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Otro día más comenzaba en el viejo templo, las 3 sacerdotisas arrancaban su rutina al salir el sol. Lo primero era la cosecha de hierbas, que muchas veces les llevaba hasta el medio día, luego Ana hacia el almuerzo, mientras Ámbar y Anahi conseguían leños para el fuego de la noche. Eran más las veces que entrenaban defensa a la tarde, que las que holgazaneaban. La pequeña ya empezaba a dominar ciertas flechas sagradas que su madre y su hermana le estaban enseñando, pero aún le costaba usar una espada o un puñal, era más del ataque a lo lejos las del cuerpo a cuerpo y eso molestaba a Ana. Pues a pesar de que era una niña tenía que saber defenderse. En cuanto a los exorcismos, solo las dos mayores los practicaban, puesto que su energía espiritual era mucho más grande y no se cansaban fácilmente. Cada tres o cuatro días se daban a la tarea de revisar todos los talismanes que rodeaban la aldea completa. Ese era su seguro de que los demonios jamás los encontrarían.

Todos en la aldea las amaban, las tres eran muy sociables y educadas, ayudaban a todos los habitantes y siempre estaban atentas a cualquier llamado sin importar la hora. También en el templo funcionaba una escuela, que permitía que los niños aprendieran a leer, las clases eran impartidas por Ámbar, quien adoraba a todos sus alumnos y tenía muchísima paciencia para explicarles. Las clases que daban no eran solamente teóricas, también les enseñaba de la naturaleza, de las plantas, de los animales, los preparaba para el día de mañana enseñándoles a cocinar, a tejer, a cazar y a pescar.

todo funcionaba en perfecta armonía, excepto por una persona que tenía envidia de no ser dueño de ese ser tan especial y hermoso, su nombre era Kevin, tenía más de 20 años y hacía un par se había presentado en el templo con intenciones de convencer a Ana de que dejara que se casara con Ámbar. pero esta se había rehusado, explicando que sus hijas eran discípulos del templo y que no se les permitían las relaciones amorosas. la negativa no fue tomada de muy buena manera, por quien ahora espiaba todos los días a la bella mujer.

Aunque jamás había intentado propasarse con ella, tampoco era como si no supieran que estaba siempre detrás, algunas veces ni siquiera intentaba disimular su presencia o esconderse. La miraba como un depredador a su presa. Esperaba siempre en las sombras o apoyado en un árbol.

¿qué haces aquí Kevin?- dijo Ana ya cansada de que siempre estuviese detrás de ellas.

Nada, gran señora, solo admiro el paisaje- dijo esbozando una sonrisa.

Pídemelo y disparo- dijo amenazante Ámbar con el arco y la flecha lista.

Madre- dijo anahi escondida detrás de ella.

Basta Ámbar, y tú vete, ya sabes mi respuesta no sigas molestando o hablaré con el jefe de la aldea para explicarle por qué pronto aparecerás atravesado por una flecha- volteo a ver a su hija y hacerle seña de que baje el arma.

Algún día, señora, ella será mía- les dio la espalda y se marchó.

Durante unos minutos se quedaron mirándose las caras, si bien Ámbar sabia a que iba todo eso, porque su madre se lo había contado, la pequeña Anahi no entendía nada de lo que estaba pasando, pero sentía tanto rechazo por ese hombre.

Volvamos al templo- dijo Ana rompiendo el silencio -esta noche hay que preparar los ungüentos de la señora Luisa que otra vez se lastimó el brazo-

Levantaron todas las cosas que usaban para practicar y se marcharon del lugar. El viaje fue en silencio, ninguna quería decir nada que fuese a dar sitio a que la pequeña hiciera preguntas que no podrían contestar. Aún era chica para entender la obsesión de una persona. Cuando anahi ingreso en el templo, Ana se acercó a Ámbar.

Solo ten cuidado hija, hay algo en Kevin que realmente no me gusta- La preocupación era evidente.

Tranquila madre, si intenta algo lo sabrás enseguida, pues será atravesado por mis flechas- dijo Ámbar sin ningún tipo de tapujos, pues a diferencia de las mujeres de su edad, ella no pensaba en el amor, de hecho ni siquiera se veía casada y con familia, ella era libre y disfrutaba mucho de eso.

Por otro lado, en el medio del bosque, Kevin se la pasaba de un lado a otro caminando, recordando las duras palabras de Ana y odiándola con cada célula de su cuerpo, también estaba molesto por lo pesada que se había puesto su madre durante la cena con sus preguntas de cuando asentaría cabeza. También, por otro lado, su obsesión por Ámbar le generaban celos enfermizos, pues pensaba todo el tiempo que otros hombres de la aldea la miraban también con lujuria en sus ojos y que no era el uno que quería poseerla. De lo que él no se había percatado aún, era que todas sus quejas eran escuchadas por un cuervo demonio al que el sirviente del amo, lo había mandado a buscar a una hermosa mujer para satisfacer las necesidades de su maestro y con tanta curiosidad, ahora tenía que volar a ver si esa muchacha cumplía con las expectativas de la misión que le habían encomendado.

No tardo mucho en llegar al templo, y al posarse en la ventana entendió por qué el joven estaba tan obsesionado con esa preciosura. Era definitivamente lo que estaba buscando, así que emprendió el vuelo de nuevo al castillo de Este a informarle a su amo que por fin había encontrado lo que él necesitaba.

Ámbar se percató de la presencia y salió corriendo con el arco en mano, pero no llego a ver adonde se había ido.

Hermana ¿qué pasa?- dijo Anahi sorprendida de la actitud que ella había tenido.

Nada pequeña, es que sentí que éramos observadas por algo- le dio su mano y la niña no dudo en tomarla.

Ingresaron nuevamente en su casa y se dispusieron a comer, jamás se imaginaron el infierno que pronto se desataría, algo que ni siquiera se asemejaba a sus peores pesadillas.

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