Capítulo cinco.

Olivia

—¿Paso algo malo hoy? —arqueo mis cejas en cuanto escucho esa voz, volteo a ver a Giselle y le sonrío levemente.

—¿Por qué lo preguntas? —miro al barman y le hago una pequeña señal para que se acerque, pero alguien más lo hace debido a que el barman que me atiende siempre está ocupado.

—Buenas noches, yo seré su barman ya que mi compañero está demasiado ocupado —arqueo una de mis cejas y la chica se ríe—. Mi nombre es Colette y les puedo asegurar que preparó las mejores bebidas —nos guiña un ojo y quiero reírme de lo adorablemente tonta que se ve, veo a Giselle y ella ya está sentada a mi lado.

—Yo quiero una rusa blanca —le pide y hago una mueca de asco, no me gusta, Giselle lo nota y rueda sus ojos—. No es mi culpa que no tengas papilas gustativas —ahora yo pongo mis ojos en blanco, vemos a Colette quien asiente emocionada y se moviliza para preparar la bebida de Giselle.

—¿Tuviste un mal día? —le pregunto, rodeo la orilla de la boca del vaso con mi dedo, luego lo sostengo y muevo el hielo con forma de una pelota dentro del vaso, me gusta este servicio.

—¿Por qué lo preguntas? —me devuelve mi pregunta, sonrío, divertida.

—Siempre tienes un mal día.

—Vaya —exclama—. Eso no me ha ofendido para nada, te lo juro —me río entre dientes y cuando volteo a verla, ella tiene su mirada fija en mí—. ¿Vas a contarme?

—Creí que no querías que habláramos de nuestros problemas cuando estuviéramos juntas.

—Es que eres una perra malvada que no quiere una relación conmigo, obviamente tengo que ponerme como una perra cuando de ti se trata —se excusa y arqueo mis cejas, se ríe y se encoge de hombros—. Pero somos amigas, con beneficios, sin embargo, eso es dentro de una habitación, aquí, en este bar extravagante, somos amigas —me guiña un ojos y respiro hondo.

—Ayer tuve que ir a ver a Kristel —sus ojos se agrandan y luego luce confundida, cambia de expresión cada diez segundos, de estar sorprendida, pasa a confundida y luego a molesta y al final en intrigada o esas son las principales emociones que le reconozco—. Me obligaron, no fue porque yo quisiera —ahora luce como si todo tuviera sentido—. Tu expresión me está molestando —empujo su frente con mi dedo y eso la hace reír.

—Aquí tiene, una rusa blanca —Colette nos interrumpe y coloca el vaso frente a Giselle, ambas miramos la bebida y luego a la chica, ella solo sonríe y mantiene su mirada fija en Giselle, quien le da la oportunidad y le da un sorbo a su bebida, pasan unos segundos antes de que se sorprenda.

—Oh, sabe deliciosa —exclama y me mira sorprendida, como si no creyera que la chica podría preparar una bebida tan sencilla, Colette nos sonríe satisfecha.

—Gracias —se aleja y puedo volver a hablar con Giselle.

—Obviamente no me recibió bien, pero no entiendo la obsesión por esa psiquiatra charlatana y mis padres para que vaya de nuevo, ella me odia y no me cae particularmente bien —Giselle sigue bebiendo hasta que termino de hablar, traga y pasan unos segundos antes de que hable.

—No la odias, no importa cuánto tu hermana crea que las odias, no es cierto, tú no odias a Kristel, será todo lo que tú quieras, una psicópata enfermiza o algo así, pero es tu hermana.

—Ja, la sangre no forma vínculos, Giselle, si fuera así nadie mataría ni golpearía a nadie —asiente levemente.

—De todos modos, es tu hermana menor.

—Ya te dije que...

—Será una loca para todo el mundo, pero sigue siendo tu hermana, y bueno, no importa qué tanto intentes creer que no te importa, porque eso es mentira, ¿cuál es tu lema? ¿Algo de que es horrible mentirte a ti misma?

—No quieras usar mis frases contra mí, y hablo en serio, no estoy interesada en ella —Giselle resopla y eso me ofende un poco.

—Ese es tu mayor defecto, Olivia —entrecierro mis ojos y eso no la detiene a terminar lo que sea que quiere decirme—. No te interesa nada, ni nadie. A veces creo que ni siquiera te interesas a ti misma.

—¿De qué hablas? Obviamente me intereso por muchas cosas, por mí, por la empresa, por mi padre quien fue corrido del parlamento por culpa de mi hermana loca —respiro hondo—. Como la odio —Giselle arquea sus cejas y me encojo de hombros—. Sé a dónde quieres llegar y no va a funcionar —su ceño se frunce y me termino la bebida de un trago, dejo el vaso en la barra y me levanto—. Tengo que ir a trabajar, ya que ayer perdí mucho tiempo.

—Olivia —me llama y tomo mi bolso.

—Te veré otro día, por casualidad —pongo todo el sarcasmo que puedo expresar en esas últimas dos palabras, Giselle se tensa y creo que contiene la respiración—. No se te olvide, solo somos amigas con beneficios —me acerco hasta ella y beso su mejilla como despedida—. No me quieras presionar.

Salgo del bar, luego de pagar. Estoy odiando a todos.

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