la recámara y lo encuentro recostado en la cama, con un brazo sobre su cabeza como si estuviese meditando algo. No ha notado en lo absoluto mi presencia.

Me dirijo sigiloso hacia él, recostándome a su lado, y este a su vez pega un brinco asustado. Definitivamente no me esperaba.

Veo en su mirada cierto reproche, pero no dice nada. Es mejor así. En este momento hasta la palabra errónea más insignificante puede hacer estallar mi frustración sobre su inocente persona.

-¿Cómo te encuentras? – Me pregunta curioso.

¡Maldita sea! ¿No podía quedarse callado solo un rato más?

-Acabo de matar a un niño, ¿Tu cómo crees que me siento? – Digo con un notable tono de sarcasmo en cada oración.

-Said… Si te sientes mal deberías hablar conmigo. No está bien que te guardes todo para ti solo.

Siento la cama removerse y su cuerpo acercándose a mí para después ser rodeado por sus brazos. Me toma por sorpresa e inmediatamente lo quito de un empujón haciéndole saber que no quiero ningún tipo de contacto en este momento, aunque en realidad me esté engañe a mí mismo porque lo necesito más que nada.

Estúpidamente mi orgullo es más grande que mi razón. Aunque mi corazón diga si, mi mente únicamente dirá que no.

Me levanto de la cama y toda la furia acumulada dentro de mí comienza a emanar de cada poro en mí ser.

-¿Dime qué diablos intentas hacer? ¿Consolarme? – Pregunto molesto levantando la voz cada vez más.

-Claro que intento consolarte. No puedo imaginar siquiera como te estás sintiendo. Si pudiera me gustaría cargar con tus penas, o siquiera poder calmar tus emociones – Dice poniéndose de pie.

-¿Me consuelas aun sabiendo que fuiste tú quien me alentó a hacerlo desde un principio?

Mira hacia el suelo evitando verme directamente. Se queda en silencio mientras la tención del lugar es palpable.

-Tanto pregonas querer ser mi salvador y aliviar mis penas ¿No es así? – Le digo embozando una falsa sonrisa – Entonces bien ¡Alivia mi dolor! Sabes que solo hay un modo de hacerlo y conoces perfectamente cuál es.

-Si te refieres a lo que me obligaste a hacer ayer no lo hare. Esa no es manera de lidiar con tus problemas ¡Maldición! –Dice levantando la voz tanto como yo.

Esa es la gota que derramo el vaso. Su manera de dirigirse hacia mí me ha quebrado por completo la poca paciencia que me quedaba. Quiero desahogarme, quiero herirlo, quiero verlo sufrir tanto como yo, quiero destrozarlo.

Con prisa rebusco en el cajón de mi buro hasta dar con la navaja, la desenfundo rápidamente sin pausa alguna.

-¿Debes de obedecer mis órdenes no es así? Entonces hazlo de una puta vez

Lanzo la navaja hacia la cama procurando que quede lo más cerca de su alcance posible. La toma en sus manos y me mira suplicante.

-No otra vez por favor.

Su rostro denota tristeza, a la vez que furia, aun así en este punto todo rastro de juicio en mí se ha esfumado.

Adiós a mi razonamiento. Adiós a mi compasión.

Solo quiero verlo sufrir y poder sufrir a su lado para liberarme de esta miseria.

-Creo que no me has entendido bien ¿Cierto? No te estoy pidiendo ningún jodido favor, esto es una orden.

-Lo lamento pero… - En su mirada se refleja duda – Esta vez no lo haré. No… Simplemente no puedo hacerlo. Me atendré a las consecuencias de mi desobediencia y aceptaré cualquier castigo otorgado de tu parte – Dice lanzando la navaja de vuelta en la cama.

Solo observo como con cada palabra que sale de su boca se encorva cada vez un poco más, hasta quedar de rodillas mirando hacia el piso.

-Está bien. Si es esta tu elección la aceptaré. Ahora toma tus cosas y lárgate de aquí. No necesito a alguien débil e inútil que titubee ante mis órdenes. Y por último hazme un favor. No vuelvas.

Todas esas palabras no son reales. No quiero decirlas, aun así no puedo parar, solamente siguen saliendo y saliendo a pesar de ver en su rostro cuanto le están doliendo. Solo soy capaz de gritar y no más.

-¿Qué no me oíste? ¡Dije largo!

La frustración acumulada provoca por reflejo en un patético intento por salir que golpee la lámpara que tengo a un costado sobre el buró. Esta se quiebra esparciendo sus vidrios por todos lados e incrustando a su vez algunos en mi mano haciéndola sangrar escandalosamente.

La expresión de Bael es oro puro justo en este momento. Su gesto de preocupación alimenta esa parte cruel y egoísta de mí que exige ser llenada desesperadamente. ¡Quiero más!

Tomo un pedazo grande de los cristales que han caído sobre la cama y cierro el puño fuertemente alrededor de él. Es muy doloroso pero se siente jodidamente bien. Esa sensación combinada con el rostro descompuesto frente a mí se mezcla creando algo nuevo e indescriptible.

-Por favor ¡Para ya! Yo lo haré así que suelta ese vidrio – Pide gritando.

Se acerca a grandes zancadas a donde me encuentro tomando mi mano para que se lo entregue, y eso hago. Abro lentamente la mano dejándolo caer nuevamente, tras el también caen innumerables gotas de sangre que en cuestión de segundos se vuelven chorros. Esta vez su cara es de pánico.

Tomo una camiseta que tenía arrumbada en el suelo y con ella limpio la sangre.

-No fue tan grave ¿Lo ves? No soy estúpido – Digo tratando de calmarlo.

-¿Esta vez donde será? – Se limita a preguntar escuetamente mirando al vacío. Evitando en todo momento hacer contacto visual.

-Hazlo aquí – Le indico señalando con mi mano la parte media de mi abdomen obligándolo a verme.

Me siento a la orilla de la cama y me saco la camisa para quedar expuesto frente a él. Bael a su vez se arrodilla entre mis piernas alcanzando la navaja que está a mi lado.

-Por favor no mire.

Obedezco a su petición. Después de todo el término cediendo ante la mía.

Echo mi cuerpo hacia atrás apoyándome con las manos para poder descansar un poco. Miro el techo relajando mi cabeza y cierro los ojos en espera del siguiente movimiento. Para ser sincero, a estas alturas dejé de necesitar que lo hiciera, me basto con verlo asi de asustado para poder sentirme mejor, que basura de persona soy.

Pero hemos llegado hasta aquí y no lo pienso detener. Me gusta su determinación.

El frío metal se posa sobre mi piel moviéndose suavemente dejando un leve ardor a su paso. Esa sensación no puede compararse en nada al dolor que yo mismo me he provocado, aun asi es bastante grato. Mis músculos se relajan y yo respiro profundo disfrutando de lo satisfactorio que es.

-Otra vez – Le ordeno.

La navaja se pasea nuevamente por la zona haciendo que cada vez me sienta mayormente complacido. He cambiado de opinión y esta vez quiero más.

-Hazlo de nuevo. Esta vez no pares hasta que yo lo diga.

Responde obedientemente a mis peticiones y pasa una y otra vez el filo de la navaja sin parar por mi piel. Me he dado cuenta de que más que satisfactorio o relajante la situación comienza a ser extrañamente excitante.

El calor aumenta en mi cuerpo y mis músculos se contraen haciendo que mi parte inferior comience a reaccionar ¡Carajo! Esto es malo.

Por favor no mires. He perdido la cabeza.

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play