Capítulo XV

El corazón de Tanya palpitaba ya, a un ritmo normal, pues su cuerpo había regresado a la tranquilidad, después de haber llegado por segunda vez al máximo placer. 

Zachary se dio prisa en sacar un sobre metálico, de la bolsa de su pantalón. Se  quitó la ropa que aún cubría su cuerpo y colocó el preservativo. Se sentó sobre la cama y de una, levantó a la chica entre sus brazos, dejándola sentada sobre él.

Tanya echó la cabeza hacia atrás, al sentir que ahora eran uno solo.

Él la apretó con fuerza, hacia su pecho.

Y busco su boca. Los besos eran dados con hambre, mientras el movimiento salvaje de sus caderas, los llevaba al vaivén de placer.

Tanya tomó el rostro de Zachary entre sus manos. Ambos jadeaban entre mordidas y besos hambrientos.

—¡Ah!...Sigue así.—Pidió el chico, agobiado por el choque de sus cuerpos.

La chica fue obediente, pues quería entregarse a él en su totalidad.

Los movimientos fueron desenfrenados y las caricias quemaban. Todo era dado con vehemencia, una gran una locura repleta de deseo.

—Zach...

Tanya sintió que nuevamente llegaría a esa parte, donde su cuerpo explotaba en un gran placer.

Zachary se apresuró a recostarla sobre la cama, su pesado cuerpo continuó el ritmo, hasta que ambos pudieron llegar a ese punto tan sublime.

—Te amo. —Mencionó Tanya, con una sonrisa cansada.

Zachary igualó su sonrisa.

—También te amo, Tanya. Eres mi mundo.

La chica levantó la cabeza, para alcanzar la boca de Zachary y morder su labio. 

Zachary sonrió gustoso. 

—¿Qué harás está tarde?– Pregunto el pelinegro. 

—Tengo una cita.

Zachary de inmediato frunció el ceño. 

—¿Una cita?

Tanya soltó una pequeña risa burlona. 

—Sí, con mi hermana y Arthur. Iremos a esa pastelería que nos gusta. 

Zachary relajó los músculos de su rostro. 

—¿Quieres acompañarnos?—Preguntó Tanya, luego lo abrazó por el cuello.—Será una buena ocasión, para contarle a Vika y a Arthur, sobre lo nuestro. 

Zachary abrió grandes los ojos. 

—¿Estás segura?—preguntó con tranquilidad, queriendo ocultar su emoción.

—Sí.

Zachary la apretó con fuerza y giró sobre la cama con ella, para que quedara encima de él. Luego la acunó entre sus brazos.

—Bien, entonces esperaré aquí hasta mañana.

Tanya abrió la boca para protestar, quería sacarlo de su cama y de su habitación, antes del amanecer.

—¡Estás loco!.

—Sí, por ti. —respondió el chico, con una gran sonrisa llena de felicidad.

Tanya negó con la cabeza.

—Mi plan es contarle a Vika sobre nuestro noviazgo, mientras estamos vestidos.— Aclaró la chica, al tiempo que  señalaba la desnudes de sus cuerpos.—Sí ella entra por la mañana a mi habitación y nos encuentra así, no puedo asegurar que saldrás ileso. 

—Puedo ponerme el bóxer. 

Tanya entrecerró los ojos.

—Zachary…

El chico resopló. 

—Bien, te prometo que al amanecer saldré de tu habitación. 

—Por la ventana. 

Zachary elevo los ojos al cielo.

—Bien, saldré por la ventana. 

Tanya sonrió feliz y se acurrucó en los brazos de Zachary. 

—Dulces sueños Tanya. — Murmuró el chico mientras cerraba los ojos. 

—Dulces sueños, Zachary. 

Gradualmente la respiración de ambos se volvió más pesada y tranquila. 

Pocos eran los rayos de sol que iluminaban el día, cuando Tanya despertó con una sonrisa. 

—Buenos días. —La voz de Zachary, sonaba más ronca esta mañana. —¿Te desperté?. 

Tanya negó con la cabeza. Zachary se inclinó hasta su boca y probó sus dulces labios. 

—He decidido que me colaré por tu ventana ,todas las noches.— Le confesó el chico. 

—La idea me parece genial, pero no quiero que Vika nos descubra.—Tanya recreo en su mente, todo lo que había pasado por la noche en su habitación. —Espero no haber sido muy ruidosa. 

—Solo un poco. — Murmuró Zachary, con una sonrisa. 

Tanya lo miró avergonzada. 

—Pero eran los sonidos más excitantes.—Dijo antes de besar su boca.—Mmh…tengo que irme, pero si tu me lo pides, podría quedarme un poco más.—Dijo al tiempo que soltó un gruñido. 

—¿Tanya?

Se escucho al otro lado de la puerta.

Ambos chicos enfocaron su atención, en la puerta de la habitación. 

—Es Vika. —Susurró. 

Zachary se levantó con rapidez y con un gran esfuerzo de no hacer mucho ruido. 

—¿Estás despierta?—Victoria seguía al otro lado de la puerta, esperando una respuesta. 

Zachary camino hasta la ventana, con Tanya detrás de él. 

—Nos vemos más tarde en la pastelería. —Beso sus labios por última vez. 

Tanya estaba sonriendo, cuando asintió. 

—Ciao novia mía. —Dijo el chico, antes de desaparecer.

La chica soltó un suspiro ensordecedor, antes de ponerse una bata para dormir. 

—Vika, ¿paso algo?—preguntó con inocencia, cuando abrió la puerta. 

Victoria echó una mirada rápida, desde la puerta.

—Escuché ruidos en tu habitación y se me hizo extraño. Tu no eres una persona madrugadora. 

—No, pero esta mañana desperté con mucha hambre y justo me vestía para bajar a la cocina, para buscar algo. 

Victoria sonrió a medias. 

—En la nevera quedó un poco del estofado de anoche, puedes recalentar y comerlo. 

—Claro, eso haré. —Dijo la chica con una sonrisa, mientras cerraba poco a poco la puerta. 

Victoria se dio media vuelta y camino de regreso a su habitación. Arthur de inmediato la abrazo por la espalda, cuando la sintió recostarse a su lado. 

—¿Todo bien? 

—Eso creo. —Respondió Victoria. 

—Debes dormir un poco más. Si Pavel despierta, yo me haré cargo de él. 

—Gracias cariño.— Sin embargo, Victoria no pudo cerrar los ojos. Había alcanzado a ver, una envoltura metálica en el suelo de la habitación de Tanya. Miles de pensamientos se atravesaron por su cabeza, esa mañana. 

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