Capítulo XI

...¿Como empezar una mañana, con el corazón, palpitante de angustia y tristeza?....

Una bella chica de ojos marrones, con una mirada tierna y una sonrisa a medias, observaba la salida de su colegio.

—XX—¿Creo que tu novio, no vendrá esta tarde?

Tanya giro el rostro, hacia su compañera de clases.

—XX—¿Quieres que te lleve?.

Después de unos segundos, Tanya negó con la cabeza, de manera lenta.

—XX—Entonces, no vemos luego.

La chica dejó un beso en su mejilla y se alejó de ahí.

Tanya saco el teléfono celular de su mochila y marco varias el mismo número. Pero nunca obtuvo una respuesta.

El aparato de Zachary, sonaba constantemente sobre la mesa de noche. No obstante, él no parecía interesado en mover un músculo para responder y continuó por un rato más, recostado sobre su cama, observando el techo.

Cuando el sonido de su celular se dejo de escuchar, el giro su rostro hacia la mesa de noche.

—Zachary —¿Se cansó de llamar?.

Se cuestionó el pelinegro.

—Zachary—Por el momento, es lo mejor.

Murmuró, mientras revolvía su cabello negro.

******

Dos días, solo dos días habían pasado, desde que Zachary Belf, había dejado en el buzón de voz, un corto, pero preciso mensaje.

Tanya había reproducido su voz, por séptima ocacion.

—Susan—Solo pidió un poco de tiempo. No te angusties.

—Tanya—¿Y sí en ese tiempo, él siente que lo mejor es terminar?.

—Susan—No lo hará, solo está molesto. Dale un poco de tiempo.

—Tanya—¿Por qué esta conversación, me trae recuerdos?.

Susan se encogió de hombros.

—Susan—Porque mejor, no te das una ducha. El estilista está a nada de llegar.

Susan tiró de su mano con fuerza, para levantarla.

—Susan—Mueve tu trasero, Tanya. Porque si veo un minuto más, tu rostro deprimente, terminaras por arruinar mi buen ánimo.

Con pesar, Tanya se levantó de la cama y se dirigió hacia la ducha.

Los minutos pasaban y ella se había quedado debajo del agua. Las gotas relajaban cada músculo, pero no desvanecía las preocupaciones de su cabeza.

—Susan—¿Sigues viva?.

Grito desde la puerta.

Tanya rodó los ojos. Tomo una toalla, se cubrió con ella y salió del cuarto de baño, antes de que Susan entrará por ella.

Algunas veces, bueno, la mayor parte del tiempo, Susan Belf solía ser un poco irónica, arrogante, loca y hasta malvada. Pero era la chica con el mejor optimismo y la fuerza, que siempre la arrastraba hacia arriba. Nunca existiría alguien mejor que Susan, para tomar el puesto, de mejor amiga.

—Tanya—Sí.

Respondió sin ánimos, cuando abrió la puerta.

—Estilista—¿Esta es la chica?.

Al escuchar la voz de un hombre, Tanya se cubrió lo más que pudo.

Susan no pudo evitar reír, junto al hombre.

—Estilista—Mujer, por mí puedes pasear desnuda por toda la habitación y créeme, no llamarías mi atención, ni en un millón de años.

Aclaró el hombre, qué tenía una mano en la cintura y en la otra, llevaba un par de tijeras doradas.

—Tanya—Ya veo él por qué.

—Estilista—Ahora date prisa, vamos.

El estilista la tomó de la mano y la llevo frente al espejo.

—Estilista—Ya Susan me contó, qué tenemos una situación de R, E, A.

—Tanya—¿REA?.

Desconcertada, Tanya busco con la mirada a Susan.

—Estilista—Ash, ¡RECUPERAR EL ANIMÓ!.

—Tanya—A.

Tanya elevo los ojos al cielo, deseaba salir corriendo.

—Estilista—Serás mi obra de arte. Te dejaré, Di-vi-na, como a una Diosa. Y cuando salgas de aquí, captaras la mirada de todos los hombres hermosos.

El estilista la sentó en una silla, mientras parloteaba de una manera extraordinaria.

Tanya solo pudo asesinar a Susan, con la mirada.

Las horas parecían largas, para la chica de ojos marrones. Hasta que por fin, el estilista soltó un grito dramático.

—Estilista—Definitivamente, soy el mejor.

Presumió el estilista.

Tanya se miro al espejo y observó cada detalle de su nuevo cambio. Su nueva apariencia, le hacía ver un poco más grande, de edad. Pero su belleza, seguía estando ahí.

—Susan—Ahora solo falta el vestido. Este arrasará, con los celos de Zachary.

Susan llevaba una amplia sonrisa, mientras le mostraba el vestido.

—Tanya—Es muy bonito, pero algo corto.

—Susan—Vamos Tanya. Esta es tu noche y solo debes de preocuparte por verte hermosa, y perfecta. Además, estoy segura de que Zachary se volverá loco.

Y tal vez, no precisamente de amor, pero si alguien amaba qué ardiera Troya, era Susan Belf.

Luego de pensarlo por siete segundos, Tanya acepto.

—Tanya—Bien, tu ganas.

******

Las puertas del famoso club Night Dance, eran abiertas de par en par, para las dos jóvenes.

Esta era la primera vez, que Tanya se encontraba en un club. Así que, no era un ambiente, al qué ella estuviera acostumbrada.

—Susan—Relájate.

Susan la tomó de la mano y la arrastro hasta la zona VIP del lugar.

Sentada a lado, de un montón de desconocidos, incomoda, ella movía su cabeza, esperando que el pelinegro, apareciera frente a sus ojos. Y no paso mucho tiempo, cuando visualizó al chico, a unos metros de ella, pero...

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