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¿Madre que piensas hacer ahora que mi padre ha decidido que esa mocosa estudie?- dijo Erkan. él era el primogénito del rey con la concubina Ivana, ellos habían sido los que maldijeron a Aurora, y aunque sé habían salido con la suya. Esperaban que Gerardo jamás permitiese que la niña saliera de la torre, pero esto cambiaba el fruto de todos estos años de esfuerzo para que Erkan ocupará el lugar de su padre.

Tranquilo hijo, ¿cuándo mamá te ha fallado?. Quise eliminar a la reina y así lo hice, convencí a tu padre de que nos deje volver a todos al castillo y ahora no te vas a poner en plan de pensar que dejaré que alguien ocupe tu lugar en el trono- la sonrisa de ivana cruzaba su rostro, la maldad que poseía era tanta que nunca se sabía para dónde podía disparar.- tienes 16 años hijo, ¿realmente crees que esa niña podrá tener tu poder o tus conocimientos? Dejala que estudie ya veré como de desharé de ella así como lo hice con su madre.

Ojalá no te equivoques madre, esta vez no creo que puedas salir bien librada de todo esto si alguien se entera de tu traición- dijo retirándose de los aposentos de su mamá.

Por otro lado, Templanza le daba un par de consejos a Ámbar para su primer día de estudio. Le había hecho un hermoso peinado de trenzas coronado por una flor de color lila, muy parecida a sus ojos. Sus ropas no eran tan finas como la de las otras princesas, pero sus mamas siempre cosían hasta tarde para hacerle con lo poco que conseguían hermosos vestidos.

Recuerda hija, habla solo si te lo piden, intenta no acercarte a tus medios hermanos y no te confíes de nadie. No debes dirigirte al rey como padre, ni a nosotras como madre- le dijo mientras terminaba de prepararla.

Yo iré por ti cuando el sol se ponga en el horizonte, aquí tienes tu almuerzo mi hermosa princesa y recuerda si nos necesitas solo debes buscarnos- le decía Raíl mientras terminaba de empacar sus cosas.

Tranquilas mamis, voy a estar bien y no dejaré que nadie me intimide- su sonrisa podía calmar los corazones preocupados de ellas.

La llevaron hasta la gran biblioteca, que los antiguos maestros utilizaban para darle clases a los posibles herederos, la despidieron con un beso en la frente y un abrazo.

La niña ingresó y vio que sus hermanos ya estaban allí leyendo. El primero en acercarse a ella fue Erkan, quien a pesar de lo que su madre le había dicho, había quedado fascinado por la belleza de Ámbar a pesar de no usar ropa tan fina como sus hermanas.

Muy buenos días, princesa, soy tu hermano mayor Erkan- dijo haciendo una reverencia ante ella.

Muy buenos días, mi nombre en Ámbar- contesto su saludo y su reverencia.

El resto solo miro y volvió a lo que hacían. No querían ni estar cerca de ella, pues sabían por el envenenamiento de sus madres en sus cabezas, que ella podía arrebatarles todos los lujos que tenían. El maestro ingreso en la sala e impartió la clase como se suponía que debía hacerla. No presto atención a la nueva alumna que había y tampoco le importaba. Cuando preguntaba algo no permitía que ella contestara, aunque viera su mano alzada. Hasta que Ámbar dejó de intentar responder y comprendió que ahí solo podría escuchar.

No era justo el trato que todos tenía con ella, a diferencia de los otros, no le permitían salir al baño durante clases, tenía que esperar los recesos. Para almorzar debía hacerlo en un lapso de 20 minutos mientras que los demás se tomaban una hora completa. Pasaba más tiempo sola que acompañada, pero como era muy inteligente aprovechaba para leer los libros que tenía a su alrededor y de esa manera aprender mucho más. Lo que no sabía era que siempre está vigilada, ya fuese por el rey mismo que la observaba entre las sombras o por algún sirviente que mandaba. Aunque no quisiera admitirlo, la princesa era como su madre. Aurora tenía la misma obsesión por la lectura y muchas veces pasaba horas en esa biblioteca, sentada en el sillón como estaba hoy su hija.

Los sirvientes le contaban al rey de los malos tratos que le daban sus hermanos y hasta sus propios profesores, de las maldades que a veces le hacían y que la niña no respondía a ninguna de ellas. Aunque sabía que eso estaba mal no dejaba de sorprenderse de las semejanzas entre madre e hija. Pues Aurora también había soportado mucho sufrimiento por parte de las otras concubinas y jamás había hecho algo malo en contra de ellas, a pesar de saber que valía muchísimo más para el que cualquier otra mujer.

Los meses y años iban pasando, la niña llegaba y le contaba a sus madres todo lo que iba aprendiendo y jamás les contaba lo mal que la trataban, pues no quería preocuparlas. Pero un día todo cambió y no para bien, la pequeña ya tenía 6 años y avanzaba a pasos agigantados en su manejo de magia, controlaba los 4 elementos a la perfección y también podía usar el poder mental, aunque solo una vez lo había puesto en práctica, pues uno de sus maestros le iba a odiar y ella solo hizo que se arrepintiera de esa idea mostrándole lo mal que le iba a ir si se atrevía a tocarla. Era digna hija de los soberanos, a diferencia de sus hermanos había adquirido muchas buenas calificaciones en sus exámenes y eso hacía que la odiaran mucho más. Todos excepto Erkan, que seguía fascinado como el primer día, pues a medida que ella iba creciendo se iba haciendo cada vez más hermosa.

Madre quiero hacerte una pregunta, que pensarías si te digo ¿qué quiero casarme con Ámbar?- su madre soltó la taza con el té que estaba bebiendo y él esbozó su sonrisa, entendiendo la sorpresa que había generado en ella.

¿Acaso estás loco? Tienes 21 años, esa mocosa apenas tiene 6 años, ¿crees que tu padre permitirá que te acerques a ella?- dijo casi a los gritos. Las ocurrencias de su hijo muchas veces la sacaban de sus casillas, sabía por sus propias consortes que él se la pasaba detrás de la niña.

Es el plan ideal madre, si me caso con ella seré rey- dijo acercándose para abrazarla - y tú usaras tus encantos con mi padre para que acepte eso-

Es una locura lo que propones, pero entiendo tu punto. asegurarías muchísimo tu herencia- pensaba que quizás no era tan descabellada la idea - muy bien durante mi cena con él, hablaré de esto.

sé que lo conseguirás- se alejó con una sonrisa malvada en su rostro. Pues aunque recibiera una negativa, ese cuerpo y esa belleza que el tanto deseaba sería suya.

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