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Luego de dejar la torre, Caleb se dirigió a su cuarto y pidió a su fiel sirviente que nadie lo molestara durante lo que quedará del día, quería poder ver el pasado de Ámbar tranquilo y no deseaba ser interrumpido. Así que Gabriel se quedó parado del otro lado de la puerta para poder llevar a cabo su misión.

El rey se sentó detrás de su escritorio y vacío la botella en una copa de oro. Tomó primero un sorbo y el pecho le dolió instantáneamente, al final Ana tenía razón, esa niña era mucho más fuerte que él. Pero necesitaba conocerla bien, saber por todo lo que había pasado, para poder entender como ayudarla, pues si la usaría como arma en contra de su padre y del único reino en pie que quedaba de brujos, pero primero debía recomponerla y asegurarse de que jamás le iría en contra.

El segundo sorbo fue mucho más leve que el primero, y los recuerdos empezaron a aparecer en su mente, una mujer cansada que la sostiene en brazos y la llena de besos mientras le dice cuanto la ama y como había esperado ese momento. El siguiente recuerdo es tomar del pecho de la mujer y sentir como su corazón se va apagando. Comprendió que ahí fue el primer quiebre, por eso el bebe llora, su madre acaba de morir. Llegar al reino y que su padre no pueda verla a los ojos y la confine a una torre con las dos criadas, sus primeros pasos y sus primeras palabras junto a ellas. las noches de juegos a pesar del cansancio de los adultos y la decisión de que debía empezar a estudiar con sus medios hermanos. Las burlas de todos por su vestimenta y porque su padre ni siquiera la reconocía. El dolor de que su propio hermano quisiera ultrajarla y el castigo recibido a manos de su padre. Ahí fue cuando Caleb reconoció el látigo en las manos del rey, sabía lo que había provocado en ella y lo que provocaría si lo llevaba a ver.

Reconoció el dolor en su cuerpo, nunca le había pasado eso cuando bebía la sangre de los demás, por primera vez en su vida, gotas de sudor bajaban por su frente y escalofríos recorrían toda su espalda.

Decidió seguir bebiendo de la sangre y llego al día en que los guardias la fueron a buscar por traición y las metieron a las tres en los calabozos, vio con tristeza como su propio padre ordenaba las ejecuciones y la azotaba de nuevo frente a una multitud que ovacionaba el sufrimiento ajeno. Sintió las llamas de las hogueras y como el cuerpo de la que en ese momento era solo una niña moria, para liberar un poder que todo lo destruía. Se encontró en la oscuridad de la noche vagando por un bosque durante días hasta toparse con un lago y la sacerdotisa que le brindo un nuevo hogar. Reconoció la aldea que habían atacado ese día, como la habían aceptado y como ayudaba a todo aquel que lo necesitará. Los días, meses y años transcurrían en perfecta armonía, vio como fue transformándose de niña a mujer y como era codiciada por muchos hombres, no solamente Kevin, incluso los ancianos la miraban de forma incorrecta. Reconoció el símbolo en su frente cuando todo estalló, esa aura demoníaca que incluso siendo un recuerdo volvió a elevarle los vellos de los brazos.

Luego de procesar todo, se levantó a buscar un libro muy antiguo que poseía en su biblioteca titulado Los Hijos de Lucifer, ahí se explicaba como el infierno sé regia por siete reinos, ira, gula, pereza, lujuria, avaricia, soberbia y la envidia. Cada reino tenía un príncipe hijo del mismo Satanás que lo controlaba y al mismo tiempo él controlaba a sus hijos. Durante un eclipse solar, las puertas del infierno se abrían y daban paso a que uno de esos hijos poseyera el cuerpo de un bebé, pero con los años habían descubierto que debían ser el fruto de brujos puros, pues solo así aguantaría tanta maldad junta. Como esos niños eran imposibles de controlar a una cierta edad perdían su parte humana y entregaban todo el poder al demonio que regia en ello, liberando así el mismísimo caos del inframundo. Por eso se había hecho una ley que todos los reinos acababan de matar a esos bebés ni bien nacían, de esa manera evitaban el desastre. Pero ¿qué pasaría si esos niños crecían rodeados de amor y jamás soltaran ese poder? Esa pregunta rondó la cabeza de Caleb, quizás había una oportunidad de que Ámbar aprendiese a usar su magia y controlara ella misma las explosiones que hasta ahora habían devastado al reino del Sur y a la aldea que tanto se había esmerado en cuidar. El único problema era que nadie debía enterarse de que él poseía un arma de esas magnitudes o estaría obligado a entregarla para su ejecución.

Estaba demasiado sumido en sus pensamientos y en la lectura cuando su sirviente abrió la puerta de golpe y sin avisar.

Creí haberte dicho que no quería interrupciones- dijo molesto por el imprevisto.

Pero amo, he venido a informarle que una de las sirvientes me aviso que la mujer despertó- la simple mención de esas palabras hicieron que su corazón de alguna manera latiera con más fuerza. ¿qué clase de embrujo le había puesto ella cuando lo miro a los ojos ese día que no podía sacarla de su cabeza?

No le respondió nada, solo se limitó a dejar el libro sobre la mesa y a retirarse a la torre, no se lo iba a admitir a nadie, pero estaba apresurado por verla. Tanto así que tardo solo minutos en llegar al lugar, y como todo superior abrió la puerta sin golpear, solo que nuca pensó que la vería de espaldas y desnuda, por un momento se le pasaron por la cabeza todas las cosas que quería hacerle, pero sus ojos repasaron sobre esas heridas, hechas por aquella arma que escondía en su escritorio y un sentimiento de nostalgia inundó su corazón.

Las tres mujeres quedaron perplejas con su presencia, y Ámbar tardo unos minutos en recordar su desnudez. Agarro con prisa la bata que le había entregado anteriormente la hechicera y se la coloco sin pensarlo, provocando un leve enojo en Caleb.

Mi rey por fin ha llegado, como verá la niña despertó sin problemas, pero es indispensable que durante los días posteriores tome esta medicina con un té preferentemente para terminar de curar interiormente su cuerpo- dijo Úrsula entregándole a el un frasco con un líquido dentro.

Yo me retiro amo, cualquier cosa Ámbar estoy a tu disposición- dijo Coral feliz de tener por fin con quien pasar los días solitarios.

Gracias a las dos por ser tan condescendientes conmigo y por curarme- dijo Ámbar.

En algún punto, Caleb se encontró molesto de que a él no le diera las gracias, pero cuando abrió la boca para decir algo ella ya se encontraba de pie frente a él.

Y a usted por haberme traído hasta aquí, para que me curen, muchísimas gracias- dijo Ámbar inclinándose en señal de respeto. Y eso fue precisamente lo que termino por convencerlo a él de que debía protegerla con su vida de ser necesario.

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